PRIMERA
PARTE
NOVELA
EN
BUSCA DE LA REALIDAD POR SÍ MISMA
SEP-INDAUTOR
REGISTRO
PÚBLICO
03-2002-111113270700-01
NO.
REGISTRO 03—2002-111113270700-01
TITULO:
CORKSCREW
AÑO
MARZO 2002
ARMANDO
ALTAMIRA G.
1
El
bar estaba vacío y el rumor del océano se colaba entre las tablas de las
paredes. Era
temprano y aun no bajaban las sillas de las mesas. Alguien barría el enorme local de El Pinar,
de piso de tierra y paredes de tablas mal ensambladas. Se trataba de un
establecimiento casi oculto entre la maleza cerrada, no lejos de las aguas del
Golfo. Algunas muchachas empezaban a andar por ahí. En la barra, el empleado se
afanaba en secar los vasos de vidrio.
Había asistido pocas veces al lugar.
Solamente permanecía el tiempo que me
llevaba disfrutar un par de cervezas. Pagaba y, haciendo una señal de despedida
a Antonio, el barman, salía a la calle.
La luz afuera se desbordaba de un sol muy fuerte, como siempre era en esa
isla, y se acentuaba debido a la semi oscuridad que reinaba en el interior del
galerón. Procuraba llegar mucho antes que el grueso de la clientela y me
retiraba cuando el sitio se empezaba a llenar de gente. Eso me permitía ciertas libertades. Como ahora.
Saqué mi armónica. Le di unos cuantos golpes
contra mi mano izquierda y la llevé a la boca. Entoné una alegre y movida
melodía del Misisipi de los años treinta. Interrumpía y empezaba a cantar:
"Todas las personas cultas de Norteamérica saben ya que nuestras
elecciones son farsas indecentes, y los dueños de tan necio juego están
asustados ante la resuelta retirada de las urnas de casi la mitad de
votantes". Aquellas palabras, de
algún poeta, ahora a ritmo de rigetime,
se las había escuchado a Cork.
Ahora lo
hacía en voz queda, tocando y cantando para mí, pero algunas muchachas
se acercaban y me daban un golpecito de afecto en el hombro. Luego se marchaban
a continuar con sus actividades, propias de las geishas, que preparan el
escenario para sus clientes que no tardarán en llegar.
Sólo María se quedaba un rato más. Cruzaba las
piernas. Con ese lenguaje mudo me decía que Dios, por medio de la naturaleza,
le había dado una hermosa cara y el alfarero procuró proporcionarle un cuerpo perturbador. Todo empezaba por sus
piernas. Luego se iba y yo seguía alternando los tragos de mi cerveza con el rigetime.
Pagaba la cuenta. Volvía al hotel. Me ponía ropa ligera y los zapatos tenis. Las siguientes dos horas las pasaba
corriendo y caminando por la arena. A lo lejos, casi perdidos entre la raya del
mar y la tormenta de sol, la flota
camaronera de los japoneses se bamboleaban como cascaritas de cacahuate en una tina de baño... Era la tercera ocasión que frecuentaba aquel
lugar. Y, a juzgar por el tiempo que estaría en Carmen, me pareció que sería la
última. De alguna parte del local salían las notas de Charlie Parker.
Hasta
el otro lado del jacalón se encontraba alguien que estaba visiblemente tomado.
Era un hombre viejo, mezcla de campesino y marinero que al verme se levantó
para ir a donde me encontraba. Sin conocerlo ni decir palabra agarró una silla
al revés y, apoyándose en el respaldo con los brazos, me alargó su vaso en
señal de brindar. Antes de hacer cualquier gesto con la intención de
trasladarme a otra mesa, también levanté mi cerveza. En tanto lo hacía, le
escuché decir:
- Estar bebiendo en la selva, a dos cuadras de las aguas del
Golfo, en una temperatura cálida... Con estas muchachas, es estar en el
Paraíso…Eso que tocabas al último es de
la Original Dixilend Jazz Band. Muy alegre y movido. Me encanta.
-Los negros traen la música en el
alma-dije.
-Era
un grupo de cinco blancos. Tienen el honor de haber sido los primeros que
grabaron un disco de jazz. Doscientos cincuenta mil ejemplares. Todo un record
para ese tiempo. Eso fue en 1917. El mundo quería reír y olvidarse de lo que
sucedía al otro lado del mar. Su líder, Nick La Rocca, decía que él y su banda
eran los que habían hecho el jazz, no los negros... Siempre juré, dije y hasta
maté por sostener que el Paraíso no existía…Ahora rectifico… Sobre todo cuando
se tiene tan cerca a un ángel como ese - señaló a una muchacha que pasaba en
ese momento. Era la primera vez que yo la veía. Morena hermosa y con unas
medidas de concurso de belleza. Me
recordaba a las mujeres de Botswana. El pantalón que usaba, negro y holgado,
era una prenda que hacía resaltar sus formas. Lo que me hizo apurar el vaso,
con la intención de abandonar el lugar, fue cuando escuché decir al viejo:
- Más cuando se ha estado en la guerra…Fui
uno de los voluntarios que marcharon a España desde 1935, en plena euforia
europea…Teníamos la ocurrencia que si parábamos a Franco, Alemania se quedaría
quieta.
Siempre tuve la idea que contar las
guerras es como comparar obras de Carlos Dickens traducidas por dos individuos.
Historia de Dos Ciudades, por ejemplo. O se traducen del inglés al alemán y al
ruso. Después del alemán hacen una traducción al español y de igual manera del
ruso al español. Finalmente se publica en un español del sur de América... Y
sucede que en México tenemos otro español...Sabía que, si a una traducción de
Dickens le pusieran otro autor, nadie
reclamaría. Tan diferentes resultan. Difícilmente se reconocería como la obra
de este inglés. Y estoy convencido de que son tan diferentes, que en ocasiones
se podría asegurar que se trata del punto de vista del traductor. Yo lo sabía
tan bien que, para que no me contaran cómo es en realidad Ibsen, preferí
estudiar el noruego, como tantos otros lo han hecho. El inglés para Faulkner y
el irlandés para poder leer la narrativa antigua del bello país de San
Patricio. Era una locura que se le había ocurrido a Cork y acabó contagiándome
de ella.
Así
sucede con muchos historiadores, creía a la sazón. Sobre todo nunca tuve
interés en leer trabajos elaborados por escritores de partido. ¿A quién le
interesa conocer la distorsionada mitad de un asunto? Me dije que en el país
existen cincuenta versiones diferentes de la Revolución Mexicana. Los que se fueron hicieron su versión. Los
que llegaron también elaboraron su historia. Los de fuera igualmente
escribieron sobre el asunto. A la postre este resultaron los más
confiables.
Sin embargo el viejo estaba tan borracho
que, debido a esta circunstancia, llegué a abrigar la esperanza de obtener la
verdad de tal relato. O al menos el promedio de la realidad. Por fortuna
resultó un conversador al que se podía escuchar. Su celo doctrinario no lo
hacía un abogado a ultranza de su partido. Por prevención, antes de retirarme y
en tanto apuraba mi Sol, intenté
sustraerme del lugar. Empecé a recordar la composición del olivino, la alta
temperatura a la que se forma y por qué era uno de los primeros minerales en
constituirse entre tantos magmas básicos. ¿Y ese color verdoso de dónde diablos
salió? Fue inútil.
Aquel hombre seguía hablando. Y tal como se
fue dando este relato no solamente me fui convenciendo sino que, me prometí,
jamás volver a escuchar otra historia que no fuera de la boca de un borracho. “Los
borrachos dicen la verdad” escuchaba de niño decir a mi abuela. Sobre todo
cuando ese borracho ha participado de
los hechos. O bien, leer la obra de un historiador dipsómano, que parece ser la
condición de escribir historia sin sentir compromiso ni con Dios ni con el
Diablo. De otra forma no valía la pena. Desde luego, lejos de mí estaba atribuirlo
a una malsana intención y dudar de la posición epistémica del historiador, o
bien atribuirla a alguna especie de
deformación sectaria. Yo estaba seguro que se trataba de las dificultades
propias de los idiomas o también, por qué no, al equívoco natural del
capturador del texto y luego del
corrector de estilo. Cualquiera sabe que no hay publicación perfecta. Un
escrito pasa por tantas manos... ¡Sí,
eso debía ser! La humanidad no puede ser tan perversa como para que solamente
cuente lo que le hicieron y calle lo que ella hizo, me dije en tanto escuchaba
al marinero...
- Llegué a Europa cuando el movimiento
social en España había causado una conmoción general que venía madurando desde
hacía algún tiempo. Desembocó esto en el triunfo de la República, con un proceso completamente democrático de
elecciones en todo el país. Teníamos claro que una rica gama de partidos que,
como denominador común podríamos llamar democráticos, ganó legítimamente su
acceso al poder. Sin embargo, la victoria de las izquierdas no había sido
mayoritariamente abrumadora. Se necesitaba conocer la historia de España, y de Europa, para
entender que aquel es un país, dentro del continente, que se ha demorado frente al nacionalsocialismo como al
socialismo. Apartada de las grandes corrientes políticas de Europa occidental,
dicen algunos, todo eso ha caminado a pasos cansados. No obstante, para todos
los que llegamos a defender a la República, estaba claro que por lo pronto el
socialismo democrático había triunfado en toda la línea.
Apenas hizo una pausa para beber el resto
de su vaso y ya Suleima, que así se llamaba la muchacha del pantalón negro, se
lo había llenado de nuevo. Tomaba alcohol de caña. El le decía
"Gualferina". Tenía los mismos grados que el sotol del norte o el
mezcal de Oaxaca...
- Pero no faltaba quien creyera que, más
que una ausencia de todo, era una presencia de todo. Para entonces España era
el crisol donde bullían las ideas. Con tanta fuerza que era difícil para cualquiera
de ellas imponerse a las otras.
Ya para entonces me había interesado en la
plática del marinero. Pensé que mi carrera en la playa podría hacerla más
tarde. De tal manera que, cuando el marinero llegó a ese punto, le pedí que me diera dos ejemplos.
- …Las izquierdas-dijo.
- ¿Las anarquistas?
- No. Las marxistas. No obstante todo el
empuje que desplegaron y el apoyo que recibieron de Stalin, no lo consiguieron.
- ¿El otro?
- La Iglesia Católica. Con toda su
tradición en España, los reyes católicos, Santa Teresa de Jesús, el siglo
dieciséis… y la ayuda internacional que recibió, tampoco pudo la Iglesia imponerse
como grupo aislado... Desde luego debo decirles que destacaban nueve partidos
de izquierda y dos asociaciones sindicales. Eran la Unión General de
Trabajadores, de corte socialista, y la Confederación Nacional del Trabajo, de
acción anarquista.
- ¿A cuál pertenecías tú?
Las
palabras del anarquista me hicieron recordar el viejo tema del caos. En cierta
ocasión que tomaba pulque con un minero
de Real del Monte, arriba de Pachuca, en un local rústico con un gran ventanal desde donde se veía a lo
lejos en el norte Atotonilco el Grande, me decía que creer en la posibilidad del caos es creer desde la
armonía. Pero si se cree en la armonía es negar la posibilidad del caos. Así es
como nos encontramos, agregaba, frente a una armonía común y otra armonía que no entendemos. Que lo normal es la normalidad, no al revés.
La filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la normalidad.
Aun en las actividades de más riesgo, como es la minería, el alpinismo, la guerra, la tauromaquia, el limpiar ventanas en los
elevados edificios o caminar por el desierto, lo que rige es la causa y el efecto. Es lo que conocemos
como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la fenomenología.
Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad, el hambre desde la
satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica desde la sana
asociación. El noventa y cinco por ciento de lo que se llama caos no es más que
la incapacidad para lo que conocemos como
a priori, el valor de lo
predictible. De ahí que nos sorprenda lo imprevisto, lo inesperado. El otro
cinco por ciento pertenece a otra lógica que fue diseñada desde hace un millón de años y que desconocemos. Es
cuando se habla de una armonía preestablecida. Es una armonía establecida hasta
el infinito que en lo físico nos recuerda a los fractales. Pero como no podemos
tener acceso a esa otra manera de armonía es por lo que en literatura se
introduce la solución de deus ex machina. Los anarquistas jóvenes ponían dinamita frente a los edificios
del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato colectivo y de ancianos se
acogen a los programas de apoyo para la tercera edad... El “caos”, entre
comillas, es una normalidad en el terreno
de la metafísica, donde existen los milagros y la generación espontánea, pero
se hace el embrollo cuando se le quiere traer al terreno de las matemáticas.
Las cuerdas, los clavos y los mosquetones para escalar hablan de una técnica
dentro de la normalidad, no de un caos. Con esa técnica se aborda la
verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el
alpinismo una actividad azarosa,
imprevista, impredecible, aleatoria. Aun
el casco para proteger la cabeza es una medida contra el desprendimiento de una roca que llegara desde
arriba o bien prevenir una caída. Creer que el caos es el que rige nuestras
vidas es sólo un intento más contra la vida en armonía. Y el viejo minero
terminaba diciendo ¡salud! y pidiendo otra ronda.
- Yo luchaba
por la libertad.
- ¿Por la libertad detrás de una
ametralladora matando gente que no pensaba como tú?, ¡Vaya noticia! - Me
levanté con intención de marcharme pero el marinero me asió fuertemente de un
brazo.
- ¡Por favor, créeme! Por la libertad frente
a todo. Tienes razón, creo que todos estábamos locos. Progresistas detrás de
una ametralladora. Cada grupo buscaba su libertad sin importar la libertad de
los otros. Las minorías no tenían voz ni voto. Tienes razón, ahora lo acepto,
pero así estaban las cosas... La opresión venía de propios y extraños. Nosotros
nos cuidábamos igual de los comunistas
que de los franquistas. Lo mismo les
sucedía a los comunistas. Los franquistas debían vigilar a libertarios y a
comunistas. También a los falangistas... De hecho tres sectores componían el
Frente Popular. Eran el socialista, el
marxista y el libertario. ¿Puedes imaginarlo? Las asambleas eran cinco o más
horas de gritos.
- ¡Pues había que abrir bien los ojos para
no perderse dentro de todo eso! Sobre todo por la propaganda que producía cada
grupo, ¿no?
- Y bastante. Los comunistas llamaban a
este conglomerado: Frente Popular. Nosotros preferíamos no llamarlo de ninguna
manera.
- ¿Y entre las izquierdas, quién era más y
quién menos, numéricamente? ¿ O quién era más fuerte que las otras?
- Al principio de 1936 la relación de
fuerzas, de miembros afiliados, estaba como sigue, si no recuerdo mal: El bando
anarcosindicalista contaba con un millón quinientos setenta y siete mil. Los
socialistas con un millón cuatrocientos cuarenta y siete mil y los comunistas
con ciento treinta y tres mil…
2
El marinero hizo una pausa para pedir otro
trago de Gualferina y chocar de nuevo su vaso con el mío. Cuando la muchacha de
pantalones negros se retiraba con la botella, le tomó el brazo, con suavidad.
Le indicó, con la atención de un
padre, que se sentara junto a él.
Le pidió que le llenara el vaso cuando
notara que fuera quedando vacío. Agregó, señalándome: "también a mi
amigo… Por la cuenta no te preocupes…"
- Guillermo.
- Mucho gusto, Guillermo: Alejandro
Bautista Jiménez, para servirte. Sargento o algo equivalente al servicio de la
República. Hice correr a muchos franquistas y muchos falangistas corrieron
detrás de mí tratando de darme muerte. Pero no lo cuentes, al final quedé como
héroe en los desfiles de los Internacionales.
Solamente una vez habló aquella muchacha y
sus palabras tenían autoridad. Cuando el marinero dijo que en la guerra
española él había conocido a gente que “escribía como nadie” dijo que en
literatura nadie es original, todo está dicho, lo que sucede es que lo decimos
a nuestro modo muy personal y desde nuestra circunstancia y es aquí donde se da lo original. Como escribir
los números del uno al diez. En este momento mil millones de niños en el mundo
están aprendiendo el sistema decimal. Cada uno de esos niños cree que es único.
Lo cruel es que nadie dice el nombre de
la maestra que le enseñó a escribir del uno al diez. Agregó que el poeta John
Berryman escribió una vez, refiriéndose a la poesía ambiciosa de los últimos seiscientos
años, que es mucho menos original de lo que los lectores pueden darse cuenta.
Esto porque una inmensa cantidad de ella
tiene fuentes directas, e incluso fuentes textuales en otra poesía, filosofía,
teología y prosa de todo tipo. “Yo misma
estoy repitiendo textualmente lo que el poeta dijo”.
Después de eso la muchacha no volvió a
interrumpir. Se levantó y fue por la botella que le pedía el marinero. Sólo que no fue un giro natural al darnos la espalda sino,
como lo hacen las modelos de la televisión, para enseñar algo y, lo que la muchacha
de El Pinar tenía, era mucho más que algo.
- Eran pocos comunistas....Sólo hasta que se llevaron el oro español, Stalin
consintió en vaciar un poco sus cuarteles y enviarlos como voluntarios a España…Esperaba
que Franco acabara con nosotros y al final entrar ellos con más ganas y
quedarse con el pastel…
El
marinero fue relatando cómo en los campos de batalla los hombres luchaban por
radicalizar la situación y otros trataban de mantener todo dentro de la mesura.
Los intelectuales que estuvieron allí, dijo, después han idealizado la
situación. Lo cierto es que no aguantaron mucho tiempo viviendo la praxis.
Abandonaron las ciudades españolas bajo la metralla y se fueron a Paris a
escribir sus novelas...Pronto afloraron los conflictos existenciales que habían
dejado en casa, se dedicaron a viajar y el drama de la guerra se fue saliendo
de foco en sus cuartillas...
Mientras tanto, las ciudades de los frentes contenían gente
de prácticamente todo el mundo. Eran masas que no pertenecían a ningún partido.
Al menos nadie sabía éste dato porque las circunstancias apremiantes de la
guerra no les daba tiempo de abrir, en las oficinas coordinadoras, un
expediente en forma. Por eso era que cada uno de los grupos de las izquierdas decían que eran de los
suyos: todos eran comunistas, todos eran socialistas, todos eran libertarios.
Desde luego, como te digo, más tarde,
con la ayuda prestada por la Unión Soviética, en armamentos y combatientes, el
número de afiliados al Partido Comunista aumentó su membrecía…
Yo me encontraba en una asamblea, en
Madrid. Lo mismo se discutía hasta dónde convenía la participación sin
reticencias con los comunistas, que se veía el manejo de las armas. Aquí nos
alcanzó la noticia que el resultado de las urnas había dado origen a una
sublevación armada en otra parte del pueblo español. Empezaba la historia de
Franco. Y es que la verdad que esa otra parte del pueblo español había perdido
por poco margen en las urnas. Sus puntos
de vista no eran tomados en cuenta porque sencillamente no había tribuna
parlamentaria en dónde hablaran las minorías. Aun si hubiera sido una décima
parte habría que haberla escuchado, más que la diferencia por la que el Frente
Democrático había triunfado, no era considerable. No importaba la cantidad de
votos. Lo que se hacía urgente era que
el contendiente no hablara.
Lo
que precipitó la respuesta fue que la
República Popular empezó a quemar templos, violar religiosas y asesinar
sacerdotes. Hacer esto es condenar todo triunfo, les decía. Tarde que temprano
los otros se organizan y empiezan a contraatacar. Entra la inestabilidad
económica, social y política. La Revolución Francesa tiene muchas lecciones en
ese sentido que se pueden aprovechar, pero entonces nadie de nosotros lo
pensaba. Por mi parte les comuniqué, en cuanta asamblea pude hablar, la
experiencia del Bajío de México de la
que muy recientemente se acababa de salir. Hice énfasis en que ese jacobinismo
a ultranza arrojaría muchos más soldados a alistarse a las filas de Franco que
a las nuestras. Sobre todo les dije una verdad que era difícil de tragar: la
Iglesia Católica es una institución milenaria que no tiene prisa. Igual que el Sanedrín
Judío. Ambos pueden ser duramente atacados en determinado momento en un país, pero en el resto del mundo se
estarán preparando para ir al rescate de sus hermanos. Sin excepción fui
duramente abucheado y visto como sospechoso de pertenecer a las fuerzas
enemigas. Como en esos días se fusilaba a cualquiera por menos de lo yo decía,
preferí no volver a mencionar el tema.
En
nuestro pensamiento de la democracia no había el principio de proporcionalidad
sino el de exterminio. Las minorías no solamente no tenían derecho de expresarse
sino que no tenían derecho a seguir existiendo. La radicalización fue absoluta.
De hecho ya había habido una larga preparación para este estado de cosas. Las
condiciones sociales estaban tan aceleradas en este país que en cinco meses, al
principio de 1936, se habían dado más de doscientos atentados. Las huelgas
generales rebasaban el número de cien y las huelgas parciales eran doscientas
veintiocho. Se habían registrado doscientas setenta muertes por esta causa y
los heridos ya contaban trescientos ocho...¿Te aburro con mi plática vieja?
-No, sigue.
-El panfleto y la propaganda partidista
solamente contenían palabras calientes. Estábamos conscientes que la mesura
había sido desterrada de la Península. Y también nos dábamos cuenta que si en
algún momento hubo sectores españoles que pensaron en la cordura y en la
unidad, del exterior llegó más y más combustible y la hoguera se encendió hasta
alcanzar el cielo mismo. En la asamblea de Madrid supimos que casi todo el ejército
se había puesto del lado de los rebeldes. Unión Militar fue el instrumento de
oposición dirigido en un principio por los generales Sanjurjo, Mola y Franco.
El nombre completo de éste pequeño y hábil hombre era: Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo
Franco Bahamonde.
El
Frente Popular de la República Democrática tenía una atmósfera donde reinaba la
confusión. Los grupos eran numerosos y muy fuertes. Había que abrir los ojos,
como tú dices, para no extraviarse. Lo que yo pude distinguir es que eran nueve
agrupaciones bien definidas. Aparte de los dos bandos antagónicos Frente
Popular - Unión Militar. También estaban los países empeñados en dominar la
escena española para sus propios intereses. El cuarto grupo se encontraba
dentro de las mismas izquierdas, como te he dicho ya.
- ¿Y del
lado contrario?
-Había por lo menos cuatro grupos. Todos
con posiciones muy encontradas. El famoso partido La Falange era contrario en
un principio a las fuerzas conservadoras, a la Iglesia y a los monárquicos. Los
requetés, fuerza armada, eran católicos. Cada grupo tratando de ser más fuerte
en la guerra, en la política y frente al pueblo, para poner en práctica su
ideología.
-Muchos aseguraban de una manera romántica
que los franquistas querían conservar la explotación de las masas. Pero también
aquella grandeza que hasta entonces España había logrado en un trabajo
centenario y que, saliendo de los orígenes ibéricos, había evolucionado hasta
conquistar el mundo conocido de
entonces. Los comunistas querían una sociedad diferente y nosotros a un hombre
nuevo, iconoclasta. Al estilo de Nietzsche pero que se pareciera más bien a
Bakunin. No crean que fue la novela de la guerra…- Ahora el marinero se dirigía
a los dos. Por alguna causa que entonces no entendí, tal vez para no aburrirse,
Suleima se mostraba interesada en la plática. Además ponía mucha atención en
que el vaso del marinero no quedara
vacío en ningún momento -.La guerra española fue tan cruenta como todas las
otras guerras. O tal vez un poco más. Es revelador de ello el ejemplo que ya he mencionado: El Frente
Popular empezó a derribar templos. Creo que ya lo dije, ¿no? En solamente seis
meses, en el primer medio año de la República, cuatro cientos diez templos
habían quedado ya deshechos, quemados o derribados, y el culto prohibido.
¿Pueden creer que esto estuviera pasando en la tierra de los reyes católicos,
de Baltasar Gracián…? Nadie sospechó, dentro de la euforia revolucionaria, que
la suerte había quedado sellada para las posibilidades de las izquierdas. Como dije, no me
hacían caso de lo que yo les decía
respecto de la experiencia que México acababa de pasar en este sentido en el
Bajío. En efecto, el resultado no se
hizo esperar. Fue como una señal para que la España nacionalista viera cómo los
contingentes requetés, y los otros, se
armaran lo mejor que pudieron y se fueran a los frentes de batalla a librar la
nueva guerra santa. Cuando partían de sus hogares se despedían para siempre de
sus familias. Era un viaje sin retorno. Al dejar colgados su escapulario y su
rosario daban a entender que, en lo sucesivo, se comportarían tan bestias de
guerra como cualquiera de los que andábamos en los otros frentes, acabando con los que no pensaran como
nosotros. Ahora ellos iban a intentar acabar con los que no pensaban como
ellos.En los cuarteles de los requetés se repetía, en tonos sepias oscuros, una
enorme litografía que mostraba a tres mil mujeres católicas llevando a niños en
brazos de todas edades. Cruzaban entre
dos grandes montañas con cráteres, arriba de los tres mil metros de altitud,
entre la noche, el viento y la nieve. Huían hacia Colima. Huían de la violación
y la muerte a manos de los soldados jacobinos y enmarihuanados que perseguían a
los cristeros. Aquella escena había tenido lugar apenas una década antes en
México. Cada vez que los requetés españoles iban a entrar en acción veían, como un rito, aquel cuadro. Se
levantaban levemente la boina, como en señal de saludo, se persignaban y acto
seguido se lanzaban como fieras al combate contra nosotros. Acababan
destrozados entre nuestras bayonetas o sin detener el paso nos cortaban la
cabeza de un solo golpe de sable. La droga más poderosa no los hubiera dejado
más insensibles ante la muerte misma, que el observar aquella escena del volcán
de Colima. Ni siquiera el Vaticano se abstuvo de participar en esta contienda,
como sí lo había hecho en México. Desde el principio envió cerca de Franco a un
Nuncio. Y el primero de julio de 1937, cuarenta y tres obispos firmaron y publicaron lo que se
conoció como la "Carta colectiva de los obispos españoles". La suerte
estaba echada: En España la cosa sólo
podía acabar de una manera: en un baño mayúsculo de sangre. Ningún tratado de
paz observado por organismos internacionales
podrían salvar de eso al bando perdedor. El que éste fuera...-Empezó a
cabecear de borracho- ¿Cómo puede
entender esto el substrato del mundo
obrero y campesino si lee apenas un
libro por año? Su trabajo demasiado duro le deja fuerzas sólo para sobrevivir. ¿Tú
lees libros, Guillermo, o solamente ves noticias? Bueno, qué importancia puede
tener todo eso...Estamos en el Paraíso...Sí, tienes aspecto de ser un tipo que
lee libros... ¿Lees libros, Guillermo?
En ese momento me encontraba viendo hacia
Suleima. Jamás podré olvidar la profunda mirada que me dirigió cuando esperaba
que contestara a lo que me había preguntado el marinero. Pero no supe descifrar
lo que se agitaba en el alma de esa mujer...
- Bueno, se puede decir que leo libros...-
lo dije con honestidad porque sí leía libros. Aunque nadie me preguntó: cuáles
o cuántos.
Habían pasado las horas. Yo apuraba en ese
momento mi vaso, que ahora era de cerveza Negra Modelo. El otro ya no hablaba.
Me di cuenta que el marinero estaba profundamente dormido. La cara
descansándole en el pecho, una mano sobre la mesa sujetando fuertemente el vaso
y la otra mano colgando en el aire.
El inmenso local estaba repleto de hombres
alegres, unos, y otros beodos con movimientos por demás torpes, que se acercaba
mucho a la geisha de su preferencia, y el ruido de las voces vulgares, soeces pláticas
incoherentes, llenaba la escena.
Aunque la muchacha vertía a lo largo de la
noche muy escasas cantidades de cerveza
en mi vaso, la verdad es que ya para esas alturas de la madrugada yo también
sentía el efecto de la borrachera. Levanté mi cerveza en dirección a aquella
mujer, que seguía siendo bella aun a esas horas avanzadas de la noche.
Adoptando de pronto un tono de bohemio, dije teatralmente un pensamiento que
repetía desde mi juventud en las veladas de estudiante o en las tabernas de las
villas mineras de la Sierra de Pachuca, en el momento de celebrar con pulque el feliz resultado de una ascensión:
"Admiremos el zumo de la parra; ¡fuerte es, y qué atractivo tiene! Sirve
en las dulces horas de la paz, y, en la guerra, resulta sorprendente; más, sobre todo, en el amor, es
el vino el recurso mejor.¡ Salud!" Y apuré mi último trago de cerveza
oscura.
A manera de explicación, le dije a
Suleima que tenía un amigo que le
decíamos Cork. Por estos días se encontraba también en Carmen y había venido a
buscarlo. Juntos habíamos estudiado y en las horas bohemias cantábamos aquellas
palabras, como un himno. Algunas veces, el "Día del Geólogo" nos
amaneció en el gran patio del Palacio de Minería de la ciudad de México, con
una cerveza en la mano, un gorrito cónico de cartón sujeto por una liga que
pasaba bajo la barbilla, y los hombros llenos de confeti multicolor, cantando:
"¡Admiremos el zumo de la parra…!"
"¿Qué hará Cork? ¡Creo que es hora de
volver a las montañas! El esplín
acecha…Lo buscaré en este bello lugar y luego nos largaremos antes que el
Paraiso nos atrape…
- ¿Sabes Suleima?: tanta belleza cerca del
mar hace daño a los que nacimos en las
mesetas altas. Si insistimos en permanece mucho tiempo aquí...- la miré
directamente a sus ojos y le dije, en
tanto señalaba al marinero: -.Yo sé frente a qué no puede ser libre éste
libertario…Es bebedor. Solamente bebedor. No come mucho. El alcohol es el más
tirano de los carceleros… Junto a él, Negrín y Franco serían unos boy scouts.
Fui a pagar la cuenta y regresé a la mesa.
Antonio me había dicho, señalando hacia nuestra mesa:
- Lo que diga la patrona
- ¿Qué patrona?
- Ella.
- ¿Suleima?
- ¿Suleima?- se rió.
No entendí que pasaba pero a esas horas de
la madrugada no tenía ánimos para investigar nada. Ni tampoco me importaba. De
manera que, sacando unos billetes, los dejé sobre el mostrador:
- Parece que eso es suficiente para cubrir
el consumo, ¿te parece?- saqué otro billete y le encargué al barman que se lo
diera a Suleima. Pero aquí se opuso de manera terminante:
- ¡No, eso no lo puedo hacer! Entrégaselo
tú… Perdóname Guillermo.
-Está bien. Te lo agradezco.
Ella pudo haberse ido en ese momento, pero
seguía ahí. Más bien me sorprendí de encontrarla todavía. Creí entender. Le
alargué el billete... Rechazándolo, dijo que lo que ahora había que hacer era
ayudar al marinero. Y es que para una profesional como ella, el trabajo en
realidad no terminaba todavía. Pensé: "una verdadera geisha"
Quité el vaso de su mano. Pedí a
Suleima avisara al vigilante que viniera
a ayudarnos para subirlo a un taxi. Faltaba poco para que amaneciera. Suleima
me dijo que me acompañaría hasta el hotel donde el marinero le había dicho, a
manera de comentario, que se alojaba. Estaba a unas cuadras.
- ¿Y… su horario?
La muchacha se sorprendió de lo que acaba
de escuchar. Después se rió con discreción antes de contestar:
- Yo no tengo horario… En realidad… Bueno,
no importa…
Lo subimos a su cuarto. Bajé a pagar a la
administración del hotel. Desconocía la vida del marinero. Su aspecto era casi
el de un indigente. Al pagar indiqué que no le molestaran pues estaba
descansando. Por último ordené que le llevaran
comida a su habitación, hacia la media tarde.
Juntos salimos a la calle. Un minuto más tarde
estábamos parados en la banqueta de aquella población costeña. Los primeros
tonos cálidos la bañaban de manera intensa. En este lugar es de donde emerge cada
mañana el sol de las profundidades del
océano. Lo podíamos observar desde donde
nos encontrábamos. Un medio círculo enorme, intensamente rojo. A lo lejos
muchos pelícanos se amontonaban. Era el lugar en el que los barcos pesqueros,
del extranjero, regresaban al mar miles de toneladas de peces muertos. Su
tamaño no cumplía los requisitos del
mercado.
3
Yo me acerqué a Suleima. Le di un beso en
la mejilla y me despedí. Le alargué el billete. Ella veía hacia el fondo de la
calle la mitad del disco rojo. Me sujetó fuertemente del brazo. Me pidió con
voz cálida:
- Invíteme a tomar una nieve, Guillermo-
seguía apretándome con una fuerza que no sospecharía en una mano tan fina.
Durante la noche, en el transcurso del
monólogo revolucionario del marinero, había escuchado mi nombre. Poco a poco se
había ido interesando por la plática. Fue cuando noté que servía con más empeño
licor en el vaso del marinero y menos
cerveza en el mío... Miré mi reloj. Me acerqué de nuevo a la muchacha y dándole otro beso, dije:
- Hace cinco minutos terminó mi turno de
sibarita. Ahora iré a mi hotel, dormiré una hora y saldré a correr a la playa -
volví a alargar el billete que introduje
en la bolsa de su gabardina -. Gracias - repetí y me alejé.
A manera de explicación, y ya que
caminaríamos por la banqueta siguiendo el mismo rumbo, le había dicho
brevemente, ante su asombro, palabras que le había escuchado a Cork en el
sentido que si no se es capaz de ser sobrio ¿ qué derecho se tiene de nada más
beber y beber o devorar comida de manera compulsiva? Y si no hay la capacidad
anímica de tirarse en posición, la más abandonada, en una hamaca, ¿por qué no
ver toda la enajenación que implica el mantenerse en movimiento febrilmente
durante catorce horas al día? ¿Por qué no olvidarse por completo de su amada
mientras se vaga por las montañas y luego volver a ella como el más amoroso de
los amantes? Algunos aman tanto, de manera sostenida, que acaban en el
divorcio. Comen, nada más comen, y el final es de lo más dramático. O se
empeñan tanto en el movimiento que ya no pueden parar, como los relojes de
Schopenhauer. O bien se vuelven tan indolentes que viene siendo como entrar en
vida latente mientras se mueve la
hamaca. El esplín, el sobrepeso, la
hipertensión… los mil nombres de la rutina sedentaria. Los que más pronto caen
consumidos por esta hoguera son los sibaritas que (como el marinero) beben pero que no comen ni corren a través de
las montañas. Por todo eso quiero y necesito correr un buen rato en la playa...
En fin, me parece que estoy diciendo cosas que, creo, le interesan apenas un centavo. Así pues, ¡Adiós!
Me voy a correr...Antes que me cubra el esplín.
Suleima me alcanzó. Metió el billete en la
bolsa de mi chamarra de cuero negro.
- ¡Espera, Suleima! - le dije -. ¡Lo
ganaste. Te pasaste la noche en nuestra mesa!
Ahora tenía el rostro descompuesto por la
ira y por toda respuesta dijo:
- Mi nombre es Carmen…Carmen García Swan.
Y entonces fue ella la que se alejó.
Mirando hacia arriba de la construcción del hotel, dijo una especie de
metáfora, refiriéndose al relato que el combatiente nos había estado haciendo
en toda la noche. Me sorprendió la cultura que desde luego quedaba al
descubierto con aquellas palabras y que, la verdad, con dificultad pude entender pues no era muy amplio el
conocimiento que poseía de la historia reciente de Europa:
- Pues sí, Príamo y todo el valiente
pueblo troyano sucumbieron por el odio que les tenían Atenea y Hera. El juego
que Inglaterra y Francia hicieron con España, en 1938, ya había sido cantado
por Homero dos mil quinientos años atrás. - luego me miró furibunda, al tiempo
que exclamaba: -. Eres de los hombres que creen que las mujeres somos unas
ignorantes. Ah, y dijiste con toda exactitud el pensamiento de Poquelín…
- ¿Poquelín?
- Sí. El que se refiere al zumo de la
parra.
La verdad es que hacía tanto tiempo que lo
tenía memorizado y me era tan familiar que hasta llegue a creer que era de mi
inspiración. ¿Quién diablos sería ese Poquelín? Sorprendido pregunté:
- ¿Oye, como sabes de…?- iba a decir algo
pero Carmen ya caminaba por la calle, a contraluz .Un poco picado grité:
- ¡Una de las reglas en este oficio de la
noche es no decir jamás el nombre verdadero!
- ¡Esas reglas no van conmigo!- dijo sin
volverse. Se alejó de prisa imprimiéndole movimientos violentos a la manga de
su gabardina con la que intentaba cubrirse. La vi marcharse de prisa por la
calle color naranja sin mirar ni una sola vez hacia donde yo estaba parado.
Alcancé a oír que gritaba:
- ¡Tal vez María te guste más para tomar
nieve…Es de la clase de mujeres que te ataren¡ Tal vez nada más con ellas se te
para. ¡Vete al demonio! ¡Te felicito!
¡Después de todo qué me importa! ¡El mundo está lleno de hombres solteros en
busca de una mujer!
La vi pararse de pronto. Se volvió y, hecha una furia (como Medea), me gritó con el
rostro descompuesto:
- Es más fácil conservar un imperio, que
saber conservar un matrimonio, ¿he Guillermo?-. Después siguió su camino.
No entendí lo que me decía pero noté que,
de pronto, aquel pantalón negro se había vuelto todavía más sugestivo. ¿Cómo
una mujer cegada por la ira puede volverse más atractiva? El diablo que lo
entienda.Como estaba seguro que jamás volvería a encontrar a aquella muchacha de El Pinar, la contemplé
con toda intensidad. Me oí decir a mí mismo un inevitable : "Qué
barbaridad!" y Luego de un momento agregué: "Pues bien Carmen García
Swan, ya puedes irte con todas y tus excepcionales nalgas al mismo
infierno…Después de todo mis vacaciones no incluían enredos con mujeres
neuróticas...¡Al Diablo!"
Cuando eché a caminar pensé que esa mujer
había dicho una verdad. El mundo está lleno de hombres y mujeres solos. ¿Por
qué alguien tendría que unirse a otra persona en unión tradicional eterna? ¡O
simplemente unirse! Siempre me pareció que las mujeres eran lindas a la
distancia. El mundo está lleno de mujeres que sueñan en sus madrugadas de
soledad acostarse con un hombre cualquiera, con tal que sea hombre. Es decir,
con tal que sea macho.
Traté de sustraerme a este momento tan
cálido y a la vez conflictivo que estaba pasando en la isla. Pensé por un
momento que el
virtual accidente que pueden sufrir los hombres, mientras escalan, está en relación a que lo normal en el valle
no tendría por qué darse los accidentes. Todo está regulado. Dos clases de lógica.
En el valle lo que se espera es que todo trascurra con las normas establecidas,
con peligros prevenidos en los reglamentos. En la montaña se procede conforme a
un potencial peligro que tiene muchas
probabilidades de darse en cualquier momento. Al estilo del paseante desapercibido
que va el domingo por Central Park de Nueva York arrojándole migas de pan a los
pajaritos. Y el soldado, en plena acción de combate, que debe proceder contra
la muy probable presencia del caos. Son dos lógicas. La que vemos cotidianamente
y la que no vemos pero, que por su manifestación del caos, me dije, es seguro
que existe. Esta otra lógica está documentada desde los tiempos de Eurípides.
Algo, que resultaría fatal para mi
tranquilidad de ánimo, fue aquel pensamiento que me vino a la cabeza:
"Guillermo, puedes jurar que en este mundo no abundan ese tipo de nalgas
que hayan leído a Poquelín, lo que esto signifique." ¡Oh, diablos, con
otras mujeres suele ser fácil descubrir su ardid! ¿Aquí cuál es la trampa, su trasero o
Poquelín? Sin moverme de mi sitio en la banqueta, miré también hacia la ventana
de la habitación del segundo piso donde se encontraba durmiendo el marinero.
Hice un ademán y pregunté en voz alta: “Camarada, ¿quién las entiende?
En lo alto sólo se oía roncar. Roncaba de
manera brutal, como roncan los marineros que sueñan con defender la ciudad de
Madrid, sitiada por tercera vez por un ejército que amenaza con arrebatarle su
sueño. Pero este ejército ya no es el de Franco. En las barricadas de los
libertarios pegaba la metralla de los comunistas…comunistas de segunda línea
pues los jerarcas ya habían volado para París…
Dos calles más allá, frente a la playa con
el viento cálido y alguna ave cruzando el
disco rojo, la muchacha tuvo como un estremecimiento. Recordó, de manera fugaz y sin poder explicarse
por qué le venían a la memoria, algunas palabras de Goethe... Se apresuró a
impedir que siguieran su curso y pronto las ahogó sirviéndose de la rabia que
aun le salía por los ojos. Solamente
acertó a decir: "Pues bien, que Goethe y ese tal Guillermo se vayan al infierno…Los dos juntos
y agarrados de la mano".
4
Ni siquiera salió del
aeropuerto. Ahí mismo alquiló un helicóptero: “A Jonuta”, le indicó al piloto.
Volaron sobre la Laguna de Términos en dirección suroeste hasta llegar al
estado de Tabasco. El piloto era un parlanchín. Iban sobre las nubes blancas y
miró hacia arriba, entre el cielo azul intenso.
- ¿Sabe que nuestro universo
está vivo?
Cork Se asomó por la
ventanilla y miró a lo azul sobre sus
cabezas.
- ¿Está vivo?
- ¡Como usted y como yo!
- ¿Lo cree?
- Tiene emociones.
- ¡Ah!
- Planos vibratorios
energéticos...Créame: yo vivo en las alturas. Le aseguro que más de una vez he
visto a los silfos. ¿Sabe que son los silfos?...Seres que viven en el aire...
Dos helicópteros habían
salido también de la isla casi al mismo tiempo que ellos. Cada uno llevaba a
quince pasajeros. Se dirigieron veloces hacia el norte, en dirección de las
plataformas petroleras. Eran obreros que iban a relevar a los que ya tenían dos
semanas viviendo en doscientos metros de construcción metálica entre las olas
del mar, noventa kilómetros mar adentro de la costa. “Ni siquiera cien años de trabajo en ese
lugar les quedan a partir de este día”, pensó...Trataba de ubicar la cultura a
la que aquel hombre se estaba refiriendo cuando le oyó preguntar:
-¿Va a las figurillas de
Jonuta?
- Sí.
- ¿Cómo regresará?...Digo: ¿lo
traeré de vuelta?
Hizo una señal hacia
adelante. En el fondo un largo camino de agua daba vueltas descendiendo
hacia Términos.
- Navegaré por el río.
-¿Está loco? ¡Acabará en la
panza de los animales de las marismas!
- Lo intentaré.
- ¿Tiene experiencia?
Su familia irritila,
habitante de las llanuras del estado de Chihuahua, conocieron a los hopis hacia
el siglo decimotercero. Llevados por las manadas de caza, al retirarse el
invierno, los irritilas alcanzaban los paralelos del noroeste, de lo que más
tarde sería la Nueva España. Después de entrar en contacto, algunas familias de
hopis y de navajos “bajaban” en el riguroso invierno del norte hasta los
candentes paralelos irritilas.
- Soy del desierto. Allá no
hay una gota de agua. Pero una vez
navegué por el Papaloapan. Me metí en una lancha en el afluente conocido como
“Tonto” y durante días me dejé llevar por la lenta corriente principal. Comía y
dormía en la lancha. Los yacarés miraban
desde las riberas. En ocasiones me seguían durante un tramo. Les sacaba la
lengua y se marchaban... En Alvarado salté a tierra, antes de llegar al mar...
- ¿Cuándo regresará a la
isla?
- En tres días.
- En cuatro va a tener lugar
un concurso de bebedores de cerveza. En Punta Real. ¿Es bueno para tomar
cerveza?
- Sí.
- Debería inscribirse.
- Ya lo hice. Envié un
mensaje por computadora a don Santos. ¡Lo conoce, seguramente!
- Es mi tío... Yo también voy
a competir.
Lo miró de soslayo.
- Le sugiero que se retire.
- ¿Por qué
- Perdería.
- ¿Cómo lo sabe?
Le contestó sin hacer
énfasis:
- Lo que sé es que voy a
ganar.
- ¿Por qué se siente tan
seguro?
- Está escrito en las
estrellas...
El piloto se rió a plena
carcajada:
-¿Sabe que he sido el campeón
de esos certámenes por cuatro años consecutivos...
- Su record terminó. Créame.
Se lo digo como cliente y como amigo.
-Es buena táctica eso de
meter miedo al enemigo pero, está hablando con el campeón, no lo olvide.
Al despedirse en Jonuta Cork le
volvió a decir:
- Si insiste en concursar, le
sugiero que no apueste...
Pasó la mañana en el museo
observando las figurillas. Periodo clásico tardío de la cultura maya en todo su
apogeo. Figuras humanas y de animales representados en barro. Los detalles de
un mundo antiguo a través de la economía, el desarrollo cultural y la
tecnología. Destacaba el comercio, la arquitectura, la organización social y
política. Lugar aparte tenían la religión y la ciencia. Cork conocía mucho de
los sumerios, más de cinco mil años de antigüedad. “Si sacáramos un profundo
núcleo de aquí cuánta antigüedad
encontraríamos?, pensó.
Al salir le fue necesario cerrar los ojos
durante un buen rato, obligado por la intensidad del sol. Luego se dirigió a
comer al mercado, en la calle Miguel Hidalgo y Escobedo. Cerca estaba la margen norte del caudaloso
río Usumacinta.
Apenas puede imaginar alguien la riqueza de
comida que se encuentra en el lugar. Junto a los guisos convencionales de las
ciudades estaban las grandes cazuelas con
animales de la región. Tortugas en mole rojo. Una tortilla con
chapulines preparados estilo Oaxaca. Otra
con jumiles vivos que se apresuraban a salir de la boca antes de ser
engullidos. Al triturarse despedían un fuerte olor a menta. Tamales de iguana,
tortuga en mole rojo. Luego bebió una
cerveza “Cuauhtémoc”.
Un pordiosero profesional, de
los que hay dos millones en el país, pide una moneda para comprar una taza de
café. No está pidiendo una moneda cualquiera sino algo más de un dólar. Su
técnica es ingeniosa y simple. Lleva dos o tres pesos que hace sonar en la mano
y dice: “Puede completarme para un café”. Recibe la moneda del compadecido
católico y sale por la otra puerta del establecimiento sin comprar el café.
Cinco horas más tarde de deambular por el mercado habrá ganado tanto dinero que
ningún profesor emérito de la universidad,
con titulo de doctorado en ciencias suplicadas, se podrá imaginar siquiera poder
ganar en una quincena. Otro indigente, vestido apenas con girones de ropa sucia
y apoyándose encorvado sobre un bastón,
barbas largas descuidadas y que apestaban a chivo viejo, iba diciendo, en tanto
avanzaba penosamente, que hacía dos días que no comía. Si alguien se tomaba la
molestia de seguirlo, quince minutos, comprobaría que al menos diez dólares
habían caído ya en sus manos. Los magos de la plus valía tenían que trabajar su
material pero este no tenía que trasforman ninguna materia, sólo decir que no
había comido en dos días.
El resto de la tarde caminó entre los
montículos arqueológicos, en el lado este de la población. Todavía se podía
apreciar que Jonuta está edificada sobre un terraplén artificial, de los
tiempos prehispánicos. En la actualidad la gente vive en los mismos lugares en
los que hace muchos siglos vivieron otras gentes.
Se dijo que se necesitó un
gran esfuerzo de continuidad en la construcción de esta ciudad, empezando por
su inmensa plataforma de basamento. No ha quedado información de la sociedad
que la edificó. Pero empresas de esas
dimensiones se llevan a cabo solamente si se logra la fórmula con los
componentes de tradición, autoridad, técnica y fuerza de trabajo, durante
siglos. Aquí no caben las veleidades del esfuerzo individual. Concluyó que
Jonuta debió haber sido un centro de poder que dominara militar y culturalmente
una extensa área de la región por mucho tiempo.
Al caer
la tarde buscó la ribera donde se unen los ríos Usumacinta y Palizada. Observó
con atención las marcas superiores dejadas por el agua. En un montículo, tres
metros arriba, levantó la tienda, que
extrajo de su mochila. Algunos hombres, viejos y jóvenes, fueron a platicar con
él forastero. Le preguntaban cosas de
México. Cada vez debía investigar a qué México se referían. ¿Al país, al estado
o a la ciudad? Después les contaba que en el norte existen
inmensas extensiones de tierra árida: “Se puede caminar durante horas
sin encontrar un árbol”. Los habitantes de Jonuta, unas verdaderas nereidas, no
podían imaginar que en alguna parte existiera un lugar así.
Se le ocurrió que su viaje a Jonuta tenía que
ver más con él que con aquel pueblo. Pensó en los miles de turistas, propios y
extranjeros, que cada semana suben y baja, como diligentes hormigas, las
pirámides de la ciudad sagrada de Teotihuacan. ¿Quién soy, qué fui, esto hice,
para qué lo hice?
Alquiló una canoa india alta para navegar
durante días, descendiendo sesenta
kilómetros por el río hasta Términos. Al llegar al otro extremo dejaría esa
nave en la casa de José Chac, en la margen izquierda de Boca Chica de la Laguna
del Este, frente a las aguas de Términos.
Su dueño, habitante de Jonuta, la recogería en la semana siguiente o
alguien se la llevaría.
En el amanecer, cuando dio el primer golpe de remo
sobre la superficie invisible del agua, sintió que por fin empezaba a echar su
idea de hacer esa travesía. Fue el momento preciso que su cuerpo y su voluntad adquirió
la tensión necesaria para moverse por semejante hábitat. Tenía un modo casi ritual de predisponerse a la lucha. Al
terminar su maestría se encontró en la situación de buscar empleo y, quizá, con
el tiempo, ser un ciudadano rico. Sería respetado y conocido. Si alguien lo
descubría para la política, hasta presidente de la república podría llegar a
ser. Gente de cine, cantantes o por completo desconocidos, que de política no
sabían ni papa, sólo lo que sus asesores les decían, lo habían logrado antes.
