jueves, 7 de mayo de 2015


                                                          

                                       


PRIMERA PARTE


 


 


 


 


 


NOVELA


 


 


                                                                                               EN BUSCA DE LA REALIDAD POR SÍ MISMA


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


SEP-INDAUTOR


REGISTRO PÚBLICO

03-2002-111113270700-01

NO. REGISTRO 03—2002-111113270700-01

TITULO: CORKSCREW

AÑO MARZO 2002

ARMANDO ALTAMIRA G.

 

 

 

 

 

                                                     

 

 

 

                                                                                                                           

 

                                1

                                                                          

 

 

                                                  

El bar estaba vacío y el rumor del océano se colaba entre las tablas de las paredes. Era temprano y aun no bajaban las sillas de las mesas.  Alguien barría el enorme local de El Pinar, de piso de tierra y paredes de tablas mal ensambladas. Se trataba de un establecimiento casi oculto entre la maleza cerrada, no lejos de las aguas del Golfo. Algunas muchachas empezaban a andar por ahí. En la barra, el empleado se afanaba en secar los vasos de vidrio.

Había asistido pocas veces al lugar. Solamente permanecía el tiempo que  me llevaba disfrutar un par de cervezas. Pagaba y, haciendo una señal de despedida a Antonio, el barman, salía a la calle.

La luz afuera se desbordaba  de un sol muy fuerte, como siempre era en esa isla, y se acentuaba debido a la semi oscuridad que reinaba en el interior del galerón. Procuraba llegar mucho antes que el grueso de la clientela y me retiraba cuando el sitio se empezaba a llenar de gente. Eso me  permitía ciertas libertades. Como ahora.

 Saqué mi armónica. Le di unos cuantos golpes contra mi mano izquierda y la llevé a la boca. Entoné una alegre y movida melodía del Misisipi de los años treinta. Interrumpía y empezaba a cantar: "Todas las personas cultas de Norteamérica saben ya que nuestras elecciones son farsas indecentes, y los dueños de tan necio juego están asustados ante la resuelta retirada de las urnas de casi la mitad de votantes". Aquellas   palabras, de algún poeta, ahora a ritmo de rigetime, se las había escuchado a Cork.

 Ahora lo  hacía en voz queda, tocando y cantando para mí, pero algunas muchachas se acercaban y me daban un golpecito de afecto en el hombro. Luego se marchaban a continuar con sus actividades, propias de las geishas, que preparan el escenario para sus clientes que no tardarán en llegar.

 Sólo María se quedaba un rato más. Cruzaba las piernas. Con ese lenguaje mudo me decía que Dios, por medio de la naturaleza, le había dado una hermosa cara y el alfarero procuró proporcionarle un  cuerpo perturbador. Todo empezaba por sus piernas. Luego se iba y yo seguía alternando los tragos de mi cerveza con el rigetime. Pagaba la cuenta. Volvía al hotel. Me ponía ropa ligera y los zapatos  tenis. Las siguientes dos horas las pasaba corriendo y caminando por la arena. A lo lejos, casi perdidos entre la raya del mar y la tormenta de  sol, la flota camaronera de los japoneses se bamboleaban como cascaritas de cacahuate  en una tina de baño...  Era la tercera ocasión que frecuentaba aquel lugar. Y, a juzgar por el tiempo que estaría en Carmen, me pareció que sería la última. De alguna parte del local salían las notas de Charlie Parker.

Hasta el otro lado del jacalón se encontraba alguien que estaba visiblemente tomado. Era un hombre viejo, mezcla de campesino y marinero que al verme se levantó para ir a donde me encontraba. Sin conocerlo ni decir palabra agarró una silla al revés y, apoyándose en el respaldo con los brazos, me alargó su vaso en señal de brindar. Antes de hacer cualquier gesto con la intención de trasladarme a otra mesa, también levanté mi cerveza. En tanto lo hacía, le escuché decir:

- Estar bebiendo  en la selva, a dos cuadras de las aguas del Golfo, en una temperatura cálida... Con estas muchachas, es estar en el Paraíso…Eso que tocabas al último  es de la Original Dixilend Jazz Band. Muy alegre y movido. Me encanta.

-Los negros traen la música en el alma-dije.

 -Era un grupo de cinco blancos. Tienen el honor de haber sido los primeros que grabaron un disco de jazz. Doscientos cincuenta mil ejemplares. Todo un record para ese tiempo. Eso fue en 1917. El mundo quería reír y olvidarse de lo que sucedía al otro lado del mar. Su líder, Nick La Rocca, decía que él y su banda eran los que habían hecho el jazz, no los negros... Siempre juré, dije y hasta maté por sostener que el Paraíso no existía…Ahora rectifico… Sobre todo cuando se tiene tan cerca a un ángel como ese - señaló a una muchacha que pasaba en ese momento. Era la primera vez que yo la veía. Morena hermosa y con unas medidas  de concurso de belleza. Me recordaba a las mujeres de Botswana. El pantalón que usaba, negro y holgado, era una prenda que hacía resaltar sus formas. Lo que me hizo apurar el vaso, con la intención de abandonar el lugar, fue cuando  escuché decir al viejo:

- Más cuando se ha estado en la guerra…Fui uno de los voluntarios que marcharon a España desde 1935, en plena euforia europea…Teníamos la ocurrencia que si parábamos a Franco, Alemania se quedaría quieta.

Siempre tuve la idea que contar las guerras es como comparar obras de Carlos Dickens traducidas por dos individuos. Historia de Dos Ciudades, por ejemplo. O se traducen del inglés al alemán y al ruso. Después del alemán hacen una traducción al español y de igual manera del ruso al español. Finalmente se publica en un español del sur de América... Y sucede que en México tenemos otro español...Sabía que, si a una traducción de Dickens le pusieran otro autor,  nadie reclamaría. Tan diferentes resultan. Difícilmente se reconocería como la obra de este inglés. Y estoy convencido de que son tan diferentes, que en ocasiones se podría asegurar que se trata del punto de vista del traductor. Yo lo sabía tan bien que, para que no me contaran cómo es en realidad Ibsen, preferí estudiar el noruego, como tantos otros lo han hecho. El inglés para Faulkner y el irlandés para poder leer la narrativa antigua del bello país de San Patricio. Era una locura que se le había ocurrido a Cork y acabó contagiándome de ella.

 Así sucede con muchos historiadores, creía a la sazón. Sobre todo nunca tuve interés en leer trabajos elaborados por escritores de partido. ¿A quién le interesa conocer la distorsionada mitad de un asunto? Me dije que en el país existen cincuenta versiones diferentes de la Revolución Mexicana.  Los que se fueron hicieron su versión. Los que llegaron también elaboraron su historia. Los de fuera igualmente escribieron sobre el asunto. A la postre este resultaron los más confiables. 

Sin embargo el viejo estaba tan borracho que, debido a esta circunstancia, llegué a abrigar la esperanza de obtener la verdad de tal relato. O al menos el promedio de la realidad. Por fortuna resultó un conversador al que se podía escuchar. Su celo doctrinario no lo hacía un abogado a ultranza de su partido. Por prevención, antes de retirarme y en tanto apuraba mi Sol, intenté sustraerme del lugar. Empecé a recordar la composición del olivino, la alta temperatura a la que se forma y por qué era uno de los primeros minerales en constituirse entre tantos magmas básicos. ¿Y ese color verdoso de dónde diablos salió? Fue inútil.

 Aquel hombre seguía hablando. Y tal como se fue dando este relato no solamente me fui convenciendo sino que, me prometí, jamás volver a escuchar otra historia que no fuera de la boca de un borracho. “Los borrachos dicen la verdad” escuchaba de niño decir a mi abuela. Sobre todo cuando ese borracho  ha participado de los hechos. O bien, leer la obra de un historiador dipsómano, que parece ser la condición de escribir historia sin sentir compromiso ni con Dios ni con el Diablo. De otra forma no valía la pena. Desde luego, lejos de mí estaba atribuirlo a una malsana intención y dudar de la posición epistémica del historiador, o bien atribuirla a  alguna especie de deformación sectaria. Yo estaba seguro que se trataba de las dificultades propias de los idiomas o también, por qué no, al equívoco natural del capturador del texto  y luego del corrector de estilo. Cualquiera sabe que no hay publicación perfecta. Un escrito pasa por tantas manos...  ¡Sí, eso debía ser! La humanidad no puede ser tan perversa como para que solamente cuente lo que le hicieron y calle lo que ella hizo, me dije en tanto escuchaba al marinero...

- Llegué a Europa cuando el movimiento social en España había causado una conmoción general que venía madurando desde hacía algún tiempo. Desembocó esto en el triunfo de la República, con  un proceso completamente democrático de elecciones en todo el país. Teníamos claro que una rica gama de partidos que, como denominador común podríamos llamar democráticos, ganó legítimamente su acceso al poder. Sin embargo, la victoria de las izquierdas no había sido mayoritariamente abrumadora. Se necesitaba conocer  la historia de España, y de Europa, para entender que aquel es un país, dentro del continente, que se ha demorado  frente al nacionalsocialismo como al socialismo. Apartada de las grandes corrientes políticas de Europa occidental, dicen algunos, todo eso ha caminado a pasos cansados. No obstante, para todos los que llegamos a defender a la República, estaba claro que por lo pronto el socialismo democrático había triunfado en toda la línea.

Apenas hizo una pausa para beber el resto de su vaso y ya Suleima, que así se llamaba la muchacha del pantalón negro, se lo había llenado de nuevo. Tomaba alcohol de caña. El le decía "Gualferina". Tenía los mismos grados que el sotol del norte o el mezcal de Oaxaca...

- Pero no faltaba quien creyera que, más que una ausencia de todo, era una presencia de todo. Para entonces España era el crisol donde bullían las ideas. Con tanta fuerza que era difícil para cualquiera de ellas imponerse a las otras.

Ya para entonces me había interesado en la plática del marinero. Pensé que mi carrera en la playa podría hacerla más tarde. De tal manera que, cuando el marinero llegó a ese punto,  le pedí que me diera dos ejemplos.

- …Las izquierdas-dijo.

- ¿Las anarquistas?

- No. Las marxistas. No obstante todo el empuje que desplegaron y el apoyo que recibieron de Stalin, no lo consiguieron.

- ¿El otro?

- La Iglesia Católica. Con toda su tradición en España, los reyes católicos, Santa Teresa de Jesús, el siglo dieciséis… y la ayuda internacional que recibió, tampoco pudo la Iglesia imponerse como grupo aislado... Desde luego debo decirles que destacaban nueve partidos de izquierda y dos asociaciones sindicales. Eran la Unión General de Trabajadores, de corte socialista, y la Confederación Nacional del Trabajo, de acción anarquista.   

- ¿A cuál pertenecías tú?

Las palabras del anarquista me hicieron recordar el viejo tema del caos. En cierta ocasión que tomaba  pulque con un minero de Real del Monte, arriba de Pachuca, en un local rústico  con un gran ventanal desde donde se veía a lo lejos en el norte Atotonilco el Grande, me decía que creer en  la posibilidad del caos es creer desde la armonía. Pero si se cree en la armonía es negar la posibilidad del caos. Así es como nos encontramos, agregaba, frente a una armonía común y otra armonía  que no entendemos.  Que lo normal es la normalidad, no al revés. La filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la normalidad. Aun en las actividades de más riesgo, como es la minería, el alpinismo,  la guerra,  la tauromaquia, el limpiar ventanas en los elevados edificios o caminar por el desierto, lo que rige  es la causa y el efecto. Es lo que conocemos como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la fenomenología. Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad, el hambre desde la satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica desde la sana asociación. El noventa y cinco por ciento de lo que se llama caos no es más que la incapacidad para lo que conocemos como  a priori, el valor de lo predictible. De ahí que nos sorprenda lo imprevisto, lo inesperado. El otro cinco por ciento  pertenece  a otra lógica que fue diseñada desde  hace un millón de años y que desconocemos. Es cuando se habla de una armonía preestablecida. Es una armonía establecida hasta el infinito que en lo físico nos recuerda a los fractales. Pero como no podemos tener acceso a esa otra manera de  armonía es por lo que en literatura se introduce la solución de deus ex machina.  Los anarquistas  jóvenes ponían dinamita frente a los edificios del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato colectivo y de ancianos se acogen a los programas de apoyo para la tercera edad... El “caos”, entre comillas,  es una normalidad en el terreno de la metafísica, donde existen los milagros y la generación espontánea, pero se hace el embrollo cuando se le quiere traer al terreno de las matemáticas. Las cuerdas, los clavos y los mosquetones para escalar hablan de una técnica dentro de la normalidad, no de un caos. Con esa técnica se aborda la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el alpinismo una actividad  azarosa, imprevista, impredecible, aleatoria. Aun  el casco para proteger la cabeza es una medida contra el  desprendimiento de una roca que llegara desde arriba o bien prevenir una caída. Creer que el caos es el que rige nuestras vidas es sólo un intento más contra la vida en armonía. Y el viejo minero terminaba diciendo ¡salud! y pidiendo otra ronda.

- Yo luchaba por la libertad.

- ¿Por la libertad detrás de una ametralladora matando gente que no pensaba como tú?, ¡Vaya noticia! - Me levanté con intención de marcharme pero el marinero me asió fuertemente de un brazo.