Pero no. Siempre fue un cabeza dura. La noche
que lo llamaron sus padres para diseñar su futuro de comerciante, él les salió
conque quería marchar a la ciudad lejana a estudiar una carrera universitaria
en el campo de las ciencias exactas. Eso provocó que se reunieran los ancianos
de la etnia y consideraran el caso.
Esa noche, antes de empezar a
hablar con él, en tono cálido y conciliador, hicieron las prácticas hieráticas
que realizaban desde hacía miles de
años. Exactamente igual. Sin variar ni una palabra ni un ademán. Sin
cambiar siquiera, cada uno de los
ancianos, el lugar y la orientación geográfica que cada uno de ellos ocuparan
desde su primera intervención en los asuntos del pueblo. Eso, le decían, le
daba cohesión al grupo a través de los lugares y las generaciones. Algunos que
intentaron cambiar el rito, a título personal, en nombre de la libertad,
acabaron en la secta y finalmente se disolvieron. Olvidaron que la unión del
grupo era el medio para buscar el bien estar de todos. Se perdieron para
siempre entre la multitud sin rostro de lejanos y desconocidos hacinamientos de
gente. En el eclecticismo disolvente de la ciudad.
Los viejos escuchaban
asombrados, entre incrédulos y felices, que el niño quisiera dedicarse a “eso
de la ciencia”. Sabían que tal empresa traería calidad a la vida del grupo pero
que requeriría esfuerzos enormes de parte de todos.Tres semanas después, cuando
vieron que no podían (en el fondo no lo deseaban) hacerlo cambiar de opinión,
fue cuando su padre lo acompañó a la pequeña estación ferroviaria del desierto. Diez días antes había escrito a
otros de su misma etnia, que desde hacía por lo menos ochos siglos vivían en la
lejana ciudad de México, para que fueran a recibir a su hijo.
Ahora, con el título de la
maestría en las manos, se quedó imaginando su promisorio futuro trabajando para
la iniciativa privada.¡O incursionando en la política! Pero...Esa mañana se
encaminó a inscribirse para llevar las materias del doctorado. Fue cuando dijo:
“¿Presidente de la república? Dudo que me conocerán ni siquiera en la calle
donde vivo y tendré que cuidarme que los perros no me vayan a confundir con un
poste.”
La mañana que él y yo nos
echamos al hombro la mochila de ataque para empezar a escalar la pared sur del
monte Amehgino, en lo alto de la cordillera de los Andes, le oí decir, diez
metros atrás donde me encontraba atado con la misma cuerda: “¡Vamos Guillermo,
ni más vivos ni más muertos!” Y cuando el año pasado dimos el primer paso para
introducirnos al peligroso Desierto de Altar, y emprender su travesía a pie,
también había dicho: “¡Ni más secos ni
más húmedos!, ¿eh Guillermo?”. Esta madrugada, al dar el primer golpe de remo
sobre el agua del río Palizada, dice que exclamó: “ ¡Ni más seco ni más
mojado!” Y empezó a bogar lento entre la noche, en dirección de la gran laguna.
Y en tanto bajaba por el río
recordó cuando, tres días más tarde estuvimos de regreso en nuestra tienda, al
pie del Glaciar de los Ingleses, después de vivaquear dos noches en la pared
del Amehgino. Metido en su saco de
dormir, bebiendo un café negro americano, dijo que cualquier deporte del valle
confirma, todos los días, la prueba de la evolución por la que tuvo que pasar
la bestia hasta llegar a humano. El
béisbol, la natación, el boxeo, el atletismo: reflejos y coordinación. Los
antropólogos saben que este momento llegó cuando coincidieron los mecanismos de
las manos, el cerebro y los ojos. Después de dar un sorbo agregó: Pero el
alpinista cuestiona estas limitaciones (nunca falta alguien así). Quiere ir más
allá. Desde hace mucho intenta vencer, sin artefactos ni subterfugios, la
gravedad, esa razón directa de la masa en relación inversa del cuadrado de su
distancia. Ese empeño ya a costado muchas vidas. No obstante, él sigue en su
afán de escalar lo inescalable. Innumerables ocasiones lo ha logrado. Pero aun
queda una zona que le está vedada. En todo caso hay que preguntarse si la
bestia que salió de las cuevas, y conquistó las estrellas, no podrá dominar al fin ese último reducto
del extraplomo.
En el anochecer del primer día llegó al
pequeño poblado de Palizada. Apenas unas
diez chozas. En el lugar que se metió a
comer preguntó por un lugar para dormir: “Cualquier lugar donde pasar la
noche. O un solar en el que pueda levantar mi tienda”. Podía, y prefería,
dormir en cualquier lugar del pantano.La idea era que no lo consideraran un
intruso que llegaba a ese lugar y disponía sin más de lo que se le antojara.
Una mulata de treinta años de edad, y senos protuberantes, le ofreció su casa:
“Ahora la familia anda lejos y hay mucho lugar disponible” le dijo. Con delicadeza declinó la oferta. No era amigo de
enredarse entre faldas sin conocer el terreno que había bajo sus pies. En
cambio aceptó el ofrecimiento de un muchacho de su edad. Lo presentó con su
familia, un padre viejo y cinco hermanos. Tres hombres y dos mujeres. El muchacho
era de edad intermedia entre todos. Se
desvelaron un poco platicando y tomando café negro. El padre le preguntó si
apetecía un trago de licor.
- No bebo licor...Sólo
Gualferina, que es algo así como plomo derretido...
-¿Una cerveza?
- En unos días más debo tomar
parte en un concurso de bebedores de cerveza - dijo-. De manera que prefiero
reservarme hasta entonces.
- ¿Un concurso de cerveza?-
preguntó uno de los muchachos.
- ¡Así es!
La muchacha mayor preguntó:
- Eso quiere decir que es
resistente para beber. ¿Cuántas cervezas puede tomar?
- Regularmente tomo una o
dos...En plan de competencia siempre tomo dos más, después que el último se ha
rendido...
- Pero, podría tomar más de
la dos que ha mencionado?
- Podría seguir tomando cuatro días más...
- ¿Cuál es el secreto? -
preguntó interesado el padre.
- No es cuestión de maña o
que sea más fuerte que los otros...Sucede que nací bajo el signo de Ome
Tochtli...A ustedes puedo decirlo dado lo aislado que se encuentran...
El viejo
exclamó al escuchar esas palabras:
- ¡Oh! ¿Ome Tochtli?- con lo
que quería decir que sabía de lo que se trataba- ante la mirada de extrañeza de
sus hijos, se limitó a decir:-. Es parte del Calendario...Lo que está escrito
ahí...
- Así es.
El jefe de la familia dijo:
- Dios proteja a sus adversarios...
- No puede protegerlos. Es
cosa de ego. Usted sabe: libre albedrío. El ego pierde a los jugadores y la
ambición a los apostadores. Siempre rebasan, y con mucho, su capacidad de
resistencia. Algunos se alimentan mal y pronto sucumben...
Después de la cena, Toci, la
mayor de las muchachas, le preguntó si podía leerle algo de Tolstoi. Estudiaba
letras en la Universidad de Campeche y le habían dejado escribir algo del
escritor ruso. Quería que le diera su opinión del trabajo. Cork se quedó
sorprendido de encontrar en aquel mundo, prácticamente perdido entre las
marismas, una manifestación de cultura como la que acababa de escuchar.
-
¿Toci?
Así se llama una muchacha escaladora de México. Ahora en el planeta abundan las
Marías y la Saras y son raras las personas que se llaman Toci. Por supuesto que
puedes leerme de Tolstoi, me encanta ese viejo
aristócrata- dijo.
Toci corrió a su habitación y
en poco tiempo estaba de regreso. Cuando empezó a leer sólo quedaron el hermano
mayor y una hermana chica. Los otros se disculparon. Unos se fueron a dormir y
otros a encontrarse con sus amigos para la acostumbrada charla después de la
cena.
Mientras Toci leía, él se
acordó de aquella ocasión que, luego de dejar atrás la cordillera de los Andes,
nos encontrábamos en la ciudad de Jujuy. La hija de una mexicana y un
argentino, con la que nos cruzamos en la calle, nos había detenido de pronto:
“¡Supongo que ustedes son mexicanos!” espetó a quemarropa. Nos invitó a cenar a
su casa. Por el trayecto explicó que sus
padres se habían casado por correspondencia. Ella en Guadalajara y él en Buenos
Aires. Enseguida tomó el avión y jamás volvió a México. “Son gente sencilla”,
dijo. “Mi padre es estibador y mi madre cuida del hogar”. Eran felices y
tuvieron cuatro hijos. Ella era la de enmedio. Desde entonces su madre
aprovechaba cuanta ocasión podía para charlar con los mexicanos que llegaban a Mendoza, con las expediciones que se dirigían
a ese sector de la Cordillera de los Andes.
Nos recibieron con enorme
gusto y grandes muestras de bienvenida. Churrasco y exquisito vino tinto de
Mendoza y San Juan. El vino lo vendía “suelto” y era más barato que el embotellado. Nos pareció
tan delicioso su sabor que no dudamos en asegurar que era lo más delicioso en
vino que ambos habíamos probado.
Dos horas más tarde el padre
de la muchacha recordó versos de Amado Nervo y algunos de Sor Juana Inés de la
Cruz. Se refirió a la obra culta de don Francisco de Sigüenza y Góngora,
Alfonso Reyes y a la Filosofía Náhuatl de Miguel León Portilla. Había cosas de
México que estábamos escuchando que ni
siquiera Cork conocía. Y, de pronto, el viejo argentino dijo: “¡Ahora ustedes
cuéntenos algo de los escritores argentinos!”. Todo lo que yo conocía eran unos
encantadores cuentos de Cortázar. Tuve en mis manos Rayuela y la tire a la basura. Pero hasta ahí. Cork se defendió
mejor. Sabía de Sarmiento, Ingenieros,
José Hernández, Ricardo Güiraldes. Desde luego su autor favorito era el general
Lucio V. Mansilla. Sus dos tomos los tenía de cabecera. De todas maneras esa
situación nos hizo ver lo poco, o nada, que nos conocemos entre los americanos
que hablamos el español.
5
Una impresión parecida, me
contaría más tarde, fue la que recibió aquella noche en el caserío de la
inmensa ciénaga.
“Leer a Tolstoi es haber
conocido algo de lo más bello que se ha
producido en el terreno de la literatura. Se trata de un maravilloso dominio de
lo sencillo para relatar cosas por demás humanas....Pero escribir quiere decir
vivir, observar, leer y procesar. Esto pudiera interpretarse como visitar los
infiernos y viajar al Olimpo. Y hay algo de cierto en eso. Difícilmente,
alguien que no sea homosexual, puede
llenar excelentes cuartillas llenas de perfume, como lo hizo Oscar Wilde, en El
Retrato de Dorian Grey. O quien no sea santo no puede escribir con la impresionante sencillez que
encontramos en Las Florecillas, de
San Francisco de Asís. ...Tolstoi tenía un infierno y un cielo en su cerebro y
en su alma. Esto lo expresaba con su pluma sobre la cuartilla del papel en
blanco. Igual que hacía ese otro grande de la literatura rusa que es
Dostoievski. Para la creación de sus personajes pobres, Dostoievski casi no
tenía dificultades. Sólo necesitaba describir su propia vida y su ambiente social. Con frecuencia se
la pasaba sin comer por falta de dinero, y tenía que vivir en ambientes
sórdidos marcados por la miseria...Tolstoi, en cambio, rico y con extensas
posesiones en diferentes lugares de Rusia, debía que investigar qué era eso de
ser pobre. Tener hambre. Tener frío por no disponer de una frazada con que
cubrirse. Una de sus grandezas como persona y como escritor fue que se iba a
vivir entre los pobres. Así aprendió a comprender sus necesidades y sus
limitaciones. Sus vulgaridades. Sus noblezas de espíritu y sus casi inocentes
egoísmos...Escribir de la vida para Dostoievski fue algo natural. Para Tolstoi
significó una verdadera conquista. Se la pasaba observando y preguntando. Le
preguntaba a sus criados, al herrero y
al de palacio. Igual que Oscar Wilde, ponía mucha atención a lo que hablaba la
gente, conocida o extraña. De pronto podría saltar en el otro la palabra, frase
o idea. El, con su destreza, la convertía en un cuento, relato extenso o una
gran novela. Así le llegó la idea de la trama de Ana Karenina....Tolstoi sabía ver también más allá de lo concreto. Es
conocida su aversión que tenía por Beethoven. Cuando la Novena Sinfonía había conquistado al mundo, el escritor se
expresaba mal del músico y de su obra. Sus mismos amigos y admiradores no lo
seguían en este punto. Finalmente tuvo que admitir que, creadores como Beethoven,
tenían un poder sobre la gente que ejercían a través de su música. Si hubiera
padecido la miserable enfermedad de nuestros días, de hablar pero no escuchar,
o de cortar la palabra cuando el otro empieza a expresar algo, Tolstoi quizá no
hubiera pasado de escribir algo sin trascendencia. Ni siquiera para su pequeño
lugar de Yasnaia Poliana, donde vivió toda su vida.
Mucho antes de llegar a
viejo, Tolstoi ya era mundialmente reconocido y venerado como un gran escritor.
Esto de conocido no le venía de haber sido escritor contra el gobierno o por
haber defendido al gobierno, como sucede con algunos en México. El era un
ermitaño que procuraba permanecer lejos de todo eso. Huía de la fama misma y de
los homenajes.”El orgullo de los literatos, que se juzgan una casta privilegiada, le indignan” escribe uno de sus
biógrafos. Tenía sus fans, a los que
se les llamaba “Los tolstoianos”. Siempre lo rondaban, contra su voluntad, de
cerca o de lejos. Pertenecían a todos los estratos sociales de su país. Desde
los campesinos que apenas sí sabían a qué se dedicaba aquel amable conde, hasta
gente de letras y de la corte. Hay varios casos de personas de la alta sociedad
rusa que, de plano, le pidieron que los admitiera en su casa con tal de vivir cerca de él. Así lo hizo
y así vivieron. ..De los ejemplos que tomaba de la vida real (Dostoievski hacía
igual) para construir sus argumentos, se cuenta el drama del Cadáver Viviente. Se inspiró en el
hecho real de un hombre que simuló ahogarse en el río,
dejando sus ropas a la orilla. Después vagó por el mundo sin nombre y sin
existencia civil. Para su novela cumbre,
La Guerra y la Paz, dispuso de todo el material (y el ambiente original de la posguerra todavía fresco en la sociedad
rusa) que requirió. Por una parte él era de la realeza y conocía la vida de
Palacio. Y la guerra de Napoleón contra Rusia apenas tenía un cuarto de siglo
de haber pasado. Tolstoi nació en 1828 y murió a los 82 años de edad...La
novela de Ana Karenina se inspiró en el hecho, también real, sucedido en un
pueblo llamado Yasenki. Cerca vivía la familia Bibikov. Ana Stepanovna, la
esposa de un individuo llamado Bibikov, se ponía celosa de las ayas que
entraban a trabajar a su casa. Pensaba que su marido las cortejaba. Un día Ana
desapareció de su hogar. Al tercer día se le vio en la estación de Yasenki.
Cuando pasó el tren se arrojó a sus ruedas y así murió. Dejó una carta para su
marido que decía: “Tú eres mi asesino. Sé feliz con ella, si los asesinos
pueden serlo. Si lo deseas, puedes venir a ver mi cadáver, sobre los raíles, en
Yasenki...”
Al terminar de leer, Toci se
le quedó viendo. Con la mirada buscaba su opinión. Tolstoi resultó uno de los
escritores que no eran ajenos a Cork. Le era infinitamente más familiar que los
escritores americanos del idioma español. Conocía mucho de su extensa
producción literaria y bastante de su biografía. Si bien, hacía por lo menos
diez años que no había vuelto a leer
algo del ruso. De todas maneras acertó a decir:
- Tiene perfiles, por demás
interesante, la vida de Tolstoi. Tu te has avocado únicamente a su faceta de
escritor, ¿no es así?
- Es correcta su apreciación.
- Bien, me gusta tu
semblanza. Creo que solamente te faltó incluir la presencia de Soria
Andreievna, su esposa, en el terreno de las letras. Toda la enorme ayuda que
proporcionó a Tolstoi en la revisión, ordenación y conservación de sus
manuscritos. Solamente las siete revisiones que hizo al manuscrito de La Guerra y la Paz, antes de enviarlo al
editor, valen un monumento, ¿no te parece?
- Se ve que le gusta leer,
¿es así?
- Sí.
- Cuénteme de sus
experiencias con los libros. Me siento inclinada en seguir esa orientación en
la universidad y tengo interés en todo
lo que pueda relacionarse con ello.
- ¿De veras?- Se sorprendió.
Sabía que hay países en el planeta en que se lee un promedio de treinta libros
por individuo al año. Los datos oficiales de la autoridades informan, de vez en cuando, que son dos los
que se leen en el país. Una loable autocrítica. Los mejores esfuerzos para
lograr que se fije el hábito de la lectura en la población no han dado
resultado hasta ahora y enmedio del pantano aparecía alguien que se interesaba
por los libros.
- Es difícil imaginar la vida
cuando no se tiene cerca un libro. Sin embargo también tiene sus riesgos.
- ¿Por qué.
- Me figuro que el que lee
más libros con relación al promedio que se lee en ese país, tendrá mayor
información que la media. Esto debe ampliar sin duda los grados de su horizonte
existencial. Pero también, si no tiene una base desde donde analizar ese material,
puede quedar convertido en un Frankstein cultural.
- ¿Cómo sería eso?
- Con fracciones de muchos
escritores. Todos ellos nos enriquecen, pero a reserva que no perdamos nuestra
identidad.
- ¿Será posible eso?
- Acuérdate de lo que te
digo. Alguna vez conocerás un monstruo de la cultura pero que, sin embargo,
cuyos pensamientos tendrán una obvia incoherencia.
Toci, la del sureste, tenía
entonces veintitrés años de edad. Era una mujer hermosa, de tipo maya, y de
cuerpo que podría servir de modelo a los pintores y escultores. Agradeció la
sugerencia y prometió que entraría en detalles en el papel de la esposa del
escritor. Le explicó que estaba interesada en seguir escribiendo de Tolstoi.
Tal vez ese sería el tema de su tesis.
- ¿Puede decirme otros
aspectos del escritor?
- Como creyente, su vida en
el matrimonio, como pedagogo, como mujeriego, como jugador...
Toci quiso entrar en seguida
en otro terreno:
-¿Lo simbólico en Mallarme?
Cork levantó la mano, casi
sin pensarlo, como algo instintivo, y negó con la cabeza.
-¿Para entonces, de Manuel Gutiérrez Nájera?
Volvió a negarse. Esta vez la
muchacha se fijo en los dedos cerrados de la mano. Mencionó otros nombres pero
siempre encontró la misma respuesta, con
la mano haciendo un alto hacia ella...
- ¿Por qué?- preguntó Toci.
Guardó silencio. Se acordó de
William Carlos Williams: “Una joven alta sin sombrero con delantal/ Su pelo
restirado hacia atrás, parada en la calle/ Un pie calzado con media, rozando la
acera/ Su zapato en la mano. Examinándolo con cuidado” o ese otro: “ “Cuando era más joven era claro
para mí...” Cómo olvidar a Nájera cuando
empieza: “Quiero morir cuando declina el día, en alta mar y con la cara al cielo...”
La muchacha volvió preguntar:
-¿Por qué?
Interrumpió su evocación.
Sintió que los ojos... Simplemente dijo:
- Considero que sigo
perteneciendo al mundo de los primates. Debido a eso me aferro a mi prosa
antropomorfa. Al echar mano de mi escritura intelectual es para describir algo
que ha sucedido y sigue haciéndolo sin mi intervención. No me afecta más que
cuando veo un film en la pantalla de la sala del cinematógrafo. Naturalmente,
un investigador científico también tiene emociones al escribir. Sólo que le
está prohibido manifestar lo que convencionalmente hemos llamado emoción... Hay
quien lo hace. A los científicos emocionales les llaman locos en lo inmediato.
Un siglo más tarde el mundo puede referirse a ellos como visionarios. ¿Puedes
imaginar que alguna vez las Antillas estuvieran frente a la estadounidense
ciudad de San Francisco, en el Océano Pacífico? ...Los poetas, en cambio, en sus escritos nos ofrecen la síntesis de la
emoción y el intelecto que para ellos ha significado este o aquel episodio de
su vida. Quirarte describe la poesía de su alma cuando se refiere al parque de
San Fernando, de la colonia Guerrero... Han dejado de ser humanos...Eran seres equipados de una enorme carga de
emoción e intelectualidad. Su figura, originalmente antropomorfa, se fue
transformando en una especie de holograma...
Tal vez la muchacha
comprendió la intensa emoción que lo llenaba. Luego dijo:
- ¿Podría ayudarme en esta
tarea? Quiero decir, con Tolstoi?
Vio una encantadora mirada
que le suplicaba que dijera que sí.
- No veo cómo. Mi mundo...En
realidad me encuentro lejos de mi mundo. Mañana temprano seguiré el camino hacia la Laguna. Después iré a la Isla
del Carmen, regresaré a México... En fin. Tal vez se me ocurra alguna cosa.
Escribiré a Jonuta y espero que de ahí te hagan llegar la correspondencia. Tú
me escribirás preguntando sobre Tolstoi y yo te contestaré. Y lo que no sepa o
no me acuerde, lo investigaré. Hay buenas bibliotecas...
. ¡Por Internet!- dijo la
muchacha
- ¿Por Internet? Seguro.
¿Hasta dónde tienes que ir? ¿A Jonuta o a Campeche?
- Hasta mi recámara. Paso
horas navegando en el ciberespacio, como, creo, lo hace gente de mi generación.
-En la Web puedes
encontrar información que ni te
imaginas.
-Es inmensurable apoyo, ya lo sé, pero también el mundo
necesita originalidad.
- ¡Vaya!...Entonces nos escribiremos todo lo
que quieras.
- ¿Es un trato?- preguntó
la muchacha encantadora.
- Lo es. Si tu hermano aquí presente no se
opone.
Juan, que así se llamaba el
hermano aludido, le dio un amistoso golpe en el hombro.
- Escribe todo lo que quieras
y vuelve las veces que puedas.
Un rato después se despidió y
fue a dormir al cuarto que le habían señalado. La cama estaba limpia. En el
arreglo se veía la mano femenina. La pequeña mesa de cabecera contenía un
jarrito de barro que servía de florero a un conjunto de rosas y amapolas de
hermosos colores rojos y blancos. Esperaba
un lugar como un granero o algo así. Se encontraba algo sucio por la
jornada de esos dos días. Extrajo de la mochila su saco de dormir y se tiró en
el suelo. Era un sleeping como todos,
para los climas calurosos, al que él le había confeccionado en la parte
superior, una delgada tela de mosquitero. Corrió el cierre para evitar a los
animales peligrosos como alacranes, tarántulas y víboras.¡Y a los mosquitos, el
animal más mortífero de todos!
En su microcomputadora
escuchó que Barack Obama camina en la perspectiva de la reconciliación con
Irán, después de décadas de hostilidad. Desde la revolución islámica de 1979, el área vivió secuestros de rehenes,
amenazas militares, sanciones económicas. Ahora parece que las cosas mejoran.
Cuánto anhelo de saber de
aquella criatura habitante del pantano, pensó con los ojos abiertos entre la
oscuridad. La muchacha le había preguntado casi atropelladamente por un montón
de asuntos. Para algunos tenía la respuesta y otros se quedaban volando. No
faltó el tema de la filosofía y el de la metafísica. ¿Qué decir cuando alguien pregunta
cómo se le hace para saber si hay un
Dios? La más vieja pregunta que se hace la humanidad. Parece que la
manera más directa es mediante la caridad, le dijo. Para otros el tamaño de
Dios está en el tamaño y diversidad que sea su biblioteca personal. Jardiel
Poncela diría que a Dios se le ha tomado como un agente capaz de arreglar toda
clase de problemas tales como divorcios, disgustos con la suegra, ganar en las
carreras de caballos, ¡y al final nadie le paga por ese trabajo!
En los cinco minutos que
tardó en quedarse dormido pensó que al regreso marcharía a buscar la montaña Teocuicani. Muy joven había leído los
trabajos del francés Charnay y del mexicano Lorenzo. Ambos subieron una y otra
vez las cumbres de la Sierra del Tlalocan en busca de la cumbre arqueológica.
Verdaderas muestras de tenacidad que no habían visto cristalizados sus
esfuerzos. El llevaba diez años en la misma empresa de búsqueda. Siguió los
pasos de sus antecesores y emprendió la exploración de nuevos rumbos. Nada.
Pero, como los jugadores empedernidos ante un nuevo fracaso, él también creía
que el siguiente esfuerzo sería el definitivo. Se escuchó decir: “¡ Creo que lo
tengo. Subiré por el norte del Popocatepetl y bajaré a lo largo de sus laderas
del sur!” Estaba consciente que los tres habían dado pasos diferentes, buscando
cada quien por su lado, lo que parecía más objetivo. Ahora sabía que cada
individuo procesa sus valores objetivos y de esto poco quedaba para meterse en
las reglas universales. Tenía comprobado desde hacía mucho tiempo, que el mismo
paisaje, visto desde la cueva de la ladera sur de la montaña Tlaloc, era
diferente en la mañana que al anochecer aun
para el mismo individuo. Un aguacero no representa lo mismo para un
campesino que para un habitante de la ciudad.
Uno se pondrá alegre y el otro triste...Para algunos la ciudad es un
horrible hábitat donde la gente se destroza. Igual que mil ratones de
experimentación en el laboratorio de la investigación científica. Otros ven en ella la suma de la civilización
tecnológica. Y aun hay individuos especiales para los que la ciudad está llena de
poesía, como Quirarte.
Sabía que en la ciencia, como
en el alpinismo y en el amor, se tiene el afán de ser el primero. Esto impulsa
la competencia. Hace que los individuos redoblen los esfuerzos hasta niveles que en otras
circunstancias serían casi imposibles.
Por lo visto en la búsqueda del Teocuicani
no se trataba de ver quién era el primero si no de quién querría agarrar la estafeta y continuar
con la exploración. Una exploración que, desarrollada arriba de los cuatro mil
metros sobre el nivel del mar, pesaba sobre manera cualquier movimiento que se
desarrollara. Por lo visto, la búsqueda de la montaña Teocuicani era una
empresa para generaciones...Lo de Charnay venía desde el siglo
diecinueve...
Por la mañana, cuando el
primer miembro de la familia fue a la estancia que servía de sala, encontró dos
notas. Una decía: “Hacen una familia bella. Estoy agradecido. Disculpen
por no despedirme personalmente. Debo reanudar temprano mi camino.. Junto a la
nota había un billete. Y en el papel una posdata: “De esta manera les estoy
invitando una cerveza”.
Aparte, para Toci: “Cuidado
con el Internet. Es como el alcohol o la marihuana. Puede ayudarte a conocer lo
mejor de ti misma. O puede envolverte en la banalidad de toneladas de basura.
Fíjate cuando abras la pantalla de los contenidos de calidad. Ser parte de la
generación digital no tiene sentido sino sabemos quién cabrones es Aristóteles.
La red es como cualquier herramienta de
trabajo. Pero sino pones cuidado la cizalla puede cortarte una mano.
“Tal vez sería mejor nombrar
a la mercadotecnia. Procura ir un paso adelante. En algunos países ya está
diseñando estantes, de grandes tiendas de autoservicio, para poner a la venta la marihuana. Pero en la facultad
de Medicina apenas se está reuniendo el
equipo de especialistas con el fin de redactar un documento que señale las
características, propiedades, consecuencias y efectos neurobiológicos de esta yerba.
¿Quién crees que llegue primero?
La otra nota era a manera de
explicación, por su comportamiento del día anterior, había escrito: “La poesía
puede ser individualista. En ocasiones hasta el exceso. En México hay poetas
albañiles, carpinteros, estudiantes, en los centros de estudios superiores y en
los círculos culturales. Solamente entre ellos podrían hacer un impresionante
mercado de consumo y una floreciente
industria editorial. Pero no se leen entre sí. Esto niega su celebrada
correspondencia con la vida de donde sacan los temas que serán procesados por
su sensibilidad. El poeta mexicano reconocido internacionalmente, en el país no
vende más allá de medio millar de ejemplares de alguna de su obra más
famosa...Desde luego no hay que juzgar a la ligera. Es cierto que tanto poetas
como místicos y músicos, se
ignoran entre sí. Esto porque también aquí hay sectas culturales. Pero no se
debe perder de vista que todos ellos navegan en corrientes de aire diferente al
resto de la gente. Sus perspectivas artísticas corresponden a algo más que a lo
utilitario”.
Navegó todo el día sin prisas. Al anochecer
llegó a un río secundario, que más al norte se comunicaba con un gran brazo de
la Laguna del Este. Hizo alto en la confluencia. Se encontraba enmedio de
inmensas extensiones de tierra completamente anegadas. Desde el helicóptero
había visto ese fenómeno del agua inundar la tierra por todos lados más allá de
donde alcanzaba la vista. En esa época era imposible caminar más allá de diez
metros por tierra firme.
6
Buscó un lugar para saltar a la orilla. Amarró
la cuerda de la proa a un arbusto resistente y volvió enseguida a la canoa.
Extrajo de su mochila la estufa de escalador, tan pequeña que, plegada en tres partes, cabía en la bolsa de su camisa.
Encendió el alcohol en el recipiente y calentó la cena. No había probado bocado
en todo el día y tenía hambre.
Sabía de animales que
nacieron en el zoo del mundo y fueron puestos más tarde en medio de la
naturaleza. Habían tenido que echar andar sus instintos y aptitudes para poder
sobrevivir a los elementos y a los depredadores. Protegerse de ellos y a la vez
servirse de ellos. Mucha gente nace en
las grandes ciudades y ese llega a ser su hábitat natural. Los consideró seres
privilegiados. Poseen mecanismos de adaptación extraordinarios. Los que no,
acaban entre los engranes. Hay gente, se dijo, individuos, solos, que viven en
la calle.
Se encontraba feliz dentro de
aquella libertad. Era un solitario de la noche o, como lo llamaban en su pueblo
del desierto: yohualliycahuatzin. De
todas manera se sometió a la prueba, que él había inventado para semejantes
situaciones, y que tenía la intención de comprobar que todavía no había caído
en la locura:“teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates”. “Bien”, dijo,
“creo que todo está en orden”. Se dio cuenta que en el gran pantano, para un
solitario que viene de tierras lejanas y secas, es necesario tener presente
algunas cuestiones, como cuando se va a las montañas. En el alpinismo muchas
cosas son de capacidad y otras de voluntad. Pero con frecuencia ésta resuelve
cosas que presentaban mucha dificultad o que de plano parecían imposibles. El
problema más grande a vencer en la montaña, y en el pantano, es de orden
subjetivo. Estaba dispuesto a luchar a brazo partido contra los yacarés o irse
nadando por el río cuantos días fueran necesarios. Pero un debilitamiento de
voluntad podría acabarlo en solo media hora.
No se consideraba un experto
en navegar por ríos. La única experiencia fue en el Papaloapan. Con otros dos
escaladores que tampoco sabían un carajo de ríos, Salvador Alonso Medina y
Mario campos Borges, habían bogado durante tres días en el rio Bobo, afluente
del Papaloapan. Después se dejaron llevar por la lenta corriente de la superficie del gran río. Levantaban las tiendas
para dormir en el fondo de algún vado. Tiempo después no se explicaban cómo no fue que acabaron en
la panza de algún yacaré o llevados por alguna violenta avenida de agua.
Después de comer puso orden en sus enseres de viaje. Destinó el lado de popa para la despensa.
Pasaría la noche en la canoa. En el pantano existían animales que las delgadas
paredes de su tienda no podrían detener. Si hubiera en las proximidades alguna
roca, lo suficientemente vertical, subiría a ella. Desplegaría su refugio de
tela para dormir en lo alto con toda tranquilidad. De todas maneras la canoa
estaba bien. Las paredes de madera eran gruesas y tenían la altura suficiente
para resistir el ataque de los hambrientos y venenosos animales. Media hora
antes que oscureciera por completo extendió su tienda en el fondo de la
embarcación. El espacio era reducido y se limitó a correr el cierre y meterse
en la tienda, como si fuera una simple bolsa. Volvió a correr el seguro y quedó
aislado de los moscos que, en impresionante cantidad, revoloteaban exigiendo la sangre del intruso.
Zancudos tan grandes, hambrientos y
numerosos, que bien podían enloquecer a
quien no vaya preparado para enfrentarlos: “Cualquiera moriría antes de la
media noche”.
Era, en efecto, un Yohualliycahuatzin y, sin embargo, en
aquel momento sintió la inmensidad del pantano
cubierto por la oscuridad. Miró hacia la noche y ésta le fue familiar.
La noche en el desierto “se oye”, “se siente”. Aquí, además, se huele. La
humedad de las marismas tiene un olor peculiar a vida y muerte que se renueva cada día. Pero no dejó de pensar que los
fenómenos individuales y altamente especializados de la naturaleza, después de
todo, no dejan de ser un detalle del conjunto. Las más empecinadas
individualidades filosóficas y neuróticas de la Humanidad, seguían viviendo en
las ciudades o bien, aunque apartados, no lejos de alguna comunidad. Se acordó
con nostalgia del calor de la familia de Palizada. De Toci...Conocía otra
muchacha que también se llamaba Toci. Se trataba de una mujer que escalaba con
enorme audacia. ¿En qué lugar del mundo se encontraría escalando en este
momento?
No tenía modo de comunicarse
con ella. Sólo disponía de su pequeña computadora. Tan pequeña que cabía en la
bolsa de su camisa. Por su tamaño carecía de teclado y escribía por medio de
dictado, merced al programa Dragón.
Para leer sólo cabían en su pantalla dos renglones que podía ir desplazando. En
compensación tenía dos mil libros, tres millones de canciones y diez millones
de anuncios de shopping. Tenía
Internet por vía satelital pero por algo no podía comunicarse con Toci.
Vagamente se acordó del
trabajo que había dejado terminado en el escritorio de su oficina. Al regresar
a México- Tenochtitlán lo enviaría a la editorial de la revista especializada
del extranjero para su publicación. Se trataba del proyecto desarrollado a lo
largo de los años en el campo. Entre sueño repasó los diferentes pasos seguidos
por él durante su redacción: resumen, objetivos más importantes de la
investigación, detalles de la metodología seguida, recapitulación de los
resultados más importantes y, finalmente, las conclusiones principales. Sobre
todo, como hace los periodistas, el resumen general...Si el primer párrafo les
gusta, seguirán con la lectura. De otro modo los desgraciados lo arrojarán al
cesto de la basura...Se dijo que eso de escritorio era demasiado. En realidad
hacía mucho tiempo que no abría sus
compartimentos. La carpeta que contenía la investigación la había dejado debajo
de la computadora “A merced de los piratas de la investigación científica.
¿Habrá piratas en esa institución adusta?” Con la idea de no amargarse el sueño
de aquella noche, se dijo en voz alta: “Bueno, no somos ángeles...Algunos vemos
de soslayo lo que hace el colega de junto...En otros países atisbar a
científicos es una jugosa actividad. Entre
nosotros es puro deporte. Con omitir comillas ya estás en el hurto intelectual”.
El artículo contenía un
registro de las manifestaciones físicas de la región geográfica que había
estado visitando. Al mismo tiempo había empezado a escribir un libro que
buscaba la explicación de esos hechos. ¿Por qué esas manifestaciones? Después
del índice, comenzó a acumular notas
para los primeros capítulos. La idea de enviar el artículo para su publicación
lo mantenía en contacto con la comunidad científica. La labor de avanzar en el
libro, estaba consciente de ello, era una empresa para solitarios. Había
participado en otros proyectos, formando parte de un grupo de investigadores,
pero, decía en broma, “muchos cocineros echan a perder la sopa”. o, Ninguna
obra de arte ha salido de una asamblea de
sabios, Taine fue el primero que lo dijo. No estaba seguro, hacia mucho tiempo
que lo había leído. A sus veintiocho años de edad ya hablaba de: “hace mucho
tiempo”. Se le ocurrió que México contaba a la sazón con un científico por cada
cien mil habitantes, en el nivel de doctorado de ciencias: “debería ser uno por cada tres mil.
La educación tendría que ser planeada de otra manera, empezando por la media
superior... pero, si la cultura es el arma liberadora del hombre, ¿cómo se
achica año tras año el presupuesto de la universidad pública?”
Luego le volvió aquella idea de correr. Los
ancianos de su pueblo se la habían
grabado en el cerebro, como con hierro candente: “¡Corre por ejercicio,
corre por tu vida!”...¿Cuanto hermosos proyectos, como parte de la realización
de un libro, han quedado sin terminar debido a la muerte del investigador?
Mientras él escribe y escribe hasta en las madrugadas, en el silencio de su
cuarto de estudio, las grasas van tapando de manera inexorable sus venas...Su
poco ejercicio físico, que ha cambiado desde niño, por el ejercicio
intelectual, lo va llevando hacia el sobrepeso y...¡Diablos, cada vez que
pensaba esto agarraba los tenis y se
iba a correr! En ocasiones corría dentro
de Ciudad Universitaria, cuando todavía no amanecía... Le hubiera gustado
saltar de la canoa y echarse a correr por toda la extensa tierra inundada. Sin
embargo, estaba seguro, antes de haber recorrido medio kilómetro, ya los
animales del pantano habrían resuelto
las necesidades de su cena... El ejercicio de remar todo ese día lo había
dejado satisfecho...Por fin se quedó profundamente dormido.
Pudo
observar, en la última media hora, a través de la tela mosquitero, el cielo impresionante
de estrellas. Se dijo que el cielo
navajo de Arizona tiene más luces vagando a través de esos cosmos. “Tienen vida propia” dijo repitiendo las
palabras del piloto del helicóptero que
lo había llevado a Jonuta...
Dice que se había acordado de los compañeros de
trabajo con los que formaba equipo de investigación por esos días. No tenían claro
lo que era tenacidad y habían caído en la obsesión. No iban a las montañas ni a
Chapultepec ni al cine ni platicaban con
los hijos. De hecho no tenían vida social desde hacía años. Algunos ya ni siquiera se peinaban.
Permanecían doce horas en la oficina
pero su rendimiento no correspondía a semejante esfuerzo. Se les veía moverse
pero no había tantos resultados. Los que eran solteros empedernidos se fueron
amargando. Los que tenían familia estaban metidos en el conflicto que provocaba
su ausencia de la casa. Otros ya sólo tenían casa…
Una mariposa sagrada voló
sobre el pantano entre la noche, dueña de su libre albedrío. Más abajo, entre
los arbustos inundados de agua y lodo, había máquinas automáticas de ojos rojos
que espiaban movidas por sus estímulos internos...En el agua, sobre la lancha,
la etapa mítica de la Humanidad. Arriba, entre las estrellas lejanas y
titilantes, un formidable universo espiritual “¡Un millón de años de desnivel!”
Luego añadió: “¡Quizá un poco más!”
Poco antes que amaneciera reanudó su viaje.
Era una delicia bogar siguiendo la cinta de agua iluminada por la luz de las
estrellas. En las riberas de ambos lados, terríficos ojos rojos lo seguían
observando al pasar. “¡Adiós amigos!” les decía. “¡Estamos en paz! Sin esta
bella canoa ustedes, efectivamente, ya me hubieran convertido en excremento
dentro de sus inmundas panzas”.
En la tarde del tercer día llegó a Boca Chica,
frente a la gran laguna camaronera. Durmió esa noche en la casa de José Chac,
un antiguo conocido suyo. Al amanecer el mismo José lo llevó en su lancha de
motor cuarenta y cinco kilómetros por la Laguna hasta la casa de don Santos,
otro viejo amigo, en Punta Real, en el extremo este de la Isla del Carmen.
Lo vieron ir y venir por la playa durante
varios días. Tomaba fotografías, recogía arena que guardaba en pequeñas bolsas
de plástico. Hacía anotaciones en su cuaderno de campo. Volvía a observar la
elevación del piso con relación al nivel del agua, las rizaduras de la arena...
En la tarde del cuarto día empezó el torneo
de bebedores de cerveza. Don Santos y José Chac conocían la resistencia
especial de Cork para aquellos menesteres. Hicieron sus apuestas con los que
habían llegado de Ciudad del Carmen para aquel torneo. Entre ellos el piloto
que lo llevara a Jonuta. “¡Ni el Diablo
podría hacer que perdiéramos!” se decían don Santos y José Chac. En efecto,
cinco horas más tarde caía conmocionado
el piloto, que era el último de los concursantes que quedaba en pie,
Acompañó a José Chac hasta su lancha pues se
disponía regresar a casa.
- Vuelva pronto a Boca Chica,
muchacho. Ya sabe que mi familia lo ve como uno de ellos... ¡Ah, - se golpeó la
bolsa de su pantalón-, esta vez las apuestas estuvieron fuertes. Tiene razón,
la ambición los perdió. Se lo tienen merecido. Libre albedrío... Le debo una...
-Bebieron al tamaño de su
carga narcisista-dijo Cork.
Jaló del cordón dos veces y
al fin rugió el motor. Cinco minutos
después se perdía entre la noche de la Laguna.
A su regreso al interior de
la palapa ayudó a don Santos a reanimar a su sobrino. Seguía sin sentido tirado
en el piso. Mojó un trapo y lo pasó varias veces por la cara. Con un cepillo
para lustrar zapatos recorrió su nuca y los brazos durante media hora. Al
empezar a reaccionar extrajo del bolsillo de su pantalón un pequeño tubo
semejante al que usan las mujeres con la pintura para los labios. Sólo que este
contenía amoniaco. Su confección había sido pensada, por los laboratorios médicos,
precisamente para hacer que los borrachos regresaran a la vida. Con cuidado lo
acercó a las fosas nasales de aquel hasta que abrió los ojos...Siempre llevaba
consigo su tubo de amoniaco cuando participaba en los concursos. Sabía que, en
efecto, el ego de los concursantes era tal que siempre tomaban más allá de sus
posibilidades.
Al día siguiente se despidió
de don Santos. Regresó a Ciudad del Carmen. La mañana era bella y el mar le
enviaba su brisa. Las aguas de ese segmento del Golfo estaban apacibles. Decidió
caminar una o dos horas. Después haría la parada al primer vehículo que pasara
hacia la población. A la pasada agarró un botella que contenía dos tragos de
Gualferina. Aquello era un lujo para él. Más que una necesidad, una curiosidad.
“Gualferina” dijo al recordar al alcohol
casero de caña que se vende en el Caribe. Levantó la mano en la oscuridad, como
si saludara a alguien a sus espaldas. Hasta el segundo trago, del líquido ámbar, sus nervios empezaron a
apaciguarse.
Por
supuesto, se dijo entonces, qué será la libertad cuando no podemos parar de movernos aunque queramos, como el
ejemplo de los muñecos del filósofo. El movimiento neurótico puede ser una
cárcel. Una vez alguien da cuerda y a partir de ahí no paran de moverse hasta
que se les acabe esa cuerda. Tienen,
mientras tanto, una gran sensación de libertad personal. ¿Libertad? Se río. Que
le pregunten al santo Job. Una pelota para dos grandes jugadores de ping
pong. La maravilla de una niebla
incipiente llegó a su cerebro y le hizo olvidar a los relojes y a los muñecos.
Lo que se le ocurre a la gente. A los filósofos. Si no fuera por ellos, esta
vida sería aburrida. Siempre buscándole tres pies al gato...Que el círculo sea
cuadrado, que esta vida se acabe en esta vida,
inventando Zaratustras desde el escritorio, cómo vencer a la
muerte. Cómo el hombre entre la multitud
se encuentra solo o cómo el hombre solo se reintegre a la multitud... La
inmortalidad... Edipo...Ah, Lo que se le ocurre a la gente. Y algo
verdaderamente importante: cómo matar al padre. ¿Qué hubieran dicho los hombres
de academia si Edipo no mata a su padre. Hubieran buscado hasta encontrar a
alguien que sí matara al padre..? ¡Los revolucionarios son unos chicos ingratos..!Nada más singular que los
filósofos! El parricidio contra el jefe
de la oficina... El parricidio contra el Estado... ¡Un descubrimiento
interesante para los que fabrican resorteras con qué matar pajaritos...En la
Revolución Mexicana el “Jefe Máximo”
siempre caía. No por sus respetables ideas sino porque... ¡Porque era el Jefe
Máximo..!
Todo se había borrado, como en el cine cuando
en la cabina se apaga el proyector. La
vida era alegre. No valía la pena desperdiciarla.¿Qué darían los que esta noche agonizan en los hospitales, por un
día caminando en la playa desierta, sin preocuparse de los problemas de su
cuerpo. Con poder orinaran como cuando
tenían veinte años darían las tres cuartas partes de su fortuna. ¡Mis queridos
Faustos de la investigación científica! El juego no está en el escapismo sino en rehacerse después de cada movimiento de la
placa de Cocos o de la erupción del Chichonal. Si, eso es más divertido aun que
el juego de los filósofos. Mejor que la guerra florida de los modernos
aztecas...Están los huracanes que devastan Florida y los volcanes que destruyen
México. El Centro de Prevención Contra Desastres no sabe decir con precisión cuándo, pero es seguro
que no faltarán a su ciclo fatal...Y
entonces volveremos a construir en el mismo lugar... Cuatro soles se han
apagado y vivimos en el Quinto. La naturaleza tiene sus modos de asepsia.
Recordó que para su madre, en
cuestiones culturales, y con la vara de
membrillo en la mano (nada de métodos alternativos de aprendizaje)
primero están el Quinto Sol teotihuacano y el Popol Vuh. Después no tenía
empacho en declarar a los cuatro vientos que sus paradigmas eran los filósofos griegos
y alemanes y los escritores
norteamericanos. De la bella Francia tenía sólo un libro que le hacía
leer reiteradamente, todo seguido y después abriendo las hojas al azar o por
temas o por capítulos, y es El camino del
filosofo, del marsellés Jean Wahl.
Los norteamericanos habían tenido la habilidad de decir cosas de la gran
cultura de la humanidad, y propias, en sus novelas, desde Irving, Cooper, Poe,
Twain, Sinclair Lewis, Pound, Fitzgerald, Mailer, Faulkner, O´Neill y su casi
libro de cabecera Bukouski…Cosa curiosa, al que más recordaba, por su novela Todo un hombre, era a Tom Wolfe. Pero
también porque algunos novelistas
norteamericanos de su tiempo se habían empeñado en sacarlo del Parnaso. Jamás
se le perdonó la expresión “marxistas rococó” ¿O tal vez porque encontraba
oportuno citar a Nietzsche? Los
progresistas de la universidad, que sólo leían revistas editadas por su
partido, le decían a Cork que eso era pura basura capitalista. ¡Ah!, se río
abiertamente en la noche, ya con las aguas marinas llegándole a las rodillas,
qué tipo de fascismo le hubieran colgado de saber que había leído las seis
novelas que la inglesa Agatha Christie escribió con seudónimo y al
menos quince de sus cuentos detectivescos…Su madre le decía que en otros
países, otrora cultos, los escritores de calidad se están extinguiendo porque
los lectores ahora se van tras la literatura fácil que deja excelentes
dividendos a la industria editorial pero, agregaba, hay otros lugares del
planeta en los que no se puede extinguir
lo que no existe. No existe porque se escribe mucho desde el gabinete y no se mezclan con la
gente de la plaza, como hacen los reyes de Las
Mil y una noche. Falta el naturalismo de Thoreau que, al caer la noche, regresa del
campo con su mochila llena de notas, sus botas barrosas y sus sobacos
sudorosos.
7
Se sintió tan feliz que hasta
podría cantar, si se lo propusiera, una canción romántica mexicana del
Altiplano o yucateca o cubana. Entonó quedo una notas y luego algunas palabras:
”Congoja”. Hizo un ejercicio de memoria:
“Rafael Hernández. La canta Margarita Romero” . La había escuchado por primera vez entre los
cafetaleros de la región de Orizaba. Estuvo muy de moda en la ciudad de México
y al rato ya nadie supo de dónde había salido. “Bellísima”, dijo. “Pero relata
un mundo que se derrumba sin esperanza de reconstrucción ¿Por qué nuestras
canciones hablan el lenguaje de la tristeza? ¿Será la influencia de Hegel?” No
creo que más de diez conozcan aquí a Hegel.
Seguía caminando por la playa
desierta. La noche caliente se metía entre las aisladas y someras calles
oscuras iluminadas apenas por distantes e impotentes focos amarillos. Sudaba.
El calor pegajoso le escurría por el rostro y se le metía en los ojos. Los
cuarenta grados de la isla eran diferentes de los cuarenta grados del desierto.
Faltaban muchos kilómetros pero no tenía prisa. Su deporte, su filosofía y su
salud corporal, los encontraba caminando. En realidad aquel calor lo relajaba.
Era un calor sensual .¿Un calor sensual? ¡Vaya! ¿Qué ocurrencia. Por lo visto
la Gualferina no se quedaba atrás en cuanto al poder erótico junto al pulque...
El mar arrojaba un aire fresco que luego se
calentaba en el continente. La luz de El Boyero se veía entre la noche. Nada
podría quitarle aquel gusto por la vida. Miró con sorpresa la luna amarilla,
sobre el mar. Estaba redonda completa. Tan interesante le pareció que tuvo que
preguntarse si era la primera vez que la veía. Esbozando una enorme (y estaba
seguro que también idiota) sonrisa y mirándola de frente, dijo en voz alta:
“¿Dónde estabas que no te había descubierto”.
Arrojó sus zapatos al agua y descalzo siguió su camino acompañado
siempre por el viento nocturno que llegaba del océano: “En México la luna no es
femenina. Eso no lo saben los poetas...Tecuciztecatl... Creen que es Tanit, la
de Cartago. Nació en México. Es decir,
en la gran laguna...Eso es: Meztli. Tecuciztecatl, que grande eres. Tuviste
miedo, como cualquier humano. Miedo y soberbia. Tu lección vale un puñado de diamantes... Perdón, un puñado de cuentas de jade...
Sabía que no podía caer de
borracho. Podría tomar barriles de Gualferina...En ese momento anheló ser como
todos frente al exceso de licor. Descansaría en cualquier lugar de la playa.
Tuvo conciencia que estaba como los moribundos en el hospital, cuando la Muerte
anda de vacaciones...
En la reunión de los ancianos
había oído que la rutina y la reproducción
mecánica social protegen contra la amenaza que se agazapa del otro lado
del caos. Inventar cada día el modelo social jamás produce una ciudad como
Teotihuacan. Se necesitan proyectos que sean sostenidos a través de las
generaciones... Con la llegada del director o del presidente o del gerente todo
se tira por la borda y vuelta a empezar casi de cero... De esta manera se es
más anarquista que los libertarios que llevan
los bolsillos de los pantalones
llenos de bombas. Los libertarios ya pueden dormir tranquilos, alguien
desde la institucionalidad está haciendo su trabajo. Después, cuando mis
compañeros de laboratorio han alcanzado su plena madurez como investigadores
científicos, llega la diabetes, la embolia, la cirugía. Es necesario seguir con
la rutina de subir montañas. Buscaré a
Guillermo y mañana mismo nos largaremos a los bosques altos.
La montaña del relato, de los
viejos del desierto, se refería a la
montaña más alta que nadie de esas latitudes conocía. Sus antepasados
comerciaban del paralelo 42 al 10. En ocasiones hacían el recorrido en un año.
Llegaban a alguna población con familiares o amigos y permanecían varios días.
Iban a la plaza a vender sus mercancías, compraban lo que la región producía y
que no había en otros lugares. Después ordenaban su carga dentro del enorme
chiquihuite. Pasándose el mecapal por la
frente se echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían
pasado Ithualco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros entre los
volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl.
En el siglo dieciséis, cuando
caminaban de norte a sur, había el riesgo que los esclavistas los agarraran
para venderlos en las Antillas. Para
evitar eso iban por los inmensos territorios considerados Bandas de Guerra.
Eran meridianos en donde no habían logrado penetrar los blancos y sus aliados
tlaxcaltecas y otomis. Los belicosos chichimecas, comedores de carne cruda de
las diferentes tribus, no tardaban en aparecer. Cortaban la cabeza a los blancos
sin detenerse a pensarlo dos segundos. A sus aliados indígenas les daban otro
tratamiento. Los ataban a las rocas. El
siguiente paso era amarrarles una gruesa correa mojada en derredor de la
cabeza. Se sentaban a esperar. En la primera noche el prisionero se la pasaba
gritando de dolor en la medida que la correa se secaba contrayéndose. Entre el
delirio pedían que, por piedad, le atravesaran el corazón con la lanza o el
cuchillo. Pero eso no sucedía. Les respondían: “Esto es por los nuestros que ahora
son llevados como esclavos a tierras lejanas por tus amigos”. Seguían
esperando... Finalmente escuchaban que el cráneo se rompía... Entonces se
retiraban.
Sus ancestros pertenecían a
la etnia irritila. Desde niños se les pintaban los cabellos de rojo. Así podían
ir con toda confianza por las Bandas de
Guerra propias o por las dominadas por los tepehuanos, que eran vecinos y
aliados. Al llegar al paralelo 25 se lavaban la cabeza y procedían a vestirse
como los tlaxcaltecas. De esa manera ascendían a Ithualco. Bajaban por la
vertiente oriental de la sierra nevada
del Tlalocan. Seguían en dirección a la
sagrada y elevada montaña tlaxcalteca llamada Matlalcueye. Era más
seguro pasar por el centro del territorio enemigo que dirigirse hacia el sur
donde los blancos habían erigido la nueva ciudad a la que llamaban la “Puebla
de los Ángeles”. “Blancos” era una manera de decir que se usaba mucho en ese
tiempo. Pero la palabra encerraba en la realidad a españoles, negros, indios y
mestizos que por grado o por fuerza eran incondicionales del español. Los
otros, los enemigos, no eran “blancos”. Eran “chichimecas”. “Infieles, paganos,
idólatras”.
Este era el territorio que había recorrido mil años
antes el pequeño grupo de irritilas. Salieron de lo profundo del desierto
candente para localizar y subir a la montaña más alta. Venían del desierto
navajo de Las Cuatro Esquinas o salían
del territorio de los hohokams, en Puerto Peñasco, y se desplazaban hacia el
oriente, hasta Chihuahua.
Entonces todavía no estaba el
“blanco” pero había otros caudillos indios que, de la misma manera, sojuzgaba y
vendían a la gente como esclavos en los mercados.
Se dijo Cork que la tragedia
cantada por los poetas tiene mucho de escapismo. La época es de máquinas,
automóviles, computadoras y fábricas y
requiere reajustar nuestro estilo de vida. ¿Por qué un obrero no podría ser un
individuo increíble escalando montañas? ¿O por qué un explorador impertérrito
de desiertos nevados o secos no podría ser un universitario que durante horas y
días preparara disciplinado sus trabajos de aula o de laboratorio? ¿Si no hay
tragedia hay comedia? ¿Por qué vivir en los extremos? ¿Acaso no hay gradaciones
intermedias? ¿O tal vez formas no consideradas en el conocido esquema social
que marquen un hito sin caer en las excentricidades afrodisíacas? Durante
siglos se tuvo la curiosa idea que había
gente de izquierda y gente de derecha, aunque pocos sabían de qué se trataba
eso. Conservadores y liberales, dijeron otros. En Europa les llaman
socialdemócratas y democristianos. Con
el tiempo los liberales mexicanos, otrora revolucionarios, se encontraban
conservando lo que en otros tiempos habían conquistado...Emerson se preguntó en
cierta ocasión: ¿por qué los extremos tendrían que atacarse siempre? Los
Hombres de Gris no quieren a la soñadora niña Momo. Buscan la manera de
desaparecerla. Pero Momo tampoco quiere a los materialistas Hombres de Gris y
logra aniquilarlos. Se acabó lo que hubiera sido la extraordinaria vida de los opuestos...Las cárceles están llenas
de hombres que mataron a sus mujeres. Y de mujeres que mataron a sus
hombres...Ahora tienen que dormir entre puros hombres. Y las otras entre puras
mujeres...¡Qué mundo tan loco!
Siguió su camino y, sin
parar, volteó de nuevo hacia la luna iluminada. Ahora estaba menos amarilla. Por su posición en el cielo,
en línea oblicua descendente, calculó la posición en la que debería encontrarse
el sol en una cierta zona del otro lado del planeta. En el norte había la creencia
que se encontraba en China. A contraluz pudo distinguir el busto de Benito
Juárez, al final del boulevard: “La figura más popular entre jesuitas y masones
de México”, pensó. Después dijo, casi en silencio: “¡Perdónalos Emerson!”
Intentó dirigirse hacia el
oeste.
8
Recordó. Se había pasado tres días haciendo observaciones
en el extremo oriental de la isla. ¿En
qué medida la denudación atmosférica junto con la gravedad, la presión de las
olas, la denudación por lluvia y la erosión, desgastan los acantilados de la
playa de Bajamita?
La mañana del
último día fue cuando empleó varias horas tomando cerveza en la palapa de don
Santos. Junto con cuatro marineros y dos petroleros que llegaron para el Segundo
Magno Torneo de Bebedores de Cerveza del Sureste. Una hora antes había caído el
último de ellos. Se resistía a sucumbir ante aquel desconocido. Se fue
agarrando de la hamaca hasta quedar casi inconsciente en el piso de tierra.
Cork agarró los billetes de sobre la mesa, en la que se sentaban los jueces. Al
día siguiente dio un golpe en el hombro de don Santos:
- Adiós, viejo- dijo y abandonó el lugar.
-Adiós otra
vez-dijo el marinero.
Fue a recoger su
mochila y se detuvo un poco en escribir algo
en la computadora de Don Santos a
Toci, la muchacha del pantano. Le había preguntado algo sobre la manera de
escribir la historia.
-Yo no escribo
historia pero si he leído historias. O algo parecido que pretendían ser
historia. Más bien abstracciones de historia. Pero no vayas a creer que sufre
grandes remordimientos el historiador en la plena conciencia que está
adulterando la realidad de los motivos y los hechos de la historia que cuenta.
Casi se divierte tanto o más que el novelista cuando relata un hecho histórico.
La mañana era
radiante. El cielo azul se confundía a la distancia con el mar. El viento suave
le refrescó la cara. En la mochila de “ataque” llevaba su martillo-piolet que
utilizaba como pica de geólogo. Por costumbre consultó la brújula de su reloj
de pulsera. “Hacia allá”, y empezó a caminar cerca de la línea en que las olas
morían delicadamente, después de recorrer miles de kilómetros, desde el Sahara
occidental.
Al pasar por un
punto de la playa se detuvo junto a un letrero que decía: “Brigite Bardott”.
Contemplaba a una sirena desnuda que se sumergía en las someras aguas color
turquesa. Ella lo había visto y no le importaba. Hasta se diría que sus
movimientos eran ahora más sugestivos. Es decir, sí le importaba. “Siren”, pensó.
Suerte que no encontré a una nereida. No me gustan las guerreras cuidadoras del
mar. Pero con “Siren” es diferente...
Fue cuando escuchó aquella voz a sus espaldas:
-
No es de buena educación observar a las personas cuando no ha mediado una
invitación.
Se volvió.
Descubrió a una muchacha parada sobre la carretera. Alta y esbelta. El automóvil se le había
descompuesto. Precisamente cerca del sitio donde el mar penetraba
peligrosamente en la isla, amenazando partirla en dos, debido a la
irresponsabilidad de algún contratista que sacaba arena en ese lugar y que
luego vendía en la ciudad.
Quedaron frente a frente. Ella sonrió. Dijo
muy quedo: “¡Al fin vuelvo a encontrarte!”, pero él no alcanzó a escucharla,
sólo miró que sonreía.
Su rostro estaba descompuesto por el disgusto,
más que por la cerveza. Le molestaba ser sorprendido. Y también por la manera
de cortar el hilo de esa especie de entendimiento que había empezado a
establecerse entre la sirena y él. Siguió mirando el cuerpo moreno, oscuro. No
era cobrizo como las mujeres indias del norte. Esta tenía algo de africano.
Sonrió. El racismo está muy bien para mencionarse en los discursos políticos y
en los Derechos Humanos. Pero, se dijo,
en la soledad ningún hombre puede resistir a una mujer como aquella,
tenga el color que tenga. Volvió a escuchar:
-
Hace rato que le estoy pidiendo que me auxilie con mi automóvil…No es bueno
espiar…
Sin volverse otra
vez, bajó la cabeza en un esfuerzo por contener el desagrado que aquello le
causaba. Cruzó los brazos y por un minuto fijó la vista en la lejanía del
Golfo. Quería encontrarse allá, bogando sobre la corriente marina que va hacia
Noruega. Por su cara y su silencio ella había descubierto su estado de ánimo.
Pero no le importaba. Si alguien la hubiera observado en ese momento habría
notado la expresión radiante de su bello rostro. Todavía más: si alguien, con
poderes especiales, hubiese leído su pensamiento, habría encontrado de nuevo esta frase: “ ¡Por fin te encuentro otra vez!”
-
Cante Haré Krisna - susurró la voz a sus espaldas -.Cante Haré Krisna y se
sentirá bien.
Notas
musicales de guitarra salían de la radio del automóvil descompuesto: “El elogio
de la danza”. Leo Brower, se dijo Cork. Por un momento se apartó del mundo.
¡Que maestría e inspiración! Había un modo de ser femenino en las notas. Le
pareció que esa guitarra debía ser tocada por una mujer hermosa. ¿Se puede
conocer físicamente a alguien por la manera de interpretar la música? Era una
pieza corta. Al final el locutor dijo: “La intérprete es Marta Eugenia Salado
Mondeja”. Pensó que no conocía a “Marta” pero podría jurar que, efectivamente,
se trataba de una mujer hermosa.
Por esa época los
krisnas recorrían en todas direcciones las calles de México. En un intento por
detener su proliferación alguien los involucró con el consumo de drogas.
Enseguida fueron hostigados. Cuando muchos pensaban que les tocaba el turno de
iniciar su martirologio, todo se fue quedando en silencio. Se retrajeron casi
por completo en sus centros y el asunto no pasó a mayores. De vez en cuando se
les veía en la plaza de Coyoacán, cantando y bailando frente al templo de San
Juan Bautista, cuando los católicos salían de misa. Conocía la mentalidad de
los grupos esotéricos. Ha hecho felices
a muchos pero...lo que más recordaba es que algunos tenían una marcada neurosis.
Todo indicaba que aquella mujer que tenía cerca era una de esas. Así le pareció
en ese momento. Pensó: “De tantas místicas que hay entre los krisnas, se me apareció... ¿De dónde saldría esta “Peggy
Sue?”
Se internó un poco
en las aguas del Golfo para evitar que la krisna lo siguiera. Fue cuando empezó
a caminar en dirección norte, hacia la
Ciudad del Carmen, con una botella que contenía dos tragos de Gualferina.
Refrendó su
intención de que cinco kilómetros más adelante volvería a la carretera. Esperaría
un vehículo que lo llevara a la población. Volvió a acordarse de las grasas
tapando de manera silenciosa, pero inexorable, las paredes interiores de las
venas del investigador científico. Eso lo decidió a cambiar sus planes. Iría
caminando hasta la ciudad. Llegaría en la noche o al día siguiente. ¿Qué importaba?
Además llevaba su mochila y en ella cargaba una botella de cerveza, un pan
negro y un queso salado. En el desierto caminaba durante días y noches cuando
era niño aun...El no soñaba con un busto suyo de bronce a la entrada del
instituto donde trabajaba. El quería terminar de escribir su libro. Para esto
debía mantener a raya a las grasas y al sobrepeso...
Tuvo conciencia que
en el planeta había individuos, y pueblos, que no podían hablar en pasado.
Seguían viviendo en aquellas épocas que, para los habitantes de Jonuta, ya eran
prehistóricas. ¿Hasta dónde se podría hacer la reconstrucción de la Humanidad
con individuos vivos? ¿De dónde habría que partir del presente hacia atrás? ¿De los babilonios?
¿De los griegos? ¿De los mayas? Pronto
los historiadores tendrían que pasar la estafeta a los antropólogos y estos a
los paleontólogos. Sería como el buzo asomándose hacia el fondo del mar de,
donde se dice, empezó todo: Pleistoceno, Plioceno, Mioceno, Oligoceno y Eoceno.
Después de esto quedaba la gran oscuridad del fondo...
Llevaba caminando muchos
kilómetros. En ese momento sus piernas se doblaron y cayó. Todavía hizo un
esfuerzo por incorporarse. Las fuerzas lo habían abandonado. Nadie puede ser
campeón de bebedores de cerveza sin pagar el precio. De otra manera podría
haber caminado toda la noche. La necesidad de dormir lo aplastó sin permitirle
moverse más. Sus pies eran alcanzados por las aguas cada vez que las olas
volvían al continente. El último esfuerzo que hizo fue tratar de descifrar si
en aquel momento el océano se encontraba en marea alta. De no ser así, en las próximas horas sería arrastrado hacia
la sima negra.
¿Ahora qué importaba que el origen del planeta
fuera debido al choque entre dos estrellas o bien a la condensación de polvos y
gases cósmicos o que los meteoritos vinieran a chocar unos contra otros, en
esta parcela del universo, y se hiciera como un gran dulce muégano? ¿O que por
una broma de los dioses teotihuacanos las rocas ígneas recientes estuvieran
hasta abajo, por debajo, de las viejísimas sedimentarias? Las montañas. Algún día volvería a las cumbres
del Altiplano. Pensó en ello como un preso añora sus días de libertad. “Cuando
vuelva, correré, trotaré, en los dos mil doscientos una parte del verano entre
los liquidámbares y los nogales de los Viveros de Coyoacán. En las mañanas,
cuando todavía es de noche, correré. O caminaré. Otra parte de la temporada me
la pasaré corriendo en Ciudad Universitaria. Al final en los tres mil
doscientos de la base de la montaña Ajusco. Cada año, al principio del
invierno, he vuelto a correr esa vuelta en la cinta asfáltica. ¿Por qué no he
de hacerlo otra vez? El problema con los estoicos es que sólo son estoicos y el
problema con los sibaritas es que nada más son sibaritas. ¡Emerson, di algo!
Ese pensamiento de secta acaba por hacerlos neuróticos.
Volvió a acordarse de sus compañeros del
equipo de investigación.¡Grandes chicos! , después de todo ¿qué haría la
humanidad sin esas hormiguitas? Dale que dale y un día son los que descubren
los remedios para aliviar los grandes sufrimientos de la gente. Yo tendría que
descubrir cómo se detecta un sismo con un mes de anticipación para que la gente
tenga tiempo de salir corriendo de sus edificios o de sus pueblos...Construir
un submarinito, que ni siquiera los franceses se han imaginado, e ir a observar
las placas allá abajo… ¿La investigación de punta tendrían que desarrollarla
los países ricos? ¿Nosotros hacer la obra negra...? ¡Los “Viernes” de los
Robinson Crusoe!...Los trabajos de las hormigas abundan en citas bibliográficas.
Bueno, al diablo. Como sea, la actual interpretación de la orografía me parece
una pendejada. Pero tengo que probarlo. Escepticismo. Así es como empieza todo
en la ciencia...De todas maneras creo que jamás tendré el Premio Nóbel entre mis manos. Los “Nóbel” son amigos de otros “Nóbel”. Hacen una familia.
Yo lo que hago es ganar concursos de bebedores de cerveza...
Creyó escuchar de labios de la bruja del automóvil
descompuesto estas extrañas palabras: “¿Recuerda, la última vez que nos vimos
fue en el teatro Politeama...? Ocupábamos un palco... Mi nombre es Clemencia,
¿lo ha olvidado? Este teatro se encontraba ubicado en Arcos de Belem. En el
centro de la ciudad de México. En realidad era un jacalón donde se presentaban
los mejores espectáculos. El que triunfaba aquí se le abrían las puertas en
cualquier parte del país y de los países
del centro de América. Algunos llegaban hasta el sur. Estaba enfrente del templo del Salto del
Agua. Fue en los años treinta. “¡Que mujer tan loca!” – se dijo- “En los años
treinta ni los abuelos de ella ni los míos habían nacido”.
- ¿El Politeama?”
- Usted vivía en el callejón de la Esperanza,
apenas a una cuadra de Le Rat Mort. Iba todas las noches a oírme cantar y en
ocasiones bailábamos.
“Oh, volveré a correr de Río Frío a la roca de Xochiquetzal...Una semana más en
este Paraíso frente al Golfo y habré
muerto”. Sabía que el candado, puesto por los dioses chichimecas, para que siempre triunfara en los concursos y que no
muriera de tomar vino era, después de una ocasión, no podría volver a tomar durante algún tiempo. Sin embargo la
vida muelle a nivel del mar tenía la particularidad de debilitar su espíritu en
la proporción directa de la belleza del lugar...
El aislamiento de su grupo, en el interior del
desierto norteño del país, no había tenido contacto con la raza negra durante
la Colonia. A eso correspondía que él careciera de la
resistencia natural para el hábitat costeño. Podía vivir entre las tormentas de
nieve y arena, pero sucumbiría en la isla.
Semi enterrado, ya en la arena húmeda,
recordó un relato oral escuchado muchas
veces de boca de su tío, cuando era niño...todavía en la noche profunda Yolo
ascendió hasta lo alto de la pequeña sierra cori. Se sentó en la roca donde se
habían sentado su madre y la madre de su madre y la madre de su madre de su
madre. Desde aquella montaña descarnada la jovencita de cara redonda y hermosa,
contempló, por largo rato y con atención, la más inmensa de la serpientes
luminosa sobre su cabeza. Era en verdad la más grande de las serpientes. Pero
el Dios de la Noche cubría a la serpiente pues era más grande que ella. No
tenía límites. Dentro de El había muchos millones de días y de noches. Se puso de pie y, subiéndose la blusa, dejó
a descubierto la parte media de su cuerpo. Algún tiempo atrás era una cintura
esbelta que con facilidad cabía en el círculo que hacía el paliacate rojo con
el que se sujetaba el cabello... pero ahora aquel cuerpo estaba abultado. La
noche le acariciaba la cintura. Giró lentamente. Dio toda una vuelta. Pasaba
suavemente la mano por la estirada y
agrietada piel, en tanto miraba hacia la oscuridad. Era el Dios de las Llanuras
del Norte. Sintió algunos golpecitos detrás de su ombligo. No había qué temer, como hacen las mujeres de la ciudad. El Dios de la
Noche era un amigo. Como un padre. Un guía. Es la Noche. Cuando el niño o la
niña hubieran crecido marcharía también a la ciudad, para estudiar, como lo
demás. Pero ya fuera allá o en cualquier parte donde se hallara, al llegar la
noche de cada día, debería sentirse feliz. En paz. La gente de “allá” se
embrolla queriendo saber qué es la
felicidad. El nada mas procuraría dar tranquilidad a su corazón. Si su padre de la Tierra, que ahora se
encontraba caminando hacia el río Snake, más allá del Lago Salado, volvía o no
volvía, de todas maneras el Dios de la Noche estaría con él. O con ella...
En seguida se bajó la blusa y
volvió a sentarse sobre la roca desnuda y helada. Quedó tan quieta que por
mucho tiempo pasó a ser un detalle más entre el roquerío. El rito de
presentación estaba cumplido. Ahora sólo había que esperar. Todavía ahí podía
suceder que la criatura no naciera ni
ella siguiera con vida. Una víbora de mordida mortal podría llegar sigilosa
entre las rocas... Eso podría estar bajo su
control... Pero tenía que dejar que el universo jugara sus cartas...
Observó con atención cómo la
noche se iba marchando hacia el otro lado de la sierra, precedida por una luz
que en el principio solamente fue una claridad pero que, de pronto, adquirió un
hermoso color naranja. Como un incendio en una parte pequeña del horizonte. Un
águila emprendió el vuelo. Era la señal. Entonces sus ojos dejaron de
parpadear. Clavó su vista en la inmensa llanura que tenía frente a ella. El
disco teñido del color de la sangre
empezó asomarse entre las dunas de arena. Yolo se puso otra vez de pie. Dijo en
voz alta, dirigiéndose a su vientre: ”Ahora , aun antes de nacer, es necesario
que emprendas el vuelo, como el Águila cuando se oculta el Sol. Debes de
cooperar. No temas, yo te enseñaré a volar”.
Se amarró con fuerza su
rebozo en lo alto del vientre y, cuando
la fuente protectora de la vida le mojó las piernas, tomó la cuerda anudada al
brazo del árbol. Ejecutó un péndulo en el vacío y regresó a la tierra. Apretó
más el amarre. Después otro péndulo. Al cuarto viaje una criatura
voló por los aires. Antes que se agotara por completo la extensión del cordón Kiva soltó la cuerda y madre y criatura
volaron juntos...Cayeron en las aguas cristalinas del cercano río... Así nació
el niño.
Ese día tenía el signo de Ome
Tochtli.
Años más tarde los ancianos
del grupo recomendaron a los padres que le pusieran un nombre cualquiera, que
nada tuviera que ver ni con las estrellas ni con los ciclos del Calendario ni
con los equinoccios. Eso le permitiría andar entre la gente de la ciudad.
Buscaron en la primera revista que encontraron a mano en la peluquería rural.
Entonces le llamaron Malcom Oliva. Según esa publicación, Malcom Oliva era un
individuo de un país lejano que, de paso por México, había muerto. Acababa de
morir. Nadie supo quién había sido. Solamente tomaron su nombre.
9
Clemencia le diría tiempo
después que sus padres nunca supieron, porque no sabían leer español, pero el
individuo de la revista que en vida se llamó Malcom Oliva era alguien que
estudiaba la Tierra....Algún día le contaré más detalles de la
reencarnación...Por lo pronto le adelantaré que si un niño nace y coincide con
alguien que muere...” “¡No, no, basta!” Pero ya Clemencia decía que para eso se
necesita que el que muere sea alguien que se haya despojado de la idea de la
posesión. Seguramente el Malcom Oliva que murió era uno de estos seres evolucionados... hay religiones que nacen con
el germen de la agresividad. Mi religión-dijo la muchacha Krisna- quiere
alejarse de todo ese tráfago. Se toma agua porque se tiene sed. No hay que
tener sed y no se necesitará el agua. Es un ejemplo simplificado. En nuestros
tiempos tiene un significado particular frente al frenesí del consumismo entre
los países del área occidental. La idea
del no desear, como la del ecologismo, que parte de San Francisco y se ha puesto
en boga de unas décadas para acá, resulta exótica en esta parte del
mundo. La producción industrial necesita venderse. El consumismo, deshecho y
miles de toneladas de basura al día, son
una misma cosa. Conseguir esas cosas, es lo que mete al individuo en una carrera
que acaba desquiciándolo en mayor o menor medida. Si se tiene esa mentalidad, y
el no poseer cosas, enviará al individuo
a la cárcel, al manicomio o al suicidio. En el menos peor de los casos entrará
la neurosis. Seis automóviles pero la familia fulana tiene diez. Carro último
modelo pero apenas a estas alturas del año el vecino ya consiguió el modelo del
año que viene. O solamente veinte trajes
y cincuenta camisas. Presidente de la república pero mejor líder de la región...La gente no se contenta
con una choza de madera en la ladera de una montaña o a la vuelta de un meandro
del ignoto río...El brahmanismo, religión de la India, de donde se desprende el
budismo, era la serie de las vidas sucesivas y sus muertes. Se reencarnaba
porque el espíritu al “meterse” o reencarnar en un nuevo cuerpo, estaba de
todas maneras expuesto a aumentarle
“cargas negativas” a su ya de por si pesado costal. Y todo seguía alargándose.
Se necesitaban más y más vidas para vaciar ese costal. No era raro que al
finalizar otra vez, el individuo hubiera aumentado su fardo en lugar de haberle
restado...Un día, el príncipe Siddhartha Gautama, allá por los años 563 al 483
antes de Cristo, se puso a meditar a la sombra de un árbol… Se trata de un trabajo solitario que llegará a la locura de la
individualización, dijo ya agarrando un ritmo
entusiasta sobe el tema. En el momento que alguien se interesara por la
suerte de otro individuo, o de una comunidad, se volvería a enganchar en la
cadena de los deseos...¿Recuerda la vida de Siddhartha? Es ilustrativa en ese sentido. Hasta su hijo
llega a ser un obstáculo para la liberación de las cosas del mundo. Sin embargo
sería un error considerar este individualismo liberador con el individualismo
egoísta y muchas veces depredador de que se han llenado los sistemas filosóficos
y algunas religiones del mundo occidental. No. El budismo no quiere algo. Busca
la nada. Porque sólo la nada carece de todo. Apagar la sed del anhelo...
¡Maldita bruja! Cómo se
llamará aquella mujer a la que se le había descompuesto el automóvil en la playa
“Brigitte Bardot”. ¿Por qué se me habrá ocurrido el nombre de Clemencia?
Los nacidos en Ome Tochtli
están destinados, por los dioses teotihuacanos, que habitan entre las estrellas y entre las
pirámides, cerca de San Juan, a ser grandes bebedores. “Son los que llegan
primero a las fiestas y los últimos en abandonar el lugar”, decía el
Tonalamatl. Ninguno de ellos llegaba a la ancianidad. Morían jóvenes por los
efectos del vino o, en los tiempos antiguos, apedreados por disposición de las
leyes. Al imperio de nada le servía esa clase de individuos. Borrachos
improductivos. Todo lo contrario, ponían el mal ejemplo, no producían para la
comunidad y el grupo tenía que darles de comer y tratar de curarlos en tanto
llegaba el tiempo de su muerte. Era mejor apurar su fin... Los teotihuacanos no
tenían cárceles de largo tiempo.
Kiva se apresuró a llevar al
niño con los viejos del grupo en el desierto. A petición de Kiva, los ancianos
modificaron el destino. Excepto uno de ellos. De propósito no murmuró la palabra
ritual. El resultado fue que seguiría con su destino de bebedor excepcional. De esta manera no
moriría por efecto del vino. Pero también tendría resistencia sobrehumana para ganar en cuanto
concurso de cerveza participara. Es decir, que frente al vino sería mitad humano y mitad depositario de un don
divino muy específico. Los Bukowski y los Fadanelli serían unos pobres pendejos tomando cerveza
junto a aquel Ome Tochtli. El candado era que no podría emborracharse dos veces
en un tiempo corto...
Un automóvil pasó a toda
velocidad por el bulevar, cerca de la estatua a Benito Juárez, le pareció que a
un metro arriba de su cabeza, en dirección al centro de la población. Pronto la
oscuridad volvió a tragárselo. Con el agua hasta la cintura, no supo más. Pero
no tenía miedo. La noche lo envolvía. También el agua lo envolvía... En el agua
había nacido... El bronce ennegrecido de Benito Juárez parecía sonreír. Tampoco
la Gualferina podría hacerle daño alguno. El sólo tenía un sueño pesado...
10
Me
dediqué a buscar a Cork por toda la isla. Fui a Manigua, a los astilleros y a
los bares. Al no encontrarlo en esos sitios supe que estaba metido en Punta Real. Tenía la solución de haber tomado
un vehículo y trasladarme hasta la casa de don Santos. Pero me detuve al pensar
que también pudo haberse dirigido al caserío de Polvoxal, en la laguna de
Paulau, que era un sitio donde él se sentía a gusto cada vez que veníamos de
vacaciones a esta parte de Campeche. Me instalé, pues, en un hotel del centro
de la población, cerca del mercado, y esperé a que apareciera. Seguramente participaba en alguna competencia. En tal
caso necesitaba tiempo. El llegaría.
No
volví a acordarme de El Pinar. Por las mañanas iba a correr a la playa de la
Laguna, cerca de Manigua. Cuando empezaba la tarde, después del baño, me metía
en un bar. Tomaba un par de cervezas y al atardecer caminaba dos o tres
kilómetros en la playa, frente al Golfo. Al llegar la noche leía un rato en la biblioteca
pública, cerca del templo. Regresaba al hotel. Cenaba en su restaurante y al
final de la jornada veía un poco de televisión. De un modo indefectible me
acordaba de Cork cuando se preguntaba “¿De qué le sirve esto a la gente? ¡La
cultura de la publicidad no tiene análisis, síntesis ni símbolos. Carece de
imperativos humanístico y de referencias filosóficas. En un país donde no se
leen libros, los medios tienen una enorme oportunidad para educar, sin
conducir, aparte de informar!”
Tres
días más tarde, de pronto, me acordé de las palabras que Suleima me había dicho
frente al hotel en el que se hospedaba el viejo marinero de la guerra de
España: “Es más fácil conservar un imperio, que conservar un matrimonio”.Hasta
ese momento aquello no me había dicho nada. Era soltero y carecía de significado para mí. Creo que ni siquiera
me había vuelto a acordar de la portentosa Suleima o Carmen o como se llamara
la mujer de El Pinar.
Cuando
tuve claridad de la intención que las palabras contenían, casi me paré de
pronto en la banqueta por donde caminaba. La mujer creía que yo era casado y
que había ido a El Pinar a divertirme. Como lo hacen algunos hombres que buscan
entretenimientos furtivos fuera del matrimonio. Pero, ¿por qué estaba tan
furiosa cuando me lo dijo? Aun recordaba su rostro descompuesto por la ira y la
intención refinada de sus hirientes palabras. Una profesional no le daría
importancia a esas cosas. Los solitarios del mundo es la materia donde fincan
sus fortunas las geishas profesionales. ¿Entonces, para qué tanto
alboroto?¿Cómo había ella elaborado tan rápido esa situación? Yo no pensaba,
para entonces, ni siquiera en los cuernos de la Luna. Ella, sin embargo, ¿ ya
imaginaba posibilidades..? Luego me llegó una reflexión que impactaría mi vida:
¿Aquella mujer se había interesado por mí?
¿Al rechazar su oferta de ir a tomar nieve pensó que me apresuraba a volver al
lecho conyugal?
Divertido y jugando, como empiezan las cosas
del amor, decidí buscarla. Después de todo, en cinco o seis días más mi amigo y
yo dejaríamos la isla. Regresaríamos a México. Agarraríamos las mochilas y el
piolet y nos largaríamos a las montañas nevadas por otra semana. Después yo
volvería al centro de América y él a la ciudad del gran valle.
Le encantaba la ciudad de México. “No creas a los que echan pestes contra esta
ciudad”, decía. “Si en realidad fuera un infierno no estaría viviendo en ella
la mayor concentración urbana que se puede encontrar en el planeta cuando
hablamos de las grandes ciudades. Bueno, después de Nueva York, Tokio y Sao
Paulo. Y aun cuando la ciudad de
encima fuera la cosa más horrible del
mundo, siempre subyace ahí nuestro valle metafísico. Aparte de eso, si vienes
del infierno helado de los veinte grados bajo cero o del infierno hirviente de
los cuarenta grados sobre cero, al salir del aeropuerto de la ciudad de México
te das cuenta que, ya nada más por su
clima, no tienes la menor duda que llegaste al paraíso. En el invierno basta un
suéter y en el estío una camiseta. Y siempre un sol de maravilla, como en
ninguna otra ciudad del planeta. Es un sol diseñado para México…
Aquel
episodio de la isla sería olvidado al fin. Años después puedo agregar unas
palabras a este pensamiento: “Así de inocentes somos los hombres en el juego de
la vida con las mujeres”.
Después del baño y de afeitarme, al regreso de
mi carrera en la playa, estaba listo. Miré al espejo. Me di unas palmadas en
ambas mejillas y, como Narciso frente a su
fiel estanque, me dije: “¿Qué más, Guillermo? Regresé al espejo. Miré
otra vez, pero ahora con más detenimiento. ¿Me había hablado a mi mismo en
segunda persona? ¿Entonces en mí existía una primera persona? ¡Sólo Sócrates
sabía!
Al
bajar las escaleras me felicité de haber escogido, en la Universidad, el área
de las ciencias exactas. De decidirme por el “área de enfrente”, de seguro que
a estas horas me encontraría metido en una maraña de reflexiones como las que
se me acababan de ocurrir frente al espejo. Aunque, a decir verdad, ese
fenómeno no es tan extraño a los
alpinistas. Cuando se va solo a las montañas se acaba por hablar consigo
mismo.
Cuando
cruzaba el vestíbulo me pregunté ¿cuál de esos dos personajes frente al espejo
tiene personalidad jurídica? ¡El que habla desde dentro es el autor
intelectual. ¡Pero el que ejecuta es el que va a ser calificado por la
sociedad! Aun así, el segundo es el que
tiene la sensualidad y obliga al primero a actuar en consecuencia ¡Vaya lío!
Dejé
instrucciones en la administración para que, en el caso que se presentara un
muchacho con el nombre de Malcom Oliva, le entregaran las llaves de mi
habitación. Habíamos acordado por Internet, dos semanas atrás, que el que
llegara primero a la isla (yo venía del centro de América y el de la ciudad de
México) se alojaría en el mejor hotel cerca de la plaza principal de la
población. Cuando llegara el otro le sería fácil encontrarlo. Desde luego yo
sabía que Cork, saliendo del aeropuerto de la isla, viajaba directo y sin
escalas hasta Punta Real. Podía regresar a la Ciudad del Carmen ese mismo día o
a la semana siguiente. De esa suerte ni siquiera me molesté en buscarlo. Me
instalé en el hotel y ahora yo, que había llegado después, era el que tenía que
esperar a que apareciera.
En
la banqueta llena de sol caminé hacia la esquina. Se dejaban sentir todavía treinta grados de calor en la isla. La casa de
Suleima estaría a unas cinco calles. Era cosa de doblar hacia el este. Llegaría
en menos de quince minutos. Pero en tanto llegaba a la esquina, me hice esta
reflexión: ¿Será posible que una geisha mexicana haya leído a Poquelin? ¡Bah,
debe ser pose intelectual! ¿Pero pudo
decir de memoria algo que está perdido
materialmente en la basta producción de este autor? Ahora bien: ¿Cuanto conozco en realidad de Poquelin?...¿Qué importa que
yo conozca de Poquelin, lo que interesa es ella? ¡Si, tienes razón
Guillermo!... ¿Otra vez la primera persona hablándole a la segunda? ¡Pero si lo
que interesa es ella, por eso mismo debo conocer de Poquelin! ¡Qué lío! No
sabía qué hacer. Ir directamente al grano, o...
Parado
en la esquina, me acordé de Kierkegaard. Había que ser seductor de categoría,
me dije. Ahora sí en primera persona. Para eso, era necesario aceptar que no
sabía mucho de Poquelin. Entonces, en lugar de ir hacia la derecha, encaminé
mis pasos para el otro lado de la plaza principal.
Al
entrar en la biblioteca, un atento empleado me salió al paso antes que pudiera
yo llegar al mueble de las fichas bibliográficas.
-
¿Desea consultar algo en especial?- me
preguntó en tanto miraba el pequeño escudo de la Facultad de Ingeniería que
llevaba en la solapa de mi chamarra. Hizo un ademán para indicarme el lugar en
el que se encontraban las publicaciones relativas al petróleo.
-
Sí- dije-. Necesito consultar algo, pero no del petróleo.
Desconcertado,
abrió mucho los ojos. Preguntó:
-
Usted dirá.
-
De Moliere...
Abrió
más los ojos. Se apresuró a extraer de un estante un grueso volumen lujosamente
empastado en piel color café con letras de oro.
-
Es el primer tomo de sus obras completas...
-
¿El primer tomo de sus obras
completas?- repetí-. ¿Ese desgraciado no tenía qué hacer? ¡Por lo visto, se la
pasaba escribiendo!
-
Escribía- dijo desconcertado el
bibliotecario que volvía a ver hacia el pequeño escudo de mi solapa-. Después
actuaba lo que escribía. Al igual que Shakespeare.
Comprendí
mi absurda actitud.
-Perdón-
dije a mi vez. Para redondear mis disculpas me encontré dándole una breve
explicación: -.La biblioteca que conozco es la de mi Facultad en la
Universidad. Esta es la segunda biblioteca que visito en mi vida. Espero que este volumen tenga la biografía de
Poquelin.
-
Seguro- me dijo comprensivo aquel hombre-. Me indicó una mesa situada en un
lugar bien iluminado-. Al retirarse me dio un golpecito de afecto en el hombro,
al tiempo que decía:
-Espero
que disfrute a ese desgraciado...
A
la mañana siguiente tocaba a la puerta de su casa. Al hacerme la invitación que fuéramos a
tomar nieve, aquella mañana que salimos
de El Pinar, me había dicho: “Vivo cerca, apenas a cuatro calles. Tuvo el
cuidado de entrar en detalles del domicilio: una puerta de madera pintada de
azul pálido. La fachada de la casa, en el bulevar, era de color blanco.
Barandal de reja color rosa, apenas un metro de alto. Eso impedía el paso a los
animales de la calle: “En realidad la puerta exterior permanece abierta, como
se acostumbra en los lugares de clima caluroso de México”, había dicho.
Un poco antes de llegar a su casa me había
detenido por un momento. Algo se me vino a la mente. Schopenhauer y Maugham. “Las mujeres no dan nada si antes no reciben
algo...” “Cuesta mucho trabajo quitárselas de encima una vez que han sido
conquistadas...” Ese recuerdo fue el que me electrizó en aquel momento. ¿Qué
puedo dar a esta mujer? ¿Por qué querría quitármela de encima? Mí empedernida
soltería se preguntaba: ¿como puede manejarse esto? Otra vez Kierkegaard. Su
recuerdo me venía como una sentencia: “un varón no es cruel como lo puede ser
una mujer. Para constatar lo anterior hay que revisar las mitologías. Su
naturaleza tiene una crueldad que no conoce límites...Medea y las tremendas
mujeres de la tragedia griega, de los tiempos antiguos, casi me pusieron los
pelos de punta. ¡Mi madre dejándome detrás de aquellas espantosas rejas de
hierro el primer día de guardería cuando apenas acababa de nacer! En México hay
un danzón muy famoso que se llama
“Olga”. Su letra decía de una mujer que había asesinado al marido y lo
había preparado en tamales que vendía en el mercado. Correspondía a un hecho
real sacado de la nota roja de uno de los diarios de circulación nacional. ¿Esas potencialidades podrán brotar de las
criaturas como Carmen? ¿Cuáles
son las mujeres buenas y cuáles las malas? ¿Cómo se les conoce? ¿ ?Nacen o se
hacen o las hacemos?
Toqué el timbre. Desde
la calle se podía ver parte del interior de la construcción. Era un amplio
patio cuadrado lleno de jardineras y macetas. Había abundantes flores
amarillas, blancas, azules y rojas. Como
las pinturas de Philips Bragan, pensé, que tanto me gustan. Una
verdadera fiesta de colores. Aquel clima, la humedad y el sol intenso, se reflejaba en el pequeño jardín. Tal cosa
sucedía por lo menos trescientos sesenta
días al año en la isla. Los otros cinco días es cuando llega el tsunami. Esta
fiesta de colores, que se reproducía en cada casa de la población, influía
mucho sobre el carácter de la gente de la isla. Ya he dicho que era alegre.
Al ver el jardín,
cualquiera podía conceder que se trataba
de un cuadro natural y de exuberante hermosura. ¿Qué de raro tiene, entonces,
que esta tierra “produzca” mujeres como Suleima?
-
Sólo el Tlalocan - diría Suleima más tarde, ese mismo día. Con esta concisa expresión sabía que me ataba
a su existencia.” ¡En la guerra y en el amor
todo se vale!” Mucho antes que sucedieran cosas con nuestra amistad,
ella sabía que había ganado de antemano la partida. En El Pinar escuchó algunas
expresiones mías de la cultura mesoamericana y se había hecho una idea de cómo
pudiera ser mi manera de pensar. Todavía teníamos que escribir una historia de nuestra relación, pero el
elemento inmensurable ya estaba puesto por delante. Entendía el juego que
cuando los hombres estamos satisfechos de verles las piernas y agarrarles las
nalgas, empezamos a buscar en las mujeres algo que pueda trascender esa
relación. Esto nada más puede encontrarse en la filosofía o en la religión.
Roma cayó frente a las mujeres que seguían a Cristo, no precisamente frente a
las hordas de los bárbaros. Nerón no
pudo entender esto en medio de sus pleitos con los senadores ni estos porque
estaban ocupados promoviendo
asesinatos. Constantino sí lo
comprendió, cabalmente, trescientos años más tarde.
Fue
ella quien salió. De manera que, así de pronto, sin preámbulos, quedamos frente
uno del otro. Eran las primeras horas de la mañana. Suleima iba como una mujer
completamente hogareña. El pelo aplastado, recogido por detrás sin pretensiones
de peinado alguno. Más tarde le confesaría que esa manera de acomodarse el pelo
dejaba ver la hermosura de su rostro. Desde luego me pareció que era un estilo
de mujer franca y de ademanes valientes. Aun andaba en zapatillas bajas de casa
para evitar la incomodidad del calor. El amplio vestido color amarillo, que le
caía hasta los tobillos, no podía ocultar…No puedo explicármelo pero, desde ese
momento, jamás volví a dirigirme a ella como
“Suleima”.
La
sorpresa fue grande al mirarnos. Como cuando se ha pensado de manera
persistente en alguien, pero del que se ha perdido la esperanza de volver a
encontrar. Y ahora, estábamos ahí, parados. Yo con la mano estirada, para
saludarla, y proyectando una leve (y estoy seguro que tonta) sonrisa. Desde
luego me di cuenta que le inspiraba confianza y que el enojo de la otra mañana
había sido olvidado. Corrió hacia mí.
Hizo caso omiso de la formalidad de sujetar mi mano para saludarme. Me envolvió suavemente con sus brazos y, al
apoyar su rostro en mi hombro, dijo con voz queda:
-
Gracias por haber venido-. Lo dijo con tanta ternura que confirmé mi intención
de jamás volver a llamarla “Suleima”.
Estaba seguro que al momento de decir esto, tenía los ojos entrecerrados. Después,
retirándose un poco, me miró fijamente a la cara. En silencio. En un silencio
muy especial. Ese silencio que, como dice Eugenia León en una de sus canciones,
fue capaz de conquistar a los orangutanes. Lo que hubiera preguntado o
pronunciado no habría sido más directo que aquella mirada sostenida. Era una
tremenda pregunta dicha en silencio. Pero como yo también permaneciera sin
pronunciar palabra, luego de un rato inquirió, en tanto veía hacia mi mano
izquierda:
-
¿Y su reloj?
No
entendí la intención de la pregunta.
-
¿Mi reloj? Bueno, aquí está.
Por
lo visto no contaba yo con la suficiente malicia. Tuvo que ir más directamente:
-
¿Qué le dice?
-
Me dice qué hora es. Las once y cuarto de la mañana. La brújula apunta hacia el
norte, en esa dirección. También informa que no hay peligro de tormenta en las
próximas horas y que estamos a cinco metros sobre el nivel del mar.
-
¿No le dice lo que usted se propone hacer en las siguientes dos horas?
-
Sí. Me lo dice con toda exactitud.
-
¿Puedo saber qué es?
-
Por supuesto. Si usted acepta…
-
¿Sí?
-
Se encontraría estrechamente involucrada con lo que pienso hacer.
No
pudo reprimir aquel impulso. Estaba abrazándome
de nuevo. Dijo:
-
Guillermo… Gracias por haber venido...
Iba
a invitarme a pasar al jardín cuando se
separó, con una seria mueca en el
rostro. Me confesaría más tarde que, de pronto,
se le ocurrió que mi visita no
correspondería a un deseo de verla. ¿Tal vez preguntar por el marinero de la
guerra de España? Otra vez me miró. Parecía cansada. Todo un castillo, que
había crecido súbitamente en su alma, podría desaparecer en un segundo,
dependiendo de lo que yo dijera.
-
Vengo a invitarla a que vayamos a ver
una exposición de pintura. Está en la Casa de la Cultura. Por lo que he podido
averiguar, se encuentra en el centro de la población. Usted debe saber...
Pareció
quedar aturdida. Me tomó de la mano. Me condujo por el corredor tibio de piso
rojo y deslumbrante de limpio. Llegamos hasta una especie de recibidor,
colocado en el mismo pasillo, frente al jardín.
-
¿Viene a invitarme a que vayamos a ver una exposición de pintura?- me preguntó
mirando un poco de manera oblicua.
-
Precisamente…Desde luego, si tiene algún compromiso, lo entenderé. Yo tuve la
culpa por presentarme así, de improviso. Quizá haya otra oportunidad. La
ocasión pasada me pareció, no podría decirle por qué, que le gusta la pintura.
Otro
impulso, de esos que no se programan, le hizo poner ambas manos en mis hombros
para impedir que me levantara del sillón de mimbre en el que ya estaba sentado.
Había iniciado el movimiento de ponerme de pie con la idea de marcharme.
Después de todo, el encanto de haberla vista y hablado pronto pasaría. Hasta
ahí casi no había historia entre los dos. Algunos minutos más tarde caminaría
por el bulevar. Tres calles más allá yo estaría
pensando ya en otra cosa. Carmen había dicho que el mundo está lleno de
mujeres y hombres solteros que andan buscando pareja. No era necesario, entonces, amargarse la existencia si algo no salía como
habíamos pensado. O si algo ya hecho, se venía abajo.
-
¡No, por favor! - escuché que casi gritaba al tiempo que parecía dar a entender
que, en el amor, solamente los pendejos no saben comprender el momento en que no se puede ser
soberbio -. ¡Por supuesto que quiero ir. Acepto. Me encanta la pintura.
Solamente que…Me ha tomado por sorpresa…No esperaba que…Permítame ordenar que
le traigan una bebida. Descanse en tanto me arreglo… Mi madre y mi hermana acaban
de salir, fueron de compras…En seguida ordenaré que le sirvan algo de tomar…Qué
prefiere, ¿whisky, brandy, ron, vodka, cerveza?
-
Agua.
-
¿Agua? ¿Con qué?
-
Agua simple.
Miró
hacia mi reloj. Fue cuando comprendí la
intención.
-
Por ahora mi interés es puramente cultural…- dije -. Por cierto, no entiendo
eso de que se va a arreglar. Se encuentra…
-
¿Si?-No contesté y fijé mi vista en un punto incierto del jardín. - Si
prefiere, puede observar de cerca aquella planta cercana a la fuente. Le
aseguro que es interesante. Más de lo que parece. En dos segundos estoy de
regreso.