- ¡Por favor, créeme! Por la libertad frente a todo. Tienes razón, creo que todos estábamos locos. Progresistas detrás de una ametralladora. Cada grupo buscaba su libertad sin importar la libertad de los otros. Las minorías no tenían voz ni voto. Tienes razón, ahora lo acepto, pero así estaban las cosas... La opresión venía de propios y extraños. Nosotros nos cuidábamos igual de los  comunistas que de los  franquistas. Lo mismo les sucedía a los comunistas. Los franquistas debían vigilar a libertarios y a comunistas. También a los falangistas... De hecho tres sectores componían el Frente  Popular. Eran el socialista, el marxista y el libertario. ¿Puedes imaginarlo? Las asambleas eran cinco o más horas de gritos.

- ¡Pues había que abrir bien los ojos para no perderse dentro de todo eso! Sobre todo por la propaganda que producía cada grupo, ¿no?

- Y bastante. Los comunistas llamaban a este conglomerado: Frente Popular. Nosotros preferíamos no llamarlo de ninguna manera.

- ¿Y entre las izquierdas, quién era más y quién menos, numéricamente? ¿ O quién era más fuerte que las otras?

- Al principio de 1936 la relación de fuerzas, de miembros afiliados, estaba como sigue, si no recuerdo mal: El bando anarcosindicalista contaba con un millón quinientos setenta y siete mil. Los socialistas con un millón cuatrocientos cuarenta y siete mil y los comunistas con ciento treinta y tres mil…

 

 

         

 

 

           2

 

El marinero hizo una pausa para pedir otro trago de Gualferina y chocar de nuevo su vaso con el mío. Cuando la muchacha de pantalones negros se retiraba con la botella, le tomó el brazo, con suavidad. Le indicó, con la atención de un  padre,  que se sentara junto a él. Le pidió  que le llenara el vaso cuando notara que  fuera quedando vacío.  Agregó, señalándome: "también a mi amigo… Por  la cuenta no te preocupes…"

- Guillermo.

- Mucho gusto, Guillermo: Alejandro Bautista Jiménez, para servirte. Sargento o algo equivalente al servicio de la República. Hice correr a muchos franquistas y muchos falangistas corrieron detrás de mí tratando de darme muerte. Pero no lo cuentes, al final quedé como héroe en los desfiles de los Internacionales.

Solamente una vez habló aquella muchacha y sus palabras tenían autoridad. Cuando el marinero dijo que en la guerra española él había conocido a gente que “escribía como nadie” dijo que en literatura nadie es original, todo está dicho, lo que sucede es que lo decimos a nuestro modo muy personal y desde nuestra circunstancia y  es aquí donde se da lo original. Como escribir los números del uno al diez. En este momento mil millones de niños en el mundo están aprendiendo el sistema decimal. Cada uno de esos niños cree que es único. Lo cruel es que nadie dice el nombre  de la maestra que le enseñó a escribir del uno al diez. Agregó que el poeta John Berryman escribió una vez, refiriéndose  a la poesía ambiciosa de los últimos seiscientos años, que es mucho menos original de lo que los lectores pueden darse cuenta. Esto porque una inmensa cantidad de ella  tiene fuentes directas, e incluso fuentes textuales en otra poesía, filosofía, teología  y prosa de todo tipo. “Yo misma estoy repitiendo textualmente lo que el poeta dijo”.

Después de eso la muchacha no volvió a interrumpir. Se levantó y fue por la botella que le pedía  el marinero. Sólo que no fue  un giro natural al darnos la espalda sino, como lo hacen las modelos de la televisión, para enseñar algo y, lo que la muchacha de El Pinar tenía, era mucho más que algo.

- Eran pocos comunistas....Sólo hasta  que se llevaron el oro español, Stalin consintió en vaciar un poco sus cuarteles y enviarlos como voluntarios a España…Esperaba que Franco acabara con nosotros y al final entrar ellos con más ganas y quedarse con el pastel…

El marinero fue relatando cómo en los campos de batalla los hombres luchaban por radicalizar la situación y otros trataban de mantener todo dentro de la mesura. Los intelectuales que estuvieron allí, dijo, después han idealizado la situación. Lo cierto es que no aguantaron mucho tiempo viviendo la praxis. Abandonaron las ciudades españolas bajo la metralla y se fueron a Paris a escribir sus novelas...Pronto afloraron los conflictos existenciales que habían dejado en casa, se dedicaron a viajar y el drama de la guerra se fue saliendo de foco en sus cuartillas...

Mientras tanto,  las ciudades de los frentes contenían gente de prácticamente todo el mundo. Eran masas que no pertenecían a ningún partido. Al menos nadie sabía éste dato porque las circunstancias apremiantes de la guerra no les daba tiempo de abrir, en las oficinas coordinadoras, un expediente en forma. Por eso era que cada uno de los grupos  de las izquierdas decían que eran de los suyos: todos eran comunistas, todos eran socialistas, todos eran libertarios. Desde luego, como te digo,  más tarde, con la ayuda prestada por la Unión Soviética, en armamentos y combatientes, el número de afiliados al Partido Comunista aumentó su membrecía…

Yo me encontraba en una asamblea, en Madrid. Lo mismo se discutía hasta dónde convenía la participación sin reticencias con los comunistas, que se veía el manejo de las armas. Aquí nos alcanzó la noticia que el resultado de las urnas había dado origen a una sublevación armada en otra parte del pueblo español. Empezaba la historia de Franco. Y es que la verdad que esa otra parte del pueblo español había perdido por poco margen en las urnas.  Sus puntos de vista no eran tomados en cuenta porque sencillamente no había tribuna parlamentaria en dónde hablaran las minorías. Aun si hubiera sido una décima parte habría que haberla escuchado, más que la diferencia por la que el Frente Democrático había triunfado, no era considerable. No importaba la cantidad de votos. Lo que se hacía urgente era  que el contendiente no hablara.

 Lo que precipitó la respuesta  fue que la República Popular empezó a quemar templos, violar religiosas y asesinar sacerdotes. Hacer esto es condenar todo triunfo, les decía. Tarde que temprano los otros se organizan y empiezan a contraatacar. Entra la inestabilidad económica, social y política. La Revolución Francesa tiene muchas lecciones en ese sentido que se pueden aprovechar, pero entonces nadie de nosotros lo pensaba. Por mi parte les comuniqué, en cuanta asamblea pude hablar, la experiencia  del Bajío de México de la que muy recientemente se acababa de salir. Hice énfasis en que ese jacobinismo a ultranza arrojaría muchos más soldados a alistarse a las filas de Franco que a las nuestras. Sobre todo les dije una verdad que era difícil de tragar: la Iglesia Católica es una institución milenaria que no tiene prisa. Igual que el Sanedrín Judío. Ambos pueden ser duramente atacados en determinado momento  en un país, pero en el resto del mundo se estarán preparando para ir al rescate de sus hermanos. Sin excepción fui duramente abucheado y visto como sospechoso de pertenecer a las fuerzas enemigas. Como en esos días se fusilaba a cualquiera por menos de lo yo decía, preferí no volver a mencionar el tema.

 En nuestro pensamiento de la democracia no había el principio de proporcionalidad sino el de exterminio. Las minorías no solamente no tenían derecho de expresarse sino que no tenían derecho a seguir existiendo. La radicalización fue absoluta. De hecho ya había habido una larga preparación para este estado de cosas. Las condiciones sociales estaban tan aceleradas en este país que en cinco meses, al principio de 1936, se habían dado más de doscientos atentados. Las huelgas generales rebasaban el número de cien y las huelgas parciales eran doscientas veintiocho. Se habían registrado doscientas setenta muertes por esta causa y los heridos ya contaban trescientos ocho...¿Te aburro con mi plática vieja?

-No, sigue.

-El panfleto y la propaganda partidista solamente contenían palabras calientes. Estábamos conscientes que la mesura había sido desterrada de la Península. Y también nos dábamos cuenta que si en algún momento hubo sectores españoles que pensaron en la cordura y en la unidad, del exterior llegó más y más combustible y la hoguera se encendió hasta alcanzar el cielo mismo. En la asamblea de Madrid supimos que casi todo el ejército se había puesto del lado de los rebeldes. Unión Militar fue el instrumento de oposición dirigido en un principio por los generales Sanjurjo, Mola y Franco. El nombre completo de éste pequeño y hábil hombre  era: Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde.

 El Frente Popular de la República Democrática tenía una atmósfera donde reinaba la confusión. Los grupos eran numerosos y muy fuertes. Había que abrir los ojos, como tú dices, para no extraviarse. Lo que yo pude distinguir es que eran nueve agrupaciones bien definidas. Aparte de los dos bandos antagónicos Frente Popular - Unión Militar. También estaban los países empeñados en dominar la escena española para sus propios intereses. El cuarto grupo se encontraba dentro de las mismas izquierdas, como te he dicho ya.

- ¿Y del  lado contrario?

-Había por lo menos cuatro grupos. Todos con posiciones muy encontradas. El famoso partido La Falange era contrario en un principio a las fuerzas conservadoras, a la Iglesia y a los monárquicos. Los requetés, fuerza armada, eran católicos. Cada grupo tratando de ser más fuerte en la guerra, en la política y frente al pueblo, para poner en práctica su ideología.

-Muchos aseguraban de una manera romántica que los franquistas querían conservar la explotación de las masas. Pero también aquella grandeza que hasta entonces España había logrado en un trabajo centenario y que, saliendo de los orígenes ibéricos, había evolucionado hasta conquistar  el mundo conocido de entonces. Los comunistas querían una sociedad diferente y nosotros a un hombre nuevo, iconoclasta. Al estilo de Nietzsche pero que se pareciera más bien a Bakunin. No crean que fue la novela de la guerra…- Ahora el marinero se dirigía a los dos. Por alguna causa que entonces no entendí, tal vez para no aburrirse, Suleima se mostraba interesada en la plática. Además ponía mucha atención en que el  vaso del marinero no quedara vacío en ningún momento -.La guerra española fue tan cruenta como todas las otras guerras. O tal vez un poco más. Es revelador de ello el  ejemplo que ya he mencionado: El Frente Popular empezó a derribar templos. Creo que ya lo dije, ¿no? En solamente seis meses, en el primer medio año de la República, cuatro cientos diez templos habían quedado ya deshechos, quemados o derribados, y el culto prohibido. ¿Pueden creer que esto estuviera pasando en la tierra de los reyes católicos, de Baltasar Gracián…? Nadie sospechó, dentro de la euforia revolucionaria, que la suerte había quedado sellada para las posibilidades  de las izquierdas. Como dije, no me hacían  caso de lo que yo les decía respecto de la experiencia que México acababa de pasar en este sentido en el Bajío. En efecto,  el resultado no se hizo esperar. Fue como una señal para que la España nacionalista viera cómo los contingentes   requetés, y los otros, se armaran lo mejor que pudieron y se fueran a los frentes de batalla a librar la nueva guerra santa. Cuando partían de sus hogares se despedían para siempre de sus familias. Era un viaje sin retorno. Al dejar colgados su escapulario y su rosario daban a entender que, en lo sucesivo, se comportarían tan bestias de guerra como cualquiera de los que andábamos en los otros frentes,  acabando con los que no pensaran como nosotros. Ahora ellos iban a intentar acabar con los que no pensaban como ellos.En los cuarteles de los requetés se repetía, en tonos sepias oscuros, una enorme litografía que mostraba a tres mil mujeres católicas llevando a niños en brazos  de todas edades. Cruzaban entre dos grandes montañas con cráteres, arriba de los tres mil metros de altitud, entre la noche, el viento y la nieve. Huían hacia Colima. Huían de la violación y la muerte a manos de los soldados jacobinos y enmarihuanados que perseguían a los cristeros. Aquella escena había tenido lugar apenas una década antes en México. Cada vez que los requetés españoles iban a entrar en acción  veían, como un rito, aquel cuadro. Se levantaban levemente la boina, como en señal de saludo, se persignaban y acto seguido se lanzaban como fieras al combate contra nosotros. Acababan destrozados entre nuestras bayonetas o sin detener el paso nos cortaban la cabeza de un solo golpe de sable. La droga más poderosa no los hubiera dejado más insensibles ante la muerte misma, que el observar aquella escena del volcán de Colima. Ni siquiera el Vaticano se abstuvo de participar en esta contienda, como sí lo había hecho en México. Desde el principio envió cerca de Franco a un Nuncio. Y el primero de julio de 1937, cuarenta y tres  obispos firmaron y publicaron lo que se conoció como la "Carta colectiva de los obispos españoles". La suerte estaba echada: En España la cosa  sólo podía acabar de una manera: en un baño mayúsculo de sangre. Ningún tratado de paz observado por organismos internacionales  podrían salvar de eso al bando perdedor. El que éste fuera...-Empezó a cabecear de borracho-  ¿Cómo puede entender esto el substrato  del mundo obrero y campesino si  lee apenas un libro por año?   Su trabajo  demasiado duro  le deja fuerzas sólo para sobrevivir. ¿Tú lees libros, Guillermo, o solamente ves noticias? Bueno, qué importancia puede tener todo eso...Estamos en el Paraíso...Sí, tienes aspecto de ser un tipo que lee libros... ¿Lees libros, Guillermo?

En ese momento me encontraba viendo hacia Suleima. Jamás podré olvidar la profunda mirada que me dirigió cuando esperaba que contestara a lo que me había preguntado el marinero. Pero no supe descifrar lo que se agitaba en el alma de esa mujer...

- Bueno, se puede decir que leo libros...- lo dije con honestidad porque sí leía libros. Aunque nadie me preguntó: cuáles o cuántos.

Habían pasado las horas. Yo apuraba en ese momento mi vaso, que ahora era de cerveza Negra Modelo. El otro ya no hablaba. Me di cuenta que el marinero estaba profundamente dormido. La cara descansándole en el pecho, una mano sobre la mesa sujetando fuertemente el vaso y la otra mano colgando en el aire.

El inmenso local estaba repleto de hombres alegres, unos, y otros beodos con movimientos por demás torpes, que se acercaba mucho a la geisha de su preferencia, y el ruido de las voces vulgares, soeces pláticas incoherentes, llenaba la escena.

 Aunque la muchacha vertía a lo largo de la noche muy  escasas cantidades de cerveza en mi vaso, la verdad es que ya para esas alturas de la madrugada yo también sentía el efecto de la borrachera. Levanté mi cerveza en dirección a aquella mujer, que seguía siendo bella aun a esas horas avanzadas de la noche. Adoptando de pronto un tono de bohemio, dije teatralmente un pensamiento que repetía desde mi juventud en las veladas de estudiante o en las tabernas de las villas mineras de la Sierra de Pachuca, en el momento de celebrar con pulque  el feliz resultado de una ascensión: "Admiremos el zumo de la parra; ¡fuerte es, y qué atractivo tiene! Sirve en las dulces horas de la paz, y, en la guerra, resulta  sorprendente; más, sobre todo, en el amor, es el vino el recurso mejor.¡ Salud!" Y apuré mi último trago de cerveza oscura.

A manera de explicación, le dije a Suleima  que tenía un amigo que le decíamos Cork. Por estos días se encontraba también en Carmen y había venido a buscarlo. Juntos habíamos estudiado y en las horas bohemias cantábamos aquellas palabras, como un himno. Algunas veces, el "Día del Geólogo" nos amaneció en el gran patio del Palacio de Minería de la ciudad de México, con una cerveza en la mano, un gorrito cónico de cartón sujeto por una liga que pasaba bajo la barbilla, y los hombros llenos de confeti multicolor, cantando: "¡Admiremos el zumo de la parra…!"

 "¿Qué hará Cork? ¡Creo que es hora de volver a las montañas! El esplín acecha…Lo buscaré en este bello lugar y luego nos largaremos antes que el Paraiso nos atrape…

- ¿Sabes Suleima?: tanta belleza cerca del mar  hace daño a los que nacimos en las mesetas altas. Si insistimos en permanece mucho tiempo aquí...- la miré directamente a sus  ojos y le dije, en tanto señalaba al marinero: -.Yo sé frente a qué no puede ser libre éste libertario…Es bebedor. Solamente bebedor. No come mucho. El alcohol es el más tirano de los carceleros… Junto a él, Negrín y Franco serían unos boy scouts.

Fui a pagar la cuenta y regresé a la mesa. Antonio me había dicho, señalando hacia nuestra mesa:

- Lo que diga la patrona

- ¿Qué patrona?

- Ella.

- ¿Suleima?

- ¿Suleima?- se rió.

No entendí que pasaba pero a esas horas de la madrugada no tenía ánimos para investigar nada. Ni tampoco me importaba. De manera que, sacando unos billetes, los dejé sobre el mostrador:

- Parece que eso es suficiente para cubrir el consumo, ¿te parece?- saqué otro billete y le encargué al barman que se lo diera a Suleima. Pero aquí se opuso de manera terminante:

- ¡No, eso no lo puedo hacer! Entrégaselo tú… Perdóname Guillermo.

-Está bien. Te lo agradezco.

 Ella pudo haberse ido en ese momento, pero seguía ahí. Más bien me sorprendí de encontrarla todavía. Creí entender. Le alargué el billete... Rechazándolo, dijo que lo que ahora había que hacer era ayudar al marinero. Y es que para una profesional como ella, el trabajo en realidad no terminaba todavía. Pensé: "una verdadera geisha"

Quité el vaso de su mano. Pedí a Suleima  avisara al vigilante que viniera a ayudarnos para subirlo a un taxi. Faltaba poco para que amaneciera. Suleima me dijo que me acompañaría hasta el hotel donde el marinero le había dicho, a manera de comentario, que se alojaba. Estaba a unas cuadras.

- ¿Y… su horario?

La muchacha se sorprendió de lo que acaba de escuchar. Después se rió con discreción antes de contestar:

- Yo no tengo horario… En realidad… Bueno, no importa…

Lo subimos a su cuarto. Bajé a pagar a la administración del hotel. Desconocía la vida del marinero. Su aspecto era casi el de un indigente. Al pagar indiqué que no le molestaran pues estaba descansando. Por último ordené que le llevaran  comida a su habitación, hacia la media tarde.

 Juntos salimos a la calle. Un minuto más tarde estábamos parados en la banqueta de aquella población costeña. Los primeros tonos cálidos la bañaban de manera intensa.  En este lugar es de donde emerge cada mañana  el sol de las profundidades del océano.  Lo podíamos observar desde donde nos encontrábamos. Un medio círculo enorme, intensamente rojo. A lo lejos muchos pelícanos se amontonaban. Era el lugar en el que los barcos pesqueros, del extranjero, regresaban al mar miles de toneladas de peces muertos. Su tamaño  no cumplía los requisitos del mercado.

 

 

  

 

 

          3

 

Yo me acerqué a Suleima. Le di un beso en la mejilla y me despedí. Le alargué el billete. Ella veía hacia el fondo de la calle la mitad del disco rojo. Me sujetó fuertemente del brazo. Me pidió con voz cálida:

- Invíteme a tomar una nieve, Guillermo- seguía apretándome con una fuerza que no sospecharía en una mano tan fina.

Durante la noche, en el transcurso del monólogo revolucionario del marinero, había escuchado mi nombre. Poco a poco se había ido interesando por la plática. Fue cuando noté que servía con más empeño  licor en el vaso del marinero y menos cerveza en el mío... Miré mi reloj. Me acerqué de nuevo a la  muchacha y dándole otro beso, dije:

- Hace cinco minutos terminó mi turno de sibarita. Ahora iré a mi hotel, dormiré una hora y saldré a correr a la playa - volví a alargar el billete que introduje  en la bolsa de su gabardina -. Gracias - repetí y me alejé.

A manera de explicación, y ya que caminaríamos por la banqueta siguiendo el mismo rumbo, le había dicho brevemente, ante su asombro, palabras que le había escuchado a Cork en el sentido que si no se es capaz de ser sobrio ¿ qué derecho se tiene de nada más beber y beber o devorar comida de manera compulsiva? Y si no hay la capacidad anímica de tirarse en posición, la más abandonada, en una hamaca, ¿por qué no ver toda la enajenación que implica el mantenerse en movimiento febrilmente durante catorce horas al día? ¿Por qué no olvidarse por completo de su amada mientras se vaga por las montañas y luego volver a ella como el más amoroso de los amantes? Algunos aman tanto, de manera sostenida, que acaban en el divorcio. Comen, nada más comen, y el final es de lo más dramático. O se empeñan tanto en el movimiento que ya no pueden parar, como los relojes de Schopenhauer. O bien se vuelven tan indolentes que viene siendo como entrar en vida latente mientras se mueve  la hamaca. El esplín, el sobrepeso, la hipertensión… los mil nombres de la rutina sedentaria. Los que más pronto caen consumidos por esta hoguera son los sibaritas que  (como el marinero)  beben pero que no comen ni corren a través de las montañas. Por todo eso quiero y necesito correr un buen rato en la playa... En fin, me parece que estoy diciendo cosas que, creo,  le interesan apenas un centavo. Así pues, ¡Adiós! Me voy a correr...Antes que me cubra el esplín.

Suleima me alcanzó. Metió el billete en la bolsa de mi chamarra de cuero negro.

- ¡Espera, Suleima! - le dije -. ¡Lo ganaste. Te pasaste la noche en nuestra mesa!

Ahora tenía el rostro descompuesto por la ira y por toda respuesta  dijo:

- Mi nombre es Carmen…Carmen García Swan.

Y entonces fue ella la que se alejó. Mirando hacia arriba de la construcción del hotel, dijo una especie de metáfora, refiriéndose al relato que el combatiente nos había estado haciendo en toda la noche. Me sorprendió la cultura que desde luego quedaba al descubierto con aquellas palabras y que, la verdad, con dificultad  pude entender pues no era muy amplio el conocimiento que poseía de la historia reciente de Europa:

- Pues sí, Príamo y todo el valiente pueblo troyano sucumbieron por el odio que les tenían Atenea y Hera. El juego que Inglaterra y Francia hicieron con España, en 1938, ya había sido cantado por Homero dos mil quinientos años atrás. - luego me miró furibunda, al tiempo que exclamaba: -. Eres de los hombres que creen que las mujeres somos unas ignorantes. Ah, y dijiste con toda exactitud el pensamiento de Poquelín…

- ¿Poquelín?

- Sí. El que se refiere al zumo de la parra.

La verdad es que hacía tanto tiempo que lo tenía memorizado y me era tan familiar que hasta llegue a creer que era de mi inspiración. ¿Quién diablos sería ese Poquelín? Sorprendido pregunté:

- ¿Oye, como sabes de…?- iba a decir algo pero Carmen ya caminaba por la calle, a contraluz .Un poco picado grité:

- ¡Una de las reglas en este oficio de la noche es no decir jamás el nombre verdadero!

- ¡Esas reglas no van conmigo!- dijo sin volverse. Se alejó de prisa imprimiéndole movimientos violentos a la manga de su gabardina con la que intentaba cubrirse. La vi marcharse de prisa por la calle color naranja sin mirar ni una sola vez hacia donde yo estaba parado. Alcancé a oír que gritaba:

- ¡Tal vez María te guste más para tomar nieve…Es de la clase de mujeres que te ataren¡ Tal vez nada más con ellas se te para. ¡Vete al demonio!  ¡Te felicito! ¡Después de todo qué me importa! ¡El mundo está lleno de hombres solteros en busca de una mujer!

La vi pararse de pronto. Se volvió y,  hecha una furia (como Medea), me gritó con el rostro descompuesto:

- Es más fácil conservar un imperio, que saber conservar un matrimonio, ¿he Guillermo?-. Después siguió su camino.

No entendí lo que me decía pero noté que, de pronto, aquel pantalón negro se había vuelto todavía más sugestivo. ¿Cómo una mujer cegada por la ira puede volverse más atractiva? El diablo que lo entienda.Como estaba seguro que jamás volvería a encontrar  a aquella muchacha de El Pinar, la contemplé con toda intensidad. Me oí decir a mí mismo un inevitable : "Qué barbaridad!" y Luego de un momento agregué: "Pues bien Carmen García Swan, ya puedes irte con todas y tus excepcionales nalgas al mismo infierno…Después de todo mis vacaciones no incluían enredos con mujeres neuróticas...¡Al Diablo!"

Cuando eché a caminar pensé que esa mujer había dicho una verdad. El mundo está lleno de hombres y mujeres solos. ¿Por qué alguien tendría que unirse a otra persona en unión tradicional eterna? ¡O simplemente unirse! Siempre me pareció que las mujeres eran lindas a la distancia. El mundo está lleno de mujeres que sueñan en sus madrugadas de soledad acostarse con un hombre cualquiera, con tal que sea hombre. Es decir, con tal que sea macho.

Traté de sustraerme a este momento tan cálido y a la vez conflictivo que estaba pasando en la isla. Pensé por un momento  que   el virtual accidente que pueden sufrir los hombres, mientras escalan,  está en relación a que lo normal en el valle no tendría por qué darse los accidentes. Todo está regulado. Dos clases de lógica. En el valle lo que se espera es que todo trascurra con las normas establecidas, con peligros prevenidos en los reglamentos. En la montaña se procede conforme a un potencial peligro que tiene  muchas probabilidades de darse en cualquier momento. Al estilo del paseante desapercibido que va el domingo por Central Park de Nueva York arrojándole migas de pan a los pajaritos. Y el soldado, en plena acción de combate, que debe proceder contra la muy probable presencia del caos. Son dos lógicas. La que vemos cotidianamente y la que no vemos pero, que por su manifestación del caos, me dije, es seguro que existe. Esta otra lógica está documentada desde los tiempos de Eurípides.

Algo, que resultaría fatal para mi tranquilidad de ánimo, fue aquel pensamiento que me vino a la cabeza: "Guillermo, puedes jurar que en este mundo no abundan ese tipo de nalgas que hayan leído a Poquelín, lo que esto signifique." ¡Oh, diablos, con otras mujeres suele ser fácil descubrir su ardid!  ¿Aquí cuál es la trampa, su trasero o Poquelín? Sin moverme de mi sitio en la banqueta, miré también hacia la ventana de la habitación del segundo piso donde se encontraba durmiendo el marinero. Hice un ademán y pregunté en voz alta: “Camarada, ¿quién las entiende?