11
Estaba
demasiado lejos y no pude encontrar algo que mereciera fijarse en la planta que
me había señalado. Caminé por el corredor en tanto ella regresaba. A paso lento
fui por la orilla del jardín. Estaba seguro que, fuera como fuera Carmen, en
eso de salir pronto de seguro no sería
distinta a las demás mujeres... En un nicho estaba la figura de barro de
Huehueteotl (copia fiel de la interpretación huasteco - totonaco del dios
tutelar de Cuicuilco). Lo iluminaba lateralmente una luz roja tenue. La pared
amplia del fondo, cubierta totalmente de libros, hacia la biblioteca más grande
que jamás rey alguno de la Europa medieval pudo imaginar antes y mucho tiempo
después de Juan Gensfleisch. Era una especie de cuarto de estudio. Sobre una
mesa firme de madera había una computadora con la pantalla levantada. En un
lado varias hojas esparcidas sobre las que se había impreso un texto
recientemente, y dejadas ahí como para que se secara la tinta. En el fondo, en
un hueco del librero, una máquina de escribir portátil Remington. Daba la impresión
que era una herramienta venerable sobre la que en otros tiempos se había
escrito mucho y ahora permanecía guardada como una valiosa pieza de museo. El nicho empotrado en el librero despedía una
delgada columna de humo de copal quemado que perfumaba la estancia. A la
izquierda la puerta blanca sostenía un
enorme cartel de Jim Morrison con sus lentes oscuros ovalados, como los que
usaban los agentes judiciales de ese tiempo en México y los del tránsito
motorizado. Sus dientes amarillos de sarro, pelo largo y camisa de mezclilla,
parecía mirar el dibujo de Quetzalcoatl con cuatro aves en sus esquinas
mostrando los equinoccios. O quizá Morrison mirara el gran cuadro de Monte
Cervino. Es decir Matterhorn, pues su gran arista nevada noreste se veía desde
el “Espejo”. Extraño que en un lugar tropical se tenga la imagen de esta
montaña nevada. Antes una fotografía tamaño carta de Xipe Totec mostrando su
perfecto traje de piel humana, puesta su superficie irregular de grasa hacia el
exterior. La figura de una virgen del mundo cristiano ortodoxo, semioculta por
una rama bendita, había sido dejada ahí por la madre de Carmen, que era devota
de la Virgen del Perpetuo Socorro. Más allá Discos de Cri Cri que conservaba de
su niñez y otro de Los Toreros Muertos, grabado al cumplir el grupo español los
treinta años de éxitos. En la esquina noreste un bastidor con tela, casi del
tamaño de la pared, pintarrajeada de vivos colores mediante el simple recurso
de dar brochazos en todas direcciones. Le había puesto en una esquina superior,
de manera informal, “El regreso de Zaratustra". Se trataba en realidad de
una especie de catarsis. Había ocasiones que se sentía bien agarrando la brocha
y trazar una línea en cualquier
dirección que se le ocurriera. Sin embargo no era raro, me diría más
tarde, que fuera elogiada la tela de ese bastidor como una obra de arte,
“cargada de una fuerza espiritual ya casi desconocida en nuestros días”. Sobre
el gran sillón de madera, estilo colonial de color oscuro, a lo Rembrandt, un
suplemento cultural de cierto diario de la capital. Anunciaba, en su primera
página, El Arte en Fuga. Según decía Pitol, era el libro de mayor éxito de su
vida.
A la tercera
vuelta por el corredor tomé un
trago de agua de la botella que se encontraba sobre una pequeña mesa. Unas
notas de jazz salían del corredor. Pude identificar a Ellington y luego de
varias piezas de músicos desconocidos para mí volvía Charlie Parker. Era una
“memoria” conectada a la computadora que contenía sobre todo piezas de Charlie Parker. Un
mapamundi esférico. Recordé el disparate que en cierta ocasión le oyera a Cork:
la gente debería hacer sus países siguiendo los paralelos. La república del
paralelo 17,02, la república del paralelo 24,50. Viviría de acuerdo a una
situación concreta respecto al Ecuador y también con relación a su altitud
sobre el nivel del mar en muchos casos. Realizarían congresos mundiales los de
las repúblicas de un mismo paralelo. Verían que sus problemas serían semejantes
y la solución encontrada por unos seguramente serviría a los otros. Los de
Sonora se entenderían con los árabes, los veracruzanos con los africanos de
Mauritania, la India, Birmania y Viet Nam. ¿Acaso no corren los mismos vientos
por los mismos paralelos? Se enseñarían a cuidar sus ambientes. Se les
facilitaría pues no serían muchos ambientes distintos. O al menos no tan
distinto. Como ahora. Bien distribuidos los espacios horizontales les tocaría
mar a todos los países. La explotación de sus recursos marinos sería equitativa
y los países muy encerrados en los continentes tendrían acceso a los mares
abiertos. En fin que había que tener imaginación. Como estamos viviendo, por
meridianos, resulta que provincias de un mismo país son selváticas y otras
desérticas. Unas viven a nivel del mar y otras cerca de las nubes. Los
meridianos serían, eso sí, por su diversidad “vertical”, corredores para el
turismo. Para la investigación antropológica,
la filosofía, la agricultura, la
geología... ¡Qué idea tan loca! Me dije. Al siguiente trago de agua tuve que
confesar que aun a Platón, Campanella y a Orwell, les había faltado
imaginación.
Para
el quinto trago volví a acordarme de Cork. Aseguraba que antes era un tesoro
encontrar un libro para leer pero que ahora es un tesoro encontrar gente a la
que le guste leer. Primero apareció la televisión y luego la telefonía celular.
Agregaba que la generación del primer tercio del siglo veinte en México (lo había leído) contaba con la radio, a la que solamente se
escuchaba, y había que echar a andar todo un mecanismo mental para imaginar lo
que le estaban diciendo desde el transmisor...Se resistió a creer que la
tecnología fuera la culpable. Recordó algo que decía su abuelo: “El que va a
leer va a leer y el no va a leer no va a leer, ya nació así por más libros o
cacharros que le echen encima”.
¿Dónde
se encontrará Cork? ¿Andaría por allí,
sólo? ¿Estaría cruzando a nado la laguna de Paulau? ¿Se encontraría dando cima
al esfuerzo de acabar con un barril de cerveza en Polvoxal?.
Mientras
esperaba, de vuelta en el sillón de mimbre, observé una pequeña cortina de
bambú colgada en la pared color rosa. La japonesa con su kimono, y un abanico
de flores blancas, estaba sentada sobre una roca de tal manera que resultaba de
una sensualidad enorme. El contraste que me llamó la atención fue el retrato de
Hegel y más allá una cruz de madera que debía tener por lo menos un siglo. Nihilismo sin pies ni cabeza que es ese eterno
desorden del raciocinio con lo metafísico. ¿O es el necesario equilibrio?
Racionalistas hablando en todo momento de Dios. Teólogos buscando a través del
pensamiento lógico la presencia divina y
la meta de esta dialéctica sin fin. Los protestantes especializados en arquitectura católica y jesuitas
estudiando en microscopio a...
Todo ese enredo en aquellas figuras de la pared interior de la casa,
frente al huerto. Desde luego me di
cuenta que, en aquel lugar, flotaba la existencia de una vida de calidad.
La
vi salir, al fondo del corredor, veinte
minutos más tarde. Avanzaba hacia mí, sonriendo. Me dije que, verdaderamente,
Carmen era una mujer atractiva. Vestido color rojo, de tela ligera que se
ajustaba a su anatomía, delgados tirantes del mismo color que dejaban
descubiertos los hombros y parte de la espalda. La falda, un poco más arriba de
las rodillas, zapatos blancos de tacón y una enorme rosa roja que había tomado
al pasar por la jardinera y puesta en la parte derecha de su corta cabellera.
Se
paró junto a mí, que permanecía sentado. Buscaba en mi mirada una señal que le
indicara si la manera en que se había vestido era de mi agrado. Percibí en ella
un perfume que tenía como principal sustancia el almizcle, el componente que
despiden las flores para propiciar el apareamiento. Aquella planta que me había
indicado que se encontraba al fondo del huerto poseía ese secreto. Era obvio
que acaba de sentir tal cambio en
mi cuerpo.
¡Vamos!-
dije en tanto me ponía de pie -. ¡Estoy
seguro que toda la población nos mirará!.. ¡Ah, ¿Por qué Hegel junto a la cruz?
-
¿Por qué no? ¡Mundos perfectos que se derrumban y vidas quebradas que se
reconstruyen...
A
la pasada estiró la mano hacia un nicho en señal de saludo.
-Es
la diosa madre primordial de los mexicanos-, dijo. Guardó silencio, esperando
que yo hablara. De propósito le di la vuelta al asunto.
-Coatlicue.
-No.
Coyolxauhqui.
-No.
-Tonantzin.
-No.
-No
sé.
-Sí
lo sabe porque me dijo los diferentes nombres de la misma diosa.
Llevé la situación hasta el límite:
-Dígamelo.
-Chicome…Usted
dígalo completo.
-Chicomecoatl.
Cuando
íbamos por el corredor, hacia la puerta de la calle, me tomó la mano y empezó a
hablar con una seguridad que me sorprendió:
-El
Pinar es un mundo que se destruye sin remedio porque no acepta que puede haber
salvación. Ha perdido la fe y sigue esperando a un Salvador, que quizá nunca
llegue ya. Sinceramente creo que la cruz es la antítesis que funciona para
algunos habitantes de El Pinar. Un mundo destruido que ha tocado fondo y que
desde ahí empieza su reconstrucción. La Magdalena, San Agustín, San Francisco,
Bill W. y muchos más son una prueba de ello.
Al
recorrer el pasillo, de regreso hacia la puerta de salida, volví a ver que en
la amplia sala interior dos paredes estaban ocupadas, de arriba hasta el piso,
por estantes repletos de libros.”Dios es del tamaño y diversidad que tenga tu
biblioteca”, recordé que gustaba Cork decir.
-La
mayoría de esos libros son novelas-dijo al captar mi mirada.
-Me
gusta la historia-dijo y agregó:- -Si quiere encontrar una buena historia, lea
novelas, no lea libros de historia…
Con el tiempo me enteré que esa mañana había
entablado relación con una mujer que tenía la figura de una modelo de revista y que leía, desde su
infancia, por lo menos treinta libros al año. Fue cuando pensé para mis adentros:
”Que me corten el escroto si alguna vez la pierdo de vista”.
-
¡Pero…!- la escuché decir.
-
¿Pero qué?
Sabía
que una parte de la humanidad se la pasa ocultando sus encantos y otra parte
inventando encantos que no tiene. Ella iba a decir algo. Algo que surgía de la
noche…De El Pinar…Como si las sombras y el
sol deslumbrante no pudieran convivir. Como si Hegel y la cruz fueran, en
efecto, separados por un abismo insalvable. Le di un ligero tirón de la mano en
dirección de la calle.
-¡Vamos!-casi
grité.
-
¡Gracias Guillermo Steenberghen López -. Luego levantó resueltamente la cara y
exclamó radiante:- ¿Vamos!
-
¿De dónde conoce mis apellidos?
-
Cuando fuimos a dejar a Alejandro Bautista Jiménez a su hotel. Usted sacó su
tarjeta para pagar el hospedaje y la comida del marinero...
-
¡Vaya, que observadora. Bueno, vamos!
-
Es parte de mi trabajo-dijo y no entendí a que se refería. Le iba a preguntar
pero escuché que decía con tono resuelto:-¡Vamos!
Se
detuvo para preguntarme:
-
Si es preciso puedo ponerme un vestido de otro color…Menos…
-
¿De ninguna manera!- dije riéndome -.¡Ya
quisieran los hombres del mundo caminar junto a una mujer tan hermosa!
Fue
la última vez que titubeó y en adelante fue abierta y decididamente como ella era. Y a mí me gustó como ella es.
Salimos
a la luz deslumbrante de la calle, en el momento que ella decía:
-
! Vaya, al fin me ha dicho algo bonito!
Dos
muchachas guapas, vestidas con un severo traje corte inglés, repartían volantes
a la entrada de un templo católico. Esperaban a que saliera la gente después de
la celebración de la misa y empezaban su labor de obsequiar propaganda. La
invitación decía que la relación del humano con Dios es personal: “¡Apártate de
la multitud pues te lleva al pecado!”
-
De ese enfoque se beneficia una
situación política-dije.
-
¿Lo cree?
Entonces
le conté que el invierno pasado había conocido a Jaime González Sosa, en Xico,
una pequeña población frente al Pacífico, en la Costa Chica de Guerrero. Me
dijo que se había sacado a Dios de esos parajes. Que ya no existía la alegría y
la esperanza de una vida simbólica. Que el hombre se había hecho cargo del
sentido de la Tierra. Se creyó que los valores de la sociedad eran obsoletos y
empezó la destrucción del antiguo orden para dar paso a una etapa superior. Lo
primero que se hizo fue quemar el templo y se mató al sacerdote. Luego se cerró
la escuela y el maestro alcanzó a salvar la vida escapando de noche. La pequeña
biblioteca también se cerró y en su lugar se abrieron más cantinas. Por esos
días fue cuando encontré a Jaime en la laguna de Chacagua. Este joven había ido
a hacer su servicio social de medicina. Tenía tres semanas viviendo en una
hamaca amarrada de los postes de una palapa descubierta, a sólo cien metros de
la playa, al otro lado del río, donde está el faro guardacostas. Permaneció en
Xico tres meses. Luego tuvo que salir corriendo también. Los pistoleros del
hombre fuerte lo seguían de cerca disparándole balazos. Aun así había logrado
todo un récord. Los anteriores médicos y pasantes nada más habían podido
permanecer quince días.
Era
una pequeña comunidad que llegó a creer que la salud mental de la población es
una cuestión abstracta. Que para nada necesita la moral. Así fue como se
encaminó hacia la práctica de la agresión y a la muerte. No entendieron que la realidad
virtual de algunos canales televisivos (con su tremenda carga de violencia
hasta en la programación para niños)
entraba hasta el corazón de sus hogares. No supo cuándo su sistema de valores,
de por sí endeble, empezó a cambiar. En
adelante en Xico lo normal ya no fue buscar lo sano. Era una sociedad que carecía de una
visión del futuro con sistema de valores que regularan su presente. Como no
tenían esa visión dejaron todo en manos del hombre fuerte. Después el alcohol y
las drogas acabaron colapsando ese lugar. No alcanzaron a descifrar que la
moral es lo que está al servicio de la vida, de la sociedad y del individuo. El
que se narcotizaba más, y disponía de la mejor arma, era el que tenía asegurado
poder cometer los crímenes más atroces. Aterrorizar a los demás sin tener que
perder el tiempo y agresividad frente a los anteriores valores de la sociedad.“
Ese pueblo se acabó - decía el médico -.Ya nada más hay muertos. El hombre fuerte
y su pandilla. Ellos son los que dominan la tierra. Acabarán disputándose el
liderazgo entre sí…Cuando matamos a Dios no calculamos lo que va a venir después.
“¿Qué vas a hacer?”, le había
preguntado. “¡Tomar cerveza! Por mi Xico y lo que queda de él se puede ir al
mismo Diablo. La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México me envió a hacer el
servicio social a un lugar donde, para esta fechas, ya no hay sociedad”.
Algún
tiempo después Carmen me contaría que, en los días siguientes a nuestro
encuentro en El Pinar, había pensado mucho en aquella mañana parados en la
banqueta de Ciudad del Carmen, con el
sol rojo bañándonos los rostros. Se sentía como una Magdalena repudiada
cuando yo, mirando mi reloj había dicho que ya no era mi tiempo hedonístico y
que tenía que ir a correr a la playa. Su sentimiento de humillación
verdaderamente había sido grande. Hasta se había parado frente al espejo,
cuando llegó a su casa: “¿Mi aspecto general, los senos, mis nalgas, mi
expresión? ¿Qué, por qué no había aceptado mi invitación?” Ahora, caminando por
la calle, casi se echa a reír y dice
-
¡Qué tonta! ¿Cuántas cosas he pensado desde aquel día? Bueno, usted solamente
quería ir a correr a la playa!...
Por lo visto se sentía obligada a expresar
cualquier cosa para que me percatara que se encontraba contenta a mi lado:
-
El cine de la localidad exhibe “Atrapado por su pasado”, con Al Pacino, Sean
Peen y Penélope Ann Miller, de Brian de Palma, de 1993. Habla de un jefe de la
droga que acaba de salir de prisión y busca regenerarse aun en contra del
parecer de sus ex amigos mafiosos que
apuestan a que no podrá lograrlo. Fue un éxito de taquilla mundial y su mayor
logro monetario lo tuvo en Tokio, Japón…Hace tiempo que no se proyectan en esta
sala películas nacionales. La última había sido “Simbad el mareado”, una película de 1950, de Gilberto Martínez
Solares, actuada por Germán Valdés Tin Tan, Marcelo Chávez, Telma Ferriño, Juan
García, Vitola y Tun Tun. Son las peripecias de Tin Tan en el paraíso playero
de Acapulco...Se ven pocas películas europeas.
12
En
esta sala de cine todavía se exhibían tres películas por función. La otra era La supremacía Bourne.
-Todo
se desprende de la filosofía-oí decir a Carmen-.Schopenhauer dice que el hombre
es como es y no podrá ser de diferente manera,
como no puede cambiar las forma de sus orejas. En Shane, la película de los años cincuentas del siglo pasado, Alan
Ladd, el pistolero más rápido del oeste, que inútilmente intentó cambiar su vida por la de un
individuo pacífico, le dijo al niño Joe, al salir de la cantina donde había sosteniendo
un duelo con los hombres malos del pueblo, y después de haber acabado con
ellos: “El hombre es como es”. En el
film La supremacía Bourne, del 2004,
el viejo ejecutivo de la CIA le dice a Jason Bourne, agente especial, cuando
éste quiere retirarse de la Agencia: “Tú te hiciste como eres”.
Fue
la primera ocasión en que Carmen me “jalara” manifiestamente hacia el terreno de la cultura. Miles de
relatos de aquel tipo le escucharía toda la vida. Por eso cada día que
pasáramos juntos tendría su calidad. Yo podía permanecer viviendo con ella en
las cosas comunes de la vida. Vegetando en la más pura y mediocre rutina. O en
los incomparables encuentros de nuestros cuerpos debajo de las sábanas. Pero
ella no olvidaba su relato. Siempre recordaba algo que había escuchado por ahí,
en algún lado: “Los griegos nos ayudan a pasar el día”. Necesitaba de la cultura
como del oxigeno para sus pulmones.
En
su plática Carmen había mencionado dos palabras y eran intuición y percepción.
Son términos que usamos desde niños pero ahora, me parecía que yo necesitaba
tener más precisión de ello. ¿Era lo mismo percepción que intuición o cuál era
la diferencia?
-¿Le
gusta el cine o si prefiere cambiamos de tema. Noto algo de prevención al
respecto de su parte?
-Recuerdo
aquella película estadounidense ¡Sabes
quién viene a cenar esta noche?
-La
vi. La dirige Stanley Kramer y es de 1967.Spencer Tracy, Katherine Hepburn y
Sídney Poitier. Plantea el amor entre una muchacha blanca y un joven negro y el
impacto que eso provoca en la sociedad. Es el viejo y siempre presente tema del
mestizaje. Para la película es sólo el subtema. Lo principal es la idea operante de la humanidad. Cómo hay gente que se la pasa diciendo una cosa y actúa en
contrario. Al estilo de algunos políticos en campaña que prometen sacar de la pobreza a la gente y
cuando salen, de su ejercicio público, se les busca por haber cometido grandes
fraudes al erario con lo que dejaron más
en la miseria al pueblo. En la película
el viejo Spencer Tracy es dueño
de un diario muy influyente y al menos
treinta años se la pasó escribiendo y publicando de las ideas liberales, igualdad entre los
humanos y todas esas lindas cosas. Pero cuando vio trasponer la puerta de su
casa al negro, novio de su hija blanca, al que no conocía, todo su mundo
filosófico se le vino encima hasta casi
aplastarlo…Después he ido observando como la industria cinematográfica, en su gran mayoría, poco crea y si produce los
temas de sexo con increíble gritos
orgásmicos, balazos a granel y series de situaciones lúdicas con risas grabadas. Es muy lento el desarrollo de las escenas
del cine europeo- dijo y agregó:- Tan
lento que da la oportunidad de analizar lo que se está presenciando. En cambio
el cine norteamericano va tan rápido que no permite pensar. Sin más hay que
guardar su mensaje... Oh, Guillermo, habiendo tantas cosas importantes, cómo se
me ocurrió decir esto...
-
Supongo que así es cuando se sale por primera vez con alguien. No se sabe qué
es o cómo es el otro. ¿Qué le interesa, qué cosas o cuestiones le desagradan?
Cuida uno las palabras y hasta la manera de caminar o sentarse. Falta
naturalidad y confianza para hablar. Créame,
me parecen interesantes los temas que ha tocado.
Visiblemente
calmada, Carmen empezó a ser más natural. Lo natural en ella era complicado
para los demás. Al menos para mi:
-Percibí
su malestar, frente al asunto de la historia, cuando Alejandro Bautista Jiménez
empezó a contar de la guerra de España...Coincido con usted, aunque es
necesario aceptar que la cuestión resulta
sutil...Si no se pueden entender los símbolos de los documentos
consultados, ¿cómo puede alguien aproximarse siquiera a la verdad histórica? El
dato plasmado en la publicación corresponde algunas veces a intereses
utilitarios. La acción fue precedida de una propaganda de preparación y será
coronada con otra propaganda de justificación. Es decir que ya tenemos una
montaña de información artificialmente preparada para los historiadores.
-Eso
creo. Si el historiador no trasciende este mecanismo logístico sería mejor que
se dedicara a hacer la crónica de un partido de fútbol. Es decir, relatar lo obvio
sin preocuparse de los intereses que los dueños de los equipos antagónicos
pudieron haber tenido...La historia es una serie de abstracciones.
-¡De
abstracciones?
-Sería
mejor decir de porcentajes. El
historiador dispone de cien notas de un bando y cien del otro bando y
pone cinco de un bando y cien del otro ¿a eso se le puede llamar dialéctica?
Recuerdo algo que dice mi amigo Cork tratando del tema de historia: “Diremos lo
que nos hicieron, no lo que hicimos”.
-¿Cork
se llama su amigo?
-Así
lo conocen en los concursos de bebedores profesionales de cerveza. Por cierto
que debo buscarlo más tarde. Se lo presentaré, le va a encantar.
-¿A
qué se dedica?
-Se
dedica a eso de estudiar la Tierra pero se la pasa en los concursos de cerveza. Gana más en los concursos
que con la más alta categoría tabular de
académico en la Universidad.
-Sin
embargo, la historia ofrece siempre una última oportunidad a estos
historiadores desapercibidos para poder encontrar la verdad histórica. Si no
pueden encontrar dónde comenzaron los acontecimientos en estudio, queda el
recurso de intentarlo mediante una acción a la que los estadounidenses le dice backing time. Es decir, partir del
efecto hacia la causa. Cualquier historiador acucioso puede conocer los hechos
en cuestión y observar los tiempos del devenir. Recuerde que el devenir es hacia atrás como hacia
adelante, infinitamente, sin principio. Pero no todos están capacitados para sacar
adelante la labor de reconstrucción de todos esos elementos.
-La
mayoría es de academia y lo están pero, prefieren contar lo que nos hicieron y
callar lo que hicimos…Cuénteme más de
Cork.
-Ya
tendrá oportunidad de conocerlo. Sólo puedo adelantarle que Cork empezó a ver
televisión hasta los diez años de edad. Kiva, su madre le hizo leer antes, en
edición para niños, a prácticamente todos los filósofos griegos de la antigüedad.
En la casa del desierto jamás hubo un solo ejemplar de diario alguno. Una o dos
veces al año llegaba a Tlamatzinco algún
suplemento cultural. Y ya, a los quince años de edad, Cork tuvo la impresión
que la llamada cultura, de las sectas de intelectuales, es mayormente aplausos
y auto reconocimientos.
-Ahora
que lo dice recuerdo que Chesterton prefiere una leyenda que una historia…En
realidad es una mañana hermosa. Mucho sol pero quizá le parezca que hace
demasiado calor, a usted que no es de aquí. ¿No es de aquí, verdad? Su modo de
hablar…
El
muchachito que vendía periódico por las calles destacaba un hecho sangriento
que había tenido lugar en la población. Un bebé había sido robado. La sociedad
se movilizó para buscarlo a través de cerrar los accesos a la isla. Esperaban
oír el llanto del niño cuando tuviera
hambre. Al final rescataron al bebé y
descubrieron a los autores de la fechoría. Pero lo que reproducían los
periódicos esa mañana no era al niño y a su desolada familia, o al desgraciado
hecho que habían tenido que vivir. En adelante se dedicaron a hacer la
biografía de los maleantes. No como la hubiera reconstruido un psiquiatra sino
como si se tratara de un paradigma. Qué comían a los tres años de edad, qué
juegos hacían, cuántas novias habían tenido, a qué edad cometieron su primera
fechoría...
-
Hace tres semanas que escuchamos en la isla la vida de esos hombres-dijo
Carmen-...¿Acaso en este país no hay gente de ciencia o de la cultura? ¿Sabía
que los griegos de la época clásica aconsejaban no mencionar el nombre del que
hacía mal?
-
¿Cuál era la idea?
-
Evitar que otros, por imitación, también hagan el mal. Mencionarlo se
reproduce. Tenemos ciertos mecanismos que pueden echarse a andar de manera
morbosa.
-
¿Es psicóloga?
-
Egresada de la Facultad que está enfrente, pasando la calzada hacia el sur,
entre Sicología y la Biblioteca Central. Del Pedregal de San Ángel, en México.
“Más
Platón y menos gritos”, me dije.
Caminábamos
por la banqueta. Al final se veían, diminutos en la lejanía, unos cuarenta
barcos camaroneros que parecían perdidos entre las aguas del Golfo y la
tormenta de sol. Entonces le hice un comentario:
-
Me encanta el cine, de western...de todos los temas, pero en especial de
vaqueros.
-
Es la vieja ilusión que un solo hombre
puede sanear la vida de un pueblo. Como ni siquiera todos los habitantes de ese
lugar pueden hacerlo... ¿Sabe que en los países indolentes de América se cultiva
mucho la figura del hombre fuerte en el poder?
-
¿Por qué?
-
Cuando empieza su mandato se espera que él sea el que va a sacar al pueblo de
la miseria. Cuando se va, se le hecha la culpa de que no lo hizo... Estoy convencida que la pantalla, grande, es
un buen recurso para adquirir cultura…
-
¿Le parece? –Yo más bien observaba con malévola intención sus hermosos y
gruesos labios que prestar atención al tema del cine.
Le escuché hacer toda una descripción:
-
Resulta que desde lejanas fechas, al
finalizar el siglo diecinueve, Thomas
Alva Edison patentó dos curiosos aparatos de su invención llamados cinetógrafo
y cinetoscopio. Fue el primero una especie de cámara para filmar y el segundo
algo así como un proyector de esa película. Dos años más tarde, en 1895, se
conoció el cortometraje de los hermanos Lumiere. Realmente corto pues apenas
era de 20 metros de extensión. Filmaron a un grupo de obreros saliendo de
trabajar de una fábrica...El cine es lo que puede decirse una industria. Una
empresa económica, un arte de expresión y un arma ideológica, que llegó para
quedarse. Durante algunos años el
desarrollo técnico, y su evolución artística, del cine angloamericano,
fueron a la par con el cine alemán. Pero el resultado de las guerras en aquel
continente detuvieron, por algún tiempo, a éste. En tanto que el de Estados
Unidos no sólo siguió adelante sino que experimentó, debido precisamente a ese
resultado histórico de los pueblos, un desarrollo realmente sensacional... En
otra ocasión le comentaré del cine hindú. El caso es que los temas del cine
norteamericano se hicieron géneros debido a su éxito y recurrencia. Se abrieron
paso en la sociedad de su país y después consiguieron conquistar al mundo
entero porque fueron insospechadamente variados: guerra, psicológicos, amor,
culturales, gángsteres... El tema que a usted le guste, es decir de vaqueros, religiosos,
alpinismo. Además se mostraron audaces y no dudaron en abordar el aspecto metafísico. El Diablo, o la Muerte, se hacían
presentes de alguna manera o se mezclaba entre los humanos con forma de humano.
También en seres de lo más increíble como Drácula, Frankstein, Batman o el
Hombre Lobo. O aquel otro tema, que también se convirtió en género, donde los
planetas chocan o se hacían mutuamente la guerra. En su tiempo impactaron tanto
que aun en nuestros días, de vez en cuando, algún director se aventura. Vuelve
a producir, con éxito, filmes de aquellos famosos géneros de antaño. Además el
presupuesto de filmación incluía la contratación de los asesores idóneos. Por
supuesto no faltaron los filmes pésimamente desarrollados pero por lo general
eran buenos y algunos excelentes.
-
¿Asesores?
- Si el tema era religioso el asesor era un
sacerdote, si era de guerra, un militar...
-
¿Si era erótico?
-
Un psicólogo. Aunque en este tema cualquiera se sentía llamado a ser el
asesor…Pero le ruego, Guillermo, que me permita continuar. Los griegos
inventaron el asunto de la plática y eso quiere decir tener disposición para
escuchar...
-
¡Adelante!- Desde ese momento, y para siempre, Carmen me disciplinó a
escucharla y a la vez guardó silencio cuando yo hablaba.Esto, en situación de
conflicto de la pareja, da la oportunidad para expresarse cada quien y evita los gritos neuróticos.
- Esto de contar con un asesor, cosa que las
industrias cinematográficas de otros países no le prestaban importancia, le daba visos de veracidad,
aunque el tema fuera lo absurdo. Como el caso de Frankstein y el intento de la
creación de la vida humana por parte del humano, que aun hoy es de
actualidad... La oveja Doly. O algunos aspectos de Superman con un hábil manejo
tanto de la filosofía nietzscheana como de Einstein y su idea de la relatividad…
¿Qué le parece?
Me
resultaba interesante lo que estaba comentando. Pero yo quería volver hacia
ella.
-
¡Fascinante...! ¡Ingenioso!…Soy de México, pero bien puedo ser de aquí. Esto es
un paraíso. Espero que los petroleros no lo echen a perder…Es hermosa la mañana
llena de sol... Tanto como puede serlo la noche.
Se
quedó un poco desconcertada.
-
¿Le parece que la noche es hermosa?
-
No puede serlo menos que un día radiante.
-
¿Se refiere a una noche con luna?
-
Eso estaría bien en una noche del desierto…No,
una noche sin luna. Oscura.
-
¡Oh, me temo que no comprendo!
-
No se preocupe...Es una idea que le escuché a Cork... Pero dejemos eso. Ahora
estamos en el día y es necesario disfrutarlo…Ah, pero no vaya a pensar que
pertenezco a esas raras sectas que el lado negro de la mundialización ha
esparcido por el planeta.
-¿De
dónde es Cork?
-Del
desierto de Chihuahua. De una tribu muy numerosa y fuerte en el pasado que se conocía como irritila, con relaciones de
parentesco con los hopis de Arizona y los hohokokam del desierto de Sonora.
-¿Tlamatzinco
es un pueblo en el desierto?-Carmen quería prolongar los temas de conversación
para que nuestra salida no llegara a su fin.
-Así
es.
-¿Cómo
viven, qué creen?
-Ahí
la vida trascurre con tanta precisión mecánica porque es una copia de la mecánica que observan en las estrellas.
Por eso dicen los hopis de Chihuahua que el Dios del cristianismo debe ser
alguien muy especial al estar dispuesto a romper esa mecánica para atender
alguna petición de los católicos y aun lo hace sin necesidad que se lo pidan.
-¿Cork
conoce la diferencia de una religión y otra?
-Seguro.
Dice que en el cristianismo es la dualidad culpa, expiación y la síntesis es el
amor. En Tlamatzinco son coautores con el cielo al cuidar la obra de los
dioses. Por eso en algunos hogares está la cruz cerca de la representación
tutelar de Tlamatzinco que es Tlamatzincatl.
-Curioso
dualismo-dijo Carmen-. Pero sé a qué se refiere. Es una antiquísima costumbre de los mexicanos. Abrir los brazos
al extranjero. Aunque esto ha costado
amargas experiencias. Confunden la bondad con la inferioridad. Los aztecas tenían
edificado un templo en lo que ahora es
la calle de Madero, centro de la ciudad capital, para dar cobijo a los
“dioses extranjeros”. Siglos después las grandes religiones mundiales, luego de
hacerse mutuamente guerras de destrucción, empezarían a arribar a lo que los aztecas ya practicaban
y que ahora se conoce como ecumenismo.
Vimos
que varias parejas ocupaban las mesas, de la nevería de la esquina, bajo una
sombra cálida. El local se llenaba con notas musicales de una vieja y hermosa
canción
-
“¿Quién?”, de Ernesto Riestra - dijo Carmen. En el amplio atrio del templo, que
veíamos desde nuestro sitio, un grupo de
treinta bailaban al ritmo del huehuetl. Hombres y mujeres de la más
variadas edades se movían entre el Sol llevando sus penachos de plumas y
luciendo sus brazos morenos y blancos.
Las piernas hacían sonar de manera acompasada los enjambres de
cascabeles. Ante aquella demostración de baile, auténticamente mesoamericano,
comentó Carmen que las ciudades grandes son lugares en los que casi se borra la
identidad de los pueblos del planeta. En
ellas predomina el eclecticismo no formativo sino el disolvente. Los vestidos de las mujeres
guatemaltecas o las oraciones en voz alta en San Juan Chamula, de Chiapas, a
través del fuego, en cambio, es algo que le da otro sentido a la vida. Agregó
que le parecía bueno que los judíos sigan leyendo la Torá en sus rollos y no en
un libro. Y qué malo que los mexicanos no sepan ya leer en su Calendario de
piedra con la misma facilidad que consultan la computadora de pulsera: “Parecería
que la mundialización, como usted dice, no les diera muchos años de vida a esas
prácticas”.
-
¿ Le gusta este tipo de danza?- se me ocurrió preguntar.
-
Permítame observar, Guillermo, que no es danza lo que estamos viendo sino una
oración religiosa- pero no se quedó ahí y agregó:- En una época en que
predomina el interés por lo económico, político y lo administrativo, las
inclinaciones intelectuales y espirituales son vistas con desconfianza. Sin
embargo la vida es lo que uno hace. La salud mental requiere de un cuidadoso
equilibrio. Como hacen los albañiles cuando van a echar una loza. Tantos botes
de cemento por tantos de arena. Si se altera esa proporción los resultados son
pobres y el edificio se resiente o de plano se cae. Colesterol alto, hipertensión,
obesidad… La luz blanca requiere de los tres colores primarios en sus justas
proporciones. De otra manera se tendrá un color pero éste ya no será
propiamente el blanco. Espiritualidad y utilitarismo son los elementos de la
mezcla de la vida. Alterar sus proporciones ha llenado a los hospitales
psiquiátricos de enfermos.
De
pronto me pareció que aquella mujer tenía más información al respecto del
espectáculo que estábamos viendo. Ya lamentaba haber pronunciado el caso tan a
la ligera cuando la escuché decir:
-
El baile de la fiesta social, en la actualidad, es la versión laica de estas
oraciones bailadas. Al ser cambiada la idea espiritual, en el siglo dieciséis,
el baile se llenó con una actividad erótica…Sin embargo tales formas de vivir,
vestir y hablar, persisten a través de todas las conquistas guerreras que ha
habido y sus secuelas culturales. Esos bailes y esos vestidos, tan coloridos,
son más que una hermosa tarjeta postal con toda la gama de colores de las
modernas películas alemanas, estadounidenses y japonesas, Agfa, Kodak y Fuji.
Son formas de identidad. En tanto las religiones y las culturas universales
tratan de borrarlas, ellas resisten.
- Conozco el caso de la montaña más alta de
México a la que se le dice Pico de
Orizaba desde hace cinco siglos. Jamás se le ha dejado de llamar Citlaltepetl. Aun se recuerda su nombre
arcaico de antes de los teotihuacanos, dos mil años atrás, de Poyahutecatl. Las que más resisten son
las etnias que le dan entrada a lo universal sin perder lo propio. Precisamente
son las etnias de las faldas del volcán más alto de México las que le llaman Citaltepetl o Poyahutecatl.
Escasamente Pico de Orizaba.
- Son como los judíos o los oaxaqueños o los mazahua
que andan en todo el mundo, entre todas las costumbres y estilos de vida, pero
no pierden de vista el suyo. En México se hablan más de cincuenta lenguas
étnicas y también saben español y, en algunas zonas arqueológicas y
comerciales, inglés, francés y alemán. Otros hasta chino hablan. Por cierto que
hay lenguas propias que se parecen a la china...
- En la región norte del Pico de Orizaba
también es frecuente encontrar estos bailes. Allá les llaman los “Tocotines”.
Algún día le contaré el origen y la metamorfosis que ha sufrido esta oración
bailada mesoamericana de la región orizabeña...
- ¿Se puede pedir más riqueza cultural,
Guillermo?.
-
A condición que se le conozca. Tiene razón. Los mexicanos tenemos dos grandes y
originales culturas, la propia y la occidental. Pero hay que familiarizarse con
ambas. El invierno pasado subí al Poyauhtecatl. Tengo costumbre ir a las
montañas. Celebro haberla conocido. Una mujer que sabe la historia de las
etnias me maravilla de verdad. Créame, de haber sabido que usted poseía ese
conocimiento la hubiera buscado desde el primer día…Sin embargo, me congratulo
de haberla buscado por usted…
-
Yo soy mi cuerpo, soy mi espíritu
(recuerde, el hombre es como es) y, en cierta medida, soy mi conocimiento...Ciertas
dosis muy específicas de
intelectualidad, sensualidad y espiritualidad, son lo que hacen una criatura
que se llama Carmen. De otra manera sería Pamela o Jimena, pero no Carmen...
Pero
me lo dijo con la mejor intención de diálogo y acompañadas las palabras con una
sonrisa picara.
-
Entiendo- acerté a decir.
13
La
gente, en efecto, volteaba y nos miraba pasar por la calle. Ella se aferraba a
mi brazo. Cuando nos acercamos a la puerta de vidrio, de la Casa de la Cultura,
comenté:
-
Si Maugham me oyera platicar así, se
reiría de mi inocencia.
-
¿Somerset? ¡Ese...! - Lejos de arrepentirse de tal expresión agregó:- .- Hay
otro más misógino que ese Maugham
-
¡Sí?
-
El viejo Schopenhauer.
-
Nietzsche...Creo que no se queda atrás.
¡Otro!-
dijo - .Pero no pensaba así cuando le agarraba las nalgas a su hermana, Oh,
perdón, Guillermo - pero agregó:- Wilde no nos trata mejor… ¿ Y Aristófanes?…Y
Rousseau no consideraba a las mujeres como parte del pueblo ya que por regla
general en ese entonces las mujeres no poseíamos algún bien económico. ¿Puede
imaginar eso? El mismo Sócrates aseguraba que somos iguales los hombres y las
mujeres, si bien, a nosotras, decía: “sólo les faltan juicio y fuerza”. ¡O sea
que débiles y locas..! No puedo perdonar su proceder en ese pasaje del
Banquete... Deja a las mujeres flautistas en una habitación contigua a donde se
está llevando a cabo el festín de los dioses. ¿Por qué no en la sala
principal?.El mismo Yeats quería que fuéramos bellas pero que no nos
acercáramos a las fuentes del saber. Decía que habíamos nacido para el
espejo... Muy locas pero Sócrates tenía a dos mujeres. Una era sabia y la otra
una chismosa. Algún día le contaré de ellas.
Tres
horas más tarde, frente a la mesa de un amplio y fresco restaurante, y mientras
dábamos sorbos a una limonada, pregunté:
-
¿Es...?
-
Soy femenina…De ninguna manera escapista ni frígida. Tengo una prima que se
llama Clemencia...Son etapas… Hace medio siglo había que acabar con los
hombres…Ahora decimos: ¿qué haríamos sin ellos? ¿Por qué pregunta?
-
Cargó la nota cuando mencionó a Nietzsche.
-
Pensó que las mujeres nunca tendríamos voz. Ni puestos directivos ni dinero
propio. Sus mostachos eran para
desviar la atención que era un hombre
cuidadoso y lejos de la gente...
-
Me gusta eso de que le agarraba las nalgas a su hermana...
-
¡Y Vaya que lo hacía! Maugham es al único que perdono. Lamento el adjetivo. Me
encanta su estilo y su cultura. Es
despiadado con nosotras pero lo hace con gran estilo.
-
Me pregunto si estará en lo cierto...
- ¡Guillermo!-.Fue la primera vez que lo hizo.
Se volvió y me mordió con toda audacia, pero con ternura, la oreja izquierda.
No me soltó hasta que me escuchó clamar paz en tanto alzaba las manos. Carmen
entendía que no bastaba con vencer sino
que es preciso saber conservar esa conquista…Que la relación con el hombre es
como ser actriz en la televisión o en el cine, en donde siempre habrá una mujer
más joven que desplazará a las otras, por más divas que sean. Es la guerra de
los sentidos de la que se puede salir victoriosa, si se acompaña con la
inteligencia. Le escuché decir:
-
Un día tenemos que regresar ambos a la
ciudad de México. Allá pasa mi familia la mayor parte del año. Ahora bien, la
ciudad de México está llena de museos de toda clase. Me gustaría que visitáramos juntos algunos de ellos.¿Qué le
parece la idea?
-
¡Muchos!- exclamé de pronto -. Todos los que usted guste. Nos la pasaríamos
visitando museos, iremos al concierto, al cine, a la biblioteca…¡La llevaré a
la Sala Nezahualcoyotl, una belleza arquitectónica para conciertos!
-
Encantada, pero me parece que seré yo la que se la muestre. Voy a ella desde la
edad de siete años.
Más
tarde me contaría que le pareció que había llegado el momento en que no sería
tan descabellado, de su parte, decir el pensamiento de Goethe. Era aquella
frase que había reprimido en la mañana que se despidió furiosa cuando salimos
de El Jacal. Lo repasó en silencio, con deleite: “…el amor, que aunque calles,
por los ojos se te sale”. “¿Estaba bien,
o me estaré apresurando?” Con sorpresa escuchó que yo decía:
-
¿Que sería para el corazón una mirada sin amor?- lo decía como para mi, sin
ánimo de hacer una frase.
-
¡Goethe! “¿Qué es para nuestro corazón el mundo sin amor?”
-
Salté como tocado por la descarga del rayo.
¿Ha
leído a Goethe?
-
Casi pierdo la vista a los veinte años por hacerlo. Por dos años enteros lo
leía y lo volvía a leer... Pocas veces la cantidad es de tanta calidad como en
él. Su extensa producción literaria la llevo en los huesos. Germán y Dorotea,
Fausto, La Feria de Plundersweilern, Sátiros, Ifigenia en Táuride Egmont,
Fragmentos de Dramas y Tragedias...
Sucedió
con Carmen lo que siempre sucede a un hombre
cuando se ha arribado al terreno inicial de una amistad con una mujer.
Un rato después ella platicaba con plena libertad como si fuéramos viejos
conocidos. Carmen formaba parte de una
familia dueña de una cadena de restaurantes en varios Estados del país. Ella
viajaba con la misión de supervisar
aspectos como las finanzas, si el inmueble parecía realmente un lugar que
invitara a detenerse a comer, qué apariencia debía tener este según el rumbo de
la ciudad y las posibilidades económicas
populares o de estatus más elevado, los interiores que estuvieran amueblados de
acuerdo al contexto de la población, que no era el mismo en Chihuahua que en el
Puerto de Veracruz que en Guadalajara.
Sin
embargo lo suyo era la cultura. Egresada de la Facultad de Letras de la
Universidad, colaboraba en varias revistas y editoriales enviando
artículos, traducciones o presentaciones
para portadas de libros. Ganaba lo suficiente como para vivir holgadamente
aunque, me confesó mientras comíamos un helado, en este país de pocos lectores
y muchos escritores, nadie vive enteramente de escribir literatura, ”salvo los
que viajan en el tren de la institucionalidad o trabajan en la secretaría de
Prensa de algún partido político”. Pero entonces ellos tienen que escribir
sujetándose al espíritu de esa institucionalidad aunque personalmente tengan
otras creencias ya religiosas o políticas. Es el drama y la perversión de la
idea operante de los escritores de todo el mundo. Escribir como liberal cuando
se es conservador o viceversa. No todos tiene la fortuna de ser tan libres como
para escribir lo que se les pegue la gana, al estilo de Schopenhauer. Yo me
considero entre estos.
-¿De
modo que conoce a Somerset?
-Lo
conozco desde niña. Hay homosexuales que
poseen una disposición muy especial para el mundo del arte y Somerset, al igual
que Wilde, es genial.
-Las
cuartillas que pude observar sobre la mesa de trabajo de su biblioteca…
-Versan
sobre la actividad del periodista y del novelista. Es un trabajo que debo
enviar esta semana.
Me
parecía interesante el tema pero también para alargar la plática con aquella
bella (creo que debo llamarla hermosa por su físico y bella por su espíritu
ante la cultura), le dije.
-Cuénteme.
-El
asunto es que cuesta soltar amarras y alejarse mar adentro, cada vez más lejos
de la playa, cuando se escribe una novela. Irse de lo convencional e internarse
en la locura del lirismo. Se me facilitó recurrir a metáforas. Es sobre
un trabajo de Norman Mailer en el que se refiere a la labor del periodista y
del novelista. Él se dedicó a ambas actividades. Empiezo mi nota con una
metáfora y digo que como un escalador
que emprende su ascensión y apenas vislumbra lo qué pasará o que no pasará y no obstante él sigue
(estoy en lo cierto, usted que es alpinista). Así el escritor que publicará o
no publicará y en todo caso será objeto de acertadas o de patológicas críticas. Porque, como en el estadio de futbol, donde
sólo juegan 22 pero en las gradas hay
cien mil directores técnicos, por eso desde el principio Mailer señala que un joven o una joven que quiere escribir debe ser más que un poco
maniático. Tiene que estar decidido a terminar su libro sin que importe la
cantidad de cadáveres psíquicos que queden en el camino, sin que importe,
tampoco, qué va a ser de él en el futuro. Sigo diciendo que es como lanzarse nadando al mar y tener la
firme convicción que alcanzará la orilla
opuesta, aunque, cabe la posibilidad, que no lo logre… Pero, como dijo la
muchacha en la película Pic nic,
cuando la madre la disuadía que no fuera en busca del muchacho vagabundo, que
no lo iba a encontrar por que ya se había marchado la noche anterior en una
tren carguero, ella dijo: “Puede ser que
no lo encuentre, pero valdrá la pena intentarlo.” El mundo dinámico del
periodismo ofrece la oportunidad de escribir y ser leído, lo que va redundando
en cada vez más seguridad para escribir. Hasta que llega a ser una actividad
tan familiar como amararse la agujeta de los zapatos. Pero, salvo el suplemento
cultural o la cuarta página, sólo es la descripción de un hecho real que se
puede decir en media cuartilla. Los quince periodistas que acudieron al
acontecimiento lo van a relatar cada uno desde su subjetivismo pero siempre
bajo la camisa de fuerza de cómo, dónde, cuando, quién y para qué. Distinto si
ese mismo asunto se escribe en quinientas cuartillas. Ya es tarea de un
novelista, no de reportero. Sobre la tierra firme donde
hay que desplegar el lirismo muchos se detienen. Se desinflan al llegar a
la página treinta. En adelante, si se sigue, se corre la tentación de volver al
terreno seguro y, pronto, el escrito toma tintes de ensayo. Al estilo de un
poeta que frecuenta mucha filosofía, parecerá, cuando quiere emprender el
vuelo, a un pesado zopilote después de un hartazgo y no el vuelo nervioso y
ágil de un colibrí. El orador del mitin o el académico del seminario fue el que se preparó con la mayor
precaución para desarrollar el tema y procurará no aventurarse en aguas
profundas. Es precisamente en las aguas profundas donde el novelista tiene que
saber bucear muy bien. Se trata, agregó, con otra metáfora, ya de dos programas
de entrenamiento como el atleta de velocidad en los cien metros o el corredor
de maratón. De la misma maneara se puede
imaginar a un experimentado periodista que se sienta frente a su computadora y
media hora después estará enviando su buena nota al diario para su publicación.
Ahora imaginemos al novelista que sigue bregando en su asunto después de cinco
o tal vez diez años. No sólo eso sino que para emprender ese escrito tuvo que
empezar a leer “como loco” desde veinte años antes. Tal vez la mejor metáfora
sea la del músico de sinfónica que para
interpretar, en una hora, la Cuarta de Malher, necesitó preparase durante veinte años de su vida. La gente joven suele
hacer solamente relatos breves y no
lanzarse a escribir ficción de mayor
extensión, dijo Mailer en una ocasión. Entonces hay que empezar desde el
principio. ¿Y cuál es el principio? Cuando el sindicato convoca a una marcha de
diez kilómetros, sigo diciendo, a través de las calles de la ciudad, unos
arrancan desde el punto de reunión señalado por la convocatoria. Otros viajan
en metro hasta la parada más cercana donde está instalado el templete de los
oradores del mitin con lo que terminará la marcha. Los primeros entendieron la intención de
presión que encierra el acto, los segundos sólo para firmar la lista de
asistencia que contará para recomendar en la bolsa de trabajo de la
organización. En otras palabras, unos buscan realizar programas para la
sociedad y los otros sólo ven por sus intereses particulares. En cultura no hay atajos. La gente, y los
obreros los primeros, poseen un sentido desarrollado de lo que se conoce como percepción. Saben cuando la preparación
de un novelista arranca desde los
griegos y cuando empezó más acá o acaso no haya empezado. Recurro a Hegel que lo dice de otra manera para las ideas que con
pretensiones de originales, y de generación espontánea, aparecen cada tercer
día en los suplementos culturales: “son como pistoletazos que salen de la
nada.” Sé muy bien que la profesión de
novelista es sobre todo una vocación. Una cuestión académica que se apoya en algo que va más allá del
panorama sensible o, lo que muchos
llaman, la razón vital. Se escribe para las entelequias y también para tener
dinero porque, sin dinero, no se va ni a la esquina de la calle donde vivimos. Pero
se escribe para que todos en este mundo
procuremos conservar, o recuperar, la cordura que desde las pantallas se
empeñan en ensuciar. Se escribe porque se tiene una razón suficiente para
hacerlo y es la asepsia mental general y particular del que lo hace. En fin que
en otra ocasión Mailer escribió que presionado por todas las tentaciones,
debía confesar que sucumbió y que pasó varios años trabajando a la vera del
periodismo; era mucho más fácil. Alguien le preguntó qué haría si pudiera
hacerlo todo de nuevo. Respondió que si tuviera más disciplina se quedaría
mucho más cerca de la novela o sólo con ella. ¿Qué le parece?