En lo alto sólo se oía roncar. Roncaba de manera brutal, como roncan los marineros que sueñan con defender la ciudad de Madrid, sitiada por tercera vez por un ejército que amenaza con arrebatarle su sueño. Pero este ejército ya no es el de Franco. En las barricadas de los libertarios pegaba la metralla de los comunistas…comunistas de segunda línea pues los jerarcas ya habían volado para París…

Dos calles más allá, frente a la playa con el viento cálido y alguna ave cruzando el  disco rojo, la muchacha tuvo como un estremecimiento.  Recordó, de manera fugaz y sin poder explicarse por qué le venían a la memoria, algunas palabras de Goethe... Se apresuró a impedir que siguieran su curso y pronto las ahogó sirviéndose de la rabia que aun  le salía por los ojos. Solamente acertó a decir: "Pues bien, que Goethe y ese tal  Guillermo se vayan al infierno…Los dos juntos y agarrados de la mano".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            4                                                     

 

 

 

Ni siquiera salió del aeropuerto. Ahí mismo alquiló un helicóptero: “A Jonuta”, le indicó al piloto. Volaron sobre la Laguna de Términos en dirección suroeste hasta llegar al estado de Tabasco. El piloto era un parlanchín. Iban sobre las nubes blancas y miró hacia arriba, entre el cielo azul intenso.

- ¿Sabe que nuestro universo está vivo?

Cork Se asomó por la ventanilla y miró  a lo azul sobre sus cabezas.

- ¿Está vivo?

- ¡Como usted y como yo!

- ¿Lo cree?

- Tiene emociones.

- ¡Ah!

- Planos vibratorios energéticos...Créame: yo vivo en las alturas. Le aseguro que más de una vez he visto a los silfos. ¿Sabe que son los silfos?...Seres que viven en el aire...

Dos helicópteros habían salido también de la isla casi al mismo tiempo que ellos. Cada uno llevaba a quince pasajeros. Se dirigieron veloces hacia el norte, en dirección de las plataformas petroleras. Eran obreros que iban a relevar a los que ya tenían dos semanas viviendo en doscientos metros de construcción metálica entre las olas del mar, noventa kilómetros mar adentro de la costa.  “Ni siquiera cien años de trabajo en ese lugar les quedan a partir de este día”, pensó...Trataba de ubicar la cultura a la que aquel hombre se estaba refiriendo cuando le oyó preguntar:

-¿Va a las figurillas de Jonuta?

- Sí.

- ¿Cómo regresará?...Digo: ¿lo traeré de vuelta?

Hizo una señal hacia adelante. En el fondo un largo camino de agua daba vueltas descendiendo hacia  Términos.

- Navegaré por el río.

-¿Está loco? ¡Acabará en la panza de los animales de las marismas!

- Lo intentaré.

- ¿Tiene experiencia?

Su familia irritila, habitante de las llanuras del estado de Chihuahua, conocieron a los hopis hacia el siglo decimotercero. Llevados por las manadas de caza, al retirarse el invierno, los irritilas alcanzaban los paralelos del noroeste, de lo que más tarde sería la Nueva España. Después de entrar en contacto, algunas familias de hopis y de navajos “bajaban” en el riguroso invierno del norte hasta los candentes paralelos irritilas.

- Soy del desierto. Allá no hay una  gota de agua. Pero una vez navegué por el Papaloapan. Me metí en una lancha en el afluente conocido como “Tonto” y durante días me dejé llevar por la lenta corriente principal. Comía y dormía en la lancha. Los yacarés  miraban desde las riberas. En ocasiones me seguían durante un tramo. Les sacaba la lengua y se marchaban... En Alvarado salté a tierra, antes de llegar al mar...

- ¿Cuándo regresará a la isla?

- En tres días.

- En cuatro va a tener lugar un concurso de bebedores de cerveza. En Punta Real. ¿Es bueno para tomar cerveza?

- Sí.

- Debería inscribirse.

- Ya lo hice. Envié un mensaje por computadora a don Santos. ¡Lo conoce, seguramente!

- Es mi tío... Yo también voy a competir.

Lo miró de soslayo.

- Le sugiero que se retire.

- ¿Por qué

- Perdería.

- ¿Cómo lo sabe?

Le contestó sin hacer énfasis:

- Lo que sé es que voy a ganar.

- ¿Por qué se siente tan seguro?

- Está escrito en las estrellas...

El piloto se rió a plena carcajada:

-¿Sabe que he sido el campeón de esos certámenes por cuatro años consecutivos...

- Su record terminó. Créame. Se lo digo como cliente y como amigo.

-Es buena táctica eso de meter miedo al enemigo pero, está hablando con el campeón, no lo olvide.

Al despedirse en Jonuta Cork le volvió a decir:

- Si insiste en concursar, le sugiero que no apueste...

 

Pasó la mañana en el museo observando las figurillas. Periodo clásico tardío de la cultura maya en todo su apogeo. Figuras humanas y de animales representados en barro. Los detalles de un mundo antiguo a través de la economía, el desarrollo cultural y la tecnología. Destacaba el comercio, la arquitectura, la organización social y política. Lugar aparte tenían la religión y la ciencia. Cork conocía mucho de los sumerios, más de cinco mil años de antigüedad. “Si sacáramos un profundo núcleo de  aquí cuánta antigüedad encontraríamos?, pensó.

  Al salir le fue necesario cerrar los ojos durante un buen rato, obligado por la intensidad del sol. Luego se dirigió a comer al mercado, en la calle Miguel Hidalgo y Escobedo.  Cerca estaba la margen norte del caudaloso río Usumacinta.

 Apenas puede imaginar alguien la riqueza de comida que se encuentra en el lugar. Junto a los guisos convencionales de las ciudades estaban las grandes cazuelas con  animales de la región. Tortugas en mole rojo. Una tortilla con chapulines preparados estilo Oaxaca. Otra  con jumiles vivos que se apresuraban a salir de la boca antes de ser engullidos. Al triturarse despedían un fuerte olor a menta. Tamales de iguana, tortuga en mole rojo. Luego  bebió una cerveza “Cuauhtémoc”.

Un pordiosero profesional, de los que hay dos millones en el país, pide una moneda para comprar una taza de café. No está pidiendo una moneda cualquiera sino algo más de un dólar. Su técnica es ingeniosa y simple. Lleva dos o tres pesos que hace sonar en la mano y dice: “Puede completarme para un café”. Recibe la moneda del compadecido católico y sale por la otra puerta del establecimiento sin comprar el café. Cinco horas más tarde de deambular por el mercado habrá ganado tanto dinero que ningún  profesor emérito de la universidad, con titulo de doctorado en ciencias suplicadas, se podrá imaginar siquiera poder ganar en una quincena. Otro indigente, vestido apenas con girones de ropa sucia y apoyándose encorvado sobre  un bastón, barbas largas descuidadas y que apestaban a chivo viejo, iba diciendo, en tanto avanzaba penosamente, que hacía dos días que no comía. Si alguien se tomaba la molestia de seguirlo, quince minutos, comprobaría que al menos diez dólares habían caído ya en sus manos. Los magos de la plus valía tenían que trabajar su material pero este no tenía que trasforman ninguna materia, sólo decir que no había comido en dos días.

 El resto de la tarde caminó entre los montículos arqueológicos, en el lado este de la población. Todavía se podía apreciar que Jonuta está edificada sobre un terraplén artificial, de los tiempos prehispánicos. En la actualidad la gente vive en los mismos lugares en los que hace muchos siglos vivieron otras gentes.

Se dijo que se necesitó un gran esfuerzo de continuidad en la construcción de esta ciudad, empezando por su inmensa plataforma de basamento. No ha quedado información de la sociedad que la edificó. Pero  empresas de esas dimensiones se llevan a cabo solamente si se logra la fórmula con los componentes de tradición, autoridad, técnica y fuerza de trabajo, durante siglos. Aquí no caben las veleidades del esfuerzo individual. Concluyó que Jonuta debió haber sido un centro de poder que dominara militar y culturalmente una extensa área de la región por mucho tiempo.

  Al caer la tarde buscó la ribera donde se unen los ríos Usumacinta y Palizada. Observó con atención las marcas superiores dejadas por el agua. En un montículo, tres metros arriba, levantó la tienda,  que extrajo de su mochila. Algunos hombres, viejos y jóvenes, fueron a platicar con él forastero. Le preguntaban  cosas de México. Cada vez debía investigar a qué México se referían. ¿Al país, al estado o a la ciudad? Después les contaba que en el norte  existen  inmensas extensiones de tierra árida: “Se puede caminar durante horas sin encontrar un árbol”. Los habitantes de Jonuta, unas verdaderas nereidas, no podían imaginar que en alguna parte existiera un lugar así.

  Se le ocurrió que su viaje a Jonuta tenía que ver más con él que con aquel pueblo. Pensó en los miles de turistas, propios y extranjeros, que cada semana suben y baja, como diligentes hormigas, las pirámides de la ciudad sagrada de Teotihuacan. ¿Quién soy, qué fui, esto hice, para qué lo hice? 

  Alquiló una canoa india alta para navegar durante  días, descendiendo sesenta kilómetros por el río hasta Términos. Al llegar al otro extremo dejaría esa nave en la casa de José Chac, en la margen izquierda de Boca Chica de la Laguna del Este, frente a las aguas de Términos.  Su dueño, habitante de Jonuta, la recogería en la semana siguiente o alguien se la llevaría.

En el  amanecer, cuando dio el primer golpe de remo sobre la superficie invisible del agua, sintió que por fin empezaba a echar su idea de hacer esa travesía. Fue el momento preciso que su cuerpo y su voluntad adquirió la tensión necesaria para moverse por semejante hábitat. Tenía un modo  casi ritual de predisponerse a la lucha. Al terminar su maestría se encontró en la situación de buscar empleo y, quizá, con el tiempo, ser un ciudadano rico. Sería respetado y conocido. Si alguien lo descubría para la política, hasta presidente de la república podría llegar a ser. Gente de cine, cantantes o por completo desconocidos, que de política no sabían ni papa, sólo lo que sus asesores les decían, lo habían logrado antes.

  Pero no. Siempre fue un cabeza dura. La noche que lo llamaron sus padres para diseñar su futuro de comerciante, él les salió conque quería marchar a la ciudad lejana a estudiar una carrera universitaria en el campo de las ciencias exactas. Eso provocó que se reunieran los ancianos de la etnia y consideraran el caso.

Esa noche, antes de empezar a hablar con él, en tono cálido y conciliador, hicieron las prácticas hieráticas que realizaban  desde hacía miles de años. Exactamente igual. Sin variar ni una palabra ni un ademán. Sin cambiar  siquiera, cada uno de los ancianos, el lugar y la orientación geográfica que cada uno de ellos ocuparan desde su primera intervención en los asuntos del pueblo. Eso, le decían, le daba cohesión al grupo a través de los lugares y las generaciones. Algunos que intentaron cambiar el rito, a título personal, en nombre de la libertad, acabaron en la secta y finalmente se disolvieron. Olvidaron que la unión del grupo era el medio para buscar el bien estar de todos. Se perdieron para siempre entre la multitud sin rostro de lejanos y desconocidos hacinamientos de gente. En el eclecticismo disolvente de la ciudad.

Los viejos escuchaban asombrados, entre incrédulos y felices, que el niño quisiera dedicarse a “eso de la ciencia”. Sabían que tal empresa traería calidad a la vida del grupo pero que requeriría esfuerzos enormes de parte de todos.Tres semanas después, cuando vieron que no podían (en el fondo no lo deseaban) hacerlo cambiar de opinión, fue cuando su padre lo acompañó a la pequeña estación ferroviaria  del desierto. Diez días antes había escrito a otros de su misma etnia, que desde hacía por lo menos ochos siglos vivían en la lejana ciudad de México, para que fueran a recibir a su hijo.

Ahora, con el título de la maestría en las manos, se quedó imaginando su promisorio futuro trabajando para la iniciativa privada.¡O incursionando en la política! Pero...Esa mañana se encaminó a inscribirse para llevar las materias del doctorado. Fue cuando dijo: “¿Presidente de la república? Dudo que me conocerán ni siquiera en la calle donde vivo y tendré que cuidarme que los perros no me vayan a confundir con un poste.”

La mañana que él y yo nos echamos al hombro la mochila de ataque para empezar a escalar la pared sur del monte Amehgino, en lo alto de la cordillera de los Andes, le oí decir, diez metros atrás donde me encontraba atado con la misma cuerda: “¡Vamos Guillermo, ni más vivos ni más muertos!” Y cuando el año pasado dimos el primer paso para introducirnos al peligroso Desierto de Altar, y emprender su travesía a pie, también había dicho: “¡Ni más secos  ni más húmedos!, ¿eh Guillermo?”. Esta madrugada, al dar el primer golpe de remo sobre el agua del río Palizada, dice que exclamó: “ ¡Ni más seco ni más mojado!” Y empezó a bogar lento entre la noche, en dirección de la gran laguna.

Y en tanto bajaba por el río recordó cuando, tres días más tarde estuvimos de regreso en nuestra tienda, al pie del Glaciar de los Ingleses, después de vivaquear dos noches en la pared del Amehgino.  Metido en su saco de dormir, bebiendo un café negro americano, dijo que cualquier deporte del valle confirma, todos los días, la prueba de la evolución por la que tuvo que pasar la bestia hasta llegar a  humano. El béisbol, la natación, el boxeo, el atletismo: reflejos y coordinación. Los antropólogos saben que este momento llegó cuando coincidieron los mecanismos de las manos, el cerebro y los ojos. Después de dar un sorbo agregó: Pero el alpinista cuestiona estas limitaciones (nunca falta alguien así). Quiere ir más allá. Desde hace mucho intenta vencer, sin artefactos ni subterfugios, la gravedad, esa razón directa de la masa en relación inversa del cuadrado de su distancia. Ese empeño ya a costado muchas vidas. No obstante, él sigue en su afán de escalar lo inescalable. Innumerables ocasiones lo ha logrado. Pero aun queda una zona que le está vedada. En todo caso hay que preguntarse si la bestia que salió de las cuevas, y conquistó las estrellas,  no podrá dominar al fin ese último reducto del extraplomo. 

 En el anochecer del primer día llegó al pequeño poblado de Palizada. Apenas unas  diez chozas. En el lugar que se metió a  comer preguntó por un lugar para dormir: “Cualquier lugar donde pasar la noche. O un solar en el que pueda levantar mi tienda”. Podía, y prefería, dormir en cualquier lugar del pantano.La idea era que no lo consideraran un intruso que llegaba a ese lugar y disponía sin más de lo que se le antojara. Una mulata de treinta años de edad, y senos protuberantes, le ofreció su casa: “Ahora la familia anda lejos y hay mucho lugar disponible” le dijo. Con  delicadeza declinó la oferta. No era amigo de enredarse entre faldas sin conocer el terreno que había bajo sus pies. En cambio aceptó el ofrecimiento de un muchacho de su edad. Lo presentó con su familia, un padre viejo y cinco hermanos. Tres hombres y dos mujeres. El muchacho era de  edad intermedia entre todos. Se desvelaron un poco platicando y tomando café negro. El padre le preguntó si apetecía un trago de licor.

- No bebo licor...Sólo Gualferina, que es algo así como plomo derretido...

-¿Una cerveza?

- En unos días más debo tomar parte en un concurso de bebedores de cerveza - dijo-. De manera que prefiero reservarme hasta entonces.

- ¿Un concurso de cerveza?- preguntó uno de los muchachos.

- ¡Así es!

La muchacha mayor preguntó:

- Eso quiere decir que es resistente para beber. ¿Cuántas cervezas puede tomar?

- Regularmente tomo una o dos...En plan de competencia siempre tomo dos más, después que el último se ha rendido...

- Pero, podría tomar más de la dos que ha mencionado?

- Podría seguir tomando  cuatro días más...

- ¿Cuál es el secreto? - preguntó interesado el padre.

- No es cuestión de maña o que sea más fuerte que los otros...Sucede que nací bajo el signo de Ome Tochtli...A ustedes puedo decirlo dado lo aislado que se encuentran...

 El viejo  exclamó al escuchar esas palabras:

- ¡Oh! ¿Ome Tochtli?- con lo que quería decir que sabía de lo que se trataba- ante la mirada de extrañeza de sus hijos, se limitó a decir:-. Es parte del Calendario...Lo que está escrito ahí...

- Así es.

El jefe de la familia dijo:

   - Dios proteja a sus adversarios...

- No puede protegerlos. Es cosa de ego. Usted sabe: libre albedrío. El ego pierde a los jugadores y la ambición a los apostadores. Siempre rebasan, y con mucho, su capacidad de resistencia. Algunos se alimentan mal y pronto sucumben...

Después de la cena, Toci, la mayor de las muchachas, le preguntó si podía leerle algo de Tolstoi. Estudiaba letras en la Universidad de Campeche y le habían dejado escribir algo del escritor ruso. Quería que le diera su opinión del trabajo. Cork se quedó sorprendido de encontrar en aquel mundo, prácticamente perdido entre las marismas, una manifestación de cultura como la que acababa de escuchar.

-         ¿Toci? Así se llama una muchacha escaladora de México. Ahora en el planeta abundan las Marías y la Saras y son raras las personas que se llaman Toci. Por supuesto que puedes leerme de Tolstoi, me encanta ese viejo  aristócrata- dijo.

Toci corrió a su habitación y en poco tiempo estaba de regreso. Cuando empezó a leer sólo quedaron el hermano mayor y una hermana chica. Los otros se disculparon. Unos se fueron a dormir y otros a encontrarse con sus amigos para la acostumbrada charla después de la cena.

Mientras Toci leía, él se acordó de aquella ocasión que, luego de dejar atrás la cordillera de los Andes, nos encontrábamos en la ciudad de Jujuy. La hija de una mexicana y un argentino, con la que nos cruzamos en la calle, nos había detenido de pronto: “¡Supongo que ustedes son mexicanos!” espetó a quemarropa. Nos invitó a cenar a su casa. Por el trayecto  explicó que sus padres se habían casado por correspondencia. Ella en Guadalajara y él en Buenos Aires. Enseguida tomó el avión y jamás volvió a México. “Son gente sencilla”, dijo. “Mi padre es estibador y mi madre cuida del hogar”. Eran felices y tuvieron cuatro hijos. Ella era la de enmedio. Desde entonces su madre aprovechaba cuanta ocasión podía para charlar con los  mexicanos que llegaban a  Mendoza, con las expediciones que se dirigían a ese sector de la Cordillera de los Andes.

Nos recibieron con enorme gusto y grandes muestras de bienvenida. Churrasco y exquisito vino tinto de Mendoza y San Juan. El vino lo vendía “suelto” y era  más barato que el embotellado. Nos pareció tan delicioso su sabor que no dudamos en asegurar que era lo más delicioso en vino que ambos habíamos probado.

Dos horas más tarde el padre de la muchacha recordó versos de Amado Nervo y algunos de Sor Juana Inés de la Cruz. Se refirió a la obra culta de don Francisco de Sigüenza y Góngora, Alfonso Reyes y a la Filosofía Náhuatl de Miguel León Portilla. Había cosas de México que estábamos escuchando    que ni siquiera Cork conocía. Y, de pronto, el viejo argentino dijo: “¡Ahora ustedes cuéntenos algo de los escritores argentinos!”. Todo lo que yo conocía eran unos encantadores cuentos de Cortázar. Tuve en mis manos Rayuela y la tire a la basura. Pero hasta ahí. Cork se defendió mejor. Sabía de  Sarmiento, Ingenieros, José Hernández, Ricardo Güiraldes. Desde luego su autor favorito era el general Lucio V. Mansilla. Sus dos tomos los tenía de cabecera. De todas maneras esa situación nos hizo ver lo poco, o nada, que nos conocemos entre los americanos que hablamos el español.

 

 

 

 

 

 

       

           5

Una impresión parecida, me contaría más tarde, fue la que recibió aquella noche en el caserío de la inmensa ciénaga.

“Leer a Tolstoi es haber conocido algo de lo más bello que se  ha producido en el terreno de la literatura. Se trata de un maravilloso dominio de lo sencillo para relatar cosas por demás humanas....Pero escribir quiere decir vivir, observar, leer y procesar. Esto pudiera interpretarse como visitar los infiernos y viajar al Olimpo. Y hay algo de cierto en eso. Difícilmente, alguien que no sea  homosexual, puede llenar excelentes cuartillas llenas de perfume, como lo hizo Oscar Wilde,  en El Retrato de Dorian Grey. O quien no sea santo no puede escribir  con la impresionante sencillez que encontramos en Las Florecillas, de San Francisco de Asís. ...Tolstoi tenía un infierno y un cielo en su cerebro y en su alma. Esto lo expresaba con su pluma sobre la cuartilla del papel en blanco. Igual que hacía ese otro grande de la literatura rusa que es Dostoievski. Para la creación de sus personajes pobres, Dostoievski casi no tenía dificultades. Sólo necesitaba describir su propia  vida y su ambiente social. Con frecuencia se la pasaba sin comer por falta de dinero, y tenía que vivir en ambientes sórdidos marcados por la miseria...Tolstoi, en cambio, rico y con extensas posesiones en diferentes lugares de Rusia, debía que investigar qué era eso de ser pobre. Tener hambre. Tener frío por no disponer de una frazada con que cubrirse. Una de sus grandezas como persona y como escritor fue que se iba a vivir entre los pobres. Así aprendió a comprender sus necesidades y sus limitaciones. Sus vulgaridades. Sus noblezas de espíritu y sus casi inocentes egoísmos...Escribir de la vida para Dostoievski fue algo natural. Para Tolstoi significó una verdadera conquista. Se la pasaba observando y preguntando. Le preguntaba a  sus criados, al herrero y al de palacio. Igual que Oscar Wilde, ponía mucha atención a lo que hablaba la gente, conocida o extraña. De pronto podría saltar en el otro la palabra, frase o idea. El, con su destreza, la convertía en un cuento, relato extenso o una gran novela. Así le llegó la idea de la trama de Ana Karenina....Tolstoi  sabía ver también más allá de lo concreto. Es conocida su aversión que tenía por Beethoven. Cuando la Novena Sinfonía había conquistado al mundo, el escritor se expresaba mal del músico y de su obra. Sus mismos amigos y admiradores no lo seguían en este punto. Finalmente tuvo que admitir que, creadores como Beethoven, tenían un poder sobre la gente que ejercían a través de su música. Si hubiera padecido la miserable enfermedad de nuestros días, de hablar pero no escuchar, o de cortar la palabra cuando el otro empieza a expresar algo, Tolstoi quizá no hubiera pasado de escribir algo sin trascendencia. Ni siquiera para su pequeño lugar de Yasnaia Poliana, donde vivió toda su vida.

Mucho antes de llegar a viejo, Tolstoi ya era mundialmente reconocido y venerado como un gran escritor. Esto de conocido no le venía de haber sido escritor contra el gobierno o por haber defendido al gobierno, como sucede con algunos en México. El era un ermitaño que procuraba permanecer lejos de todo eso. Huía de la fama misma y de los homenajes.”El orgullo de los literatos, que se juzgan una casta  privilegiada, le indignan” escribe uno de sus biógrafos. Tenía sus fans, a los que se les llamaba “Los tolstoianos”. Siempre lo rondaban, contra su voluntad, de cerca o de lejos. Pertenecían a todos los estratos sociales de su país. Desde los campesinos que apenas sí sabían a qué se dedicaba aquel amable conde, hasta gente de letras y de la corte. Hay varios casos de personas de la alta sociedad rusa que, de plano, le pidieron que los admitiera en su  casa con tal de vivir cerca de él. Así lo hizo y así vivieron. ..De los ejemplos que tomaba de la vida real (Dostoievski hacía igual) para construir sus argumentos, se cuenta el  drama del Cadáver Viviente. Se inspiró en el hecho  real  de un hombre que simuló ahogarse en el río, dejando sus ropas a la orilla. Después vagó por el mundo sin nombre y sin existencia civil. Para su novela cumbre, La Guerra y la Paz, dispuso de todo el material  (y el ambiente original  de la posguerra todavía fresco en la sociedad rusa) que requirió. Por una parte él era de la realeza y conocía la vida de Palacio. Y la guerra de Napoleón contra Rusia apenas tenía un cuarto de siglo de haber pasado. Tolstoi nació en 1828 y murió a los 82 años de edad...La novela de Ana Karenina se inspiró en el hecho, también real, sucedido en un pueblo llamado Yasenki. Cerca vivía la familia Bibikov. Ana Stepanovna, la esposa de un individuo llamado Bibikov, se ponía celosa de las ayas que entraban a trabajar a su casa. Pensaba que su marido las cortejaba. Un día Ana desapareció de su hogar. Al tercer día se le vio en la estación de Yasenki. Cuando pasó el tren se arrojó a sus ruedas y así murió. Dejó una carta para su marido que decía: “Tú eres mi asesino. Sé feliz con ella, si los asesinos pueden serlo. Si lo deseas, puedes venir a ver mi cadáver, sobre los raíles, en Yasenki...”

Al terminar de leer, Toci se le quedó viendo. Con la mirada buscaba su opinión. Tolstoi resultó uno de los escritores que no eran ajenos a Cork. Le era infinitamente más familiar que los escritores americanos del idioma español. Conocía mucho de su extensa producción literaria y bastante de su biografía. Si bien, hacía por lo menos diez años que no  había vuelto a leer algo del ruso. De todas maneras acertó a decir:

- Tiene perfiles, por demás interesante, la vida de Tolstoi. Tu te has avocado únicamente a su faceta de escritor, ¿no es así?

- Es correcta su apreciación.

- Bien, me gusta tu semblanza. Creo que solamente te faltó incluir la presencia de Soria Andreievna, su esposa, en el terreno de las letras. Toda la enorme ayuda que proporcionó a Tolstoi en la revisión, ordenación y conservación de sus manuscritos. Solamente las siete revisiones que hizo al manuscrito de La Guerra y la Paz, antes de enviarlo al editor, valen un monumento, ¿no te parece?

- Se ve que le gusta leer, ¿es así?

- Sí.

- Cuénteme de sus experiencias con los libros. Me siento inclinada en seguir esa orientación en la universidad y tengo interés en  todo lo que pueda relacionarse con ello.

- ¿De veras?- Se sorprendió. Sabía que hay países en el planeta en que se lee un promedio de treinta libros por individuo al año. Los datos oficiales de la autoridades  informan, de vez en cuando, que son dos los que se leen en el país. Una loable autocrítica. Los mejores esfuerzos para lograr que se fije el hábito de la lectura en la población no han dado resultado hasta ahora y enmedio del pantano aparecía alguien que se interesaba por los libros.