Sólo acerté a decir:
-
¡Una mujer de estos tiempos que ha leído a Goethe y escribe sobre Mailer...!-a
mi vez le pregunté, porque estaba seguro
que no pasaría la prueba dado que algunos
conocen de lo de allá afuera pero ignoran los nuestro- ¿Sabe algo de
Nezahualcoyotl?
-
Hasta podría señalarle el árbol, en los bosques de Texcoco, en el que se subió
cuando niño y desde el cual presenció el asesinato de su padre.
-¡Diablos!
Conquistar a un
hombre jamás ha sido problema para una mujer. El problema es cuidar que, una
vez conseguida esa conquista, no envejezca. Ella hizo el último movimiento para
cerrar el candado de la cadena en derredor de mi cuello. En alguna parte de mi
plática, con ella o con el marinero de El Jacal, había escuchado de mi afición
por las montañas. Agregó:
-
También quiero que un día me llevé a la montaña Tlalocan…Entiendo desde luego
que subir caminando a una montaña, arriba
de los cuatro mil, requiere ejercicio, entrenamiento...
-
¡Encantado!- exclamé inocente -.¡Eso corre de mi cuenta!
-
Platíqueme de Cork. En varias ocasiones he escuchado que lo menciona.
-Es
mi amigo. Lo conocí en la Facultad. En la Ciudad Universitaria de México.
-
¿Vive en la isla?
-
No. Nos pusimos de acuerdo para pasar unos días de vacaciones en Carmen. Sólo
que él llegó primero...De aquí partiremos hacia el Altiplano Mexicano, para
efectuar algunas ascensiones en la alta montaña.
-
¿Cómo es?
-
¿Quién?
-
Cork.
-
¿Cómo es?
La
verdad que nunca fui bueno para describir a las personas. Me atropellaban los
datos que conocía de ellas y no sabía por dónde empezar. Después de un rato de
pensarlo pude decir:
-
Los hedonistas de las tabernas mineras lo respetan... Con frecuencia ocupa el
primer lugar de la cordada entre los escaladores de alta montaña...Asegura que
su nombre “Cork”, le corresponde porque humanamente es invencible en los
torneos de cerveza...Lo que yo sé a este respecto es diferente... Tiene el
sello de los trashumantes. Siempre está dirigiéndose hacia las regiones donde
todo está por comenzar. El y yo cruzamos, caminando, el Desierto de Altar, en
el verano ardiente del año pasado. En Irlanda hay un pueblo que se llama Cork.
Empezó a decirme, a mí y a otros, “Cork”. Lo hizo con tal frecuencia que todos
acabamos diciéndole a él “Cork”.
-
Espero conocerlo pronto- dijo.
14
El
local amplio estaba casi vacío en esa hora de la mañana. Las sombras del
interior parecían más densas por el efecto del sol intenso que llenaba las alegres calles de la isla. No evocaba a Jonuta ni el torneo en la casa
de don Santos. Tampoco la caminata hasta la ciudad a lo largo de la costa. La
marea alta había empezado su movimiento descendente y acabó por retirarse hacia
el interior del Golfo. Durmió varias
horas cuando estuvo de regreso en el hotel. Se cercioró que yo había llegado a
la isla. Pero era el momento en que me encontraba buscando la casa de Carmen.
Hacia las diez se levantó. Lo primero que hizo fue meterse a la regadera. La
sal del agua oceánica cubría todo su cuerpo y la arena se le anidaba en los
cabellos.
Al
salir dejó una nota en la administración del hotel en la creencia que yo podría
regresar pronto: “Fui a almorzar, estoy en uno de los restaurantes de la plaza
principal”. Sólo me llevaría unos minutos, pensó, recorrerlos todos y
reunirnos.
Luego
de despachar un plato de frijoles, huevo con chilaquiles y pollo, pidió una
cerveza Corona.
Era
temprano y en su computadora de bolsillo
escribió algo para Toci, la
muchacha del pantano:
“Madam
Bovay y Ana Karenina en realidad nos dejaron un mensaje de inmensurable valor,
que bien vale para mujeres como para hombres. En especial para las jovencitas
como tú que ahora empiezan a vivir.
“Uno.
Las pulsiones nos mueven en las cosas que tiene temporalidad, de lo finito, del
fenómeno, de lo sensible.
“Dos.
Pasamos la vida corriendo tras la
cultura del bienestar.
“Pero,
piensa, Toci, ¿qué hace, qué piensa una mujer casada (la Bovary y la Karenina
era mujeres casadas)cuando tiene cinco o veinte años lavando platos, ropa y
haciendo la comida tres veces al día. Una mujer robot de acero no lo soportaría,
terminaría descomponiéndose.
“La
cuestión es que ni Madam Bovary ni Ana Karenina tenían vida cultural. No leían,
no escribían, no visitaban museos, tampoco frecuentaban el cine (teatro, en ese
tiempo), o caminaban por los bosques de las montañas. Por si faltara algo, ni siquiera podían emborracharse
“socialmente”, como ahora decimos.
“En
otras palabras: no había para ellas progreso cultural humanista. Murieron
todavía jóvenes. Cuando la testosterona… Los valores esenciales, esos de que
nos hablan los filósofos y los teólogos, pueden mantenernos en la cohesión
emocional.
“La
filosofía y la religión tampoco son una garantía de cordura al cien por cien.
Sí por sí, sólo falta ver la manera que cada uno las intuye, las entiende y las
practica”.
Podía
seguir escribiendo pero hizo clic y se guardó su microcomputadora en la bolsa
de la camisa.
Alzó
su vaso y tomo dos grandes tragos, como toma todo el mundo, no abriendo la
epiglotis sin interrupción, como lo hacía en los concursos. En el momento que
el nivel del vaso descendía pudo ver la figura de una mujer sentada en una
mesa cercana. No se dio cuenta del
momento en que se había instalado. Cuando
llegó, ella no estaba. Pero se encontraba sentado de frente a la puerta
de cristal y tampoco la había visto franquear ese acceso...Cabellera larga y
rubia, amarrado en un solo haz desde la nuca, dejaba ver su rostro. Pero desde
la posición en la que se encontraba solamente podía ver escasamente una parte
de sus facciones, que se mostraban bellas, elegantes y serenas. La luz intensa
del fondo de la calle la colocaba en contraste y prácticamente estaba situada
en la oscuridad. Aficionado a la fotografía, por necesidades de su profesión,
se dijo que podría lograr un “contraluz” interesante. Miró hacia el asiento de
la silla en la que estaba sentada y pensó: “En escala del uno, al diez, ocho”.
Apuntó
en una hoja de papel que había pedido al mesero, algunos datos del Desierto de
Altar que le solicitaran los miembros del Club Exploraciones de México, de la capital
del país. Esa misma tarde lo “puliría” y lo enviaría por Internet: “En verano las temperaturas pueden llegar a los
cincuenta y cinco grados centígrados...Algunos interpretan su nombre como: “El
espíritu de la Tierra”... Tiene un área de veinte mil kilómetros cuadrados...
Llanuras aluviales y arroyos efímeros...Cuatrocientos conos volcánicos de la
Sierra de El Pinacate...Esta sierra tiene cuatrocientos metros sobre el nivel
del mar... Borró y anotó: 3,957 pies, para ser exactos. El Pinacate es una
sierra extensa que va de la carretera Sonoita - San Luis Río Colorado hasta las
proximidades de Puerto Peñasco. Su cráter
llamado “El Elegante” tiene doscientos metros de profundidad y mil
doscientos metros de diámetro...Dunas fijas y móviles en forma de media luna.
Las que tienen forma de estrella se originan en el centro y al extremo sur de
la Sierra de El Rosario, que es el lugar al que le llegan vientos de diferentes
direcciones...En los meridianos ciento catorce, diez, y en el ciento trece,
cincuenta, en el tramo que va de la carretera hasta el Golfo de California, que
son los que nosotros hemos recorrido, no hay absolutamente un lugar en donde
proveerse de agua... Halcón Cola Roja...Coyotes...Serpientes de “cuernitos”,
arañas, monstruos de gila, todo ellos muy venenosos. A este último también le dicen
“monstruo de cuentas” debido las bolitas
de su piel. Enormes alacranes...La familia de las cactáceas almacena hasta una
tonelada de agua pero no se encuentran en el erg o zona de dunas. No tienen
hojas para no despilfarrar el agua y en su lugar ha desarrollado espinas...Colonias de chollas o
abrojos...Abundan los pinacates y son de gran tamaño, ignoro si son nocivos
para el humano...” En apartado garrapateó algunos datos del Desierto de
Samaluyaca: “Cincuenta kilómetros al sur de Ciudad Juárez,
Chihuahua...Temperaturas arriba de los cincuenta grados en mayo... Abunda la
Gobernadora o creosota... Muchas hormigas y pocos pinacates... Manuel Sánchez
ha elaborado numeroso y extraordinarios dibujos de este lugar, comunicarse con
él, en la actualidad se le localiza en Actividades Deportivas de la Universidad
Nacional Autónoma de México, por si quieren recabar más datos…Treinta
kilómetros de dunas a la altura del pueblo de Samalayuca...Toda esa área está
flotando sobre un gran manto acuífero...Oasis y pozos artesianos...No sería
extraño que les cayeran encima grandes
meteoritas. En el siglo veinte, en la localidad conocida como “Chupaderos”,
cerca de Jiménez, cayeron varios de ellas, otras de catorce toneladas en Morito
Allende, del mismo estado...Las zonas habitadas adyacentes, de ambos desiertos,
están altamente marcadas por la inseguridad social, por lo que deben tomar sus
precauciones al respecto: si van en transporte propio no den “aventón” a nadie.
En el de Sonora no viajen en el tren de carga para salir del desierto o para
acercarse a él desde el norte. Creo que el ferrocarril en esas zonas ya
desapareció”.
Vació
la cerveza “Corona” hasta la mitad del vaso. La tomaba al tiempo. Nunca logró
entender por qué la gente la enfriaba hasta niveles casi sucidas. Era un
recurso de la mercadotecnia que la gente seguía sin reflexión: “Por algo la
mercadotecnia es toda una ciencia. Crea necesidades y dirige hábitos” se dijo.
Le pareció encontrar una conjura entre propietarios de expendios de cerveza y
los de las farmacias.
Volvió
a agarrar el libro cuya lectura interrumpiera al acordarse de Toci. Se trataba de un perro llamado “Buck”. Jack
London lo había metido en un universo helado y nietzscheano. Acostumbrado a la
buena sociedad, ahora, por razones meramente accidentales, tenía que luchar por
su vida. Solo y contra todos. En lugar de ponerle Buck, debió haberle llamado
“Zaratustra”, murmuró divertido.
Un
rato más tarde, dejó de lado la lectura. Algo se le había venido a la mente. En
hoja aparte escribió dos líneas para una revista de la localidad.: “¡Yo estudio las tierra, no soy poeta!” Esa
mañana, al salir del hotel, el empleado le había entregado una nota procedente
de la publicación mencionada. Su enviado insistió en que quería ver al huésped
pues tenía noticias que se trataba de un hombre que pertenecía, de alguna
manera, al mundo de la cultura de la ciudad de México. Se volvió a acordar de
Toci, la muchacha de Palizada, que también lo quería meter en el tema de la poesía.
Como el administrador del hotel se opuso a que su cliente fuera importunado, el
periodista le dejó un cuestionario. Más tarde pasaría a recogerlo. Hasta ahí
Cork se imaginaba que se trataba algo relacionado al petróleo. Y estaba
dispuesto a escribir lo que ofreciera algún criterio, el respecto de aquel
tema, que pudiera servir al grueso de la población. O quizá alguien lo hubiera
visto hacer observaciones, en ambas costas de Punta Real, y ahora aprovechaban
para hacer un reportaje en el diario de la localidad. Era buena oportunidad
para prevenir a la población del peligro en que se encuentran, cuando
individuos irresponsables se les ocurre socavar el terreno, llevando la arena
de la isla y venderla para las obras de construcción, o para lo que fuera.
Cuando se acomodó en el lugar en el que ahora se encontraba, y
en tanto el empleado le llevaba su cerveza Corona, “al tiempo”, desdobló el
papel que contenía el cuestionario. Abrió los ojos al leer y casi estuvo a punto de soltarlo. ¿Poesía? Se
acordó del poeta Vicente Quirarte. El año anterior había asistido a la ceremonia
de entrega del premio Javier Villaurrutia, en la Casa de la Cultura
de San Ángel, para este poeta. ¿Piden a un “roquero” que escriba de poesía? ¡Como invitar a un herrero que diserte de
estromatolitos! Eran cuatro preguntas: ¿Cree que el poeta busca escapar de los
hechos de la vida a través del arte? ¿Por qué cree que los poetas mexicanos le
cantan más a la mujer que al realismo cotidiano? ¿Cree que la poesía es una
crítica de la vida? ¿Cree que el poeta pierde su voz solitaria al inmiscuirse
en el lenguaje que usa la comunidad?
Le
pareció que, de manera informal, podría escribir largo y tendido en torno de
las preguntas. Le seviría de ejercicio literario. Pero no estaba con el ánimo
necesario para tal cosa. Guardó cuidadosamente el papel que contenía la
respuesta y encontró más sensato dar otro trago a su cerveza.
Al
terminar el contenido del vaso le pareció que debía intentar platicar con la
mujer de la mesa vecina. Se le había ocurrido desde hacía un rato pero,
reflexionó, pudiera resultar que estuviera esperando a alguien. Se acercó y vio
con sorpresa que la muchacha volteaba al tiempo que lo recibía con una sonrisa.
Antes que pudiera reaccionar, le escuchó decir:
-
Estaba segura que vendría al terminar la cerveza.
-¡Diablos!-
exclamó- ¡Es la krisna!
En
efecto, era la joven que había conocido en Bajamita, frente a la playa
“Brigitte Bardot”. Pero ya estaba parado frente a ella y sólo acertó a
preguntar:
-¿Puedo
invitarle un refresco... o espera a alguien?
- Tome asiento, por favor - respondió alegre
la mujer. Cuando estuvo instalado y todavía sin poder salir del todo de la
sorpresa, Cork escuchó que seguía diciendo: - Sí, esperaba a alguien, pero ya
llegó.
Cork
volteó hacia la puerta e inició un ademán de levantarse de su asiento. La otra
lo tomó del brazo y lo detuvo donde estaba.
-
Usted- dijo-. Lo esperaba a usted.
-
¿Cómo puede ser eso. Ni siquiera nos conocemos. Es decir...
-
Se equivoca. Además, sabía que vendría...
Le pareció que la muchacha, aunque rara, era
realmente encantadora, y su voz y sus labios resultaban todo un conjunto para
admirarse, Cork encontró atractiva la idea de continuar con aquello que,
verdaderamente, no acababa de entender.
-
Quiero explicarle...
-
Sí, ya recuerdo, en Bajamita...Su automóvil descompuesto...Me disculpo.... Me
encontraba en cierto estado de ánimo...
-Acepto.
Pero no era eso a lo que me refería. Resulta que...-de pronto la muchacha se interrumpió.
Como si comprendiera que estaba encaminándose hacia un panorama que no se podía
describir sin antes entrar en ciertos
antecedentes. Entonces dijo:
-
Me llamo Clemencia. Clemencia Swan García. Vivo en México y tengo familia en la
isla. Estoy de vacaciones y pronto regresaré a la capital. ¿Usted también está
de vacaciones?
-
Por unos días pasearé en sus playas. Luego, efectivamente, regresaré a México.
Estoy buscando a un amigo, en realidad a dos, que ya debieron haber llegado.
Hice un viaje a Jonuta y luego permanecí otros días en Punta Real. Eso me ha
llevado más tiempo del que tenía calculado. Planeaba visitar a unos ancestros.
Pero creo que ya no podré hacerlo.
-
¿Familiares?
-
Ancestros.
-
¿Cómo ancestros? ¡No entiendo!
-
Los lugares donde vivieron, sus cosas que hicieron, su recuerdo...
- ¿Ya murieron?
-
Sí. Sólo quedan sus construcciones.
-
¿En qué lugar vivían de la isla?
-
No en la isla. Más allá.
Clemencia
empezó a sospechar algo.
-
¿Cómo se llama ese lugar?
-
San Lorenzo Tenochtitlán, en el sur de Veracruz.
-
No se estará refiriendo a...
-
A ellos, precisamente...Usted, Clemencia, vive en México pero, ¿nació allá o
aquí, en Carmen?
-
Dos veces he nacido en México...México me gusta para nacer....
Así,
de pronto, sin más preámbulos, Cork se vio metido en un ambiente que le era
totalmente ajeno. No porque lo desconociera por completo (había leído y tomado
cursos y diplomados de todas las grandes religiones) sino porque le parecía un
tema extraño que no había considerado, hasta ese momento, platicarlo siquiera.
Tal vez por ello quiso hacer una especie de broma:
-¿Pertenece
al club de los backing time?
-
La regresión no va más allá de las experiencias intrauterinas. Y eso si se es
realmente bueno en hipnotismo profundo...
-
Ah, entiendo: trasmigración de las almas, Sócrates...
-
Son ideas de la Humanidad. Yo digo que, propiamente, Krisna. Veo cierto
escepticismo en su cara.
-Para mí con una vez es suficiente.
-
Nadie queda enteramente limpio con bañarse una sola vez.
-
Me encanta la idea que al morir marcharé por regiones subterráneas, más o menos
como le hacen los espeleólogos. Cruzando ríos y cavernas, acompañado de un
perrito. Y finalmente emergeré a la región esplendorosa y ecológica del Tlalocan. Sobre todo
conservar mi propio yo. Tepantitla, ¿conoce Tepantitla, en Teotihuacán? Es el
Paraíso mexica y las criaturas son ellas, es decir, conservan su yo. Ríen, lloran,
juegan.
-
Se trata de alcanzar la Gran Luz, no de irse a vivir a los bosques, como Robin
Hood.
-
Yo digo que hay que buscar la felicidad.
Como pertenezco a un mundo sincrético, me identifico con la idea de la
resurrección.Aquí también es una sola vez.
-
Insisto en que nadie puede quedar enteramente limpio con ducharse una sola
ocasión.
-
Sí, si hay quien acabe de quitarle la mugre que quedó. Una institución superior
capaz de absolver los residuos que de manera involuntaria fueron olvidados. Me
gusta más esto que la idea de subirme a un globo y comenzar a tirar lastre, una
piedra por cada vida, y empezar a elevarme, hasta que un día ya no sea posible
el regreso a la Tierra...El sistema de las salvaciones individuales son
peligrosas...Erosionan la unidad de la sociedad.
Se
dio cuenta que de pronto ambos habían perdido piso y estaban hablando de cosas lejanas a ellos mismos en esa mesa del
restaurante. Igual que hacen los fanáticos religiosos de todo el planeta.
-
Ciertamente no hay que atentar contra la libertad del individuo. Pero los
humanos tienen una serie de atavismos que los atan a la Tierra. En algunos
casos el humano es predecible con un margen de error insignificante. Su
carácter, sus herencias biológicas, sus ambientes sociales ¡Y, sin embargo, él
sigue sosteniendo que es libre! No le hace caso al médico ni al psicólogo ni al libro. ¿Cómo puede ser
de otra manera que la predestinación que trae desde el primer día en que nació
no se cumpla? De ese modo, si se conocen sus costumbres, se puede decir hasta
de lo que se va a morir...
-
Es cierto. Libre como la comunidad que se asentó sobre una ladera de muchos
grados de inclinación y es constantemente reblandecida por las lluvias. El
geólogo le dice que se va a venir abajo, pero la comunidad insiste que es libre
de mudarse o permanecer en el lugar. Desde luego que no se va. ¿Qué hace el
geólogo en este caso?
-
Rascarse la cabeza y exclamar: ¡libre albedrío!
-Claro
que él tiene, o debería de tener, la potestad de llamar a la fuerza pública.
Como el médico que se encuentra con el seguidor de alguna clase de religión que
no permite que le administren sangre. El está para salvar vidas no para ser
testigo de alguien que se le muere en sus narices sin intentar hasta lo
imposible. Cierto que ha habido casos en que el otro, después de haber sido
salvado por el médico, levanta a éste, ante el Ministerio Público, una demanda por haberlo salvado...¿Así le
puede suceder al geólogo por advertir a la comunidad?
-
Antes que nada la comunidad ya llamó en su auxilio al partido político y a
Derechos Humanos. Cuando el pueblo ha sido sepultado por miles de toneladas de
piedra y lodo, nadie jamás vuelve a mencionar el asunto.
-
¿Es decir que hay que dejar que las estrellas muevan las cartas con toda
libertad?
- Algo así. Pero se equivoca al decir que nadie jamás
volverá a ocuparse del asunto. Mil años más tarde los antropólogos harán todo
un estudio del caso: la arquitectura rural ya había sido cambiada, algunos
granos ya no se sembraban. La moda en el vestir será diferente. Sus anhelos y
sus temores estarán plasmados en los objetos de barro y piedra...Para entonces
la comunidad, contemporánea, ya habrá levantado su pueblo en el mismo lugar.
Durante miles de años el volcán Chichonal, en Chiapas, ha sepultado a la
población. Usted puede constatar que ahora, en ese mismo lugar, hay otro
pueblo. Miles de personas que rien, sufren, trabajan y viven como si nada fuera
a pasar otra vez. Es el llamado de la
tierra. Nadie puede resistirse a esto. Aun los individuos que pasan como grandes internacionalistas
quieren regresar al pueblo donde nacieron. Belleza de una época, Yeats fue el
primero que lo dijo refiriéndose al conjunto compuesto por los viejos mitos,
las creencias y los sueños de un pueblo.
Entonces, un poco en broma, empezó a hacer una
mención de la gran fiesta del Dos de Noviembre en México. Cada año, la
Universidad pone una ofrenda a los muertos,
en la explanada verde, mejor conocida como Las Islas de Ciudad Universitaria. En el principio de noviembre huelen a copal. El
caso es que queda preciosa “la ofrenda”. En realidad son muchas ofrendas. Se trata de trabajos colegiados. Es
decir que en cada ofrenda participa un número de personas. Algunas ofrendas son
tan grandes que se ve un “ejercito”, sobre todo de gente joven, dándole forma a
la idea de cómo debería ser su ofrenda. Es decir que una onda metafísica
recorre con toda calidez a la Universidad y al país entero. Lo que cuenta en
estos festejos comunitarios es la disposición a la convivencia. Como dicen los antropólogos: “La
fiesta borra el caos”. Tiende a restablecer las relaciones fracturadas... Si
otros pueblos contaran con verdaderas tradiciones culturales, no estarían
pensando tan seguido en la guerra. Desde
el 30 de octubre mucha gente se
concentra, en la gran explanada de Las Islas, con la idea de poner sus
ofrendas del Día de Muertos. O los Días de Muertos. Santos Inocentes y Adultos.
O angelitos y Grandes. Como quiera llamarles. Desde antes algunos ya habían
empezado a armar estructuras de madera
para hacer sus Quetzalcoatl. Serpientes
enormes y bellas que bajaban a lo largo de la escalera de piedra, al sur de la
Biblioteca Central. Más arriba un Zompantli. Y allá abajo numerosas tumbas...
Es la fecha en que vivos y descarnados se reúnen y vuelven a restablecer la
comunidad. Muertos un poco hedonistas, otro poco sibaritas, otro poco tragones,
otro poco borrachones, otro poco fumadores. Seguramente hasta santos había
entre estos muertos evocados. El caso es que los descarnados fraternizan con
los jóvenes hacedores de ofrendas.. Y
eso es bello. En especial en estos días que hay cuarenta guerras, al mismo
tiempo, a lo largo del globo terráqueo. Frente a semejante vesanismo mejor
seguir cultivando costumbres que estén encaminadas a la fraternidad...Y si este
año los muertos del Mictlan no volvieron de lejanas regiones, porque andaban
muy ocupados, o por cualquier otra cosa, al menos nosotros nos reunimos y la
pasamos en fraternidad un buen rato.
Comiendo “pan de muerto”, calabaza y quemando copal...Por cierto- dijo Cork de
pronto, porque así de pronto se había acordado de algo que le había pasado por
la cabeza, cuando se encontraba en la playa, el día anterior - ¿Conoce algún
lugar que se llame Politeama? ¿Por qué había dicho Politeama?
Más tarde me
contaría Cork de la sorpresa que se llevó.
En ese momento escuchó decir a aquella muchacha cosas que jamás se
hubiera imaginado
- Politeama era un lugar de burlesque en el que
cantaban los mejores artistas de la época. Y también era lugar en el que muchos
aficionados empezaban su carrera de comediantes...Por esa época usted vivía en
el callejón de La Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort, en el primer
cuadro de la ciudad de México. Iba
todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos, ¿recuerda? Era un
lugar inolvidable pues para entrar había que subir de la calle de Galeras,
después llamada Echeveste, una escalera corta de madera. Las cortinas que daban
acceso eran gruesas y de color rojo oscuro. Tengo presente su ademán
característico de hacerlas a un lado de un solo movimiento y quedarse parado en lo alto antes de entrar.
Pocos bailaban como usted. Y eso era motivo para que Carmina quisiera
acompañarlo toda la noche. Era una atractiva mulata de la Costa Chica de
Guerrero, muy solicitada por la clientela, pero que con frecuencia decidía no
hacerle caso a nadie y se la pasaban los dos en el centro de la pista, dejándose
llevar por la música de la sinfonola (Le
Rat Mort era un cabaret de cuarta categoría). Que ustedes acapararan la
pista causaba malestar entre las chicas pues la clientela prefería mirarlos
desde sus lugares y se abstenían de invitar a las otras. Entonces los ingresos
bajaban. Cobraban un peso por cada pieza
de baile. En el interior las luces rojas eran tenues, y el humo del
cigarro apenas dejaba distinguir algo a cinco metros. De todas maneras salvaba
la noche el hecho que, nunca falta algún cliente, lo suficientemente pasado de
copas, que le importe poco cómo hagan los demás y vaya a sacar a bailar a la
muchacha que tenga más cerca.
-
¿Todo eso pasaba en…
-
Le Rat Morte…También las noches eran
buenas para las demás cuando usted me invitaba a ir a la carpa - teatro del
Gordo Arozamena, o al Teatro Nacional, que estaba en la calle del Coliseo. O al
retirarnos más temprano de lo acostumbrado porque íbamos a cenar al Tupinamba
-¿Tupinamba?
Un restaurante –café, en Bolívar, entre
Uruguay y Venustiano Carranza. Todo en
el primer cuadro de la capital. Recuerdo que no caminábamos directamente por la
calle de Las Ratas y por la de Las Damas, como debería haber sido. Sí, entonces
cada cuadra tenía su nombre y éste rara vez era el de un héroe, como después
les dio por llamarlas, Bolívar, en su caso, sino que el nombre correspondía a
algún suceso local…A usted le gustaba caminar en sentido contrario, ir por San
Jerónimo, dar la vuelta por el callejón de Vizcaínas, que era la esquina donde
estaba el Club Verde. Este era un
centro nocturno gemelo de Le Rat Mort.
Seguíamos por Aldaco, que entonces se llamaba callejón de Pañeras, hasta Puente
Quebrado, ahora República de El Salvador.
Cork
dijo, aprovechando la primera pausa de la muchacha:
-
Trato de imaginarme esos lugares en la época en que usted ha situado el relato,
Clemencia.
-
¿Por qué?
- Si ahora, las noches en esas calles no son
muy ventiladas, que digamos, ¿cómo serían entonces?
-
Ha habido cambios… Entonces eran callejones oscuros, con agua de las casas
llenando de charcos el piso, pues para esos días aun se carecía de drenaje
público. Sin embargo desde entonces es un rumbo de la ciudad en el que jamás se
suspende la actividad callejera, y hasta se puede asegurar que hay más gente
deambulando bajo la noche que a la luz del sol. Como usted vivía en Esperanza,
era un vecino familiar para los personajes nocturnos que gustan de atisbar
entre las sombras y caminábamos sin contratiempos. El Tupinamba era para esa
época tal vez el restaurante más amplio y el que contaba con más clientela.
Tenía la característica que el tipo de gente que asistía correspondía a la hora
del día. Hacia las once de la noche se llenaba de gente del ambiente taurino. Y
uno que otro gigoló acompañando a
alguna dama…Eran los días en que Gerardo Murillo, después de permanecer semanas
y aun meses en las montañas, arriba de Amecameca, haciendo apuntes y dibujando
rasgos para sus cuadros cuyos motivos eran los volcanes, regresaba al valle y
de inmediato se incorporaba a la vida política. Daba conferencias y ponía
énfasis al decir que, después de la primera gran guerra europea, la alianza
Alemania - Francia haría una potencia mundial inconmovible por cualquier otro
poder en la Tierra. Y que tal cosa aseguraría una larga era de paz, no solo
allá sino en todas partes.
Eran
los días que enormes contingentes
desfilaban bajo las grandes insignias del nacionalsocialismo, por Tacuba, la amplia avenida adyacente a la Alameda Central,
y del otro lado, por avenida Juárez, otros grandes contingentes se pronunciaban
por el comunismo estalinista. Organizaban desde el Hemiciclo a Juárez nutridos
mítines con abundantes banderas de hoz y martillo… Una manifestación de treinta
mil irrumpe por las calles paralizando el tráfico por dos horas. Llevan mantas
que dicen: “No al outsourcing, ¡Viva la CTM!”.Su manera de protestar más parce
que van a un encuentro de futbol. Se detiene paralizando a la enorme serpiente
y de pronto se echan a correr dando alaridos de júbilo. Una de esas fechas
agitadas, usted me llevó a que conociera el café de la calle de Tacuba, en
lugar de ir al Tupinamba. Era un café distinguido y sobrio.
Cork estaba asombrado al escuchar todo eso a la muchacha. “Está loca de remate
pero es muy bella y su modo es elegante”, pensó, además, ocho en la escala de diez…
¿En cuántos laberintos es capaz de meterse el humano? Sin embargo tuvo la
lucidez necesaria para aprovechar esa situación y preguntar:
-
¿De tal manera que nos conocemos desde hace algún tiempo?
-
Si tenemos oportunidad, le iré contando todo lo que usted y yo hemos vivido...
Clemencia
no pudo terminar la frase. Cork había pensado en ese momento que, si no
resultaba lo que se le había ocurrido, pues nada y adiós. Volvería a la cordura
de la calle. ¡Y jamás volvería a ver a aquella muchacha loca. Se levantó y
llegando hasta ella le dio un beso. Como en los primeros cinco segundos no hubo
rechazo, siguió y aquel beso pudo haberse prolongado todo el tiempo que él
quisiera. Al retirarse y volver a su asiento, ella seguía con los ojos
cerrados. Su respiración se fue calmando, abrió los ojos y
pudo hablar. Entonces, dice Cork que lo que escuchó lo impresionó
todavía más:
-
¡Al fin pudo suceder de nuevo!
Una
hora después salieron del local. El sol era intenso, como siempre es en la
isla. Cork la invitó a que fueran a caminar a Mandinga. Pero ella tenía que
reunirse con su familia e ir de compras al mercado y a la tienda de ropa. En ese momento cruzaban por una
pequeña alameda llena de jacarandas con flores azules. Al despedirse fue ella
la que se acercó a Cork y lo besó. Fue
un beso como a Cork jamás se le ocurrió que pudiera suceder...
La
vio alejarse por la calle amplia y tranquila. Iba bella y serena, como
corresponde a una mujer que está familiarizada a tratar con los arcanos. Fue
hasta la media calle, más allá, que ella se dio cuenta que no había tenido el
control sobre si, como estaba acostumbrada. Su ropa íntima estaba completamente
mojada. Fue cuando se paró y volteó hacía el lugar en el que había tenido lugar
aquel beso. Cork seguía parado, viéndola alejarse. Desde lejos lo vio
hacer señales con la mano, describiendo
un adiós afectuoso y momentáneo. Se verían al día siguiente. Al reanudar su
camino, Clemencia se dijo: “Siempre son así nuestras despedidas...”
Antes de regresar a cerciorarse que yo había llegado al hotel, decidió caminar un rato por
Mandinga. Llevaba una cerveza de “cuarto” en la mano y escuchaba las canciones
que interpretaban los grupos musicales. En el local del extremo sur del lugar,
frente a la Laguna, una sinfonola moderna reproducía una viejísima canción del
“Jibarito Rafael Hernández”. Era
“Congoja” y la cantaba Margarita Romero.
15
La playa estaba desierta a esa hora temprana
del día. La fresca brisa del mar, que movía la tela delgada del vestido de
Clemencia, contrastaba con la temperatura caliente y húmeda que cubría a la
isla.Negaba que su cuerpo y su alma fuera uno solo. Decía que para vivir podría
servirse de cualquier vehículo del reino animal y hasta vegetal, no solo del
cuerpo humano. Aseguraba que había vivido cinco vidas en la plaza
principal de Coyoacán. Una de ellas había sido una perra sucia y pulgoza
que era asediada por cuanto perro callejero deambulaba en el lugar. Otra se
trataba de una bellísima jovencita de dieciocho años, pelo corto rubio, ojos
azules y tez blanca. Sus pantalones eran finos y saco elegante. Recogía dinero
en la plaza. Sobre todo pedía a los hombres maduros. De cien solamente dejaban
de darle cinco. Cada moneda que recibía se la entregaba de inmediato a un muchacho
un poco mayor que ella. Este permanecía
montado en una bicicleta. Esperaba a
reunir cierta cantidad de lo que Clemencia (no dijo si en aquella vida también
se llamaba Clemencia) le daba. Con el dinero compraba licor para beber con otros treinta individuos que, de una
manera u otra, vivían en ese sitio durante el día. Por las noches fumaban
marihuana y se inyectaban o aspiraban cuanta sustancia tóxica podían conseguir.
De vez en cuando iban al hospital de Xoco a ver el cadáver de alguno del grupo que
acababa de morir esa madrugada. El sol de la mañana solía encontrarlos desnudos, dormidos juntos en una sala,
siempre con una pareja distinta. Pero también fue una flor blanca, delicada y
bella. En otra vida una jacaranda. O bien una cucaracha que iba de un café de
chinos al otro, también de chinos, de la calle Hidalgo al de Carrillo Puerto,
en Coyoacán. En otra vida se la pasó
escondiendo cocaína barata entre los santos del templo de San Juan Bautista.
Afuera hacían el trato y el cliente se introducía a la nave de oración, hasta
el santo que le había indicado.También fue una nerviosa libélula. Pero la más
de las veces regresó a vivir de manera antropomorfa. Dice que cuando renació en
esa flor blanca y bella conoció el momento que por fin iba a poder vivir fuera
de la plaza. Aseguraba que algunos de los vagabundos, que viven y duermen en
las bancas del centro de Coyoacán, están pasando por alguna etapa de expiación.
Obsesionada en
quedarse fija en el presente, jurando que sólo le importa el aquí, pero movida
por el pasado. Y pensando en el futuro que será irremediablemente una
consecuencia del presente. Juraba que el círculo no tiene principio ni fin. Así
era su sansara. Soñar con un Paraíso
ya perdido. El primer paso hacia el derrumbe hegeliano. La esclerosis que
impide moverse en el presente y echar bases para mañana. Un mundo sin
problemas. Los héroes de la desadaptación. Una vida que no sea alcanzada por la
actividad del subsuelo. Que la oceánica placa de Cocos y la continental placa
de Norteamérica dejen de estar haciendo el papel de dioses, al introducir en la
lógica de la existencia bucólica el elemento inesperado que cambiará el rumbo
de nuestras vidas.
Le pareció que Clemencia era la versión
moderna de los viejos finalistas. A su insistencia que cantara el Hare Krisna
seguía la práctica de la relajación: respire, le decía, desconéctese, estírese,
sienta cada uno de sus niveles del cuerpo, bostece, regrese:
- Siempre hay que
estar consciente de cuál es el estímulo que nos va a echar a andar. El pensamiento
que sigue al estímulo es el parteaguas de nuestra conducta que va a decidir
nuestras acciones posteriores.
- ¿Como cuáles?
- Sentimiento,
emoción, conducta y efecto...
- ¡La causa y el
efecto!
- ¡Así es!
Pero al terminar de
describir el cuadro agnóstico volvía a situarse en el terreno numinoso:
- ¡La causa es
Krisna!
El arrojó una piedra a las olas de la orilla
de la playa. Empezó el círculo y dijo que él era el principio del círculo.
Entonces ella le gritó que eso era
trampa. Acababa de pasar dos meses en su salita de Kumarila. Viajando por los
mundos siderales y rompiendo de esa manera los ladrillos de su prisión mental.
A él le pareció que el hombre rutinario de la colonia popular, que todas las
mañanas recogía cartón en los basureros para venderlos en el expendió de
periódicos, tenía más libertad que ella. Pero se guardó de decirlo. ¿Una perra
pulgoza y una delicada flor blanca que se abre al sol? Reía. Se preguntaba:
¿cómo fue que alcanzamos esa enorme sensibilidad? ¿Apenas hace dos millones de
años éramos menos que trogloditas? ¿Qué sucedió? Se imaginaba a aquella bella
muchacha, y elegante en sus modos de vestir, con cinco pares de chiches
colgando hasta casi ras de suelo y asediada por diez perros sarnosos y
calientes...
¿Ha
leído a Dante?
-
Sí. Fue uno de mis tempranos proyectos
de lectura. Pero me costó trabajo. Lo anotaba una y otra vez en mi diario. Por
eso me di cuenta que posponía su
lectura.
-
¿Lleva un diario?
-
En ocasiones es más bien semanario...
-
Interesante. Siempre quise hacerlo, pero me parecía una cuestión cursi.
- Puede escribir notas. De cosas que se le
vayan ocurriendo. O que sean parte de la
vida de ese día. Llevar un diario enseña cosas. Entre otras, a pensar
para escribir. Es algo que se hacía en la antigüedad. Se interpretaba la vida.
Se le deformaba o se procuraba hacer una fotografía de ella. De esta manera se
hacía una especie de examen de lo vivido las últimas horas. En ocasiones se
llegaba al descubrimiento de haber realizado cosas innecesarias demasiadas veces.
Otras, en cambio, el haberse apartado del automatismo social tan necesario para
el individuo y para el grupo. Por ejemplo, abandonar la práctica del ejercicio
físico responsable era empezar a morir. Estar en la morbosa conmiseración de
que está llena la literatura europea del primer tercio del siglo veinte.
Enterarse cuánto se ha perseguido una utopía. Leer a Milton es una utopía en
tanto no se llegara a la última página. Chesterton escribía utopías pero sólo
para descubrir que la Iglesia ya se le había adelantado. Pero de pronto los
diarios personales ya no se abrieron. Llegó la televisión y el celular. Nuestra
vida desapareció y en su lugar vivimos mil vidas y acciones que tenían lugar
del otro lado de los cables conductores de electricidad.¿Y en realidad
sucedían? De vivir la vida, e interpretarla, pasamos a ver cosas virtuales que
nos van induciendo conductas que no estaban en nuestro interés. Y después de
cerrar el diario de notas pasamos a cerrar el libro que estábamos leyendo. En
adelante abrevamos nuestra cultura en la lectura de los periódicos y en la
televisión...
-
El cuarto y quinto infiernos-dije en broma-. ¿Sabía que los Padres de Estados
Unidos leían los clásicos griegos cuando eran niños? ¿Que estudiaron más tarde
la vida de los etruscos, y la de Roma, casi a microscopio? Ya no se lee, ¿cierto?
No va de acuerdo con las etapas de la humanidad y ni siquiera con los planes de
estudio de las escuelas. Corresponde a etapas del individuo. Leer a Dante es
estar en la disposición de sacar el espejo de Tezcatlipoca y contemplarse en
él. No es una tarea fácil. Ya lo creo.
Dorian Grey no resistió contemplar su retrato... ¿Cómo fue que finalmente leyó
a Dante?
-
A través de Eneas...La gruta de la
Sibila, ya en tierra Itálica, después de haber salvado la vida en Troya...Es la
prefiguración del universo fantástico que Dante desarrollará catorce siglos más
tarde. Cuando el héroe baja a ese mundo subterráneo se encuentra con antiguos
amigos troyanos que habían muerto en combate. Platica con ellos y hasta ve a
enemigos griegos que murieron en el sitio de Troya. Uno de esos habitantes del
Infierno apura a Eneas diciéndole que se apresure a salir del lugar. ¿O qué
caso fue el que, vivo aun, lo ha llevado ahí? Aquellas son las moradas lóbregas, sin sol, y los parajes
tenebrosos.
Desde
luego que él también había leído a Dante. Apenas cumplido los quince años ya lo
conocía. Pensó mentir en espera que
Clemencia elaborara alguna leyenda relacionada con este poeta. Pero no lo hizo.
En cambio le oyó decir algo que le informó que ella también conocía esas vidas:
-Héctor
es el apropiado héroe de la resistencia en Troya. Eneas es el caudillo de la
salvación, la travesía marítima y la llegada a Italia. Los aztecas tuvieron en
Cuitlahuac y en Cuahutemoc sus héroes de la resistencia, cuando defendían
México- Tenochtitlán. Pero les faltó el caudillo de la reconstrucción. Les
faltó su Eneas...
-
¡Vaya, creí que nada más sabía de Krisna!
Le
preguntó que si también en mineral podía
reencarnar. En este caso podría sugerirle nombres preciosos para sus futuras
vidas tales como gema, pirita,
hematita...
Un
tanto sería contestó:
-
Precisamente usted tiene una fuerte tendencia antropomórfica al considerar el
ser en una unidad espiritual y material. Indestructible por encima de la muerte
inmediata, pues al final se dará otra vez la unión de esas dos naturalezas. ¿No
es así?
-Sí.
Quiero mucho a mi yo. Tanto que así seré en la otra vida.
Apuraba el contenido de una cerveza
mientras avanzaban descalzos sobre la
arena húmeda. Carmen y yo y Salim M. les seguíamos diez metros detrás.
Entre tanto Carmen nos contaba algo de la
historia de la isla del Carmen.
-
Se le conoció en otros tiempos como Triest Island. Esto procedía de su otro
nombre de Isla de Tris lo que a su vez arrancaba de Isla Triste- y agregaba:-,
de triste no tiene nada este paraíso.
Había
visitado en México a Salim, con el que hicimos el invierno pasado la primera
escalada a la pared oeste de la Torre Negra de Nexpayantla, para que nos
alcanzara en la isla y había llegado temprano por avión.
Salim
Vendía ropa en el puesto de Correo Mayor, enfrente de su establecimiento. Con doscientos
pantalones de mezclilla sobre un cajón de madera, en los que transportan los
jitomates. Con un fajo de billetes de a cien entre los dedos de la mano
izquierda, con la derecha mostraba la prenda a los que pasaban. “A cien pesos
llévalos”, les decía en su cara mientras caminaban. Había tenido que salir a la
banqueta, enfrente de su negocio establecido, para competir al tú por tú con
los vendedores informales:
- Esos
cabrones no pagan impuestos legales,
hermano, y sólo “colaboraciones” subrepticias por “derecho” de piso en vía
abierta.
-
¿Cuándo vas a empezar a
juntar tu millón de dólares para
trabajar por la democracia - le preguntó en esa ocasión.
-
En esas estoy, precisamente.
-
¿Vendiendo sobre un cajón de jitomates, lo vas a lograr?
-
Sí.
-
No entiendo.
-
Se ve que no entiendes. Y no tienes por qué entender este asunto de los
dineros. Tú estudias la Tierra. Si temblara en este momento yo no sabría a qué
se debe, pero tú sí.
-¿Cuándo
vas a lograr juntar tal cantidad?
-
Lo que no entiendes es que el segundo paso, después de vender en la banqueta,
es hacer algunas operaciones convenientes en la Bolsa.
- Es arriesgado. Te puedes quedar en cueros.
-
No si sabes cuándo, cómo y con quién.
-
Insisto en que es arriesgado.
-
También el alpinismo es arriesgado... Igual se muere la gente conduciendo su
automóvil cuando está borracha.
-
En montaña se mueren los individuos, pero en proporción del uno a mil, lo cual
está dentro de lo razonable...
-
Tú no pierdas de vista la Placa Cocos que yo me encargo de la democracia ¿O eres
de los que no creen, o no gustan de la democracia?
-
Hasta ahora lo que conozco, verdaderamente democrático, son el estreñimiento y
la Placa de Cocos. Ambos llegan sin que alguien los haya invitado y se llevan
por igual, entre los pies, a los individuos de los diferentes estratos de la
sociedad.
-
Está la Muerte, comadre de Pedro Páramo.
-
Tampoco. Es mentira que se lleve a todos por parejo. Los desnutridos van por
delante...
Recuerda
Cork que al final Salim lanzó una
carcajada llena de seguridad:
-
¡No seas escéptico, hermano. Con la democracia buscaremos acabar con la
desnutrición!
Por
la tarde Salim volaría de regreso a México.
Clemencia miraba, asombrada, en Manigua, la
manera tan efectiva pero a la vez discreta que tenía Cork de beber cerveza. No
detenía el líquido mediante el sistema epiglótico de la garganta sino que lo
dejaba deslizar suavemente. No se levantaba la espuma. Era una técnica depurada. La había aprendido
de los mineros de las aldeas serranas de Hidalgo. Así toman algunos de ellos el
pulque. Despué bajaba el brazo, con la cerveza, que después iría balanceando en
su paseo por la playa.
-
¿Cómo entender a la naturaleza si se permanece por siempre en la
ciudad?...Tiene razón en eso de la unidad indestructible de la idea del cuerpo.
Pero se equivoca de cultura- alzó un poco la botella oscura y observó:- La rata canguro del desierto no
necesita beber agua. Su metabolismo... Nunca conocerá el sabor de la cerveza...
Al mirar el rostro del muchacho no recordaba haber conocido otros ojos tan
enérgicos y bien delineados como aquellos. Este dijo que algún día le contaría
cómo el individuo al morir en esta vida, que todos conocemos, empieza un
interesante viaje a través de un mundo subterráneo...
-
Ah, y también la manera en
que cada año, a lo largo de dos días, toda una comunidad de hombres, mujeres y
niños, regresa a este mundo para... ¿Para qué cree?
-
No tengo idea –dijo ella.
- Nada menos que para comer y beber. ¿Qué le
parece? En el mes de Teotleco, que ahora es diciembre, regresan los dioses de
larguísimos viajes. ¿Sabe del Tonalamatl, no? Es decir que esos muertos, antes
humanos, ya volvían divinizados. No solamente Yavé y sus acompañantes son
capaces de comer, carnero y pan, preparado por Sara en las tiendas bajo los
árboles de Mambre...Se trata de dos geografías diferentes y dietas distintas.
El ternero tiene mucha grasa. En cambio aquí abundan los vegetales... Las
fibras. Le digo a Salim que debería de correr por lo menos cinco kilómetros,
diariamente, si no quiere que se le tapen las venas y llegue el infarto antes
de la mitad de edad promedio de los de
su pueblo. Y antes que logre juntar su millón
de dólares. ¿Escuchaste Salim?...
-
¡Estás loco, hermano!
- ...además de regresar a comer, los muertos
saben que en las ofrendas encontrarán bebidas. Es decir, vino. ¿No es
formidable? Su religión se afana por ir haciendo cada vez más puro al individuo
a través de vidas sucesivas. En cambio los muertos que regresan a México vienen
a gustar de nuevo la comida y un buen
vaso de cerveza. De preferencia de pulque, aunque en las ciudades cada vez es
más difícil encontrarlo. La industria de la cerveza…
-
Increíble tanto hedonismo!
- Este individuo no come solo. Se reúne de
nuevo con la familia. Con el grupo que también ha regresado del Mictlan, o de
donde se encuentre caminando (hasta muertos nos gusta caminar a los mexicanos),
y con el grupo que aun vive en la tierra. Esto es, se rehace la comunidad. De
esa manera metafísica, junto con el ADN, se van perpetuando los arquetipos del
grupo. Un año vivieron en sus lugares y con sus cosas, pero ahora es la fecha
de la reunión. Como cuando nos reunimos los de la generación de la Facultad o
de secundaria. Como cuando todos estaban con vida y hacían una fiesta...
Un niño atendía su puesto de agua de coco,
refrescos y jícamas cortadas, cerca de la playa, a las que había puesto chile
rojo en polvo, y acompañaban en el plato limones partidos a la mitad. Otros
niños dormían en la arena o vagaban desarrapados sin rumbo por la costa.
Salim
dijo:
-
Solamente uno de ellos, de entre un millón, tal vez, llegue a la Facultad de
alguna Universidad...
Carmen
agregó algo al respecto:
- Hijos de
parejas que se unieron en el matrimonio tradicional y que a la postre acabaron
aboliendo la monogamia. Pensaron que la gente los presionaba en ese sentido.
Buscaron la manera de decirle a la sociedad que no se metiera con ellos y
empezaron a practicar la poligamia como señal de libertad. ...Ahora, en el seno
de la ciudad, y por la playa desierta, hay niños durmiendo amontonados unos y
otros tratando de descifrar el enigma de su destino...- dijo que acababa de
leer un viejo libro, de un autor alemán llamado Spranger. Lo escribió en el
primer tercio del siglo veinte, en
Alemania. Apunta hacia una educación de los pueblos por medio de la cultura y
la educación. Pero no está dirigido para
los que esperan que el mundo cambie para después cambiar también. Ni tampoco
deja de lado a esos gobiernos que adelgazan año con año el presupuesto de la
Universidad Pública.
Spranger
está hablando contra un amodorramiento propio de pueblos que han vivido bajo
una tutela que se prolongó más allá de lo necesario: Tiene que nacer primero el
nuevo modo de pensar, antes de que pueda nacer la nueva época. Como sea, la
idea de Spranger sirve, y urge, sobre todo en una sociedad en la que cada vez
crece la farmacodependencia entre niños y jóvenes...
Salim
dijo, queriendo hacer una broma:
-La
monogamia es como querer bajar de peso...Mucha intención pero nada fácil de lograr... No se da con sólo
desearla. Entre otras cosas es el resultado de cultura, preferencia y ejercicio
en ese sentido. Tampoco se puede bajar de peso con nada más desearlo. Para
lograr ese resultado hay que echar a andar una serie de cuestiones. Y después
mantener esa voluntad día tras día...
Cork
agregó:
-
Muchos padres, en el mundo de los humanos, podrían aprender del celo,
dedicación y paciencia que los búhos grises de las Rocosas tienen para con sus
hijos.
De
algún lugar llegaban las notas de una melodía romántica:
-“De
la marimba al son te conocí / al contemplarte fui de la ilusión / el prisionero
que viene a contarte / las penas de su corazón...”
16
Esa
canción tenía un siglo de haber llegado a la isla y se le seguía escuchando con
arrobamiento. Primero en conjunto de músicos, luego en discos enormes de
acetato de una canción, siguieron los
chicos de muchas melodías, las cintas, después los compactos y últimamente los
más compactos de las computadoras, los rayos láser... La canción seguía allí.
-
Con el relato de los
muertos que regresan a comer y a beber, veo que no toma las cosas en serio- me
dijo Carmen-. Necesito enseñarle unas
cuantas cuestiones básicas. En la India, a semejanza que en China, se dio
también una especie de antropomorfismo. Después éste fue derivando hacia un
antropocentrismo. El afán de dominio...Solamente en una etapa más evolucionada
tuvo lugar la emancipación de las cosas. Como condición de poder alcanzar...
-
Por mi parte no tengo inconveniente en contar con una Pigmaliona
tan hermosa-dijo Salim-, que haga de éste bárbaro un hombre civilizado. Pero,
al igual que Cork, prefiero el Tonalamatl.
-
¿Recuerda que había un rico, casi perfecto, que quería seguir a Jesús? Pero que
no pudo desprenderse de sus riquezas y repartirlas entre los necesitados. Es lo
mismo. El aferrase a las cosas. No es que el dinero sea malo en sí, o los
ricos, son los medios para conseguirlo lo que está en juego.
-Sólo
por medio de la democracia se puede repartir mejor el dinero-dijo Salim.
-Hay
Fatas Morganas en todas partes-dijo Carmen y recordó a Chesterton:-.Este
escritor hace bromas a costa de la aristocracia. Dice que en el catolicismo es donde
verdaderamente hay democracia. Al cielo pueden entrar lo mismo los príncipes
que los mendigos. No es cuestión de títulos sino de obras- un grupo de gaviotas
se acercaba a la playa, volaba a ras de agua y volvía a internarse en el mar. -
Hay diferencia entre renunciar a las cosas, que repartirlas entre la gente. Lo
primero es un principio de individualidad. En lo otro comienza una comunidad
fraterna. Se trata de un modo de pensar antiguo que empezó en el llamado Viejo
Continente, que por cierto de viejo no tiene nada. De entonces para acá han
surgido, en Europa, religiones y filosofías que tienden al individualismo o a
la atomización de los grandes grupos. Como Jasper y como Heidegger... Los
héroes son frágiles y el hombre rutinario, en cambio, posee unas fortaleza
insospechada... ¿Sabían que en última instancia no hay hombres comunes y
hombres héroes? Lo que hay son individuos que no relatan, que no platican, su
existencia. ¿No sería bueno que Sancho Panza escribiera su versión de todas las
que tuvo que pasar junto a Quijano?.. Es como para tesis de doctorado... Es interesante una
acción heroica cuando se le consigna. Pero no menos espectacular resultaría
poder contar la vida de repetición de un rostro entre la multitud. Faulkner lo
consiguió. Antes una mujer que llegaba a los setenta años de edad había lavado
los platos, de una numerosa familia, algo así como setenta mil veces en su
vida. ¿Puede alguien mencionar una proeza mayor en bien de la comunidad? Ante
esto el mismo Aquiles no pasa de ser un mozalbete jugando a hacer cosas que
llamen la atención. ¿Pero quién le canta a una mujer que lava platos toda su
vida? De seguro el escudero nos dejaría entrever los maravillosos mecanismos de
adaptación. Nos diría que el rostro entre la multitud posee un excelente
recurso de adaptación a las diversas situaciones de la sociedad. ¿Han notado
que entre los rutinarios casi se desconoce la neurosis? Tienen un programa
mínimo, al menos, que cumplir. La mercadotecnia le inventa neurosis, que es
otra cosa. El héroe, en cambio, es duramente golpeado por la repetición y el
fastidio. Si no hace algo a tiempo, enloquecerá. Como enloqueció su patrón que
tenía la hacienda en un rincón de la Mancha. Quijano no sabía que el egoísmo
aparece cuando se exagera la autoestima. Pasado ese tiempo, aunque haga algo, de todos modos
enloquecerá. Y nosotros conoceríamos que el hombre homérico y la mujer ibseana
poseen un rango corto de resistencia ante la automatización de las relaciones
humanas...
-Visto
así el asunto, el hedonismo de los mesoamericanos tenía esa gran virtud de
volver a reunirse para gozar de la vida. Las etnias indias eran
grupos de báquicos y comelones. Como lo eran los etruscos. Era la manera
en que ellos entendían la fraternidad.
-
¡Espero que no estará hablando en serio, Malcom! – dijo Carme. Evitaba decirle
Cork.
-
Completamente en serio. Estas fiestas, o su ausencia, marcan todo un modo de
pensar de la realidad. Sólo hay que buscarle el simbolismo. ¿Por que se hacen
las fiestas o por qué han dejado de hacerse?
Una
palapa estaba sola en la playa. En su sombra fuerte se veían tres hamacas
vacías que se movían suavemente al impulso del viento que llegaba del Golfo.
Clemencia sujetó de pronto el brazo de
Cork, obligándolo a hacer un alto sobre la arena blanca. Nosotros seguimos
caminando. Se acercó lentamente y le dio un beso prolongado en tanto cerraba
los ojos. En ese momento estaban tan unidos como la pareja de búhos grises de
las montañas Rocosas de Norteamérica. Entre tanto, nosotros hacíamos bromas
respecto de la gente que busca las
sombras para besarse.
El puso suavemente su mejilla junto a la de
ella. Se dio cuenta que ardía, como si el sol le hubiera estado pegando
directamente durante mucho tiempo. Se acordó de los ancianos de su lejano grupo
del desierto. De una mujer barriendo en el andén del ferrocarril. El beso era
la culminación de algo sensacional para Clemencia. Empezaba en la raíz de su
rubia y abundante cabellera y bajaba por su espalda haciendo estremecer
absolutamente todo su cuerpo.Al final él tenía que sujetarla por el temor a que
fuera a desplomarse. Aquel beso le revelaba que Clemencia estaba lejos de la
androfobia. Por el contrario, ella poseía potencialidades eróticas que a simple
vista estaba lejos de imaginar. Esto me lo describió más tarde Carmen que
observó con cuidado aquel
estremecimiento.
-¡Quiero
almorzar!- gritó Salim.
Una
mujer de edad avanzada vendía máscaras de cartón. Otras estaban talladas en madera,
confeccionadas con habilidad y hermosamente pintadas. Tenían rasgos femeninos.
Se acercaba una de las fiestas
ancestrales de la isla y era el tiempo en que proliferaban estas artesanías.
Las cestas de mimbre, o las cazuelas que tenían como ornamento una cruz gamada,
le llamaban la atención. En el grupo este detalle artesanal estaba por remover
los comentarios que habían hecho girar al mundo en el siglo anterior. La
cultura de Carmen los detenía. Cork acotaba que las pinturas rupestres de las
cuevas de la profunda Tarahumara tenían ese símbolo del olin. Y lo mismo sucedía con las cazuelas actuales que se vendían
en algunos mercados del país. Eran trazos que se habían quedado grabados en el
inconsciente colectivo. Y yo sabía lo que probablemente la misma Carmen no sabía de manera consciente...la artesanía
de la lejana África Negra también la contenía como idea filosófica y de
artesanía. Carmen se detuvo un momento a observar. Cuando reanudamos el paseo,
hizo la siguiente observación:
-
Aun se perciben en las
máscaras algunos rasgos del arte yoruba.
-
¿Yoruba? – pregunté -. Jamás había oído que existiera esa etnia.
-
No es de México. Se trata de un pueblo de Nigeria del Sur.
Me
sorprendió mirándola. Le dije en seguida:
- Usted
es hermosa-quise acentuar la intención de mi confesión:-Su prima
Clemencia, en cambio, es bella.
Carmen
era de las que sabían más de una intención de las palabras.
-¿Qué
tipo de hermosa?
No
lo dudé, pues ya lo tenía pensado:
-
Como los griegos antiguos pensaban de lo hermoso. Estaba familiarizada con
Sócrates y sabía a lo que me estaba
refiriendo
-
Es halagador. Pero, concretamente...
- En los dos sentidos...
-
¡Dígalo, por favor!
-
Intelectual.
-¿Y?
-
Físicamente llenaría las aspiraciones…
Volvió
a abrazarme tiernamente.
17
-
Prométame que volveremos a vernos Malcom –
dijo Clemencia en voz tan baja que apenas pudo escucharla entre el
viento suave y cálido que pasaba por la playa. Su respiración se fue
normalizando. Cork confirmó con eso que era una muchacha extraordinaria para
interpretar el pasado. Por lo mismo, aunque hubiera vivido las veinte vidas que
decía, eso no le daba autoridad para predecir lo que sucederá en los días por
venir. Sin embargo, apenas iba a preguntar dónde podría encontrarla cuando la
escucho decir:
-
En la carretera, desde el Puerto de Veracruz hasta la ciudad de Puebla, mi
familia, mi prima Carmen incluida, posee restaurantes para choferes trailerios.
En cualesquiera de ellos puede preguntar por mí. Me comunican por teléfono. Si
me encuentro en algún punto de esa línea carretera, en una hora, a lo sumo,
tardaré en reunirme con usted. Si estoy en Kumarila, serán dos horas. .. En el
caso de que me encuentre en Caytana serán dos semanas. Como sea, haré todo lo
posible por reunirme con usted lo más pronto que pueda.
-
¿Caytana? ¿dónde queda
eso?
-
Bengala...India.
Carmen comentó lo que había escuchado apenas unos minutos
antes.
- Mi prima vive en el pasado,
ignora el presente y sueña con el futuro…
- A muchos nos sucede lo
mismo, o casi- dije.
- …El Tao sería el Paraíso
donde la existencia no conoce barreras ni jefes ni oficinas de impuestos ni las
enfermedades se propalarían ni habría propiedad privada. Tampoco los que
murieran sufrirían previamente la decadencia de la edad avanzada, que ahora
vemos que llena los hospitales. Esos son los tiempos en que se componen los paraísos
en que vive Clemencia. Un pasado
idealizado y un futuro romántico.
Esta dijo:
- No es que busque morir. Mis
dos mil quinientas calorías me mantienen lejos de la muerte.
Aparte de una cuidada
alimentación, Clemencia ingería diariamente pequeños trozos de hielo en agua, o café sin azúcar,
con la idea de eliminar calorías de su cuerpo de esa manera.
Esta observación me dio la
oportunidad de conocer el carácter audaz de Carmen cuando dijo:
- No mejor aprovechadas que
mis tres mil calorías...
Guardadas las proporciones
físicas, no se sabría a cuál preferir. Clemencia era, en efecto, una bella mujer mexicana tipo balcánica.
Carmen una hermosa mexicana tipo africana. De todas maneras, Cork intervino:
- En todo caso, solamente el
berrendo del desierto está equipado corporalmente para regular las calorías de
su cuerpo...
Pero Carmen era más que una
espontánea réplica y dijo:
- Para ser mística, Clemencia
se defiende. Se mantiene bella y deseable.
Un ambiente de tensión
llenaba esa mañana las calles alegres y desbordadas de sol de la isla. La gente
hacía filas aquí y allá para emitir su voto y elegir diputados del estado.
Salim, como he mencionado, tenía una enorme vocación por la democracia. Debido
a eso poseía un agudo conocimiento del
asunto:
- La gente sigue de cerca los medios de información y decide su voto,
teniendo en mente el programa económico que se le ha presentado durante el
periodo de campaña de los partidos políticos. Hay que empezar diciendo que
estos datos, proporcionados por el candidato, son tan maleables como los temas
de los diarios a la hora del desayuno, según diría McNeice, biógrafo de Yeats.
Ahora bien, pocos votantes son los que
hacen coincidir sus principios religiosos o filosóficos con el color de su
voto. De esa manera se da la situación surrealista de, llevados por las
tormentas de propagandas que preceden a esos acontecimientos, apoyar posiciones
antípodas según su modo de pensar. Así el magenta estará votando por el verde,
el cían por el rojo y el azul por el amarillo. Un individuo emitirá su voto por
un partido de izquierda, después de salir de la Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe. Otro que sale de su asamblea progresista irá a oír misa a la
catedral del Zocalo. Esto es muy
mexicano. Lo propio sería que el azul votara por el azul, el rojo por el rojo y
el verde por el verde. El viejo Bobbio
decía que la izquierda es lo igual y las derechas lo individual. Pero como esto
tenía un fuerte sabor a utopía, lo matizó diciendo que es lo que tiene
sensibilidad para lo igual. Mejor aun, que es lo que tiene vocación para ir
reduciendo la desigualdad. Este pensador
tiene la honestidad necesaria para aceptar que nadie es dueño de la honradez.
Dice que en la política los buenos y los malos pueden encontrarse tanto a la
derecha como a la izquierda de un imaginario presidente de asamblea...Desde
luego son principios generales. Si empezamos a observar a detalle cómo está
compuesta nuestra sociedad veremos que, ateniéndonos a lo anterior, hay una
enorme confusión. El pueblo, desde luego, tiene olfato. Por sobre el voto
razonado y el útil de los políticos, se reserva el voto silencioso con el que
echará abajo todo lo que a él se le antoje, llegando el momento de votar…
-Veo que te la
sabes-dije-.Con razón tienes urgencia de reunir tu millón de pesos para
trabajar por la democracia-.El otro siguió sin hacer caso de mis palabras.
-…El
que quiera apostarle a la democracia, como carrera, debería tener un
doctorado en filosofía y otro en historia. De otra manera estará emitiendo
lugares comunes de pasillo. Cuando se quiere vivir en ello, no tener ese título
significa amarrarse una piedra al cuello y lanzarla al fondo del río... se
necesita tener un conocimiento universal, local y profundo de la historia de
ese pueblo. De su filosofía. De su religión, si tiene alguna. La historia, el
tiempo, es el vehículo en el que cabalgan esas ideas y llegan hasta el día de
la votación. Está la familiaridad con las corrientes políticas que le dan la
vuelta a los paralelos del planeta. En algunas épocas se ha abandonado este
camino para agarrar la vereda. Al pueblo chino lo volvieron adicto al opio. A
la postre eso no funciona. Recuerdo en este momento dos aforismos respecto de
la importancia que tiene el conocimiento de la historia para el pueblo. Y esto
porque el pueblo es el que tiene que ir a las urnas a votar. Uno es de dominio
popular y nadie sabe quién fue su autor: “Se mira el árbol pero no se ve el bosque”. El otro es
de Crichton: “Si uno no sabe historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no
saber que forma parte del árbol”.
- Mira, democrático, mejor invita unas nieves- le dijo Cork.
Nos detuvimos en la
refresquería y nos sentamos bajo la protección de una enorme sombrilla. La nieve estaba casi caliente pues algunos la
pidieron de chocolate. Clemencia y Salim ordenaron de sabor limón.
- No quiero asesinar la
frescura de mi cutis comiendo chocolate - dijo Clemencia, pero después de comer
una cucharada de nieve, se creyó obligada a abordar un tema serio y agregó algo
respecto de su tema:
- Con la concepción de que solamente se vive y
se muere una sola vez, siempre había que partir del punto cero y era divertido.
De esta manera la humanidad, como individuo, disponía de un segmento de tiempo
sorprendentemente corto.
- La idea que toda está hecha y dicha y que
nada más se va a la Universidad a recordar, me hubiera gustado mucho - dijo
Cork-. Sobre todo en la clase de matemáticas. Sin embargo casi tuvieron que
abrirme la cabeza para que pudiera entender ciertas ecuaciones. Por otro lado,
en la Tierra ciertamente hay principios incólumes, pero lo cierto es que la
geología que se enseñaba hace medio siglo ya casi no se parece a la de la actualidad. Sin
embargo los libros están llenos de
esquemas que entonces eran la pura verdad y que ahora hay que preguntarse cómo
se les pudo ocurrir. ¿Cómo tales cosas llegaron casi a ser un dogma en la Facultad? Pero fue necesario
vivirlas para traer a nuestra memoria
esas ideas que parecían permanecer desde siempre. De otra manera se daría la
curiosa situación de decir, como si
estuviéramos frente a la Lámpara de Aladino: quiero ser médico para que, al
igual que en la pantalla de la computadora, se presentaran en la mente los
conocimientos pertinentes. No es así. Sin embargo, es cierto, conforme se va teniendo contacto con la situación, parecería que, en
efecto, fuera acudiendo la experiencia
eterna a nuestro llamado o a nuestra necesidad...
Carmen echó en la sinfonola una moneda y marcó
un número. Antes que empezar la melodía me tomó de la mano y me envolvió en sus
brazos cálidos. ¡Bailar bajo una sombra de cuarenta grados! Me estaba
preguntando qué bailaríamos cuando empezaron a escucharse las cadenciosas y
movidas notas de The dipsy doodle seguidas por la bella voz de
Ella Fitzgerald. Bastaba que realizara dos o tres compases por la amplia
terraza de la nevería para que todos la miraran. Describía fantásticos
movimientos alejándose de mi sujeta solamente de la mano izquierda. Y cuando de
nuevo me envolvía con sus brazos cantaba muy quedo cerca de mi oído, siguiendo
la letra de la cantante. Desde luego el baile era algo que traía en su ADN. Mi
inclinación de imaginar problemas cuando debería estar haciendo todo esfuerzo
por ser feliz, en ese momento... “En este momento- pensaba-, a ochocientos kilómetros de distancia y a
cincuenta de profundidad... Cocos ha encontrado un centímetro más de
resistencia... Llegará el azar para los humanos. Lo espontáneo y catastrófico
se hará presente. Se vendrán abajo los edificios o se abrirá la tierra y
desaparecerán tramos de las carreteras. Pero todo ese caos emergerá de las
profundidades, no vendrá del cielo…Difícil creer que del cielo llegue el caos.
La piel de Carmen me regresó
a la isla. Esta mujer llevaba consigo, a todas partes, un frasco de aceite de
palma. Con él cubría, por las mañanas, su cuerpo y enseguida lo limpiaba con
todo cuidado. Era un ritual que seguía desde niña. Su piel conservaba una deliciosa tersura.
Pero yo sabía que en ella eso era algo más que una práctica de belleza
femenina. ¿Por qué de coco? Helena Rubinstein había fabricado un centenar de
cremas para ese efecto. Se trataba, en efecto, de un lejano ritual. Los
símbolos cuelgan de nuestras pestañas sin darnos cuenta apenas. Su pelo rizado era de un extraño y seductor color rojo
oscuro. Algún tiempo después me enteré que no se trataba de tinte alguno. Ese
color llamaba poderosamente la atención de Cork. También mi pelo rojizo oscuro,
le interesaba. Nos observaba cada vez que tenía ocasión de hacerlo, sin que
nosotros nos diéramos cuenta. ¿Por qué le llama tanto el color de nuestro
cabello? me preguntó en cierta ocasión Carmen? Le conté que su grupo, que era
parte de las etnias que componían la Gran Chichimeca, se llamaba “irritila”.
Una de las cosas que caracterizaban a los irritila era que se pintaban la
cabellera de rojo.
- Hay en el Teocuicani- dijo Clemencia-, un poder vivo que empezó por la voluntad especial (la
Gracia, dirían las religiones orientales) de los hombres consagrados al servicio
de la deidad. Dirigir los brazos de las cruces de madera para que los pueblos
que están en esa dirección tengan agua
de lluvia, y después cambiar la dirección y que llegue, mejor dicho, que le
caiga, a otros pueblos, es algo que no
se puede interpretar de manera racionalista, como usted dice, Malcom.
- Pero ellos llevan milenios en esa práctica y eso quiere decir
que resulta con certeza. Como ahora cuando damos cuerda al reloj tenemos la seguridad que, después de ello, no solamente va a funcionar, sino que se va a
dar este movimiento con la exactitud esperada. Si alguien se preguntara por la
contradicción del sincretismo, de una
gente que espiritual y religiosamente pertenece
a Mesoamerica, pero sirviéndose de la cruz de los cristianos, tendría que saber
que sólo es en apariencia. Aquella es una religión increíblemente rica en
representaciones simbólicas por medio de fetiches. Después de todo, como decía
el poeta alemán Rilke, “Cualquier cosa puede ser el buen Dios, basta con
decírselo”.
Clemencia, desde luego, no tenía ni la más
pequeña idea de lo del Teocuicani. Cork le había contado de su larga búsqueda
emprendida por encontrar la cumbre sagrada de la antigüedad indígena. Con eso
la muchacha tenía, gracias a su agudeza de observación y deducción, para poder
tejer una serie de conjeturas como la que acaba da hacer.
- ¿Le he contado que en una
ocasión convivimos y tomamos cerveza con
Rilke? ¿No lo cree? En otra con Mario Benedetti. Al golpear Moisés la roca
debió decir como Rilke, con su vara para sacar agua, y funcionó: “Cualquier
cosa puede ser el buen Dios...”.Así hizo Jesús con los odres para convertir su
agua en vino, y también funcionó. ¿Por qué no iba a funcionar con el monte
Teocuicani? Pero en este lugar parece más una cuestión de estadística aplicada
a la física empírica: partir de la
manifestación hacia la explicación. Una de las enseñanzas plasmadas en la obra
de Fray Bernardino de Sahagún fue que la miel de maguey curaba algunas
enfermedades. Hace algún tiempo, dentro del siglo veinte, dos académicos
universitarios de la Universidad Nacional investigaron por qué se daba esto.
Encontraron que en un medio de miel o de azúcar, una herida, aun profunda, las
bacterias no se reproducían. Mueren por deshidratación. Los graniceros abundan
en la literatura de los cronistas europeos del siglo dieciséis, que dicen que
hacían llover o detenían las tempestades. Los graniceros, de los que hay
abundantes referencias en las crónicas e historias del siglo dieciséis en México, están esperando la explicación de
la ciencia.
- ¿Que qué hay de la vez que
tomamos vino con Benedetti?- preguntó Cork.
- Gran platicador. Abundante
y ameno. Iba más allá de la crítica a las conductas gubernamentales y relataba
el lado humano de los que padecen semejantes atropellos. Dejaba entrever los
anhelos insurgentes frustrados, las vidas quebradas, los desalientos, los
exilios traumáticos, pues todo eso él mismo los sufrió en carne propia. El
vehículo de expresión era esa plática que iba desarrollando de manera sabrosa, anecdótica,
llena de recursos imaginativos, mezclada de posibilidades propios. Esa noche
nos obsequió un libro de cuentos suyos. Contiene piezas que revelan su
incursión en las diferentes corrientes literarias. Las ortodoxas, las joyceanas
y las cortazarianas. En “Geografías” (lo
leí en la semana que estuvimos con él),
hablaba el autor más tres personajes en renglón seguido sin guión ni
comillas. “Puntero Izquierdo” no tiene puntos y aparte en la redacción. En
“Idilio” ni puntos aparte ni puntos seguidos y se va, de principio a fin, sin
parar, pero también, como en Firmó
doscientos mil, se “normaliza” Hay otros cuentos que, como Joyce, deja
frases en el aire, cortadas, o bien arranca un párrafo empezando en minúsculas.
Es marcadamente antropocéntrico en el desarrollo del relato, al menos en lo de
los Cuentos Completos. La acción de
las personas es lo primordial y se carece de la descripción del entorno, o del
paisaje, casi por completo. El mismo parece advertirlo en No era rocío al decir: Su marco natural nunca había sido el
paisaje sino el prójimo, con sus histerias y miserias, con sus enigmas y
sorpresas. Es un idioma español del sur que a usted le llamaba la atención tan
lleno de estas expresiones extrañas para los mexicanos, empezando por el
vocablo con acento ortográfico agudizado como sabés, podés, colaborás,
entendés, animás. O las de significado desconocido, también para nosotros, como
festicholas, pucho, botijas, cafiso, fané, patotas, pituca...O el modismo:
¿tamos?.
-¡No seas tonto! ¿Qué vas a
hacer allá, en la “polaca”? Aquí, a los veintiocho años de edad, ya has hecho
fortuna vendiendo en tu tienda de Correo Mayor. Y si tantas ganas tienes de ver
desiertos pues basta con que te des una vuelta de vez en cuando por Sonora o
Chihuahua. Con toda tranquilidad puedes asistir a la sinagoga Rabí Yehuda
Halevi o a la que prefieras. ¿No comprendes que los países árabes acabarán por
unirse? ¿Qué sucederá entonces? Eres fiel seguidor del Corán o quieres ser
héroe? México no es tu galuth... No limites el mensaje del Profeta. Mil años en
Palestina y dos mil en la Diáspora es el lenguaje de Alá para hacerte entender que no es primordialmente físico ni
temporal el desierto de tus abuelos. Recuerda que eres árabe porque eres árabe.
Lo demás son fronteras que se mueven pero los pueblos son los que cuentan.
Mexicanos, guatemaltecos, peruanos, hopis, y navajos somos los mismos. Sólo que
alguien nos dice que somos diferentes. Acuérdate de la propaganda de la academia de
computación de aquel pueblo donde íbamos a divertirnos con las muchachas
“Comuníquese en menos de un segundo con el otro lado del planeta por medio de
Internet. Al viejo sistema de correos le llevaría esto mismo un mes para
lograrlo. ¡La computadora une a los pueblos al instante!” Y hasta puedes ir a pasar
un fin de semana a Rabat- Amón, la vieja
aldea montañesa de tus bisabuelos, no
lejos de
Jerusalén, digamos de México- Tenochtitlán a Tizayuca, y regresar a
Correo Mayor a tiempo para que abras tu tienda el martes...
Pero Salim era necio de
cabeza dura como el cuarzo. Repetía, como un autista: democracia, democracia,
democracia…
Mientras Carmen hablaba del arte de aprovechar
las calorías de la nieve de chocolate, yo pensaba cómo llevar témpanos de hielo
hasta las costas del lado oeste de Sonora. Se me ocurrió la vez que salimos del
desierto, siguiendo su meridiano más largo, y quedado frente a las azules y
heladas aguas del Golfo de California. Se podía regar el desierto de Altar con
el agua potable de los témpanos de hielo traídos del norte. Sin que se licúen
más allá del treinta por ciento. Me ayudaría la corriente fría que baja de
Alaska a través del Pacífico norte, tanto en temperatura como en transporte.
¿El precio de desalinización seguirá siendo elevado? Quizá valga la pena
intentarlo. Cuando salimos del desierto
y llegamos a las costas del Golfo de California, nos proveíamos de agua que se podía beber
rascando unos metros en la arena retirados de la línea de playa. La arena la
filtraba mucho del alto grado de salinidad hasta acercarla mucho a niveles
potables. ¿Funcionaría de la misma manera en mayor escala diseñando grandes
cortinas de filtración a base de arena? Ahora trataba de recordar si hay alguna
corriente que se meta en el Golfo con dirección sur a norte. ¿Qué dificultades
encontrarían los icebergs al pasar isla
Tiburón? ¿Cómo transportarlos? ¿Pueden aislarse? ¿Qué resistencia al movimiento
presentaría el témpano? ¿Qué tipo de remolcador? ¿Qué cable? ¿Cuánto costaría
el metro cúbico del agua obtenido de los témpanos? ¿Cuánto permitiría la playa
al norte de Puerto Peñasco que se acercara el témpano? ¿Qué hacer con éste
cuando ya se tenga frente al desierto? ¿Podría traer varios icebergs atados de
alguna manera unos de otros? ¿Se morirían de frío los críos de las ballenas?
¿Cómo procesar agua del iceberg? ¿Cuánto perdería en evaporación mientras
permanece bajo los fuertes rayos del sol sonorense? ¿Cuánto licuaría el
calentamiento local y el global? ¿Instalaría ocasionalmente mi tienda de
campaña sobre unos de los témpanos y viajaría tomando el sol? Cuáles son los
movimientos del témpano a la deriva para poder localizarlos en los paralelos
más sureños? ¿Qué legislación hay al respecto? Demasiadas preguntas. Tiene
razón de Tracy. ¿Cómo se llama? ¡Ha, si, Destutt. Teniendo a mi lado una mujer
como Carmen estoy pensando en los témpanos del Ártico. ¿Por qué el humano
estará siempre atiborrado de ideas que,
como el río, fluyen sin parar. Y lo más seguro es que cuando esté parado en las
playas de Cabo Brumoso, observando a mi témpano de hielo, voy a estar pensando
en las soberbias nalgas de Carmen...
18
Cork tuvo que descubrir que Clemencia
vivía por bloques de tiempo cada cuarenta y ocho mil años. La muchacha comentaba
que en el principio de la civilización, se trataba un mundo demasiado rudo
donde los de un pueblo eran enemigos de los del otro pueblo. Así como en la
actualidad los estudiantes “burros” son rivales de los estudiantes “pumas” y
estos de los de bachilleres y los bachilleres de los conaleps... Faltaba la civilización,
se diría entonces, pero por Dios que no parecía diferente que en la actualidad.
Después hubo un incremento masivo de producción de alimentos y esto trajo
consigo el aumento de población. Los excedentes bien distribuidos o mal
distribuidos, por los acaparadores, propiciaron la presencia de constructores y
artesanos y gente que hurgaba en una u otra dirección. Apareció la civilización
de los historiadores. Llegaron los filósofos. Una de sus características fue la
producción de ideas de penetración. Antes los enfrentamientos eran llanos, de
fuerza contra fuerza. Con el tiempo se elaboraron ideas que precedían el choque
de los grupos. Estas estratagemas persuadían el ánimo de algunos de la aldea
que iba a ser invadida y la resistencia ya no era tan fiera. La religión tuvo
aquí también un papel importante. No es casual que los ejércitos estuvieran
acompañados por los sacerdotes. Y fue tan extraordinaria la fuerza que los
soldados desarrollaban con la presencia de los hombres de Dios, que en la
actualidad todavía algunos ejércitos modernos llevan a sus capellanes.Convencer
por medio de la propaganda, que el otro ejército no lleve capellanes, es tener
ganada la batalla en un cincuenta por ciento. Los sacerdotes de Odin por
delante, los sacerdotes de los israelitas en Palestina por delante. También el
sacerdote Tenoch, con sus harapientos aztecas, penetrando como cuña en el valle
metafísico y en la historia, por delante. En su honor, la última ciudad más
bella de la civilización india del Altiplano lleva su nombre, a través de los
siglos: Tenoch… Cuando los ejércitos se laicizaron, empezaron a sufrir los
descalabros de la logística humanamente insuperable. Dice Clemencia que dijo
Arjuna, que la muerte es inconstante, inquieta, obstinada, impetuosa y que
dominarla es tan difícil como dominar al viento. Algunos, como Hidalgo en
Dolores, echaron marcha atrás en su laicización en el peligro del combate.
Antepusieron la imagen de la virgen de Guadalupe, a la virgen de los Remedios
de los españoles, y volvió a funcionar.Todo esto quería decir que, tras la
virtual conquista de las armas, se intentaría conseguir las voluntades de los
conquistados. La intención era suavizar los ánimos. Que no se empezara a
organizar la revuelta contra los invasores. Con el tiempo los ideólogos
reemplazaron a los sacerdotes en la tarea, pero siempre había desventaja.
Aquellos prometían el cielo en las nubes y estos el cielo nada más en la
tierra. Mahoma fue más allá y, acuérdate Salim, aparte del cielo metafísico,
aseguró que a todo el que muriera en la guerra le estarían esperando todas las
comodidades que pudieran imaginar eran
necesarias para vivir bien. Además de hermosas mujeres que atendieran sus
necesidades. Fue cuando los ejércitos del Islam penetraron como avalancha en
Europa. Como una media luna que va cerrando sus cuernos en la parte norte.
Entonces los granos y los metales del pueblo invadido se iban, y las mujeres y
los hombres quedaban esclavizados. Era el castigo de haber antepuesto la lógica
de la ciencia de la guerra, al asalto de los enviados por el cielo. Después, se les decía que se les había llevado la
civilización y la verdadera religión.¡Y vaya que resultó una gran cultura la de
los árabes! No por nada los norteamericanos, en pleno siglo veintiuno, siguen
jurando sobre la Biblia, y los árabes sobre el Corán, aun para los asuntos
judiciarios laicos.
A la segunda vuelta por la
playa Cork se encontró, explicando a
Clemencia, que no es propiamente a la montaña Tlaloc a la que se adoraba sino a
su poder. Este poder estaba personalizado en una figura en roca, zoomorfa. La
cumbre, la montaña toda era un templo, nada más. Es decir un lugar especial
pero al fin y al cabo un lugar. Como el templo católico o de cualquier religión
es un recinto que no se parece a los demás. Ni el monte Olimpo ni el Tabor, ni
el que se le ocurra, tienen otro igual. Por especial que sea, y su ambiente
proyecta y nos envuelva de una atmósfera mística. No es el templo al que se
adora sino a su poder. Porque el poder dimana de la divinidad.
-Como un auditorio de
sindicalistas-agregó Salim-. Es el recinto de los debates, los acuerdos y las
legislaciones, pero que su poder procede de los trabajadores.
Caminamos desapercibidamente
por la playa llena de bañistas. Chocábamos a cada metro con la gente. Tomamos
cerveza en alguna palapa. Dos horas más tarde salimos de ahí. Salim dijo que
conocía un lugar en el que se tomaba un buen café. Estaba cerca, apenas media
calle hacia el sur, pasando el bulevar. En efecto, en El Emir el café negro
americano estaba delicioso. El amplio local permitía apartarse del incesante
fluir de la multitud. Mientras encendía un puro, Salim preguntó a Clemencia.
- ¿Qué decías de Benedetti?
- Ya no quiero repetirlo,
mejor les contaré de aquella ocasión en que Malcom y yo estuvimos con Rilke .¿Recuerda
Malcom?
-¿Cómo olvidarlo?-respondió
resignado. Cork sonreía ausente en tanto daba un trago
a su café negro americano cafeinado.
De todas maneras, a decir de
Clemencia, el espíritu de la época había invadido hasta a
los ambientes más sobrios. En la mesa de junto alguien le decía a su compañero
de almuerzo que la cultura de un pueblo, cualquier pueblo, no la destruyen los
cataclismos de la historia. Aun cuando los hombres que la crearon sean borrados
para siempre de la tierra, sus creaciones encontrarán receptáculos en los otros
hombres que estén sintonizados en la misma frecuencia. Aun en los mismos
enemigos depredadores de ese pueblo habrá receptáculos de la antigua cultura.
Sahagún, Durán, Landa, Bernal Díaz del Castillo y cien nombres más,
completamente extraños y aun enemigos por principio. Ellos fueron, en el siglo
dieciséis, los continuadores de la cultura mesoamericana, cuando la ciudad del
lago se veló, no se borró, y los grandes monumentos como la piedra del Sol, la
Coatlicue, la Coyolxauqui, se fueron al fondo del agua. Que por eso se dice que
individuos de épocas distantes pertenecen a una misma generación. A idéntica
corriente de pensamiento. Así, hay mexicanos que tienen a la mano y leen, con
regularidad, a los griegos de la antigüedad.
Alemanes que conocen a los olmecas históricos y rusos que están
cautivados con las manifestaciones del periodo clásico maya. O uruguayos que
siguen con atención el pensamiento de los poetas irlandeses. Desde luego en
este siglo encontramos a muchos que piensan como los finalistas metafísicos y
otros como los finalistas racionalistas...
- En Europa - interrumpió
Salim- se llaman socialdemócratas y socialcristianos. Son palabras muy largas
que el mexicano no querra descifra al detalle e
indolentemente les dice “derecha”, “izquierda”.
-…Y desde el lejano día en
que el hombre se dejó sectarizar… Unos desconociendo a los otros. Y el obrero,
ayuno de cultura, movido para allá y para acá por vientos tan encontrados.
Aseguraba que lo mejor será cuando el individuo conozca y conserve su cultura,
pero que las otras culturas tampoco le sean ajenas. No hay por qué hacer del
hermoso bagaje de la humanidad mil islas
de rencor y del individuo un cancerbero de la secta. Decir que un individuo es
azul y el otro verde es negar la luz
blanca y en última instancia al espectro electromagnético.
Mientras bebía a sorbitos su planters ponch de bote, Clemencia empezó a contarle a Cork de
cuando la psicología, siguiendo los pasos de su hermana mayor la filosofía,
empezó emprendiéndola también contra la escolástica. Así fue hasta que entendió
que el afecto y lo subjetivo ayudan más, en el tratamiento de los enfermos, que
las cuestiones puramente intelectuales de laboratorio. O que las querellas
entre intelectuales. Además, que la psicología tenía ya, a la sazón, dos piedras en el camino con la propia
filosofía y también con la fisiología, en un tiempo que todavía no incursionaba
en la historia ni en la antropología, etcetera. Agregaba que una ciencia
experimental y aplicada, que luchaba por afirmarse frente a la socarronería de
las ciencias exactas, ya establecidas desde el principio de los humanos siglos,
no podía andar por ahí abriendo frentes de guerra sin ton ni son. Luego abordó
el tema que realmente le interesaba:
- Ahora se ha olvidado lo que
dice la enseñanza milenaria.
- Que recomienda- preguntó
Cork, que ya veía llegar el asunto.
- No olvidar que el conocimiento es sobre todo
un camino seguro para tener la paz en la comunidad.
- Lo que se ve, con las
cuarenta guerras que hay al mismo tiempo en el planeta,
es que el conocimiento significa poder frente a los otros. Siempre ha
sido así. Aun en el terreno del misticismo, ¿no lo cree?
- El antiguo pensamiento
desconfiaba de las veleidades del egoísmo, más que del pensamiento, y a eso se
debe que llevaba de la mano a los individuos señalándoles qué había que
investigar…Porque cuando esto sucede aumenta el conocimiento. Y la verdad se
vuelve sincera…
Cork se adelantó a terminar
la frase:
- …y el corazón entra en
armonía.
- Pues aunque lo ponga en
duda, esto a su vez conduce a una vida personal equilibrada. Y como la vida del
país tiene necesariamente sus repercusiones en la vida de los otros países, eso
quiere decir que habrá paz en el mundo. Y si esto sucede, si hay paz, el
individuo alcanza la inmortalidad.
- Más que Krisna parece
Confucio. Pero por ahora no veo mucha paz - y señaló hacia el bulevar -. En la ladera oeste
de la montaña Tlaloc hemos encontrado, entre cañadas llenas de nieve, los
restos de algunos animales, como la cola de un mapache, al pie de un árbol. Es
el silencioso testimonio del cruel y
desigual combate que una noche antes se desarrollara en ese sitio. O los restos
de una pierna de ternero. Y metros más arriba, en la ladera llena de sol de ese
día hermoso, cuando ya ha pasado la tormenta, los hongos que acababan de brotar
junto a las orquídeas en la mañana luminosa. Y más allá la colina
abundantemente adornada por los carámbanos de hielo que pendían de las ramas de
los pinos. Esta clase de reencarnación, de morir y volver a empezar, sí la
entiendo, y hasta puedo concederle categoría de inmortalidad. Pero en el
Nirvana, donde todo se funde para desaparecer, donde toda cadena de vidas
sucesivas interrumpe su número, ¿de qué inmortalidad estamos hablando?
Clemencia iba a decir algo
respecto de la gran enseñanza del yo, como unidad permanente, pero guardó
silencio. Por lo visto con Malcom era preciso empezar desde el principio. Ya lo
había intentado en otras vidas pero…
Por su parte Cork se
sorprendió hablando de esos temas, cuando debiera haber traído a colación algún ejemplo contundente de la tabla del
tiempo geológico. No obstante agregó:
Lo absurdo es emanciparse de
las pasiones. O querer hacerlo. Son tan encantadoras. Y algunas de ellas tienen sus fundamentos en los
instintos.
La muchacha no pudo
contenerse:
- ¡Emanciparse es una virtud
que sólo está al alcance de pocos!
- No me expliqué: son
encantadoras las pasiones pero lo absurdo es permanecer en ellas. Emanciparse y
permanecer son dos extremos de la línea - Cork la escuchaba atento, y
embelesado, al observar su boca sensual. Se preguntaba cómo diablos le había
dado por el misticismo a aquella mujer tan hermosa. Se apartaba a meditar, como
los anacoretas cristianos de los primeros tiempos, que dejaban en segundo
lugar la vida de los pueblos, la
esclavitud de los campesinos y su pobreza cultural -. Insisto que parece más de
Confucio que de Krisna. Sin embargo lleva el mismo valor, siempre y cuando ese
individualismo tenga como meta el grupo, no un individualismo que considera
como meta al individuo. Si Ibsen hubiera sabido el manejo que se le iba a dar,
apenas un siglo después, a sus ideas del individualismo sobre la masa, me
parece que lo hubiera pensado diferente, o habría buscado otro final más social
para su hombre solitario...
-En efecto-interrumpió
Salim-. El hombre solitario ha propiciado muchas sectas que a la postre se vuelven contra las masas de obreros
carentes de información. Cuando pasa la tremolina hay millones de cadáveres de
gentes que han quedado tendidos en los campos y en las trincheras o en el fondo
del mar.
-… Este asunto del
individualismo ha tenido varios nombres en el Cercano Oriente y después en
Europa, a través de los siglos. Pero no deja de ser el mismo asunto. Lo que ha
cambiado es el nombre de esa tendencia progresiva de contracción del grupo
hasta desembocar en el individuo. De ahí que no es raro el surgimiento de
filosofías y religiones que han ido alejándose de la comunidad. Por ejemplo, y
esto creo que también vale como tema para tesis de doctorado, ¿qué filosofía
hubiera desarrollado Nietzsche de haber procedido de familia católica en lugar
de protestante?
¿O Ibsen?- dijo Carmen-.
Ibsen estaba contra la masificación. Y se cuidaba de levantarle la voz a la comunidad. El doctor “enemigo del pueblo”
no es el Zaratustra que se va solo a la cueva. Es alguien que se retrae en su familia para de
ahí remontar hacia una valiosa sociedad de individuos que mediante el
conocimiento no se han dejado masificar…
Clemencia creyó llegado el
momento de cambiar de tema:
- Yo por lo pronto le puedo
vender la idea de comer zanahorias.
- ¿De qué habla?-preguntó
Cork.
- De lo mismo. Los dientes y
las encías se le aflojan al que no come zanahorias y por lo contrario se empeña
en consumir alimentos blandos.
- Estamos de acuerdo. De la
misma manera las sociedades que no frecuentan
las montañas, y camina por ellas, tendrán que pagar su precio por buscar
el confort en lugar del ejercicio. Una ascensión alpina llevada a cabo con
cierta frecuencia, aunque sea somera, hace sanos hasta a los más débiles. Si a
Alexis Carrel le quitamos su absurda
inclinación por las grasas, quiero decir su exceso, tenemos en su Incógnita del Hombre un buen libro. Habla de caminar por los bosques.
En el siglo pasado alguna clase de filósofos culpaba de este descenso, en la
calidad de la vida, a la solidaridad que se prestaban mutuamente los individuos.
Querían que, igual que en el tiempo de
las cavernas, o como en el día de los gladiadores, el más fuerte prevaleciera
sobre el más débil. Eran aquellas ideas
que anunciaban el pensamiento de la modernidad individualista, del presente,
que ya desde entonces se oponía a las acciones comunitarias. Ahora se ve más
claro el panorama: ni individualistas ni fortachones suprimiendo a los de
constitución diferente: caminar por las
montañas. Cualquiera puede llegar al ex convento del Desierto de los Leones,
por ejemplo, y caminar una hora o dos antes de volver al mismo sitio. Con esto hasta los
hospitales tendrían pocos pacientes. En el fondo eso es lo que se busca con
todas estas teorías, teñidas de política, que el individuo se aleje del
sedentarismo, nombre moderno por lo que se conoce a la Caja de Pandora. Algunos
le tomarán el gusto al asunto y procurarán internarse todavía más por los
bosques altos… ¿Qué le parece? Con esto le estoy haciendo la invitación de que
vayamos a subir montañas. Cuando alcancemos el refugio de los cinco mil metros
y estemos allá, muy por encima de los valles altos y de la ciudad, para nada se
va a acordar de su elegante salita de meditación de Kumarila. Y en lugar de
estar pensando en el Nirvana va a desear, con todas sus fuerzas, una taza de
chocolate hirviendo.
Dice Cork que Clemencia se
limitaba a mover la cabeza y a mirarlo con ternura y, al parecer, con infinita
comprensión…
- Es junio - dijo ella -. El mes en que las mariposas
amarillas abandonan el capullo.
19
Cork sabía ya que Clemencia,
en lugar de pensar en un hombre, un hogar, ir al cine, arrojarles pan desde la
lancha a los patos de Chapultepec, indagar sobre la protesta de los obreros,
estaba preocupada en encontrar la manera de escapar de la rueda de los
acontecimientos. Estaba seguro de ello,
no obstante el poco tiempo que tenía de tratarla. La cuestión que lo distraía
era: ¿por qué lo buscaba, si toda la vida en este planeta, para ella, sólo era
ilusión? ¿De qué naturaleza sales esos besos tan orgásmicos? Se la imaginaba en
su ordenada y apacible salita de Kumarila intentando vaciarse de todo contenido
de pensamiento. Y en tanto afuera del retiro la vida fluye.
Carmen le diría a Cork:
-Mi prima hace un envoltorio con la ciencia y la cultura que
la humanidad ha podido adquirir en los últimos treinta mil años, Bering-Cueva de Altamira-Ur, Atenas-Roma-Teotihuacán,
y arrojarlo al río para que finalmente se pierda en el mar. Deshacerse de ese
paquete que tanta angustia le causa. Creer que historiadores y antropólogos no
le merecen consideración y decir: ¿qué saben ellos de las migraciones del alma
a través de las edades?
Un negro le dio unos golpes a su armónica
contra la mano izquierda y se la llevó de nuevo a la boca. Entonó un movido y
alegre canto del Misisipi. Interrumpió y se puso a cantar, en tanto movía sus
brazos y espaldas, guiados por los ágiles movimientos de sus dedos índices de
cada mano en alto: “Todas las personas cultas de Norteamérica...” Volvía a
entonar el rigetime y, poniéndose de
pie, empezaba a bailar echando cada vez uno de sus pies muy hacia adelante.
Cork apuntó algo:
- Al negro puro, traído de África,
no pudieron borrarle en México su psicología. Su belleza de persona, su
historia, sus hábitos, sus mitos y su concepción cósmica. Pero ha sido un poco
cubierto por el ser del indio. Este ha preservado lo que el mismo negro no pudo
rescatar. Como mexicano, el negro puede cantarle a quien quiera, incluso a
Bembé o a la Virgen del Cobre. El guadalupanismo es tan ecléctico que se lo
permite. Y desde el caos de los siglos el negro puede iniciar su reconstrucción
todo cuanto desee. Dentro del campus universitario ahora negroides y mestizos
valen lo mismo. Desde la revolución del cristianismo, en los primeros días de
nuestra era, tenemos la costumbre de decir que todos valemos lo mismo, aunque
no sea rigurosamente cierto siempre. Después lo retomarían los líderes de la
Revolución Francesa... El caso es que, con el tiempo, los negros llegaron a
ocupar un lugar más alto en la sociedad que el mismo dueño original de estas
tierras, que es el indio. Como sea, igual la libertad de un blanco vale el
sacrificio o la de un amarillo o la de un rojo irlandés... ¡Ojalá algún día
llegue a valer lo mismo la vida de un huichol o de un tarahumara!
-Con el tiempo se entenderá -
dijo Carmen -. Cuando no se tenga un lugar dónde ocultarse para salvar la vida
y la libertad, cruzarán las fronteras para entrar a México. Los más perseguidos
del mundo acabarán confluyendo hacia esta tierra. Nadie está seguro en el epicentro de la
tormenta. Los alemanes, los rusos y los mismos españoles lo saben ya. Sin
embargo es necesario descifrar el enigma
de que aquí no hay xenofobia pero si racismo. Contra los indios. Pero también
racismo cultural. Los mexicanos tenemos
el privilegio de contar con dos grandes culturas. La propia y la occidental.
Pocos conocen la propia....
- Vivir varias vidas tiene
sus ventajas. Ya veo en las señales del viento a las razas de Europa y Asia...
Cork dijo que
los indios compartirían su cielo con todos, bajo el que cada uno se
cubriría con el manto de su preferencia. Las alas solares de Tezcatlipoca
cubrirían sin inocencia pero con beneplácito a Pachamama, Krisna, al celoso
Yavé, Alá, Odín. Para el indio no hay ningún conflicto aceptar que el centro
está en todas partes. Más bien siente
nostalgia por aquel palacio de la calle Madero en la que se iban albergando a
todos los dioses y diosas traídos de las provincias próximas y lejanas,
visitadas por los mercaderes y ejércitos mexicas.