- Es difícil imaginar la vida cuando no se tiene cerca un libro. Sin embargo también tiene sus riesgos.

- ¿Por qué.

- Me figuro que el que lee más libros con relación al promedio que se lee en ese país, tendrá mayor información que la media. Esto debe ampliar sin duda los grados de su horizonte existencial. Pero también, si no tiene una base desde donde analizar ese material, puede quedar convertido en un Frankstein cultural.

- ¿Cómo sería eso?

- Con fracciones de muchos escritores. Todos ellos nos enriquecen, pero a reserva que no perdamos nuestra identidad.

- ¿Será posible eso?

- Acuérdate de lo que te digo. Alguna vez conocerás un monstruo de la cultura pero que, sin embargo, cuyos pensamientos tendrán una obvia incoherencia.

Toci, la del sureste, tenía entonces veintitrés años de edad. Era una mujer hermosa, de tipo maya, y de cuerpo que podría servir de modelo a los pintores y escultores. Agradeció la sugerencia y prometió que entraría en detalles en el papel de la esposa del escritor. Le explicó que estaba interesada en seguir escribiendo de Tolstoi. Tal vez ese sería el  tema de su tesis.

- ¿Puede decirme otros aspectos del escritor?

- Como creyente, su vida en el matrimonio, como pedagogo, como mujeriego, como jugador...

Toci quiso entrar en seguida en otro terreno:

-¿Lo simbólico en Mallarme?

Cork levantó la mano, casi sin pensarlo, como algo instintivo, y negó con la cabeza.

-¿Para entonces, de Manuel Gutiérrez Nájera?

Volvió a negarse. Esta vez la muchacha se fijo en los dedos cerrados de la mano. Mencionó otros nombres pero siempre  encontró la misma respuesta, con la mano haciendo un alto hacia ella...

- ¿Por qué?- preguntó Toci.

Guardó silencio. Se acordó de William Carlos Williams: “Una joven alta sin sombrero con delantal/ Su pelo restirado hacia atrás, parada en la calle/ Un pie calzado con media, rozando la acera/ Su zapato en la mano. Examinándolo con cuidado”  o ese otro: “ “Cuando era más joven era claro para mí...”  Cómo olvidar a Nájera cuando empieza: “Quiero morir cuando declina el día, en alta mar y con la cara al cielo...” La muchacha volvió preguntar:

-¿Por qué?

Interrumpió su evocación. Sintió que los ojos... Simplemente dijo:

- Considero que sigo perteneciendo al mundo de los primates. Debido a eso me aferro a mi prosa antropomorfa. Al echar mano de mi escritura intelectual es para describir algo que ha sucedido y sigue haciéndolo sin mi intervención. No me afecta más que cuando veo un film en la pantalla de la sala del cinematógrafo. Naturalmente, un investigador científico también tiene emociones al escribir. Sólo que le está prohibido manifestar lo que convencionalmente hemos llamado emoción... Hay quien lo hace. A los científicos emocionales les llaman locos en lo inmediato. Un siglo más tarde el mundo puede referirse a ellos como visionarios. ¿Puedes imaginar que alguna vez las Antillas estuvieran frente a la estadounidense ciudad de San Francisco, en el Océano Pacífico? ...Los poetas, en cambio,  en sus escritos nos ofrecen la síntesis de la emoción y el intelecto que para ellos ha significado este o aquel episodio de su vida. Quirarte describe la poesía de su alma cuando se refiere al parque de San Fernando, de la colonia Guerrero... Han dejado de ser humanos...Eran  seres equipados de una enorme carga de emoción e intelectualidad. Su figura, originalmente antropomorfa, se fue transformando en una especie de holograma...

Tal vez la muchacha comprendió la intensa emoción que lo llenaba. Luego dijo:

- ¿Podría ayudarme en esta tarea? Quiero decir, con Tolstoi?

Vio una encantadora mirada que le suplicaba que dijera que sí.

- No veo cómo. Mi mundo...En realidad me encuentro lejos de mi mundo. Mañana temprano seguiré el  camino hacia la Laguna. Después iré a la Isla del Carmen, regresaré a México... En fin. Tal vez se me ocurra alguna cosa. Escribiré a Jonuta y espero que de ahí te hagan llegar la correspondencia. Tú me escribirás preguntando sobre Tolstoi y yo te contestaré. Y lo que no sepa o no me acuerde, lo investigaré. Hay buenas bibliotecas...

. ¡Por Internet!- dijo la muchacha

- ¿Por Internet? Seguro. ¿Hasta dónde tienes que ir? ¿A Jonuta o a Campeche?

- Hasta mi recámara. Paso horas navegando en el ciberespacio, como, creo, lo hace gente de mi generación.

-En la Web puedes encontrar  información que ni te imaginas.

-Es inmensurable  apoyo, ya lo sé, pero también el mundo necesita originalidad.

 - ¡Vaya!...Entonces nos escribiremos todo lo que quieras.

- ¿Es un trato?- preguntó la  muchacha encantadora.

-  Lo es. Si tu hermano aquí presente no se opone.

Juan, que así se llamaba el hermano aludido, le dio un amistoso golpe en el hombro.

- Escribe todo lo que quieras y vuelve  las veces que puedas.

Un rato después se despidió y fue a dormir al cuarto que le habían señalado. La cama estaba limpia. En el arreglo se veía la mano femenina. La pequeña mesa de cabecera contenía un jarrito de barro que servía de florero a un conjunto de rosas y amapolas de hermosos colores rojos y blancos. Esperaba  un lugar como un granero o algo así. Se encontraba algo sucio por la jornada de esos dos días. Extrajo de la mochila su saco de dormir y se tiró en el suelo. Era un sleeping como todos, para los climas calurosos, al que él le había confeccionado en la parte superior, una delgada tela de mosquitero. Corrió el cierre para evitar a los animales peligrosos como alacranes, tarántulas y víboras.¡Y a los mosquitos, el animal más mortífero de todos!

En su microcomputadora escuchó que Barack Obama camina en la perspectiva de la reconciliación con Irán, después de décadas de hostilidad. Desde la revolución islámica de  1979, el área vivió secuestros de rehenes, amenazas militares, sanciones económicas. Ahora parece que las cosas mejoran.

Cuánto anhelo de saber de aquella criatura habitante del pantano, pensó con los ojos abiertos entre la oscuridad. La muchacha le había preguntado casi atropelladamente por un montón de asuntos. Para algunos tenía la respuesta y otros se quedaban volando. No faltó el tema de la filosofía y el de la metafísica. ¿Qué decir cuando alguien pregunta cómo se le hace para saber si hay un  Dios? La más vieja pregunta que se hace la humanidad. Parece que la manera más directa es mediante la caridad, le dijo. Para otros el tamaño de Dios está en el tamaño y diversidad que sea su biblioteca personal. Jardiel Poncela diría que a Dios se le ha tomado como un agente capaz de arreglar toda clase de problemas tales como divorcios, disgustos con la suegra, ganar en las carreras de caballos, ¡y al final nadie le paga por ese trabajo!

En los cinco minutos que tardó en quedarse dormido pensó que al regreso marcharía a buscar la montaña Teocuicani. Muy joven había leído los trabajos del francés Charnay y del mexicano Lorenzo. Ambos subieron una y otra vez las cumbres de la Sierra del Tlalocan en busca de la cumbre arqueológica. Verdaderas muestras de tenacidad que no habían visto cristalizados sus esfuerzos. El llevaba diez años en la misma empresa de búsqueda. Siguió los pasos de sus antecesores y emprendió la exploración de nuevos rumbos. Nada. Pero, como los jugadores empedernidos ante un nuevo fracaso, él también creía que el siguiente esfuerzo sería el definitivo. Se escuchó decir: “¡ Creo que lo tengo. Subiré por el norte del Popocatepetl y bajaré a lo largo de sus laderas del sur!” Estaba consciente que los tres habían dado pasos diferentes, buscando cada quien por su lado, lo que parecía más objetivo. Ahora sabía que cada individuo procesa sus valores objetivos y de esto poco quedaba para meterse en las reglas universales. Tenía comprobado desde hacía mucho tiempo, que el mismo paisaje, visto desde la cueva de la ladera sur de la montaña Tlaloc, era diferente en la mañana que al anochecer aun  para el mismo individuo. Un aguacero no representa lo mismo para un campesino que para un habitante de la ciudad.  Uno se pondrá alegre y el otro triste...Para algunos la ciudad es un horrible hábitat donde la gente se destroza. Igual que mil ratones de experimentación en el laboratorio de la investigación científica.  Otros ven en ella la suma de la civilización tecnológica. Y aun hay individuos especiales para los que la ciudad está llena de poesía, como Quirarte.

Sabía que en la ciencia, como en el alpinismo y en el amor, se tiene el afán de ser el primero. Esto impulsa la competencia. Hace que los individuos redoblen  los esfuerzos hasta niveles que en otras circunstancias serían  casi imposibles. Por lo visto en la búsqueda del Teocuicani no se trataba de ver quién era el primero si no de  quién querría agarrar la estafeta y continuar con la exploración. Una exploración que, desarrollada arriba de los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, pesaba sobre manera cualquier movimiento que se desarrollara. Por lo visto, la búsqueda de la montaña Teocuicani era una empresa para generaciones...Lo de Charnay venía desde el siglo diecinueve...  

Por la mañana, cuando el primer miembro de la familia fue a la estancia que servía de sala, encontró dos notas. Una  decía: “Hacen una  familia bella. Estoy agradecido. Disculpen por no despedirme personalmente. Debo reanudar temprano mi camino.. Junto a la nota había un billete. Y en el papel una posdata: “De esta manera les estoy invitando una cerveza”.

Aparte, para Toci: “Cuidado con el Internet. Es como el alcohol o la marihuana. Puede ayudarte a conocer lo mejor de ti misma. O puede envolverte en la banalidad de toneladas de basura. Fíjate cuando abras la pantalla de los contenidos de calidad. Ser parte de la generación digital no tiene sentido sino sabemos quién cabrones es Aristóteles. La red  es como cualquier herramienta de trabajo. Pero sino pones cuidado la cizalla puede cortarte una mano.

“Tal vez sería mejor nombrar a la mercadotecnia. Procura ir un paso adelante. En algunos países ya está diseñando estantes, de grandes tiendas de autoservicio, para poner  a la venta la marihuana. Pero en la facultad de Medicina  apenas se está reuniendo el equipo de especialistas con el fin de redactar un documento que señale las características, propiedades, consecuencias y efectos neurobiológicos de esta yerba. ¿Quién crees que llegue primero?

La otra nota era a manera de explicación, por su comportamiento del día anterior, había escrito: “La poesía puede ser individualista. En ocasiones hasta el exceso. En México hay poetas albañiles, carpinteros, estudiantes, en los centros de estudios superiores y en los círculos culturales. Solamente entre ellos podrían hacer un impresionante mercado de consumo y una floreciente  industria editorial. Pero no se leen entre sí. Esto niega su celebrada correspondencia con la vida de donde sacan los temas que serán procesados por su sensibilidad. El poeta mexicano reconocido internacionalmente, en el país no vende más allá de medio millar de ejemplares de alguna de su obra más famosa...Desde luego no hay que juzgar a la ligera. Es cierto que tanto  poetas  como  místicos y músicos, se ignoran entre sí. Esto porque también aquí hay sectas culturales. Pero no se debe perder de vista que todos ellos navegan en corrientes de aire diferente al resto de la gente. Sus perspectivas artísticas corresponden a algo más que a lo utilitario”.

  Navegó todo el día sin prisas. Al anochecer llegó a un río secundario, que más al norte se comunicaba con un gran brazo de la Laguna del Este. Hizo alto en la confluencia. Se encontraba enmedio de inmensas extensiones de tierra completamente anegadas. Desde el helicóptero había visto ese fenómeno del agua inundar la tierra por todos lados más allá de donde alcanzaba la vista. En esa época era imposible caminar más allá de diez metros por tierra firme.

 

 

 

         

             6

 Buscó un lugar para saltar a la orilla. Amarró la cuerda de la proa a un arbusto resistente y volvió enseguida a la canoa. Extrajo de su mochila la estufa de escalador, tan pequeña que, plegada en  tres partes, cabía en la bolsa de su camisa. Encendió el alcohol en el recipiente y calentó la cena. No había probado bocado en todo el día y tenía hambre.

Sabía de animales que nacieron en el zoo del mundo y fueron puestos más tarde en medio de la naturaleza. Habían tenido que echar andar sus instintos y aptitudes para poder sobrevivir a los elementos y a los depredadores. Protegerse de ellos y a la vez servirse de ellos. Mucha gente  nace en las grandes ciudades y ese llega a ser su hábitat natural. Los consideró seres privilegiados. Poseen mecanismos de adaptación extraordinarios. Los que no, acaban entre los engranes. Hay gente, se dijo, individuos, solos, que viven en la calle.