Estaban sentados en aquella
agradable sombra cálida, de la silenciosa refresquería del centro de la
población isleña. A esa hora pocos clientes ocupaban el lugar pues la gente
prefería quedarse en sus casas y dejar que pasaran las horas más calientes de
la tarde.
- Igual pasa con los animales
del desierto-observó Cork-. Buscan la sombra en tanto avanza el disco del Sol
en el cielo.
Yo comenté que en la noche,
cuando levantábamos la tienda y nos derrumbábamos en su interior, después de
haber caminado todo el día por las inestables
arenas, Cork encontraba ánimo para recitar en voz alta algo del gaucho
Martín Fierro: “Todo es cielo y horizonte / ¡ Pobre de aquel que se pierde / o
que su rumbo estravea!/ si alguien
cruzarlo desea / este consejo recuerde./ Marque su rumbo de día / con toda
fidelidá; / siguiéndolo con fuerza, / y, si duerme, la cabeza / ponga para el
lao que va “.
Cork le platicaba a Clemencia
que la conducta animal, en el desierto, es la misma en ese lapso de tiempo de
las primeras horas de la tarde, en el que las dunas dan la impresión que
carecieran por completo de otra cosa que no fuera nada más que aire y cuarzo. Y
sol. Pero en su afán de conocerla mejor prefería escucharla. Seria, hierática,
como una muñequita de barro teotihuacana, tenía que ingeniárselas para provocar
su charla. Pero ya para entonces había descubierto que una vez destrabada esa
solemnidad, su plática fluía de manera incontenible:
-¿Por qué, si podemos viajar a través del
tiempo, nos quedamos aquí en este continente y casi en este mismo tiempo? Mejor
vamos a meternos entre los ejércitos de Verxijentorius y Cesar. La mañana de
los senadores... ¿O su… hechicería del desierto
no alcanza para tanto? No. Es muy guerrero. Mejor recordemos cuando estuvimos
con aquel pensador que se considera el padre de la cultura occidental.
-¿Estuvimos?- Cork estuvo a
punto de aceptar los poderes de los que Clemencia se decía poseedora. Y pensó
para sí: “O de verdad es una bruja o bien es de Zirandaro, la población del
estado de Michoacán en el que nada raro resulta que sus habitantes estén
familiarizados con la historia. La historia de aquí y la de allá y de cuyos
conocimientos ella se aprovechara para construir sus fantasías. Sabía que iba
arrancar con Platón, y su maestro, echando los principios de una gran cultura
que le es propia a los europeos y que su intención velada era terminar en la
metempsicosis...
- Los tiempos luminosos de la
antigüedad clásica... La Edad Media estaba imbuida de sus enseñanzas y
espíritu. La misma época moderna en la que vivimos exhibe esa cultura por todas
partes. La calle, los estantes de las librerías y bibliotecas, y las escuelas,
en el metro.Al estar comiendo tacos en
los puestos de fritangas. En los comerciales de la televisión, en las canciones y no se diga en los poemas.
- Sin dejar fuera a
Aristóteles. Continuador de los dos pensadores anteriores y a la vez innovador.
- Anaximandro, Jenofonte...
- Para los mexicanos...
Fueron las ideas de estos personajes de las cosas que valieron la pena de la
conquista… Sin pasar por alto el Quijote…Utopía, realismo, escolástica. La
locura del monoteísmo surgiendo entre una nube de dioses y diosas hermosamente
antropomorfas. Y después el éter y las regiones puramente espirituales. San Francisco de Asís levantando a Roma y
Lutero surgiendo con su espada flamígera y puritana. Rescatando el proyecto
platónico y después esenio. Un cuerpo perecedero pero con la oportunidad de
volverse a rehacer por otra única vez.
Vieja y gran cultura. ¿Qué haría la humanidad de esos paralelos sin
ella? El Islam se hubiera adelantado
encontrando en la gran Babilonia una causa demasiado estrecha para vivir
ahí de manera indefinida.
Pero ya la muchacha decía:
- Sí. Estuvimos con ese viejo
testarudo... Se le considera el padre de la cultura occidental en cuanto a que
puso orden en una serie de ideas que circulaban ya en su tiempo. Pero no se le
debe hacer responsable de los prejuicios de todo tipo que después fueron
anidándose en esta gran cultura. Una de sus ideas fue el concepto que tenía del
alma. Al Nirvana también se llega solamente en espíritu. ¿Cómo podría llegar
usted con todo y su cuerpo?
- Al Mictlán se va completo,
no sólo el alma.
- Eso se integraría más tarde
con la idea del juicio final del cristianismo. Se dice que durante dos mil
quinientos años los pueblos europeos han venido viviendo al abrigo de esta idea
de Platón
- ¿Y no es así?
- Del alma ya había en sus
días varias ideas. Una de ellas que era algo así como un fantasma que aparecía
y desaparecía de manera caprichosa. Otras que se trataba de un estado de ánimo.
Ambas se esfumaban con la vida del individuo. No, el alma a la que el Maestro
se refería estaba más acá del principio biológico y también más allá de la
muerte del mismo. Eterna contradicción con el libre pensamiento del individuo.
- Una consecuencia fue la
teoría suya de la reminiscencia. Las ideas son eternas. Sacarlas de ese gran
acervo universal. Por eso cuando, siglos después, los cristianos empezaron a
llegar a las islas griegas a decirles que había algo que no moría, que era
desde siempre, y que se proyectaba para siempre, estaban diciendo cuestiones
que ellos ya habían concluido... ¿ Y nos
la pasamos bien en Grecia ?- Cork quiso saber detalles que se relacionaran con Clemencia. La mueca
sensual y un ligero rubor en el rostro de la discípula de Syamasundara le informaban
que había ahí una historia encantadora. Sin embargo escuchó decir:
- Puro placer ilusorio por la
brevedad de su existencia- y se apresuró a regresar al tema:- La casa de Sócrates era un lugar de reunión en el que se
discutían las ideas conocidas y otras que iban surgiendo. Se cree que la
fundación de la Academia tuvo lugar unos cuarenta años con anterioridad a la
edad de Platón. Muchos creen que esta casucha, donde faltaba en ocasiones hasta
un mendrugo de pan, fue en realidad toda una institución, al grado de llegar a
considerársela la primera universidad europea. Aristófanes, su contemporáneo,
llamaba sarcásticamente a esta casa el “pensadero” o el “taller de
pensamientos”.
- ¿ Y qué aprendimos en ese
lugar?
- Entre otras cosas que ya
había tendencias de sacar la creación, del ámbito de los dioses, hacia la
cuestión que ahora se llama terreno epistemológico, porque el Maestro era un
individuo de corte religioso. Pero también se pensaba mucho en ese ambiente
ético, como una auténtica debilidad moral, el que se conozca el bien, estar
hablando siempre del bien, que se debe hacer el bien y sin embargo al final
hacer el mal. Lo resumía con la frase: “se habla como se quisiera vivir pero se
vive como no se quisiera vivir”. Luego vino lo del juicio...
- Usted, que tiene la facultad de poder ver en
las intersecciones inéditas de la historia, podría hacer alguna luz respecto a
esos acontecimientos - dijo Cork con un tono que a ella le pareció burlón. Pero
no hizo caso y en su lugar respondió:
- La tradición lo ha
conservado con bastante apego a la realidad. Lo que sucedió fue que por ese
tiempo varios amigos del Maestro, y ex alumnos de él, se vieron envueltos en
acontecimientos políticos y guerreros que causaron conmoción en Atenas. De esa
manera se le señaló de ser una especie de autor intelectual de lo que estaba
sucediendo.
- ¿ Y, no?
- Poco o nada tuvo que ver.
Nada más allá de los inevitables comentarios de asuntos serios entre amigos que
charlan en la intimidad, en tanto saborean un vaso de vino, como ahora lo
hacemos tomando una taza de café
- Finalmente se le condenó a
muerte.
- En realidad los personajes
del gobierno no querían condenarlo a muerte. Ellos mismos esperaban que el
maestro se acogiera al recurso del destierro, al que tenía derecho por ley, lo
que bien pudo haber hecho.
- ¿Y, por qué no lo hizo?
- ¿Por qué Jesús tuvo que ir
ese domingo a Jerusalén? Con haber guardado silencio hubiera salvado la vida
cuando Caifás le preguntó si él era el Cristo, lo que equivalía a decir Dios.
El destierro del filósofo era negar alguna de sus ideas que había sostenido.
Así pasó en Atenas. Así pasó en Jerusalén. Así pasa todos los días en todas
partes del planeta. Con guardar silencio no sucede nada, excepto perpetuar el
mundo tal y como está. Omisión es uno de los pecados señalados por la Iglesia.
Lo que resulta que sigue pasando lo que siempre ha pasado hasta ese momento.
Matho también pudo haber salvado la vida con tal de haberse largado cuanto
antes de Cartago. Pero consideró que una mirada de Salambó valía arrostrar todo
y volvió… ¿Por qué los indios no luchan contra el destino? - preguntó de pronto
la muchacha.
- ¡Qué cosas tan interesantes
va uno escuchando por la vida. Usted que ha vivido tantos siglos ya debería de
haber aprendido... Aquí no hay inclinación al parricidio. Luchar contra el
destino es no estar siempre de acuerdo respecto de cómo los dioses hacen las
cosas. Es considerase al margen de la creación. No sucede así cuando los
trabajadores son dueños de la cooperativa. La gente de aquí es coproductora de
la naturaleza en su planteamiento original. Por eso hay tanta inclinación a que
la naturaleza conserve el equilibrio. Atentar contra ella es una especie de
parricidio. Ir contra la voluntad del padre es propio de niños. Aquellos
quieren ser dioses, como un día finalmente lo serán en su parte que les
corresponde de conservar en buenos términos este planeta.
- Si habla de paternalismo primero dígame por
qué cada día tenemos 240 puntos de ozono sobre el cielo de la ciudad y
metiéndose en nuestros pulmones. Introduciéndose no solamente en los recintos
de oración de los templos y los seminarios de los científicos sino también a
través de los pasillos de los hospitales. Como implacable enemigo que no suelta
a su víctima aun después de haber logrado tenerla postrada en el lecho bajo el
quirófano.
- ¿En verdad Sócrates luchó contra
el destino o solamente luchó contra su padre el Estado? Bueno, el parricidio es
otro de los grandes mitos occidentales. Formidables y por cierto nada extraños,
después de todo, a la naturaleza... ¿Es usted de Zirándaro?
- Zirándaro es Guerrero, no Michoacán
- dijo ella.
Fue cuando Cork reparó que él jamás había
dicho que Zirándaro fuera de
Michoacán, sólo lo había
pensado. ¿Cómo fue que Clemencia lo corrigió?
Llegaron a la orilla norte de
la isla. Muchos barcos pequeños estaban anclados y amarrados con gruesos
cables. Se movían a los impulsos de los movimientos del mar. Clemencia se paró
junto a una lancha pesquera de dos pisos. Recargó sus espaldas en las tablas de proa en tanto
tomaba las manos de Cork. Lo atrajo hacia ella y, tomándolo por el cuello, lo
besó apasionadamente. Fue un beso que se prolongó durante mucho tiempo. Tanto
que pudo agarralo de la cintura y atraerlo a hacia su vestido vaporoso. Pegó
sus senos en el tórax fuerte de él y, cerrando los ojos, se quedó así hasta
experimentar un violento, doloroso y a la vez dulce desfallecimiento de su
cuerpo. La mano derecha de Cork se introdujo por el vestido a la altura de su
mano, ahí donde la modista había simulado una bolsa. Descendió por la espalda
haciendo un lado la ropa interior y pudo quedar acariciando las interioridades
de su cuerpo...
Era temprano. Así hubieran
permanecido hasta el anochecer. Pero el sol de la isla es demasiado intenso y
las escenas de amor deben terminar si no quieren faltar a las reglas de la
intimidad que sólo pertenece a dos...
Emprendieron el regreso en
silencio. Estaban conscientes que, cincuenta años más tarde, recordarían ese
momento como algo que hizo que valiera
la pena haber vivido. Viviendo entre las dunas de Tlamatzinco o en algún
planeta de la constelación Toro, lo recordarían. Ella estaba radiante.
Todavía no reparaba en que
ahora se encontraba más lejos del Nirvana que al despertarse esa mañana...
Simplemente reía juvenil y encantadora... El también reía. Para ocultar que su
pantalón blanco estaba mojado, más abajo de su cintura, la tomó de la mano y
echó a correr jalándola hacia el mar. Se zambulleron entre las olas, como dos
chiquillos que ven por primera vez el azul verde fascinante del océano.
Clemencia no pudo percibir,
entre el movimiento violento de las olas que los llevaban de un lado hacia el
otro, el momento en que la risa se esfumó del rostro de Cork...
Un día
Kiva lo había acompañado a la pequeña parada ferroviaria desde donde
debía partir hacia la ciudad para estudiar. Las dunas del desierto de arena que
normalmente soportaban una temperatura cercana a los cincuenta grados hacia el
cenit en esta temporada, ahora estaban cubiertas de nieve. Era la mañana del 19
de mayo. Un cielo azul profundo dejaba pasar el
Sol intenso y no obstante en el rostro se percibía cómo un viento helado
recorría el solitario andén. La estación era de servicio de conservación de la
vía, no propiamente de pasajeros. Para que el tren parara había que hacerle
señales al maquinista. El tenía entonces
seis años de edad. Mientras estuvieron esperando, su madre le tocaba la
cabellera corta, que apenas un día antes era larga. En su aparente
impasibilidad de manifestar emoción ante las cosas de la vida, aquella era una
muestra de infinita ternura de su madre que siempre tendría presente a lo largo
de su estancia en la enorme ciudad y en el extranjero a donde después lo
llevaría la vida.
Una mujer de su grupo barría
el lado oeste de la plataforma. Vestía su gruesa falda negra de lana y su blusa
blanca floreada que cubría con un rebozo color rojo para protegerse del
intenso frío. Su rostro era bello y su
mirada parecía fijar su punto de enfoque más allá de las cosas inmediatas. Por
un momento clavó sus ojos en los suyos y entendió con toda precisión que le
decía: “No olvides regresar con los tuyos. Si no vuelves, una niña chichimeca -
hopi, que mañana será una muchacha, no podrá hacer una familia por estar
esperando y el grupo se reducirá. Los que se van a estudiar o a trabajar a las
ciudades, pocos se quedan a vivir con las mujeres de por allá. Regresan. No te
olvides…”
El había escuchado a los
viejos rectores del grupo, cuando se reunían al caer la tarde, que a la ciudad
se va por necesidad de estudiar o de trabajar o de salvar la vida pero, logrado
esto, todo mundo quiere volver a su lugar de origen. A su nombre original.
Algunos regresan aunque en ello les vaya la vida o la libertad. En la región
del Bajío hay muchos casos de hombres que se fueron a trabajar a Estados Unidos
y volvieron, ya ancianos, para no moverse más de su pueblo. La industria de los
funerales obtienen buenos dividendos de
esto pues aun después de morir muchos son regresados al lugar donde nacieron,
así sea China. Los asiáticos que vinieron a trabajar a Estados Unidos, en la
industria del riel, no se cortaban el pelo largo porque era la garantía que,
aunque murieran en tierras lejanas, de todos modos su espíritu regresaría a
China. Los de raza pura o los que tienen veinte cruzas, todos quieren volver.
En cuerpo entero o en cenizas o en efigie. Sabía que a los guerreros aztecas,
muertos en tierras lejanas, los regresaban a Malinalco. Si no era posible, hacía
una representación suya en barro y al volver los ejércitos mexicas, al Valle
Central, lo depositarían en la montaña sagrada. A los cadáveres de los españoles,
de la guerra del treinta y seis, asilados en México, los llevaban de México a
España convertidos en cenizas y algunos de cuerpo entero. De los centenares de
chilenos, argentinos y uruguayos exiliados
en México en los años setentas, todos procuraron volver a sus lugares.
Los miles de guatemaltecos refugiados en Chiapas, con estar tan cerca de la
frontera, apenas el Usumacinta de por medio, también regresaron. Los ingleses
mineros de Real del Monte, Hidalgo, México, tiene sus cementerio con las tumbas
orientadas hacia Inglaterra. Solamente los que tienen sellado el regreso a su
patria hablan de pertenecer a donde viven el momento. Los ancestros de Salim,
los más internacionalistas del planeta, soñaron durante dos mil años en volver
al desierto de Alá. Los españoles de México que salieron de su amada España, al
triunfo de la República de la Montseny y la Pasionaria, murieron en México con
la última visión en sus ojos de la tierra al borde de las aguas del
Mediterráneo. Los cuarenta millones de mexicanos que viven en Estados Unidos ¿realmente
se marcharon hacia el norte sólo por carecer de oportunidades o porque también
aquella tierra angloamericana tiene mucho de mexicana? ¡Y volvieron a ella!
Como sea, se dijo Cork, en el lugar de origen se espera encontrar lo que no
halló en el extranjero y es fraternidad, cosmovisión, libertad, comprensión,
felicidad... Los minerales de la tierra que dan mazorcas de maíz allá, no son
los mismos minerales de las mazorcas de Tlamatzinco. No estamos conformados sólo
por genes sino por genes alimentados de ciertos minerales. Aunque lleguemos a
tener nuestra parcelita en algún lugar de la constelación Toro, sus minerales
seguirán siendo otros…
También hablaban que los
mexicanos, de los tiempos antiguos, tenían varias cosas con las que iban
aglutinando a otros grupos diferentes al de ellos. Uno era la plaza principal
de México - Tenochtitlán con sus pirámides y casas grandes y su templo mayor.
Era ni más ni menos que el centro del universo. El nombre “Tlalpan” no es raro
en estos paralelos. Por eso los europeos del siglo dieciséis construyeron,
apenas consumada la conquista, el mismo espacio - plaza pero un poco más hacia el sur. De tal manera
que el lugar donde había estado el Templo Mayor quedara desplazado en el
extremo noreste, ya no en el centro. Igual orientaron la fachada de la catedral
hacia el sur, no hacia el oeste. Se trataba evidentemente de otra manera de ver
el cosmos. Que el otro elemento aglutinador era la Virgen de Guadalupe. Si bien
su nombre tiene elementos de las lenguas árabes y latín, y ya se conocía hacía
varios siglos en España, en el subconsciente de los pueblos siempre está
recordando no tanto a la madre del Niño Jesús sino a Chicomecoatl-Coatlicue,
Coyolxauqui-Tonantzin. El sabio, tan querido de los mexicanos cultos, que es
Fray Bernardino de Sahagún, aconsejaba cautela frente al culto de la Virgen de
Guadalupe. Puede ahora sonar a herejía
pero el pensamiento lógico de los
mexicanos deduce que si Dios nace de una mujer, esta también es Diosa. Es Chicomecoatl-Guadalupe.
La obra arquitectónica prehispánica como Teotihuacan, Chichen Itzá, Tajín, es
ahora otro elemento aglutinador mucho más que en el pasado, cuando todos esos
grupos en realidad se hacían la guerra entre sí. De estos tres elementos, el de
la Virgen de Guadalupe es el que sigue vivo y lejos de gastarse cada día cobra más fuerza.
Que por diversos factores internacionales, ahora tiende a extenderse más allá
de las fronteras del país, no como un expansionismo de conquista sino como un
signo de amor con los países de todo el continente, tanto de los paralelos en
extremo norteños del continente como los que se encuentran en todo el sur, a
partir del paralelo treinta y dos.
Los viejos del grupo estaban convencidos que
era un error decir norte o sur o centro a las distintas regiones del continente
pues era separar a las gentes. De la
misma manera platicaban que el nombre que lleva este país es el de solamente
una etnia, la de los mexicanos, pero que igual pudo llamarse de cincuenta y dos
nombres diferentes como el de Mayapan o Otomí, Olmeca o Chiapa. Cork, como le diríamos
más tarde en la Universidad, ponía mucha atención a sus pláticas que hablaban
de la ciudad pues era el lugar a donde iría a estudiar.
A lo que podía entonces entender, a sus ocho años, se
trataba de un mundo que, como en su grupo, dirigían los viejos sabios. Allá en
la ciudad se llamaban sacerdotes o académicos o científicos. Pero que, al
contrario de lo que se vivía en Tlamatzinco, pocos hacía caso. Y que esa era la causa de que en
las ciudades las condiciones de vida fueran caóticas, y en ocasiones el efecto
era que desaparecían los pueblos o su vida se degradaba hasta niveles
irracionales.
A él le preocupaba mucho esa
manera de vivir en la ciudad grande,
pero no le daba miedo. Un niño que
lleva ocho años viviendo en la llanura inmensa no puede tener especial miedo de
nada. Al contrario, de alguna manera intuía que vivir entre la gente podría ser
una de las grandes cosas que le pueden suceder a cualquiera. Algo que llamó su
atención por entonces, más que otra cosa, era escucharles decir que en Estados
Unidos temblaba la tierra con frecuencia. Que lo mismo sucedía en el Altiplano
Central de México, al que ahora se dirigía, pero que aquí, en Tlamatzinco, no.
Muchos años después entendió que ese comentario, dicho de pasada, fue lo que a
la postre decidió su vocación académica...
Clemencia seguía riendo en
tanto aparecía y desaparecía entre las olas azules del Golfo que llegaban a la
isla.. También él reía...
20
- Quién sabe. Puede ser que haya desarrollado
mucho en ese sentido. Gauguin, que jamás conoció las islas de los mares del
sur, siempre creyó que ya antes había vivido en Tahití. Hasta entonces no había
salido de Europa. Cuando llegó a la isla le parecía todo demasiado familiar.
Por lo demás Clemencia practica, aunque a su modo, la prevención y no La
corrección, que es lo que deberíamos
hace todos.
-No entiendo.
-La gente está señalando
todos los días las deficiencias de los servicios médicos, en México, del Seguro
Social, el ISSSTE, el Seguro Popular, y en general los hospitales públicos del
Sector Salud. Necesitan, exigen, que atiendan su enfermedad. Pero esa misma
gente no hizo mucho por mantenerse sana por ella misma cuando era tiempo. La obesidad
ya es una epidemia, la hipertensión. Es decir que la gente exige
que se le cuide cuando por sí misma no se cuidó.
Por la tarde acompañamos a
Salim al aeropuerto. Al despedirse dijo que volvía a México presuroso a
trabajar por la democracia:
-El político debe conocer
bien todos sus horizontes imaginarios de deseos y expectativas que nacen de una necesidad en el
pueblo (y, créanme, yo creo conocer esas
necesidades). Eso lo llevará al primer lugar en las urnas. Pero debe conocer
mejor la manera de capitalizar la angustia social. Cuando lo raquítico del
presupuesto no cumpla las expectativas fomentadas en tiempos de campaña. Porque
de lo contrario eso lo obligará salir por la puerta trasera cuando el pueblo
enfurecido invada los pasillos de su palacete.
-Entonces no queda más que
recoger los bártulos y desaparecer-observé.
Al perder de vista el avión, entre las
nubes rumbo al Altiplano, Cork dijo:
-No se necesitarán muchos años para que
Salim llegue al Senado de la República.
Carmen volvía al tema de la vida en
pareja, como si me estuviera preparando...
-
La sexualidad en la pareja es algo que en los primeros tiempos se deja sentir
con fuerza. Pero que más tarde puede venir una mutua anulación de la libido. Si
después de treinta años viviendo juntos fueran separados, por alguna causa,
bastarían tan solo unos días para que ambos sintieran de nuevo una
manifestación con vigor de su naturaleza.
-¿Por qué?
Se cree que neurosis,
celos, hipocondrías, aflicciones reales, trabajan contra el sexo de manera
inexorable. Si no descifran la situación acabarán creyéndose seres asexuales
mucho antes de tiempo. Créame Guillermo, las relaciones fuera de la pareja no
se dan por la atracción de un tercero. Esto puede ser excepcional. Más bien se
debe a que la pareja no resolvió el acertijo. Queda la puerta del divorcio
fácil y el siguiente matrimonio, como sucede en otras sociedades, pero como
aquí eso causa un trauma, hay inclinación por las relaciones subrepticias.
Le pregunté cómo sabía esas cosas si
ella no era casada. Ni siquiera tenía
treinta años de edad. Respondió que conocía las causas por los efectos. Que lo
mismo hacen los sacerdotes y los psicólogos.
- Usted no ha visto las inmensas placas oceánicas pero
acepta que existen. Y que se desplazan a
la velocidad que crecen las uñas de los dedos. Porque conoce los efectos sabe
de las causas. En la ciudad de México todos los días del año hay temblores de
variada intensidad. ¿Se necesita más prueba? Hay niños de la calle en el pequeño
parque del metro Zapata. ¿Se duda que en alguna parte la sociedad esté podrida?
No se puede ver la trayectoria solar. ¿Cómo explicar entonces que durante tres
meses haya invierno en el Valle de México mientras que las calles de Buenos
Aires revientan de calor?...¿Y su amigo, cómo se llama?
- Cork...
- ¿Cork? Ya lo he escuchado pero, ¿su
nombre?
- Corkscrew
- Corkscrew...
Corkscrew...¿En serio? ¿Cómo
puede llamarse alguien así?
Tampoco habría creído si le digo que su
otro nombre pudo haber sido: “Torrington”,
la marca comercial de unos patines, de cuatro ruedas, de balines de acero...
- Insisto en que ese nombre no es posible
en un humano.
- Si Gregory Peck se llama “Mr. Street”, en
La Nieves del Kilimanjaro, cualquiera puede llamarse Cork.
-¿Está seguro?
- Le
he dicho que lo conozco desde los días de la Universidad. Por lo demás, debe
convenir que hay individuos a los que se
les conoce en la escuela de alguna
manera y nadie sabe en realidad cómo se llaman. Cork puede llamarse
Torrington, Huematazin, Pancho, Luis, Germán...Lo conocerá mejor.
Sobre todo si sostiene la idea de acompañarme a las montañas. Precisamente he
venido para que regresemos al Altiplano. Individuos como Cork no pueden vivir en ambientes como la isla...Es
demasiada belleza hedónica. Estoy consciente del empleo que he hecho de la
palabra “demasiado”. Es más de lo necesario. Su belleza, su clima... Se
destruyen. Están acostumbrados a las montañas, la llanura desértica sin fin.
Aquí sucumbiría. Es de los que sucumben con demasiada rapidez ante el alcohol y
las viruelas.
- ¿Es indio?
- De los que pueden caminar cinco días y
sus noches sin parar.
- No parece indio. En París o en Dinamarca
pasaría como del lugar...
- Por el Estrecho de Bering cruzaron, en
el remoto pasado al que se refieren los antropólogos, grupos asiáticos de todos
colores y estaturas. Creo que él pertenece a los ainos...
- Quetzalcóatl es uno de ellos...
- En realidad se llama Malcom.
- ¿Nada más?
- Malcom Oliva...Pero tampoco es su nombre original. Algún día le contaré...
Llena
de erotismo, no obstante, Carmen iba siempre
en dirección que da el juego de las ideas. No era una mujer que hubiera
nacido solamente para amar sino que también para eso había nacido. Seguramente
con ella ningún hombre moriría de hipotermia. Pero se cuidaba de parecer una
intelectual a costa de su esmerada apariencia. ¿Por qué una mujer de cultura
tendría que ir desaliñada y sucia por el mundo? Decía que poetas e
investigadores científicos se parecen al menos en un punto. Luego de adquirir
la forma del holograma pasan a la abstracta y es entonces cuando dejan la
sencilla religión de su infancia, por una suya propia. Los primeros el arte y
los otros la ciencia. Se meten en el panorama de los paradigmas científicos, siempre
prontos a ser derribados para en su lugar colocar uno nuevo.
Por
lo pronto yo me había asignado la tarea de ponerme en claro dos conceptos que, con cierta
frecuencia, Carmen pronunciaba y eran devenir y dialéctica. Sólo tenía una vaga
idea de esas cabronas cuestiones. Para perforar pozos en busca de los
hidrocarburos maldita la cosa que se
necesiten esas pendejadas. Por lo pronto debajo de las sábanas hablamos el
mismo lenguaje pero, ¿cuando llegue la edad? ¿De qué vamos a hablar?
Carmen Intentó decirme que su estancia
en El Pinar correspondía a la idea de conocer de cerca la vida de la mujer “que
cambia sus besos por dinero”. Intuía que hay en ese ambiente un mundo en el que
se pueden encontrar manifestaciones de
libertad personal como de asfixia social. Se resistía a aceptar que hubiera
senos sin rostro. Lugar de batalla donde en pocos años se queman vidas para ser
sustituidas de inmediato por otras. Como hacen en las minas de Hidalgo con los mineros que tienen silicosis. Que esto se
siga dando, desde el principio de la humanidad, no quiere decir que sea un
fenómeno inmensurable. No por nada la prostitución estuvo presente en la
persona de Magdalena en el preciso momento que nace el cristianismo. En un
mundo tan absolutamente cerrado para la mujer, como era el Cercano Oriente de
aquellos tiempos, fue la primera vez que se oyó el destrabar de los goznes de
la puerta que la mantenía prisionera. Hay mucha humanidad en ese episodio…La
mujer pasó a ser igual que el hombre. Si no lo
es en pleno siglo veintiuno no se debe a Jesús sino a las cámaras de
legisladores que son los que deciden de
las condiciones de los contratos colectivos de trabajo. Era culpable por la
manera de llevar su vida pero, el que esté libre de culpa que tire la primera
piedra, Jesús fue el primero que lo dijo. Todos se vieron rebajados, no nada más la mujer. Dios ha de
haber dicho en ese momento “los tengo donde quería”. Es desde el
derrumbamiento total de donde parte el Cristianismo. Como una ciudad
que ha sido arrasada por el sismo o por el bombardeo o por el solipsismo o por
el narcisismo alcohólico, si cuenta con vitaminas culturales y espirituales
suficientes, desde ahí empezará la reconstrucción. En los grupos de AA los que se salva son los individuos cuya carga
narcisista ha “mordido el polvo”.
-
El dueño de El Pinar es hermano de mi padre, lo que me facilitó mi labor
enormemente. ¿Dónde hacen sus prácticas los buscadores de rocas? ¡En la
montaña! ¿Dónde cree que buscan las que estudian lo que yo estudio?”
-¿Y,
puedo conocer algo de lo que escribió en sus notas?
Carmen se sirvió de una metáfora:
-Cuando
vemos los libros desde la acera de enfrente todos son iguales. Una cubierta,
pliegos de papel. De cerca ya no son tan iguales. Unos tamaño bolsillo, otros
medianos, otros grandes. Aquellos tienen pasta dura, estos no. Es en el
contenido que dicen sus párrafos donde definitivamente son diferentes, por más
parecidos que algunos resulten. ¿Puede imagina que hay libros sólo con la
pasta?
-No entiendo.
-Con
la pasta y mil hojas. Pero mil hojas en blanco…
Por
esos días estaba yo demasiado ocupado pensando en el asunto de cómo llevar
témpanos de hielo desde el Ártico hasta Sonora y no le prestaba mucha atención.
El mismo Cork me había dicho en un principio que estaba loco, pero acabó
proporcionándome alguna bibliografía al respecto. No captaba el estado de ánimo
cuando Carmen quería traer su tema al centro de la plática. Había una pintura
del rostro de Heidegger. Y cuando
recorríamos las salas de exposición de la Casa de la Cultura me preguntaba si
conocía algo de Heidegger. Era tarde cuando ella comprendía que me volvía a
escapar con un discurso farragoso:
- Nacido en Messkirch-dije-, casi al finalizar
el siglo diecinueve, había vivido en su patria antes de las dos guerras mundiales,
durante ellas y después de ellas. Además en su niñez y adolescencia había
escuchado mucho de la guerra prusiana.- Me encontraba en ese momento observando
una serie de pinturas que ofrecían por lo menos veinte maneras distintas de
mirar un amanecer en las playas de Acapulco. Se aproximó tanto que pude sentir
cómo sus senos llegaban a mi brazo. Se retiró como rectificando aquel descuido.
Pero luego volvió. Suave al principio y en seguida con más presión. No tuve
necesidad de verlos para saber que nada tenían que envidiar a los de las
muchachas que aparecen en las revistas “sólo para hombres” - Después dejó de creer en casi todo. Ante el
espectáculo de la abundancia de planes que surgían por todos lados en las ciudades
alemanas, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano cómodo de lo
intelectual, desde detrás de la ventana, para pasar a creer solamente en los
movimientos que tuvieran lugar en el compromiso personal. El escogió uno de los
cien liberalismos que hay y se hizo su propio concepto de la libertad.
- ¿Cómo pudo vivir en ese tan distinguido decaimiento?
- Se defenderá en lo sucesivo contra la
angustia y el sentimiento de culpa promoviendo la vida y la utilidad objetiva.
Íbamos por la mitad del largo corredor lleno
de sombras cálidas del edificio. Colgaba en la pared, pintada de blanco, un
cuadro con una escena campirana que parecía guardar equilibrio en los colores
fríos y cálidos, aunque daba la idea que predominaban los verdes. En el centro
una casa. Los primeros planos mostraban varias mujeres lavando ropa en la
orilla del río. El título de la litografía era “Lavanderas en Point-Aven”. En
el ángulo inferior de la izquierda, sobre un trazo de terreno cubierto de pasto
amarillo, junto al agua, el nombre del autor. Me acercaba a leer, cuando, desde
su lugar me dijo con tono firme: ”Gauguin, 1886”. Pues sí, era como había dicho. Entonces me dije que una mujer
como ella, que conoce a Gauguin, puede
echarle el lazo a cualquier hombre que se le antoje y no se le escapará por nada
del mundo. A reserva, claro está, que ese hombre haya dejado de ser un
orangután.
Con
el tiempo confirmaría que, efectivamente, era la mujer que poseía una amplia cultura. Si mi rol de macho dominador me
permitía la suficiente inteligencia y humildad para escucharla, tendría en ella
un universo para descubrir. Desde luego ella misma ya había descubierto para
qué servía ese físico que el cielo le había dado. La cuestión cultural no era
para ella una puerta de escape para ocultar alguna clase de desadaptación,
lesión o temor existencial. Su erotismo no es tan obvio como ese que con el tiempo
deja indiferentes a los hombres, de tan
obvio. Ella misma había observado, en El Pinar, que, cuando muchos amores se
han vivido, pueden dejar frígida a la mujer e impotente al hombre. Es cuando la
mujer se integra a algún circulo social en la lucha por esto o por aquello y él
se la pasará los domingos frente al televisor
viendo partidos de futbol americano de cuyo deporte no había presenciado
en su vida ni siquiera uno de los equipos escolares.
Dos meses más tarde caminaríamos por una calle
céntrica de la ciudad de México. En el cine Arcadia estaba anunciada una
película y ella mostró interés por verla. Luego de cumplir con el ritual de
comprar en la dulcería pasamos a la sala. Durante la función me hacía sentir
que ella sabía que yo estaba ahí. De vez en cuando se acercaba y con la mayor
dedicación me besaba el cuello. Pocas mujeres en el mundo han descubierto el
tremendo secreto erótico de besar el cuello a los hombres. Después volvía a la
trama del film. Era una película alemana.
Cuando
salimos me explicó que Leibniz llevó esta idea del tema de la película al terreno de la filosofía en el siglo
diecisiete.
-
Es su doctrina de las mónadas. El mundo
está lleno de ángeles. Andan entre nosotros. De vez en cuando se aproximan para
alentar a los que desfallecen. No son dioses que hacen y deshacen. Sólo se
limitan a cumplir el papel que les ha sido asignado. Desde luego hay gente con
un grado de egoísmo o desesperación que no les hacen caso y saltan desde lo
alto de los edificios. Ellos siguen con su labor. Nos ven de cerca. Tienen el
aspecto, la mirada de la eternidad.
Todos los seres del reino animal tienen alma. Unos de substancia inferior. El
humano es de los más elevados. La suprema sería la de Dios. Pero el asunto no
es como lo creemos. Es decir, nos imaginamos que el cuerpo tiene un alma. Al
contrario, Leibniz dice que el ángel imagina que tiene un cuerpo. Es decir que
el filósofo subordina lo real a lo ideal. Es la vieja idea de la humanidad. La
eternidad enamorándose de lo mediato. Júpiter
penetrando a Leda. Ya los etruscos, muchos siglos antes de Cristo,
creían en la existencia de los ángeles. En la exposición sobre Siria, que
estuvo montada de septiembre a diciembre del año anterior, en el Museo Nacional
de Antropología e Historia, se pudo observar en algunas piezas de su artesanía
original, en cobre y bronce, varias figuras de ángeles. Cuerpos antropomorfos
provistos de alas. El cine alemán llevó a la pantalla esta idea. Pareció tan
original que a su vez los norteamericanos hicieron su versión, con Nicolás
Cage, haciendo de El ángel enamorado. Ambas tuvieron éxito de taquilla. El
acierto estuvo al creer que los ángeles son susceptibles de tener pasiones.
Como seres ideales superiores que son respecto del humano, poseen decisión. Es
decir que tienen libre albedrío. Hasta pueden emprender una revuelta. Por
ejemplo la revolución que le armaron a Yavé. En el film de la versión alemana
hay un ángel que ya no quiere ser ideal. Sueña con ser como los humanos. Se
enamora de una muchacha que trabaja en un circo de trapecista... Parece un poco
artificial este final. Pero no tiene nada de absurdo. Se buscan porque se
siente la necesidad del otro. Aun sin conocerse. Todas las parejas se conocen porque consciente o
inconsciente uno anda buscando al otro”sin saber que existías, te deseaba” dice
una canción de los Hermanos Martínez Gil. Y así ha sido desde el principio. No
sólo de la humanidad sino desde el
principio de la animalidad. Porque como escribe Leibniz, y asegura San
Francisco, también los animales tienen alma. Y en estos filmes alemán y
norteamericano los ángeles, las mónadas de Leibniz, también tienen corazón,
libido y todo lo demás.
Un país donde casi todo el año la nota roja,
nacional e internacional, ocupa las primeras y últimas planas de los diarios,
los informativos electrónicos destacan el caos y los billetes de lotería de
beneficencia pública contiene retratos de personajes de la farándula. Los
científicos y los hombres de la cultura y de la empresa no son noticia. Y los
periódicos elaborando pensamientos para el mercado de la oferta y la demanda. Definitivamente Carmen era para mí como un
oasis en medio del desierto. Carmen
había hecho algunos viajes al extranjero. Decía que con el sólo acto de “encender” la televisión,
no más allá de media hora, en los canales comerciales, era suficiente para
enterarse del nivel cultural de ese
país.
-
¡Sorprendente observación!- dije-. Así
ya no hay que meterse a extensas lecturas para conocer ese lugar.
-
Lo mismo si en ese país existe alguna enfermedad que se haya generalizado.
-
¿Y, en este caso, qué?
-
Quiere decir que los cuadros dirigentes han incurrido en descuido hacia la
población. No sólo si hay lentitud o indiferencia para poner remedio. Sobre
todo por no haber atacado las causas de la epidemia en su origen. Mejor aún,
prevenir. Esta idea es de René Dubos. Se dice que las consecuencias prácticas
que está viviendo un pueblo es por lo que se mide el criterio verdadero de su
historia. Se podrán decir y escribir
cosas bellas y formidables, sendos libros de historia,pero la realidad
está a la vista. Y es tan simple: sólo hay que recordar que estamos en el mundo
de las causas y los efectos. ¿Por qué
tendría que ser diferente tratándose de historia?
Cuántas
cosas de las que ella me decía yo las había pensado pero, la verdad, sin haber
logrado ponerlas en orden.
Más
tarde íbamos al borde de los amplios jardines del museo en los que abundaban
los quetzales con sus bellísimas plumas. Carmen intentaba traerme al lugar que
pisábamos. Le decía, evadiéndola a propósito, que el Popocatepetl ha tenido en
los últimos meses lluvias de ceniza y un marcado deshielo en su ladera norte.
Que ha esparcido ceniza por la ciudad de México y estados vecinos…En una pausa
ella dijo:
-
Si Dos Passos pregunta con quién puede casarse una mujer, después de decir que
un hombre puede casarse con un barco, se puede casar, y de hecho siempre lo ha
hecho, con Jesucristo, o con Govinda, como mi prima Clemencia, ¿no cree?
-
Bueno, eso se dejó claro desde el Concilio en que se aceptó el voto de
castidad. En los tiempos actuales puede casarse con el microscopio o con el
ministerio público o con los reflectores del teatro, o con la Bolsa de Valores.
O con algún grupo de auto-ayuda.
-
Juro que no lo dejaré aislarse ni con
Heidegger ni con el Popocatepetl…Guillermo Steenberghen López. A usted le gusta
buscar flores en el ventisquero, y parafraseo aquí a Hölderlin, ¿no es así?
-
No solamente se comete adulterio estando
con un semejante si no que también se engaña sentado, o sentada, durante horas
frente al microscopio. Más allá de lo necesario. Tanto como si se estuviera
acostado con otra persona. Está en función del tiempo que se le resta al
compañero o compañera de su vida. A los hijos.
-
Debe usted saber que una mujer soltera no engaña a nadie. Para que haya
adulterio debe existir una situación de pareja establecida. No hay
absolutamente ninguna emoción en el hecho de no engañar a alguien. Puede amar a
quien se le antoje y llegar a su casa a las tres de la mañana sin que alguien
le riña. Con la gabardina al hombro, sin
pantaletas y con los tacones llenos de barro, como en la canción de Joaquín
Sabina. Y sin embargo en su fuero interno esa mujer sufre porque está soltera y
quiere casarse. Anhela que se le inflamen las encías por efecto de estar
embarazada, pero casada.
-
Supongo que a los hombres nos sucede lo mismo, excepto lo de la inflamación de
las encías.
Llegábamos
al final de la exposición de pintura. Era una sala amplia con paredes de
vidrio. La luz indirecta inundaba la estancia con mucha intensidad, como sucede
todo el año en esta isla. Nos sentamos
en unos cómodos taburetes de descanso. Frente a nosotros una viñeta de tres
metros de alto de Toulouse- Lautrec. De pie frente a una mesa redonda, en
actitud de preparar sus pinturas. Con un pañuelo en derredor de su cuello, sus
pantalones abombados, sombrero de ala corta, el artista nos miraba volteado
tres cuartos su rostro barbón hacia nosotros. Fue cuando encontró la manera,
algo extraña, nada romántica, pero certera, de decirme que me quería para ella:
-
Ojalá algún día, después de besarme... las encías.
Sabía
que, cuando una mujer se empeña, no conoce obstáculos. Yo me hice el bromista:
-
Tendrá que acudir al dentista - recuerdo que por todo reproche se acercó y me
mordió una oreja. Después le había dicho: -. En breve esa mujer estaría
añorando su libertad…Llegar con la gabardina al hombro…
-
No si antes se pone de acuerdo la pareja
qué estilo de relación quisiera. Algún día le contaré las infinitas
combinaciones que ha imaginado y realizado el humano en este sentido...
21
Peligro,
me dije. Hasta ahí yo no había podido poner en claro si lo que Carmen quería de
nuestra amistad era un compañero fijo o un compañero entre tantos compañeros.
Me puse en guardia. Pero también me gustó la idea de encontrar la ocasión de
aclarar el panorama. En realidad pocos hombres estamos dispuestos a contraer
compromisos bajo el reflector de las leyes para toda la vida en el matrimonio
tradicional. Lo que nos gusta es una relación salvajemente promiscua. De
principios del antropomorfismo. Las mujeres
no sospechan que los hombres traemos consigo un tinaco, es decir, dos,
de semen siempre a punto de desbordarse. Necesitamos urgentemente, cada hora y
media, una vagina donde arrojarlo. Si junto con el semen van los
espermatozoides, y hay consecuencias, casi ni nos interesa. Cualquier vagina. Y
si son dos o tres, mejor. Las teorías contra el hogar tradicional y la
monogamia nos quedan a la perfección. A eso se debe que México sea un país
lleno de madres solteras y calles llenas de niños sin padre y sin madre y sin nada. Con un futuro sellado.No queremos
responsabilidades. Todos queremos una vagina donde verter el semen. Nada más.
Entre más vagina-libre sea esa mujer menos responsabilidad para nosotros. La
misma liberación de la mujer ayuda a nuestros tinacos. Un filón de oro en este
terreno es el adulterio. Muchas sonrisas casi gratis y sin tener que sufrir su
vejez, sus achaques y su polifarmacia. Parece que donde verdaderamente va a
repercutir la acción contra el matrimonio tradicional es en un marco meramente
mercantil. Ahí chocarán las profesionales del amor y las que no cobran por
hacerlo. Desde luego aquellas perderán la partida pues a los hombres tampoco
nos gusta pagar. Algunos hombres se casan y forman círculos donde intercambian a sus mujeres. A la postre es la
misma idea de conocer más vaginas sin adquirir compromisos posteriores y sin pagar.
-
¿Relaciones, cuántos estilos hay?
-
El tradicional de los abuelos, o el moderno…El primero está lleno de reglas y
el segundo se caracteriza, sobre todo en el marco de la civilización
industrial, de una serie muy amplia de libertades. El primero ayuda a la
formación de los hijos durante treinta años de su vida académica hasta que
termine su carrera en la universidad. De otra manera, ¿qué caso tiene casarse?
Conque vivamos juntos y si un día ya no hay entendimiento o aparece otro hombre
con mayores atractivos, pues adiós y ahí acabó todo…A la mayoría de los hombres
les gusta conocer a una mujer para penetrarla, no para cargar con su neurosis y
con responsabilidades que imponen las
reglas, ¿no es así? Por lo demás, encontrar pareja es una tarea complicada y
eso, entre otras cosas, contribuye a conservar en términos sanos lo que ya se
tiene. Sin contar que se necesita tener vocación masoquista para estar
dispuestas a volver a pasar por ese proceso de risas al principio y sufrimiento
al final. Como en la obra de Zorrilla. Establecer la comunicación animal es
compleja pero la separación, además de
igualmente compleja, es dolorosa.
-
¿Matrimonio, hijos, treinta años por cada hijo, neurosis, la Polifarmacia. Bueno,
debo confesar que por estar pensando en descifrar lo de los témpanos de hielo
de Alaska... O qué pasará con el sobre calentamiento de la atmósfera causada
por la irresponsabilidad del humano con eso del ozono anormal. Falta agua en la
ciudad de México. Y la próxima glaciación por efecto de una cierta alteración
en la trayectoria del planeta en su órbita en derredor del Sol… No me había
detenido en esas cuestiones más de dos minutos en lo que va del año. Conocerlas
nada más para penetrarlas, gozarlas de jóvenes y no tener que acompañarlas de
viejas a que les tape las mueles el dentista o tener que escuchar sus lamentos
respecto la osteoporosis, el cáncer mamario, el estreñimiento, he ahí la
disyuntiva de la vida…
-
¿El año pasado tampoco pensaba en ello? No se preocupe, en el principio de
todos los tiempos ya las hormonas se encargaron de todos eso. Créame, la banda
donde se mueve nuestra famosa libertad es muy angosta.
-
Todavía no la conocía a usted. De modo que con la más absoluta entrega pensaba
en los sedimentos asociados del supercretácico de las Tierras Altas del oeste
de Escocia y en las del norte de Irlanda, nada más.
-
¡Interesante! ¿A eso se dedica usted?
-
A eso me dedico yo.
-
Cuénteme algo más de su profesión - al ver que hacía una especie de gesto, me
imploró:-.¡ Por favor, hágalo!
-Bien
puede usted imaginarse una especie de
magia o hechicería. Se ven, en el fondo de una esfera de cristal, montañas y
desiertos velados por las aguas universales o del fantástico diluvio universal. Cuando las aguas se fueron,
toda esa maravilla de cordilleras quedaron al descubierto.¿ Qué le parece? ¿No es fantástico?
-
¿Y a dónde se fueron esas aguas?
-
Quién puede saberlo. La verdad es que era una de las verdades de ese tiempo de
los inicios de esta ciencia. Pero eso hizo dar otro paso y otros dijeron que
no, que no había sido de esa manera sino que las aguas del cielo, al
precipitarse, habían empezado a cortar la superficie plana como era entonces la
corteza del planeta. Que tampoco era plana por eso de los aparatos volcánicos.
Como sea, fue cuando se comenzó a usar
con frecuencia la palabra erosión. Se usó tanto que llegó a ser chocante. Se
erosionaba la familia, se erosionaba la sociedad, se erosionaba la amistad, se
erosionaba la economía. Cuando ya nadie soportaba esa canción, por fin
aparecieron otros dos curiosos términos que fueron deposición y consolidación.
-
¿Pero los mares hubieran terminado llenándose de ese material de deposición y
todo volvería a ser plano, no le parece? ¿ Cómo explicar entonces la presencia
de las montañas’
-
Creo que para contestar a eso, que a muchos preocupaba ya en esa época, y
estamos hablando de apenas hace dos siglos, apareció la otra palabra que es
“elevación”.
-
¿Es decir?
-
Es decir, los volcanes. Sí, eso es,¡ los volcanes! Después pasó un largo tiempo
para que se llegara a la idea de unas enormes acumulaciones de material
detrítico, material de arrastre, que
inclinan grandes porciones de la tierra primero para un lado y luego para el
otro. Si dejamos a un lado el origen volcánico de las cadenas montañosas del valle
de México, a manera de ejemplo, y nos imaginamos que la Sierra del Tlalocan enviaba para el
oeste mucho material hasta que por el peso se hundía y luego el material iba de
regreso de la sierra de las Cruces para el Tlalocan…
-
¡Fantástico!
-
Sí, fantástico. Sobre todo que cuando aparece la idea de las grandes placas
allá abajo, cerca del infierno, que no cesan de moverse y acumular energía que
liberarán dramáticamente en tanto nosotros dormimos o defecamos o hacemos el
amor o tomamos cerveza , es cuando la esfera de cristal se empaña y ya no es
posible ver qué es lo que sigue.