Se encontraba feliz dentro de aquella libertad. Era un solitario de la noche o, como lo llamaban en su pueblo del desierto: yohualliycahuatzin. De todas manera se sometió a la prueba, que él había inventado para semejantes situaciones, y que tenía la intención de comprobar que todavía no había caído en la locura:“teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates”. “Bien”, dijo, “creo que todo está en orden”. Se dio cuenta que en el gran pantano, para un solitario que viene de tierras lejanas y secas, es necesario tener presente algunas cuestiones, como cuando se va a las montañas. En el alpinismo muchas cosas son de capacidad y otras de voluntad. Pero con frecuencia ésta resuelve cosas que presentaban mucha dificultad o que de plano parecían imposibles. El problema más grande a vencer en la montaña, y en el pantano, es de orden subjetivo. Estaba dispuesto a luchar a brazo partido contra los yacarés o irse nadando por el río cuantos días fueran necesarios. Pero un debilitamiento de voluntad podría acabarlo en solo media hora.

No se consideraba un experto en navegar por ríos. La única experiencia fue en el Papaloapan. Con otros dos escaladores que tampoco sabían un carajo de ríos, Salvador Alonso Medina y Mario campos Borges, habían bogado durante tres días en el rio Bobo, afluente del Papaloapan. Después se dejaron llevar por la lenta corriente de  la superficie del gran río. Levantaban las tiendas para dormir en el fondo de algún vado. Tiempo después  no se explicaban cómo no fue que acabaron en la panza de algún yacaré o llevados por alguna violenta avenida de agua.

 Después de comer puso  orden en sus enseres de viaje.  Destinó el lado de popa para la despensa. Pasaría la noche en la canoa. En el pantano existían animales que las delgadas paredes de su tienda no podrían detener. Si hubiera en las proximidades alguna roca, lo suficientemente vertical, subiría a ella. Desplegaría su refugio de tela para dormir en lo alto con toda tranquilidad. De todas maneras la canoa estaba bien. Las paredes de madera eran gruesas y tenían la altura suficiente para resistir el ataque de los hambrientos y venenosos animales. Media hora antes que oscureciera por completo extendió su tienda en el fondo de la embarcación. El espacio era reducido y se limitó a correr el cierre y meterse en la tienda, como si fuera una simple bolsa. Volvió a correr el seguro y quedó aislado de los moscos que, en impresionante cantidad,  revoloteaban exigiendo la sangre del intruso. Zancudos  tan grandes, hambrientos y numerosos, que bien podían enloquecer  a quien no vaya preparado para enfrentarlos: “Cualquiera moriría antes de la media noche”.

Era, en efecto, un Yohualliycahuatzin y, sin embargo, en aquel momento sintió la inmensidad del pantano  cubierto por la oscuridad. Miró hacia la noche y ésta le fue familiar. La noche en el desierto “se oye”, “se siente”. Aquí, además, se huele. La humedad de las marismas tiene un olor peculiar a vida y muerte que se renueva  cada día. Pero no dejó de pensar que los fenómenos individuales y altamente especializados de la naturaleza, después de todo, no dejan de ser un detalle del conjunto. Las más empecinadas individualidades filosóficas y neuróticas de la Humanidad, seguían viviendo en las ciudades o bien, aunque apartados, no lejos de alguna comunidad. Se acordó con nostalgia del calor de la familia de Palizada. De Toci...Conocía otra muchacha que también se llamaba Toci. Se trataba de una mujer que escalaba con enorme audacia. ¿En qué lugar del mundo se encontraría escalando en este momento?

No tenía modo de comunicarse con ella. Sólo disponía de su pequeña computadora. Tan pequeña que cabía en la bolsa de su camisa. Por su tamaño carecía de teclado y escribía por medio de dictado, merced al programa Dragón. Para leer sólo cabían en su pantalla dos renglones que podía ir desplazando. En compensación tenía dos mil libros, tres millones de canciones y diez millones de anuncios de shopping. Tenía Internet por vía satelital pero por algo no podía comunicarse con Toci.

Vagamente se acordó del trabajo que había dejado terminado en el escritorio de su oficina. Al regresar a México- Tenochtitlán lo enviaría a la editorial de la revista especializada del extranjero para su publicación. Se trataba del proyecto desarrollado a lo largo de los años en el campo. Entre sueño repasó los diferentes pasos seguidos por él durante su redacción: resumen, objetivos más importantes de la investigación, detalles de la metodología seguida, recapitulación de los resultados más importantes y, finalmente, las conclusiones principales. Sobre todo, como hace los periodistas, el resumen general...Si el primer párrafo les gusta, seguirán con la lectura. De otro modo los desgraciados lo arrojarán al cesto de la basura...Se dijo que eso de escritorio era demasiado. En realidad hacía mucho tiempo que no  abría sus compartimentos. La carpeta que contenía la investigación la había dejado debajo de la computadora “A merced de los piratas de la investigación científica. ¿Habrá piratas en esa institución adusta?” Con la idea de no amargarse el sueño de aquella noche, se dijo en voz alta: “Bueno, no somos ángeles...Algunos vemos de soslayo lo que hace el colega de junto...En otros países atisbar a científicos es una jugosa  actividad. Entre nosotros es puro deporte. Con omitir comillas ya estás en el hurto intelectual”.

El artículo contenía un registro de las manifestaciones físicas de la región geográfica que había estado visitando. Al mismo tiempo había empezado a escribir un libro que buscaba la explicación de esos hechos. ¿Por qué esas manifestaciones? Después del índice, comenzó a acumular  notas para los primeros capítulos. La idea de enviar el artículo para su publicación lo mantenía en contacto con la comunidad científica. La labor de avanzar en el libro, estaba consciente de ello, era una empresa para solitarios. Había participado en otros proyectos, formando parte de un grupo de investigadores, pero, decía en broma, “muchos cocineros echan a perder la sopa”. o, Ninguna obra de arte ha salido  de una asamblea de sabios, Taine fue el primero que lo dijo. No estaba seguro, hacia mucho tiempo que lo había leído. A sus veintiocho años de edad ya hablaba de: “hace mucho tiempo”. Se le ocurrió que México contaba a la sazón con un científico por cada cien mil habitantes, en el nivel de doctorado de  ciencias: “debería ser uno por cada tres mil. La educación tendría que ser planeada de otra manera, empezando por la media superior... pero, si la cultura es el arma liberadora del hombre, ¿cómo se achica año tras año el presupuesto de la universidad pública?”

   Luego le volvió aquella idea de correr. Los ancianos de su pueblo se la habían  grabado en el cerebro, como con hierro candente: “¡Corre por ejercicio, corre por tu vida!”...¿Cuanto hermosos proyectos, como parte de la realización de un libro, han quedado sin terminar debido a la muerte del investigador? Mientras él escribe y escribe hasta en las madrugadas, en el silencio de su cuarto de estudio, las grasas van tapando de manera inexorable sus venas...Su poco ejercicio físico, que ha cambiado desde niño, por el ejercicio intelectual, lo va llevando hacia el sobrepeso y...¡Diablos, cada vez que pensaba esto agarraba los tenis y se iba a correr! En ocasiones  corría dentro de Ciudad Universitaria, cuando todavía no amanecía... Le hubiera gustado saltar de la canoa y echarse a correr por toda la extensa tierra inundada. Sin embargo, estaba seguro, antes de haber recorrido medio kilómetro, ya los animales del pantano  habrían resuelto las necesidades de su cena... El ejercicio de remar todo ese día lo había dejado satisfecho...Por fin se quedó profundamente dormido.

  Pudo observar, en la última media hora, a través de la tela mosquitero, el cielo impresionante de estrellas. Se dijo que  el cielo navajo de Arizona tiene más luces vagando a través de esos cosmos.  “Tienen vida propia” dijo repitiendo las palabras del piloto del  helicóptero que lo había llevado a Jonuta...                                                

Dice que  se había acordado de los compañeros de trabajo con los que formaba equipo de investigación por esos días. No tenían claro lo que era tenacidad y habían caído en la obsesión. No iban a las montañas ni a Chapultepec  ni al cine ni platicaban con los hijos. De hecho no tenían vida social desde hacía  años. Algunos ya ni siquiera se peinaban. Permanecían doce horas  en la oficina pero su rendimiento no correspondía a semejante esfuerzo. Se les veía moverse pero no había tantos resultados. Los que eran solteros empedernidos se fueron amargando. Los que tenían familia estaban metidos en el conflicto que provocaba su ausencia de la casa. Otros ya sólo tenían casa…

Una mariposa sagrada voló sobre el pantano entre la noche, dueña de su libre albedrío. Más abajo, entre los arbustos inundados de agua y lodo, había máquinas automáticas de ojos rojos que espiaban movidas por sus estímulos internos...En el agua, sobre la lancha, la etapa mítica de la Humanidad. Arriba, entre las estrellas lejanas y titilantes, un formidable universo espiritual “¡Un millón de años de desnivel!” Luego añadió: “¡Quizá un poco más!”

 Poco antes que amaneciera reanudó su viaje. Era una delicia bogar siguiendo la cinta de agua iluminada por la luz de las estrellas. En las riberas de ambos lados, terríficos ojos rojos lo seguían observando al pasar. “¡Adiós amigos!” les decía. “¡Estamos en paz! Sin esta bella canoa ustedes, efectivamente, ya me hubieran convertido en excremento dentro de sus inmundas  panzas”.

 En la tarde del tercer día llegó a Boca Chica, frente a la gran laguna camaronera. Durmió esa noche en la casa de José Chac, un antiguo conocido suyo. Al amanecer el mismo José lo llevó en su lancha de motor cuarenta y cinco kilómetros por la Laguna hasta la casa de don Santos, otro viejo amigo, en Punta Real, en el extremo este de la Isla del Carmen.

                                                                   

  Lo vieron ir y venir por la playa durante varios días. Tomaba fotografías, recogía arena que guardaba en pequeñas bolsas de plástico. Hacía anotaciones en su cuaderno de campo. Volvía a observar la elevación del piso con relación al nivel del agua, las rizaduras de la arena...

  En la tarde del cuarto día empezó el torneo de bebedores de cerveza. Don Santos y José Chac conocían la resistencia especial de Cork para aquellos menesteres. Hicieron sus apuestas con los que habían llegado de Ciudad del Carmen para aquel torneo. Entre ellos el piloto que lo llevara a Jonuta.  “¡Ni el Diablo podría hacer que perdiéramos!” se decían don Santos y José Chac. En efecto, cinco horas  más tarde caía conmocionado el piloto, que era el último de los concursantes que quedaba en pie,

  Acompañó a José Chac hasta su lancha pues se disponía regresar a casa.

- Vuelva pronto a Boca Chica, muchacho. Ya sabe que mi familia lo ve como uno de ellos... ¡Ah, - se golpeó la bolsa de su pantalón-, esta vez las apuestas estuvieron fuertes. Tiene razón, la ambición los perdió. Se lo tienen merecido. Libre albedrío... Le debo una...

-Bebieron al tamaño de su carga narcisista-dijo Cork.

Jaló del cordón dos veces y al fin  rugió el motor. Cinco minutos después se perdía entre la noche de la Laguna.

A su regreso al interior de la palapa ayudó a don Santos a reanimar a su sobrino. Seguía sin sentido tirado en el piso. Mojó un trapo y lo pasó varias veces por la cara. Con un cepillo para lustrar zapatos recorrió su nuca y los brazos durante media hora. Al empezar a reaccionar extrajo del bolsillo de su pantalón un pequeño tubo semejante al que usan las mujeres con la pintura para los labios. Sólo que este contenía amoniaco. Su confección había sido pensada, por los laboratorios médicos, precisamente para hacer que los borrachos regresaran a la vida. Con cuidado lo acercó a las fosas nasales de aquel hasta que abrió los ojos...Siempre llevaba consigo su tubo de amoniaco cuando participaba en los concursos. Sabía que, en efecto, el ego de los concursantes era tal que siempre tomaban más allá de sus posibilidades.

Al día siguiente se despidió de don Santos. Regresó a Ciudad del Carmen. La mañana era bella y el mar le enviaba su brisa. Las aguas de ese segmento del Golfo estaban apacibles. Decidió caminar una o dos horas. Después haría la parada al primer vehículo que pasara hacia la población. A la pasada agarró un botella que contenía dos tragos de Gualferina. Aquello era un lujo para él. Más que una necesidad, una curiosidad.

                                                                

 “Gualferina” dijo al recordar al alcohol casero de caña que se vende en el Caribe. Levantó la mano en la oscuridad, como si saludara a alguien a sus espaldas. Hasta el segundo trago, del  líquido ámbar, sus nervios empezaron a apaciguarse.

Por supuesto, se dijo entonces, qué será la libertad cuando no podemos  parar de movernos aunque queramos, como el ejemplo de los muñecos del filósofo. El movimiento neurótico puede ser una cárcel. Una vez alguien da cuerda y a partir de ahí no paran de moverse hasta que se les acabe esa  cuerda. Tienen, mientras tanto, una gran sensación de libertad personal. ¿Libertad? Se río. Que le pregunten al santo Job. Una pelota para dos grandes jugadores de ping pong.  La maravilla de una niebla incipiente llegó a su cerebro y le hizo olvidar a los relojes y a los muñecos. Lo que se le ocurre a la gente. A los filósofos. Si no fuera por ellos, esta vida sería aburrida. Siempre buscándole tres pies al gato...Que el círculo sea cuadrado, que esta vida se acabe en esta vida,  inventando Zaratustras desde el escritorio, cómo vencer a la muerte.  Cómo el hombre entre la multitud se encuentra solo o cómo el hombre solo se reintegre a la multitud... La inmortalidad... Edipo...Ah, Lo que se le ocurre a la gente. Y algo verdaderamente importante: cómo matar al padre. ¿Qué hubieran dicho los hombres de academia si Edipo no mata a su padre. Hubieran buscado hasta encontrar a alguien que sí matara al padre..? ¡Los revolucionarios son unos  chicos ingratos..!Nada más singular que los filósofos!  El parricidio contra el jefe de la oficina... El parricidio contra el Estado... ¡Un descubrimiento interesante para los que fabrican resorteras con qué matar pajaritos...En la Revolución Mexicana  el “Jefe Máximo” siempre caía. No por sus respetables ideas sino porque... ¡Porque era el Jefe Máximo..! 