Luego,
para mayor información respecto de la naturaleza de mi trabajo, le hablé de
nuevo del Popocatepetl:
-
Y aunque no se han dejado sentir sus efectos tóxicos, por los gases de óxidos
sulfurosos, de todos modos habría que estar al pendiente. La historia de este
volcán, que ya aparece abundantemente documentada en los códices
mesoamericanos, dice que ha producido una casi constante actividad y su
composición sugiere paroxismos verdaderamente impresionantes que han destruido
antiguos cráteres y formado otros. ¿Se da cuenta? La ciudad de México vive literalmente sobre las
laderas de los volcanes. Y aunque todos saben que hay ahí un peligro potencial,
desde 1994, hasta ahora no ah pasado a mayores.. ¿Le parece interesante?
Tardó
en contestarme. Parecía perdida observando un cuadro de casi un metro, pintado
sobre madera policromada en 1890. Mostraba una escena erótica con una mujer
desnuda, sentada de espaldas al observador. En sus lados dos rostros femeninos
enigmáticos envueltos en líneas sinuosas, caprichosas, que sugerían las olas oceánicas.
Su título, extraño, era: “Sed misteriosas”.
-
Mucho - dijo finalmente.
Fue
cuando me dispuse a hacerle un relato de los piroclásticos pero ella se
apresuró a ponerme una mano en la boca, sin importarle la presencia de la
muchacha que cuidaba la otra sala a la que habíamos ingresado. Después la
retiró para sustituirla por sus febriles labios. Cuando pude respirar, exclamó:
-
¡Cuidado con la inflamación de las encías, Guillermo.
Ella
pegó su cuerpo al mío. Pensé: “Creo que aquí hay más temperatura que con los
piroclásticos”.
-
Me pareció desde el principio que usted era diferente a las muchachas de El
Pinar. Y no entendía por qué permanecía en ese lugar.
-
El trabajo de campo que desarrollé en ese sitio me enseñó, entre otras cosas,
que tenía razón aquel pensador francés cuando dice que las cosas más prohibidas
son las que la ley no prohíbe. La libertad tiene sus reglas, después de todo.
Raskolnikof vivió angustiado debido a
que cada media hora estaba escuchando la campana de los valores éticos de la
sociedad que le tocó vivir.
-Hay
algo que no entiendo. ¿Por qué una mujer como usted… Me refiero a la cultura.
Tendría que aceptar las reglas convencionales de una pareja constituida ante
las leyes de la sociedad y quizá las de la Iglesia? Vamos, ¿por qué uno y no
varios, o muchos? ¿Por qué aceptar la despiadada disciplina de la monogamia,
vigilar la preparación de los alimentos tres veces al día, la ropa, la casa,
luego los hijos, cambiarlos, pañales desechables por kilos, educarlos,
bañarlos…Así hasta la vejez?
-
El hombre puede aliviar sobre manera esa especie de esclavitud, compartiendo
realmente algunas de las tareas que ha
mencionado. Y si en lugar de aliviar, comparte, tanto mejor. Por lo
demás…Guillermo, permítame decirle que es usted un niño. Una nueva conquista
significa una nueva muerte. Decir adiós al hombre que a uno le gusta y al que
tal vez ha llegado a querer, es morir
cada vez. Yo, al menos, no soy sacerdotisa de Tanatos. Nací con inclinaciones
para el amor. No quiero morir cada día, o cada tres años, sino vivir. En El
Pinar se aprende, y de una manera despiadada, que lo más horrible es morir cada
día entre los brazos de los hombres.¡ Ni aun cuando fuera cada diez años, nadie
quiere eso! Es cierto que donde hay hongos hay orquídeas... El oficio más
antiguo de la humanidad es una auténtica tragedia para las mujeres. Los hombres
ni siquiera lo sospechan. Las muchachas de El Pinar están condenadas a ser
mujeres agotadas a los cuarenta años. En una proporción mayor que las que lo hacen sin cobrar. Estas
se dan su tiempo y logran reponerse. Aquellas se entregan a tantos hombres que
se secan psicológicamente. Y podríamos decir también que espiritualmente, antes
que biológicamente. Sus partes íntimas aún no se humedecen cuando ya su mente
empezó a desarrollar una fatal frigidez. En ese lugar, en El Pinar, el cuerpo
es la metáfora del yo y se olvida que también es la casa del espíritu.
Veía
al oriente, a través del gran ventanal que da hacia los enormes jardines llenos
de faisanes en torno del estanque. En aquel momento las nubes se cubrían de color rojo antes de
que el planeta entrara en la oscuridad. Inquieta, Carmen García Swan inquirió:
-
¿Qué piensa?
-
En mi trabajo.
-
Me va a decir que tiene que ausentarse…Tal vez hablé con demasiada franqueza...
Carmen conocía al
buscador de piedras pero no al alpinista. Un escalador gusta de la cerveza, de
la sabrosa comida y de la compañía de una
mujer. Pero no puede hacer planes a largo plazo. Puede caminar en ellos
pero sin pensar demasiado en que alcanzará la meta. Uno que escala montañas es
un irresponsable por excelencia frente a
las reglas. El ha aceptado desde sus primeras correrías por las montañas
la probabilidad que un día, cualquier día, quizá no regresará…¿Hijos? Habría
sido deshonesto seguir con aquella
plática. Pensar en una mujer para siempre y en los hijos y en su casa... Le
hubiera ablandado los nervios la próxima vez que recorriera una arista de roca
que se hundiera en la algodonosa nube del cielo azul. “Todo escalador muere
tarde o temprano víctima de su pasión”, recordaba haber leído a Mummery, un
escalador inglés. Con aquella mujer no
podía hacer planes a largo plazo. Por el bien de ella. Saldría en algunas
ocasiones pero, debía intentar controlar más ese gusto que empezaba a
desarrollar cuando estaba junto a ella. Le hablaría por teléfono, la invitaría
a pasear y le pediría que me contara una película o me hablara de alguno de sus
autores favoritos en literatura… ¡Sin embargo, dije lo contrario de lo que
estaba pensando!
-
Pensaba que quizá podríamos combinar la amistad con el trabajo.
Quedó
claro que una sola palabra, “podríamos”, volvió a animarla. Suponía que ese
plural la incluía. Preguntó decidida:
-
¿De qué manera?
-
Navegaríamos, lo más lento posible, a lo largo de dos mil cien kilómetros
paralelos a la costa oriente de Australia. Así en tanto usted toma baños de sol
en la cubierta del barquichuelo, y se zambulle de vez en cuando en el mar, yo
le echo un vistazo a la línea coralina del Great Barrier Reef…Desde luego le
tomaría a usted una foto cada cinco minutos. ¿Sabe?, el espacio y el tiempo son
el origen de la experiencia geológica. También de la alpina. Siempre se habla
de conocimiento cuando ya hay algo conocido, antes no. El alpinista puede ir
resolviendo los problemas que le plantea la ascensión y tener seguridad en el
resultado gracias al conocimiento que ha adquirido en el pasado. No solamente
de su pasado inmediato como individuo, sino de todos esos arquetipos que fueron
adquiridos por los de su grupo o los de su especie desde mucho antes que fuera
recolector. ¡Desde luego si alguien va a
creer en Darwin, debido al dedo prensil, es un escalador, no faltaba más! En
ausencia de alas propias, a los aviadores no les quedó otra cosa que buscar en
su cerebro la manera de volar. O los buzos de cómo vivir por algún tiempo bajo
el agua como los peces. Pero nadie hubiera subido una pared vertical de diez metros de elevación si hubiera carecido de ese dedo… ¿Se
ha fijado que los lemúridos también tienen un dedo prensil? Bueno, por ese
camino tan lento creo que todavía estaríamos
atrás en la evolución. Como alpinista y como individuo que ve las
huellas del constante drama de la tierra como son los volcanes o los
movimientos de las placas, me parece
que, al menos el escalador, tendría que creer antes en Spengler...
-
¿Conciliar a Darwin y a Spengler?
- Uno de los maestros de la Facultad gustaba
citar a Red, un clásico de la geología.
Decía que la Tierra es el producto de una sucesión de tormentas de corta
duración y largos periodos de calma. Que la orogenia no parece ser, como opinan
algunos, un proceso continuo. ¿Conoce a
Spengler?
-
¿El que adoraba a Goethe y no creía mucho en Nietzsche?
-
¡El mismo! Tiene una teoría interesante de los catastrofismos que recientemente
ha servido mucho a los paleontólogos en el terreno de los dinosaurios. En el
siglo pasado fue muy controvertido por sus ideas políticas y religiosas
cristianas heterodoxas, y sobre todo guerreras.
No pude seguir.
Aquella mujer casi me había ahogado ya con sus labios rojos y sensuales en
tanto apretaba los míos. Yo tenía mis planes pero, por lo visto, ella tenía los
suyos. No había podido ser tan directo, como era mi intención, decirle que la
montaña es más celosa que una mujer enamorada. No permite muchas distracciones al alpinista.
Pero cada vez que intentaba desprenderme para terminar la frase, Carmen me
sujetaba más fuerte. Tampoco ella permitía distracciones...
- ¿No tendrá
inconveniente en que lleve a vivir en la embarcación a mi gatita?
- ¿Qué gatita?
- Debió haberla
visto en mi casa.
Desde luego. Acudió
a mi memoria la gatita que permanecía tirada plácidamente en un sillón cercano
al que yo estaba sentado. Fue cuando
esperaba que Carmen se “arreglara” para
venir a la exposición de pintura.
- La recuerdo. Pero,
¿tiene algo especial ese animalito?
- Sí lo tiene. Pero
no para ella, sino para nosotros. Los gatos son un termómetro fiel del ambiente
general que hay en ese lugar. Lo perciben. Si la neurosis y el conflicto
privan, ellos están inquietos.
- ¿De manera que un
gato va a ser el termómetro de nuestras relaciones?
- No exactamente,
pero hay que estar atento a las señales. Recuerde que el golpe del viento precede
a la caída del alud.
- Tiene razón.
Aceptada su gatita. Pero recuerde que donde hay niños esos animales domesticas
lo menos que pueden provocar es el asma-. Así, sin pensarlo conscientemente,
estaba yo hablando ya de niños cuando apenas teníamos dos horas de tratarnos.
Yeats abandonaba a
su musa en el valle para, de manera imaginaria, subir a las montañas. Cuando
estaba de regreso, volvía a buscarla. Yo me llevaría a Carmen a la costa
oriental de Australia. Era una portentosa mujer real, de carne y hueso (y seguramente con algo de neurosis). Pero
también era, sin lugar a dudas, mi Bricelinda o mi Dulcinea. Aquellos eran
poetas y se las imaginaban. Yo la podría tocar y cerciorarme que no era una
ninguna construcción lírica mía.
Media
hora después tomábamos un café negro en
la cafetería del lugar.
-
Esta mañana que fue a buscarme a mi casa...
-¿Sí?
-
Es un factor de permanencia social... Procede de las épocas en que la actividad
central del grupo era la caza y la guerra. Actividades de las que el hombre no
siempre regresaba... ¿Recuerda que caminábamos por la calle llena de sol
todavía rojo pero ya muy caliente? ¿La mañana que nos despedimos en la
banqueta, después de haber dejado al marinero en el cuarto de su hotel...? Le
había pedido que me invitara a tomar una nieve. Esto suponía un comienzo de
intimidad, charla y risas. Como lo estamos haciendo en este momento. Sólo
que la sociedad a la que pertenecemos
guarda reminiscencias verdaderamente
arcaicas. El hombre es el que tiene que tomar la iniciativa de conquistar o
arrebatar a la mujer. No la mujer al hombre. Esto se traduce en que la presa
esté capturando al cazador. A eso se debe que usted haya tomado la iniciativa
de venir a buscarme días más tarde a mi
casa. Que dejara el asunto para después, donde
usted fuera el que actuara.
-
¿Todo eso hice?
-
Así es
-
No lo hubiera imaginado en cien años.
22
Entendí
que en esta mujer se daba un equilibrio entre el desarrollo de la inteligencia
con su producción de feromonas. La lectura de tal situación era que ni porque
se tratara de un bruto puro instinto, o de un individuo epistémico, habría
escapatoria. Como en rigor yo no me consideraba ni lo uno ni lo otro, empecé a
sospechar que podía ser atrapado en serio.
Debo
ser sincero y aceptar que una idea roedora me inquietaba. ¿Sentía coraje por
la cultura de Carmen? El día anterior me
había hecho una descripción de la palabra demasiado,
cuando estábamos en la nevería: “La palabra demasiado
se usa demasiado. Los que escriben, los
oradores, los “coloquiales” y en general, no la soltamos ni un minuto. Sólo que
el uso que se le da a esta palabra no siempre es el que se piensa es el
adecuado. Se quiere decir “muchísimo”. Pero demasiado es más que muchísimo.
Muchísimo todavía se ubica dentro de cierta medida de algo que tiene sus
mínimos y sus máximos....Si alguien se va caminando de México- Tenochtitlán a Pachuca, es decir,
cien kilómetros, cuando va por el kilómetro noventa y cinco puede expresar:
“habíamos caminado muchísimos kilómetros”. Esto es que ya eran muchos pero
todavía no llegaban al final. Si dice: “Habíamos caminado demasiados
kilómetros”, quiere decir que llevaban más de cien....Demasiado es como el “chingo” de los mexicanos: “Habíamos caminado
un chingo de kilómetros”. Todo se descontrola, es confuso e incorrecto....El
pensamiento náhuatl (es decir indio de manera genérica) tenía una figura
simbólica de indicar lo “mucho” y lo “demasiado”. Era con el número “cuatro”.
Pasando el cuatro ya era el exceso. Cuatro era la medida, el tope, antes de
llegar al peligro inminente. No se refería propiamente al numeral cuatro sino
al tope de algo. Era la raya que marcaba la normatividad laica, religiosa o
filosófica. Pasando esa raya significaba la muerte en cualquiera de estos
terrenos. De ahí viene: “¡Te pasaste de la raya!”. Después de la raya estaba lo
“demasiado”....De igual manera, de allá viene nuestro dicho cuando tomamos
cervezas.”¡No más de cuatro!”
Para
la otra calle ya me estaba contando de una fiesta empezada por los filósofos y
a la que al final llegarán los dioses. Sócrates y varios de sus colegas, todos
ellos griegos platicadores, se reunieron en la casa de Antólico, uno del grupo.
Platón recogió mucho de lo que ahí se dijo y en el año 385, antes de Cristo,
publicó un trabajo conocido como el “Banquete”. Cinco años más tarde Jenofonte
dio a conocer un escrito suyo que describía la misma ocasión.
-En
realidad Platón no estuvo en la fiesta-dijo Carmen- y escribió de lo que
escuchó había sucedido en ella. Jenofonte sí fue testigo presencial del evento.
La
diferencia de fondo entre los dos trabajos estriba en que Platón “vuela” y
Jenofonte “camina”. Ahora se diría que la filosofía de Platón está cargada de teología.
Jenofonte, por su parte, hace una interpretación filosófica llena de filosofía.
Es decir, más laica, más antropomorfa.
-Quizá
todo esto no sea también más que una imagen-observé pues yo también había leído
El Banquete-, una metáfora de lo que es la vida. Teología y Filosofía
simplemente se hacen de lado cuando se presenta el Instinto. Algunos de los
filósofos que habían estado en el banquete vuelan, después de haber visto la
manera en que Baco y Ariadna se besan, a buscar a sus esposas: “los que no
estaban casados juraron hacerlo”.
-Pero,
también, la filosofía parece estar más allá
de los arrebatados besos de estos dos dioses del Olimpo-dijo ella-. Hay
tranquilidad en el proceder de Sócrates cuando dejan a los dioses que se van
corriendo a la cama. Los filósofos salen
a la calle y caminan por ella como si nada: Sócrates, y algunos otros que con
él se habían quedado, se salieron para juntarse y pasear con Licón, su hijo y
Calías...Y tal fue el final que tuvo aquel Banquete, según Jenofonte.
Todo esto me parecía maravilloso de
Carmen. He dicho que me atraían las
formas físicas de esa mujer. Pero siempre tuve
claro que lo que apreciaba era lo que sustentaban sus formas. Su
espiritualidad y su cultura.
Luego
supe que la biblioteca que vi de pasada, en la mañana, en una de las habitaciones
de su casa, es la “biblioteca de vacaciones” y que en México tiene la de “la de
base”. Libros ordenados en cuanto la capacidad de sus estantes lo permite.
Después, pilas verticales por aquí y otras por allá. En la mesita de su
cabecera de dormir otros y, ¡el colmo!, frente de su taza del baño una repisa
llena de libros. Algunos, cuenta, no los ha leído. Los adquirió en librería o
en la banqueta del mercado. Estos suelen tener los nombres de sus antiguos
propietarios o dedicatorias y fechas. Los compra después de
echarles una rápida hojeada.Algunos, dice, después deben seguir su camino hacia el carro de la basura. La
mayoría pasa a formar parte de su librero y de su alma. En una casi patológica
costumbre, hay días que hojea cuatro o
cinco libros. Algunas son relecturas. El
Gran Gatsby, Bajo el Volcán, Medea, Jean Wahl, Chesterton,
Emerson. Otros libros que no ha
leído le salen al encuentro después de años de haberlos comprado. Le sucedió
con Un niño, de Thomas Bernhard y con
Salambó de Flaubert. Casi temblando
de emoción al final de buscar la fecha en que estos libros salieron de la imprenta, algunos todavía con
hojas pegadas, tienen medio siglo. Entonces se siente casi una destinada del
cielo para seguir siendo su salvaguarda con este pensamiento: “cincuenta u
ochenta años de andar naufragando por el mundo y tuve la dicha de haberte encontrado”.
¿Carmen hablando con los libros? Era evidente que para ella el libro no
era un montón de hojas impresas como
parte de un mundo fenoménico. Era dialogar con gente de otros siglos, otras latitudes
y otros pensamientos.
-¿Le
habla a los libros?-pregunté.
-¿Por
qué no? Otros platican con sus perros o
con los pájaros o con los retratos de
sus seres ya fallecidos o con sus muertos en el cementerio-añadió algo que me
dio más información de la mujer que tenía enfrente-. ¡Sus formas! Recuerdo que
Oscar Wilde recomendaba el culto a la forma como vía de poder desentrañar los
secretos del arte.
Más
tarde, cuando caminábamos hacia su casa, bajo la noche caliente, la escuché
decir algo de la historia de Europa: La Edad Media es como un recipiente en el
que van a ser arrojadas, revueltas y fundidas, todas las glorias intelectuales,
históricas, técnicas y guerreras de la antigüedad. Va a estar presente también un abundante caudal
de miserias y supersticiones propias de muchos pueblos, tanto de Europa como de
los árabes. De este compuesto increíble saldrán, mil años más tarde, los
personajes y los valores que inaugurarán lo que se conoce como “Renacimiento”.
Se trata de un largo período de tiempo de una abismal importancia… Sé que hay
reticencias con este segmento de historia... Sin embargo basta saber que
dentro de la Edad Media se
escribieron las Confesiones de San
Agustín, El Corán, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, La Divina
Comedia, la Confesión de Augsburgo, la traducción de la Biblia al alemán por
Lutero y, al filo de la Edad Media, El Quijote de la Mancha...Nada menos que,
junto con Platón y Jenofonte, discípulos de Sócrates, los grandes fundamentos
de nuestra cultura occidental...¡Esto es realmente encantador Guillermo!, ¿no
le parece?”
Fue
cuando empecé a sentirme un tanto disminuido. Así pues, era hora de esfumarse.
-
¡Larguémonos de esta isla, Cork!- dije al día siguiente apenas había amanecido.
Desde
su cama, cerca de la ventana, y casi enceguecido por la abundante luz que
entraba ya a esa hora temprana de la mañana, me escuchó en silencio. Tenía un
rato de haber despertado. Después se puso a leer algo del
libro de Yeats que tenía a la mano. Miró hacia la calle. Volvió a mirarme:
-
¿Qué diablos te pasa?
-
¡Las vacaciones terminaron!
-
Escucha - dijo. Agarró el libro y leyó:-. Querella de gorriones en todos los
aleros, / la luna llena, el cielo tachonado de estrellas / y la fuerte canción
de melodiosas hojas, / ahuyentaban vetusto sollozo de la tierra. / Pero
llegaste tú con tristes labios rojos, / y contigo llegaron las lagrimas del
mundo...”- y agregó:- Eva hizo de las
suyas otra vez, ¿no? Como en el Paraiso. Ese es el riesgo de la libertad,
precisamente mí querido Guillermo. La cuestión es saber en dónde o de qué
manera podemos perder la libertad. Es como el dinero.
-¿El
dinero?
-Como
en la Piel de Zapa, de Balzac. Trabajamos para obtenerlo. ¿Y, después? Entre más se gaste, menos se va a tener. Cada
vez menos. Y, cuando aparece una mujer…
-
Yo digo que nos larguemos. Llegamos a la isla con planes de divertirnos. Pero
las conocimos y hemos ido y venido por
donde ellas han querido...
Luego de otro largo silencio, Cork comentó
simplemente:
-
¡Bien, vámonos!
Todavía le pregunté:
-
¿Y, Clemencia?
-
No te preocupes por ella. Asegura que me encuentra siempre... Ahora debe
encontrarse en el espacio ultra cósmico, más allá de nuestro espacio y de
nuestro tiempo. Su individualidad temporal camina a través de los siglos,
renaciendo siempre. Sola, lejos de la gente si vuelve zoomorfa. O lejos de los
castores, si vuelve castora. O lejos del mundo de las gacelas. Volver a vivir
con el solo destino de ser depredador y al final depredado.
- ¿Quieres decir que su individualidad milenaria sólo
existe en su mente, porque en realidad siempre fue un eslabón de la cadena?
-
Algo así.
Salim
se había marchado el día anterior hacia el Altiplano Central. Ese medio día
abordé el avión que me llevaría al centro del continente, donde a la sazón
trabajaba. Algunas semanas más tarde nos reuniríamos para llevar a cabo algunas
escaladas. Desde arriba pude observar la delgada franja de tierra que componía
la isla. Al sur la gran laguna camaronera. Un gran helicóptero volaba hacia el
norte, llevando a los trabajadores de las plataformas petroleras del Golfo,
cien kilómetros mar adentro. El mundo quedaba como lo habíamos encontrado la
semana anterior. La frivolidad, el amor y el erotismo, habían jugado sus cartas
pero no habían tenido tiempo de calar más hondo. Era hora de reintegrarse a la
rutina de la producción y a sus horarios
de la disciplina.
Cork
subió esa misma tarde a un barco que lo llevaría al Puerto de Veracruz. Podía
llegar a esta ciudad costera en pocas horas, viajando en autobús. Prefirió
hacerlo en tres días, sobre las olas del mar y en las cervecerías de cada
puerto que tocara aquella vieja
embarcación de carga. Más tarde iría a Orizaba. En La Costa de Sotavento, cervecería de mala muerte, propiedad de su
amigo Enrique Láscares, se organizaban torneos de bebedores de cerveza. Tres
días después subiría a la ciudad de México.
23
Llovió
quince días con sus noches. La ubicación
de Orizaba frente al Golfo, a solamente setenta kilómetros de la costa y a mil
doscientos metros sobre el nivel del mar, hace a esta parte de la sierra, en la
que está situada la población, el enclave natural donde van a estrellarse las tormentas que se levantan en las aguas de
la enorme sima del este. Las luces del alumbrado público permanecen encendidas
todo el tiempo. En el interior de las casas, de manera similar a las calles,
reina la oscuridad. Es la acción de activar la energía eléctrica o bien de
apagarla cuando dice el reloj que es necesario ir a descansar. La gente
permanece observando el diluvio a través de las ventanas de su casa abrigada lo
mejor que puede. La familia caldea el
interior de la estancia manteniendo cerradas la puerta de los lugares de estar,
como es la sala. O se agrupa en el espacio destinado a la
cocina. Esta se convierte, llegado el caso de mal tiempo, que es muy frecuente,
en cocina – comedor para aprovechar el calor de la estufa...
De
mayo a octubre la gente debe salir a trabajar o ir de compras bajo la lluvia.
Frecuenta los sitios en espacios cerrados como son los cines o teatros. Camina
bajo las cortinas de agua. Para llegar
hasta esos lugares las casas están provistas de alerones que protegen, en buena
medida, el tránsito de la gente que va y viene por todos lados como algo que
fuera la cuestión más natural. Por tal disposición arquitectónica los
habitantes de Orizaba no tienen la necesidad, ni la costumbre, de usar impermeables o
paraguas. Esa es la impresión que se tiene de esta bella ciudad cuando por
primera vez se le visita. Sin embargo también goza de días esplendorosos llenos
de sol y muy calientes. Es cuando luce su cielo azul, su vegetación muy verde y
a lo lejos la cúpula nevada de la montaña más alta del país, el Pico de Orizaba
Alguien,
que por primera vez viniera de Guanajuato o de algún lugar más al norte,
encontraría el inusitado espectáculo de poder ver la meseta poblana, a unos
cuarenta kilómetros, radiante de sol. Pero al aproximarse a Orizaba, a partir
de El Mirador, que es donde empieza el descenso, una verdadera sima negra.
Impera el cielo completamente encapotado, todo oscuro, cayendo agua sin cesar.
El relámpago iluminando el aire huracanado que dobla los árboles y el estruendo
del rayo descargando en alguna parte. Y nada raro tendría que su vehículo se
viera detenido, entre una enorme fila de vehículos, durante horas. Siempre
sucede que, en alguna parte, la montaña se vino abajo, por efecto del agua,
y obstruyó ese tramo de la carretera.
Hasta que vayan las palas mecánicas o los hombres a despejar el lugar, podrá
restablecerse el flujo del camino. Tendría apenas tres años que acababa de
trazarse la carretera moderna, para seguir en dirección hacia el sur. Esto
alivió esa clase de problemas que se daban
llegando al lugar al que me estoy
refiriendo.
La
primavera es el tiempo en que los parroquianos se acuartelan, por todas las
semanas que dure la tormenta, en los cafés, bares y cantinas de todas las
clases sociales. Establecen un mundo de color, luces y alegría, mientras en el
exterior ruge la tormenta e impera el frío. Entonces es cuando empiezan los
concursos de bebedores de cerveza. Los obreros de las fábricas textiles, y aun
los de la Cervecería, pasan temprano a tomarse un vaso de caña “para el
camino”. Al salir de sus turnos de labores se reintegran con los báquicos donde
permanecerán hasta ya muy entrada la noche. Al día siguiente será lo mismo. Así
ha sucedido durante casi doscientos años. Desde que Lucas Alamán instalara las
primeras fábricas de hilados y tejidos. Después habían llegado los alemanes con
la gran industria cervecera. Desde el
norte y centro de América, y parte de Europa, compran la cerveza de Orizaba que
previene contra cualquier peligro de deshidratación, ataque de melancolía,
alimenta y cuesta menos que el agua embotellada. Y mucho menos que el
“refresco” dulce que provoca obesidad, diabetes e hipertensión. Es decir, es
una bebida de dioses que fue robada por algún Prometeo para traerla a
Orizaba.
Cork
pudo comprobar que, para los orizabeños, ese
lugar imposible es la tierra más
hermosa del mundo. A tal punto que el millón de orizabeños que viven y
trabajan, de manera permanente, en la ciudad de México, y no importando a qué
actividad o a qué clase social pertenezca, vuelven a Orizaba. Aprovechan
cualquier oportunidad o periodo vacacional para apresurarse y regresar por
algún tiempo. Siquiera por un día es necesario
ir a Orizaba. Pudo ver que no es raro presenciar a individuos, o parejas
ya ancianos que, llegando a El Mirador, se detienen consternados. Proceden de
los meridianos del oeste. Miran, emocionados, con lágrimas en los ojos
escurriéndoles por las mejillas, fuera del vehículo, bajo la acción de la
tormenta o la niebla cerrada. Miran lo que cualquiera no puede ver entre la
espesa lluvia y es el mundo incomparable
de Orizaba. Los ojos de los orizabeños están calibrados para ver, a través de
la negra tempestad, su amada sima que otro no puede distinguir ni jamás podrán lograrlo. Ver, por ejemplo,
cómo entre escampada y escampada el
agua, durante algún tiempo, baja a raudales a lo largo de los árboles. Y esto
es tan caro a sus ojos como lo es, para los chichimecas habitantes del norte,
poder observar el sol rojo y enorme de los primeros minutos emerger entre las arenas candentes del erg. Sobra
decir que, al igual que hacen algunas especies del “reino” al que pertenecemos,
muchos de ellos, cuando sienten que se aproxima el fin de su vida, regresan a
morir a Orizaba. Otros disponen todo lo que haya menester, para que sean
trasladados y sepultadas en algún cementerio de la ciudad.
-
¡Están locos! - decía Cork mientras reía con un vaso de cerveza en la boca, en
medio del mundo báquico y lleno de risas de La
Costa de Sotavento. El propietario, Enrique Láscares Bravo, se afanaba en
conservar una atmósfera cálida y de camaradería en ese mundo, fuera del cual
rugía el huracán. Las puertas y ventanas se azotaban y tenía que apresurarse a
afianzarlas mediante una tranca que apuntalaba en el piso de tierra.
Decía
el propietario, entre vasos de caña y bajo las interminables notas de la
rockola, que tenía amigos que semana
tras semana, viajan hacia “arriba”.
Sucede cuando la temporada de música clásica llena la Sala de conciertos
Nezahualcoyotl, de ciudad universitaria, allá en el suroeste de la ciudad de
México. Agregaba que cuando la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional
Autónoma de México interpreta a Dimitri Shostakovich la Sala se llena de rusos.
Si toca a Roberto Schumann está repleta
de alemanes. Si ejecutan música de William Byrd los ingleses ocupan
todas las butacas. Si se trata de Palestrina los italianos son los que
desbordarán todo espacio disponible. Si la solista en violín es Yuriko Kuronuma
se llena de japoneses. Si tocan a Silvestre Revueltas los mexicanos no dejarán
boleto alguno en las taquillas. Si interpretan a Mahler o a Darius Milhaud,
los judíos estarán puntuales. Si tocan a Josquin des Pres lo mismo sucede
con los franceses. Si tocan a Manuel de Falla ahí estarán los españoles. Todos ellos saben disfrutar de la buena
música. Hay algo en la música que habla a los pueblos de todos los paralelos.
Los cristianos tienen sus hermosos cantos gregorianos. Los del Islam también
oran cantando. Es una vieja tendencia de la humanidad. El islamismo, no
obstante que nació ochocientos años más tarde que el cristianismo, siguió
muchos pasos de este. ¿Qué te parece? Por supuesto, los japoneses ignoran que a
la semana siguiente serán los mexicanos los que llenarán la Sala y a su vez
estos no saben que para el otro fin de semana estarán los estadounidenses los
que ocuparán de butaca en butaca los dos mil trescientos once lugares de la Nezahualcoyotl... Si vuelves a
llenar mi vaso te doy otro secreto. En las
librerías te encuentras el mismo espectáculo en torno de un autor de equis
nacionalidad. Esta preferencia por la literatura la gente la ha manifestado de
una manera por demás curiosa. No es que aborrezca la literatura de los otros, sólo
que aprecia más la suya. Antes la
Iglesia universal quemaba la de los libres pensadores y tiempo después estos
quemaban cuanta Biblia encontraban en su camino. Las que ganaban eran las
bibliotecas de los jesuitas. Ellos guardaban todo de todos. Con los siglos
tenían información de los modos de pensar como nadie se imaginó.
-
Así es amigo- en lugar de leer todo de todos procuraban dejar a salvo solamente
su literatura. Sucede como cuando charlamos con alguien. No está poniendo
atención a lo que le decimos. Hasta nos interrumpe porque, lo que le interesa,
es decir lo que él o ella piensa. Quieren ser escuchados pero no están
dispuestos a escuchar. Se repite con los poetas. Es difícil que un poeta lea a
otro poeta pero sí quiere que todos lo lean a él. Eso dice Humberto Cisneros,
mi amigo de México. También poeta.
Su comunidad del desierto tenía miles de años
construyendo arquetipos. Cuando les preguntó una pista para llegar a la verdad
le dijeron que sólo necesitaba guardar el suficiente silencio para poder
escuchar. Le advirtieron que no llegaría a la verdad universal pero sí a muchas
verdades. Cada individuo o pueblo tenía su verdad. El mundo no era igual en
todas partes. Hay una moral en cada país. En cada estrato social. Hay un estado
de ánimo para cada rato del día según lo rentable de los intereses materiales.
En algunas partes parece que ya no quedara nada de eso. La disolución social se
anuncia cuando sus individuos hablan de una manera pero viven de otra. Entonces
cada quien hace su versión y se construye una religión a su medida. Chesterton
es de los pocos que sostiene que sí hay una verdad universal.
-
¿Eso te decían en tu pueblo?- preguntó Enrique Láscares.
Le contó que en esa ocasión el viejo estaba
sentado en una roca, a la entrada de una casa de adobes, que era una especie de
tienda de abarrotes. El viento había arrojado, durante años, los pequeños
cuarzos del desierto sobre el lugar. Al lodo se le había mezclado paja como
cohesionante, pero aun así las paredes se veían bruñidas y las esquinas
redondeadas. El viejo daba pequeños tragos a una botella de refresco. El
líquido era rojo con sabor de grosella. Al escuchar su pregunta de cómo llegar
a la verdad, se le quedó mirando. Lo veía fijamente a la cara. Pero sólo fue
por cinco segundos. Después cambió el rumbo de su mirada hacia un punto lejano
en la llanura. En ese momento el sol pegaba con intensidad como es cuando se
encuentra más cerca del planeta durante el día. Un termómetro hubiera
marcado entre cuarenta y cinco y
cincuenta grados. Era como si las oscilaciones solares movieran el paisaje
imprimiéndole un aspecto de borrosidad. Lo tomó de un brazo para invitarlo a
que se sentara junto a él en la piedra.
-
La gente no suele preguntar por esas cosas. Sólo los niños. Y no todos. Andan
metidos en sus juegos y lo toman como un juego. Y es probable que eso sea nada
más...Que bueno que pronto irás a México a estudiar. Es un gran esfuerzo el que
están haciendo tus padres. No te preocupes demasiado. En caso de contratiempos
lo trataremos en “La Reunión” y veremos que sigas adelante. De lo que me
preguntas...Observa atentamente hacia allá, hacia el frente. ¿Qué ves? No el
desierto si no en una distancia más corta.
-
Nada.
-
Espera.
Cinco
minutos después pasó frente a ellos un guajolote.
-
Ahora, ¿qué viste?
-
Que pasó un guajolote.
-
Entre la nada que veías y el guajolote que pasó, está un tercer elemento... La
acción de haber pasado.
El
chico parafraseó algo del Popol Vuh:
-
¡Exacto! Hasta que aparecieron las montañas empezó la vida. Antes nada.
Existía, pero no se manifestaba. Lo que necesitamos es que se manifieste para
poder dar testimonio de ello. Pueden estar ahí pero no son verbo. Entre los
cristianos la verdad también estaba ahí, pero hubo esperanza de conocerla hasta
que empezó a manifestarse. Acuérdate de San Juan. Los amigos universitarios de
la sabiduría le llaman a esto devenir.
- La mentira también se manifiesta.
-
Es el contraste de la verdad. De esa manera ya tendríamos dos pistas. ¿Cómo
sabríamos que hay verdad sino hay mentira? Cuando caminamos entre la arena
siempre nos acompaña la sombra…
En
ocasiones le parecía que el mundo de La
Costa de Sotavento era una sopa a la que le faltara condimento. Sólo una
ocasión ganó un concurso de bebedores de cerveza. En cambio perdió cuatro. Eran
trabajadores asalariados a los que no podía ganar. El sólo ganaba a los que tenían exaltado el ego. A los que arrojaban alimentos al mar
para que su precio en el mercado no se devaluara. ¿Qué pecados puede tener un
hombre que gana el sueldo mínimo? Le conmovía la vida sencilla de los trabajadores.
Salía a la calle. Iba al cine o al teatro. Reía al encontrarse con que los
medios de comunicación consignaban, en sus páginas, los discursos de los
personajes de la política con propósitos de bienestar económica y seguridad en
las calles. Y en las salas de los cines sólo había filmes de violencia. Otros
hablaban de una opulencia inusitada, proporcionada por la explotación de los
hidrocarburos. Y en las calles los pordioseros, y gente empobrecida, iban y
venían con la mirada sin brillo. El tema
de la honradez pública campeaba en los discursos y a miles de jubilados y
pensionados se había dejado en la calle. El mundo del trabajo se había llenado
de outsourcing. Parecían no dirigirse
a ninguna parte en especial. Y temblaban de frío. Se aseguraba que la gran
ciudad del Altiplano no carecería este año de agua. Pero no se decía que los
ríos de muchas comunidades rurales habían sido desviados hacia México. Se les
dejaba sin agua para sus cosechas. Callaba el hecho que sus habitantes, como sus ganados y
sus hortalizas y sembradíos, morían en
esos mismos momentos de sed. Las grietas
en el suelo partían algunas calles de las poblaciones. Las autoridades les
echaban cemento en lugar de procurar recargar los acuíferos.
Su
casa de la ciudad, gustaba de contarlo en todas partes, tenía un baño que él
mismo había diseñado. Con eso consumía la mitad de la cantidad de agua que
gastaba. El lavabo estaba instalado medio metro arriba de la taza del excusado.
El tanque era alimentado con el agua sucia
que llegaba del lavabo. En un principio hacia esa maniobra de manera manual.
Debajo captaba el agua mediante el
recurso de poner una cubeta. De ahí la echaba a la taza. El sistema,
ciertamente, no respetaba al “estatus” y decidió hacer una instalación formal.
Después se dedicó a planear de qué manera podía captar y aprovechar el agua de
la regadera que ya no tenía utilidad después del baño. Y como corría cada
tercer día, generalmente por la tarde, después de la Universidad o de estar
trabajando en algún proyecto, cada tercer día se bañaba dos veces. En la mañana
y después de correr. Solamente alguien que pertenece a la llanura sabe lo que
significa un solo litro de agua. Y como montañista había tenido la experiencia
que, al cruzar caminando el desierto, la vida en ocasiones puede ser salvada
con la cantidad de agua que alguien gastaría para afeitarse.
Sobre
todo martillaba en su cerebro que, para que la gente de la ciudad tenga agua,
hay que dejar en la miseria a las áreas rurales.
24
Al
regresar a La Costa de Sotavento
encontraba más coherencia en su atmósfera llena de calidez. Aquella gente reía
y salía a trabajar. Un pantalón de
mezclilla, usado y sucio por las labores, le inspiraba toda la confianza del
mundo. Los obreros no eran como los que se refugian dentro de su ego y ahí
permanecen ajenos a todos y a todo. A ellos si les ganaba el concurso de
tomadores de cerveza. Los trabajadores de la Cervecería y de las fábricas
adyacentes no se dicen constructores de
nada. Solo lo hacen. Ríen y cantan y beben.
-¿Otro
concurso, Cork?
-
¡Me gusta la idea! ¿Cuántos somos los competidores?
-
Quince.
-
El que pierda pone quince pollos rostizados. ¿De acuerdo? Como Macario, nos
comeremos un pollo cada quien. Y si llega la Muerte no le invitamos ni siquiera
un ala...
-
¿Qué Macario?
Les
relataba el cuento de Macario que soñaba
comer, él solo, una gallina. Terminó convidando a su Comadre la Muerte porque
creyó, ingenuamente, que ella sí es democrática. Igual se lleva a ricos que a pobres.
-
¿Y no?
-
Se lleva primero a los desnutridos. A los proteinizados los deja para después.
La universidad pública libra su gran batalla
de seguir sosteniendo la formación de los investigadores científicos, a pesar
de que ve, día con día, que se le
reducen los subsidios. Cork no se había dado prisa en regresar a la ciudad de
México debido al asunto más tonto de la vida: las aduanas. Hay países en los que se pueden tener excelentes planes de
investigación científica. Pero esto nada le dice a las aduanas. Las aduanas
tienen su vida propia. En cierta ocasión, después de firmar y llenar formas, en
la aduana, se fue caminando de Amecameca a Cholula, pasando entre los dos
grandes volcanes nevados. No hacía más de diez kilómetros por día. Ya de subida o de bajada. Plantaba su tienda y,
después de su acostumbrada lectura de temas generales, se metía en su bolsa de dormir. Al día siguiente lo
mismo. Cuando regresó a México más firmas y más formas que llenar en la aduana
y su equipo no salía. Estaba atorado en las bodegas.
Entonces me habló para una travesía mayor.
Recorrimos, a lomo de caballo, el vértice de los cuatrocientos kilómetros de
sierra que hacen la Cuenca de México. Subimos a la montaña Tlaloc, de la sierra
del sur del valle. Cruzamos por los cuatro mil de la Sierra Nevada, incluido el
Tlaloc del este, hasta llegar a Pachuca. Alcanzamos el Zumate, cerca de Real
del Monte y de ahí nos dirigimos al cerro Moctezuma, junto al pueblo de san
Pedro Nextlalpan. Torcimos hacia el sur, volvimos a remontar hasta la montaña
Los Loros, en los 3, 500, y finalmente hacia Contreras y el Ajusco, en lo alto
de la Sierra de las Cruces.
Al
regreso el equipo que esperaba había sido trasladado a otra bodega, cerca de la
salida. Más firmas y más formas que llenar. Cuando estaba por largarse de nuevo
a la montaña, le avisaron que se presentara a las seis de la mañana a
recogerlo. Más firmas y más formas. Por fin, a las cinco de la tarde, tuvo
entre las manos el equipo que le permitiría continuar con su investigación.
Desde luego, la primera providencia que tomó, para recuperar ese tiempo
perdido, fue rechazar el ofrecimiento que por entonces se le hizo de hacerse
cargo de la jefatura de uno de los departamentos de investigación. Lo pensó dos
minutos porque era la oportunidad que tenía para poner en práctica algunas
ideas de trabajo en lo individual y para el equipo de investigadores. Acabó
desistiendo. Todas las cosas que había oído sobre liderazgo no lo convencieron.
Las
frecuentes e interminables reuniones de cada semana le exigirían un tiempo
todavía mayor que lo que había tenido que esperar frente a los trámites en la
aduana. El se había decidido por la investigación científica, no por la
administración de oficinas. Si bien, es cierto, aquí podría haber un riesgo
mayor que con las aduanas. Era que a la
dirección del Instituto llegara un científico con vocación burocrática. Peor
aun: con problemas graves de personalidad y le diera por proyectarlas entre la
comunidad del lugar, con lo que distraería la investigación. Sin embargo, había
que correr el riesgo.
Ahora,
en Orizaba, vivía de nuevo el ritmo que le marcaba la aduana. Esperaba un
microscopio y “químicos”. Pensaba en el tiempo que tarda el equipo y las
substancias en salir de la aduana, lo que se lleva la aprobación del presupuesto
de investigación, el tiempo que se requiere para que el microscopio que se
descompuso sea reparado. Y cuando esto empiece a funcionar finalmente, el
equipo ya es obsoleto en comparación de lo que ofrece el mercado...No es raro
vivir la experiencia que en ocasiones esto tarda tanto que el tema original ya
no interesa al investigador, o al patrocinador, y quiera ir hacia otras áreas
de la ciencia. El microscopio flamante puede ser que jamás llegue a utilizarse
por nadie. De flamante pasó a ser obsoleto y después conocerá el camino de la
bodega y de aquí al montón de chatarra... “Esperemos que esto no sucede ahora”
se dijo.
25
Una
ocasión que vagaba por el mercado, en busca de algo que comer, leyó que se
anunciaba, en el valle metafísico, una conferencia cuyo tema llamó su atención.
Compró su boleto, fue a México y al anochecer ya estaba de nuevo en el mundo
acuático de Orizaba. Ese día Enrique Láscares Bravo había preparado una
deliciosa sopa para los parroquianos de La
Costa de Sotavento. Calamares y todos los camarones que pudieran comerse,
se veían en un tonel de por lo menos veinte litros.
-
¿Y la conferencia?
-Casi
estaba seguro que me iba a encontrar con otro profesional en deformar la verdad
objetiva.
-
¿Y?
- Resultó un soñador. Dice que juntos podemos
construir un mundo a imagen de nuestros más caros valores y de nuestros sueños
más sublimes. ¿Qué crees? Un mundo en el que los niños puedan reforzar sus
mentes en los salones de clases en vez de forzar sus músculos en minas y
fábricas. Un mundo en el que todo hombre y mujer pueda trabajar con dignidad.
Un vecindario mundial transformado en una hermandad mundial. Y decía que ya
había llegado el momento de actuar.
-
La última vez eso costó a la humanidad cincuenta millones de vidas. A de ser
otro comunista - gritó alguien desde la otra mesa.
-
Quién sabe pero citó las palabras de Juan Pablo II, cuando éste pregunta si es
posible que las cuentas financieras queden en orden mientras que a la gente se
le humilla y ofende en su dignidad...Bueno, en todo caso es un soñador este
John J, Sweeney... Pero sabe de lo que está hablando. A la sazón es presidente
de una de las centrales de trabajadores de Estados Unidos que agrupa a más de
dieciocho millones de afiliados...
Enrique Láscares volvía a llenar el vaso de
Cork. Y cuando éste apuraba el contenido, preguntaba: ¿quieres otro secreto? Y
de nuevo vertía el líquido en el recipiente de aquel individuo que parecía
resistir más cerveza que un barril de madera.
Entonces volvía a decir:
-
En las montañas del mundo sucede lo mismo que con los depredadores. La
competencia por el ego. Y le contaba la carrera que emprendieron los italianos
y los polacos en el principio del siglo veinte para ver quién llegaba primero a
la cumbre más alta del continente americano. Ya otros lo habían hecho, pero
ésta fue una competencia que surgió entre los nacionalismos europeos. Entonces
el mundo inhóspito empezaba donde terminaba la última calle de Mendoza. Llegar
a Puente del Inca ya era una aventura. Como los italianos se adelantaron por la
ladera del norte, los polacos se internaron a través de las interminables
cañadas del este. Dando una enorme vuelta abordaron el glaciar del noreste,
hasta entonces sin huella. Cuando semanas más tarde, cuatro montañistas polacos
de nombres impronunciables, formados por la cordada D-O y la otra por N-O,
alcanzan la cumbre, encontraron ahí la bandera de los italianos, que por
solamente seis horas se les habían adelantado. Fue el desquite por la derrota
que, a mediados del siglo anterior, el italiano Juan Antonio Carrel sufriera
frente al inglés Whymper, en la conquista del Matterhorn suizo. No te creas
cuando los nacionalistas te hablan linduras del internacionalismo. Es para
distraerte. ¿Sabes que el Nanga Parbat, en los Himalayas, es la cumbre
considerada como la montaña alemana? Ahí se matan escaladores alemanes, ahí
triunfan de los insondables abismos mientras suben por sus verticales paredes
de roca y hielo. Pueden marchar a otras cumbres de los mismos sistemas
orográficos o de otros continentes, pero siempre vuelven al Nanga Parbat. La
primera vez que alguien intentó subirla fue una expedición alemana que acabó
sepultada por un gigantesco alud. Ni siquiera rastro quedó que haya existido
ahí campamento alguno. De inmediato se montó en Alemania otra expedición para ir en auxilio de la
primera. En realidad lo que les interesaba era ser los primeros en subir esa
cumbre...Historias como esta te encuentras en todos los sistemas montañosos del
planeta. El Eigerwand en Suiza, y la primera escalada de su pared, es el
ejemplo más acabado de lo que te estoy diciendo. Sucedió en 1938...Luego
tenemos a los japoneses tratando de darle un sello propio a los Himalayas. Los
chinos subiendo el Everest desde su país. Los estadounidenses la cara norte de
esta montaña. Los franceses su Annapurna, los rusos, los mexicanos. Bueno, te
contaré otro secreto, respecto de los mexicanos en los Himalayas. ¿Me llenas el
vaso? ¡Eso! Una vez nosotros subimos por
el filo noreste del Aconcagua y, ¿qué crees? Sus morrenas y las nieves de su
glaciar estaban llenas de botes viejos, basura por todos lados y orines de
tantas expediciones que ya habían subido por ahí. Nadie puede empezar a
establecer una mitología sobre algo que otros ya orinaron, conocieron o hicieron antes. Y
cuando de regreso a México les propuse que atacáramos la pared sur del monte
Amehgino y que por fin hiciéramos “mexicana” una hermosa pared del extranjero,
se rieron de mí y salieran a relucir las
teorías del suicidio: “¿No has logrado matarte en las escaladas nevadas del
valle de México o en las rocosas de Hidalgo y ahora quieres intentarlo en el
sur del continente? Y agregaron la pregunta: ¿Estas loco? Sí, sabes, Láscares.
¡Todo el mundo está loco! Los habitantes de La
Costa de Sotavento, los alpinistas, Sweeney...
En
ocasiones veía a la distancia una pareja feliz que, recién casados, salía del
templo de los franciscanos, en medio de los alegres familiares y amistades que
los abrazaban y les tomaban fotografías, entre el aguacero. Dice que recordaba a Carmen que nos había
dicho, cuando estábamos en aquella nevería de la isla, de la responsabilidad
del matrimonio tradicional: “Un niño que tuviera en sus manos un tubo de
nitroglicerina, y careciera de advertencias de peligro, y de pronto se echara a
correr, tendría más probabilidades de éxito que una pareja de enamorados frente
al sacerdote o el juez a punto de casarlos”.
-¿Me
estas hablado de Schopenhauer?
-No.
De Carmen, una mujer que al parecer le quita el sueño a mi amigo Guillermo.