 Todo se había borrado, como en el cine cuando en la cabina se apaga el proyector.  La vida era alegre. No valía la pena desperdiciarla.¿Qué darían los que  esta noche agonizan en los hospitales, por un día caminando en la playa desierta, sin preocuparse de los problemas de su cuerpo. Con poder  orinaran como cuando tenían veinte años darían las tres cuartas partes de su fortuna. ¡Mis queridos Faustos de la investigación científica!  El juego no está en el escapismo sino  en rehacerse después de cada movimiento de la placa de Cocos o de la erupción del Chichonal. Si, eso es más divertido aun que el juego de los filósofos. Mejor que la guerra florida de los modernos aztecas...Están los huracanes que devastan Florida y los volcanes que destruyen México. El Centro de Prevención Contra Desastres no sabe  decir con precisión cuándo, pero es seguro que no faltarán a su  ciclo fatal...Y entonces volveremos a construir en el mismo lugar... Cuatro soles se han apagado y vivimos en el Quinto. La naturaleza tiene sus modos de asepsia.

Recordó que para su madre, en cuestiones culturales, y con la vara de  membrillo en la mano (nada de métodos alternativos de aprendizaje) primero están el Quinto Sol teotihuacano y el Popol Vuh. Después no tenía empacho en declarar a los cuatro vientos que sus paradigmas eran los filósofos griegos y alemanes y los escritores  norteamericanos. De la bella Francia tenía sólo un libro que le hacía leer reiteradamente, todo seguido y después abriendo las hojas al azar o por temas o por capítulos, y es El camino del filosofo, del marsellés  Jean Wahl. Los norteamericanos habían tenido la habilidad de decir cosas de la gran cultura de la humanidad, y propias, en sus novelas, desde Irving, Cooper, Poe, Twain, Sinclair Lewis, Pound, Fitzgerald, Mailer, Faulkner, O´Neill y su casi libro de cabecera Bukouski…Cosa curiosa, al que más recordaba, por su novela Todo un hombre, era a Tom Wolfe. Pero también porque algunos  novelistas norteamericanos de su tiempo se habían empeñado en sacarlo del Parnaso. Jamás se le perdonó la expresión “marxistas rococó” ¿O tal vez porque encontraba oportuno  citar a Nietzsche? Los progresistas de la universidad, que sólo leían revistas editadas por su partido, le decían a Cork que eso era pura basura capitalista. ¡Ah!, se río abiertamente en la noche, ya con las aguas marinas llegándole a las rodillas, qué tipo de fascismo le hubieran colgado de saber que había leído las seis novelas  que la inglesa  Agatha Christie escribió con seudónimo y al menos quince de sus cuentos detectivescos…Su madre le decía que en otros países, otrora cultos, los escritores de calidad se están extinguiendo porque los lectores ahora se van tras la literatura fácil que deja excelentes dividendos a la industria editorial pero, agregaba, hay otros lugares del planeta en los que  no se puede extinguir lo que no existe. No existe porque se escribe  mucho desde el gabinete y no se mezclan con la gente de la plaza, como hacen los reyes de Las Mil y una noche. Falta el naturalismo de  Thoreau que, al caer la noche, regresa del campo con su mochila llena de notas, sus botas barrosas y sus sobacos sudorosos.

 

 

 

          7

Se sintió tan feliz que hasta podría cantar, si se lo propusiera, una canción romántica mexicana del Altiplano o yucateca o cubana. Entonó quedo una notas y luego algunas palabras: ”Congoja”. Hizo un  ejercicio   de memoria:  “Rafael Hernández. La canta Margarita Romero” .  La había escuchado por primera vez entre los cafetaleros de la región de Orizaba. Estuvo muy de moda en la ciudad de México y al rato ya nadie supo de dónde había salido. “Bellísima”, dijo. “Pero relata un mundo que se derrumba sin esperanza de reconstrucción ¿Por qué nuestras canciones hablan el lenguaje de la tristeza? ¿Será la influencia de Hegel?” No creo que más de diez conozcan aquí a Hegel.

Seguía caminando por la playa desierta. La noche caliente se metía entre las aisladas y someras calles oscuras iluminadas apenas por distantes e impotentes focos amarillos. Sudaba. El calor pegajoso le escurría por el rostro y se le metía en los ojos. Los cuarenta grados de la isla eran diferentes de los cuarenta grados del desierto. Faltaban muchos kilómetros pero no tenía prisa. Su deporte, su filosofía y su salud corporal, los encontraba caminando. En realidad aquel calor lo relajaba. Era un calor sensual .¿Un calor sensual? ¡Vaya! ¿Qué ocurrencia. Por lo visto la Gualferina no se quedaba atrás en cuanto al poder erótico junto al pulque...

El mar  arrojaba un aire fresco que luego se calentaba en el continente. La luz de El Boyero se veía entre la noche. Nada podría quitarle aquel gusto por la vida. Miró con sorpresa la luna amarilla, sobre el mar. Estaba redonda completa. Tan interesante le pareció que tuvo que preguntarse si era la primera vez que la veía. Esbozando una enorme (y estaba seguro que también idiota) sonrisa y mirándola de frente, dijo en voz alta: “¿Dónde estabas que no te había descubierto”.  Arrojó sus zapatos al agua y descalzo siguió su camino acompañado siempre por el viento nocturno que llegaba del océano: “En México la luna no es femenina. Eso no lo saben los poetas...Tecuciztecatl... Creen que es Tanit, la de Cartago. Nació en  México. Es decir, en la gran laguna...Eso es: Meztli. Tecuciztecatl, que grande eres. Tuviste miedo, como cualquier humano. Miedo y soberbia. Tu lección vale un  puñado de diamantes... Perdón, un  puñado de cuentas de jade...

Sabía que no podía caer de borracho. Podría tomar barriles de Gualferina...En ese momento anheló ser como todos frente al exceso de licor. Descansaría en cualquier lugar de la playa. Tuvo conciencia que estaba como los moribundos en el hospital, cuando la Muerte anda de vacaciones...

 

 

En la reunión de los ancianos había oído que la rutina y la reproducción  mecánica social protegen contra la amenaza que se agazapa del otro lado del caos. Inventar cada día el modelo social jamás produce una ciudad como Teotihuacan. Se necesitan proyectos que sean sostenidos a través de las generaciones... Con la llegada del director o del presidente o del gerente todo se tira por la borda y vuelta a empezar casi de cero... De esta manera se es más anarquista que los libertarios que llevan  los bolsillos de los pantalones  llenos de bombas. Los libertarios ya pueden dormir tranquilos, alguien desde la institucionalidad está haciendo su trabajo. Después, cuando mis compañeros de laboratorio han alcanzado su plena madurez como investigadores científicos, llega la diabetes, la embolia, la cirugía. Es necesario seguir con la rutina de subir   montañas. Buscaré a Guillermo y mañana mismo nos largaremos a los bosques altos. 

La montaña del relato, de los viejos del desierto,  se refería a la montaña más alta que nadie de esas latitudes conocía. Sus antepasados comerciaban del paralelo 42 al 10. En ocasiones hacían el recorrido en un año. Llegaban a alguna población con familiares o amigos y permanecían varios días. Iban a la plaza a vender sus mercancías, compraban lo que la región producía y que no había en otros lugares. Después ordenaban su carga dentro del enorme chiquihuite.  Pasándose el mecapal por la frente se echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían pasado Ithualco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros entre los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl.

En el siglo dieciséis, cuando caminaban de norte a sur, había el riesgo que los esclavistas los agarraran para venderlos  en las Antillas. Para evitar eso iban por los inmensos territorios considerados Bandas de Guerra. Eran meridianos en donde no habían logrado penetrar los blancos y sus aliados tlaxcaltecas y otomis. Los belicosos chichimecas, comedores de carne cruda de las diferentes tribus, no tardaban en aparecer. Cortaban la cabeza a los blancos sin detenerse a pensarlo dos segundos. A sus aliados indígenas les daban otro tratamiento. Los  ataban a las rocas. El siguiente paso era amarrarles una gruesa correa mojada en derredor de la cabeza. Se sentaban a esperar. En la primera noche el prisionero se la pasaba gritando de dolor en la medida que la correa se secaba contrayéndose. Entre el delirio pedían que, por piedad, le atravesaran el corazón con la lanza o el cuchillo. Pero eso no sucedía. Les respondían: “Esto es por los nuestros que ahora son llevados como esclavos a tierras lejanas por tus amigos”. Seguían esperando... Finalmente escuchaban que el cráneo se rompía... Entonces se retiraban.

Sus ancestros pertenecían a la etnia irritila. Desde niños se les pintaban los cabellos de rojo. Así podían ir con toda confianza  por las Bandas de Guerra propias o por las dominadas por los tepehuanos, que eran vecinos y aliados. Al llegar al paralelo 25 se lavaban la cabeza y procedían a vestirse como los tlaxcaltecas. De esa manera ascendían a Ithualco. Bajaban por la vertiente oriental de la  sierra nevada del Tlalocan. Seguían en dirección a la  sagrada y elevada montaña tlaxcalteca llamada Matlalcueye. Era más seguro pasar por el centro del territorio enemigo que dirigirse hacia el sur donde los blancos habían erigido la nueva ciudad a la que llamaban la “Puebla de los Ángeles”. “Blancos” era una manera de decir que se usaba mucho en ese tiempo. Pero la palabra encerraba en la realidad a españoles, negros, indios y mestizos que por grado o por fuerza eran incondicionales del español. Los otros, los enemigos, no eran “blancos”. Eran “chichimecas”. “Infieles, paganos, idólatras”.

Este era  el territorio que había recorrido mil años antes el pequeño grupo de irritilas. Salieron de lo profundo del desierto candente para localizar y subir a la montaña más alta. Venían del desierto navajo  de Las Cuatro Esquinas o salían del territorio de los hohokams, en Puerto Peñasco, y se desplazaban hacia el oriente, hasta Chihuahua.

Entonces todavía no estaba el “blanco” pero había otros caudillos indios que, de la misma manera, sojuzgaba y vendían a la gente como esclavos en los mercados.

Se dijo Cork que la tragedia cantada por los poetas tiene mucho de escapismo. La época es de máquinas, automóviles, computadoras  y fábricas y requiere reajustar nuestro estilo de vida. ¿Por qué un obrero no podría ser un individuo increíble escalando montañas? ¿O por qué un explorador impertérrito de desiertos nevados o secos no podría ser un universitario que durante horas y días preparara disciplinado sus trabajos de aula o de laboratorio? ¿Si no hay tragedia hay comedia? ¿Por qué vivir en los extremos? ¿Acaso no hay gradaciones intermedias? ¿O tal vez formas no consideradas en el conocido esquema social que marquen un hito sin caer en las excentricidades afrodisíacas? Durante siglos se tuvo  la curiosa idea que había gente de izquierda y gente de derecha, aunque pocos sabían de qué se trataba eso. Conservadores y liberales, dijeron otros. En Europa les llaman socialdemócratas  y democristianos. Con el tiempo los liberales mexicanos, otrora revolucionarios, se encontraban conservando lo que en otros tiempos habían conquistado...Emerson se preguntó en cierta ocasión: ¿por qué los extremos tendrían que atacarse siempre?  Los  Hombres de Gris no quieren a la soñadora niña Momo. Buscan la manera de desaparecerla. Pero Momo tampoco quiere a los materialistas Hombres de Gris y logra aniquilarlos. Se acabó lo que hubiera sido la extraordinaria  vida de los opuestos...Las cárceles están llenas de hombres que mataron a sus mujeres. Y de mujeres que mataron a sus hombres...Ahora tienen que dormir entre puros hombres. Y las otras entre puras mujeres...¡Qué mundo tan loco!

Siguió su camino y, sin parar, volteó de nuevo hacia la luna iluminada. Ahora estaba  menos amarilla. Por su posición en el cielo, en línea oblicua descendente, calculó la posición en la que debería encontrarse el sol en una cierta zona del otro lado del planeta. En el norte había la creencia que se encontraba en China. A contraluz pudo distinguir el busto de Benito Juárez, al final del boulevard: “La figura más popular entre jesuitas y masones de México”, pensó. Después dijo, casi en silencio: “¡Perdónalos Emerson!”

Intentó dirigirse hacia el oeste.

           8                                                            

 

Recordó. Se  había pasado tres días haciendo observaciones en el extremo  oriental de la isla. ¿En qué medida la denudación atmosférica junto con la gravedad, la presión de las olas, la denudación por lluvia y la erosión, desgastan los acantilados de la playa de Bajamita?

La mañana del último día fue cuando empleó varias horas tomando cerveza en la palapa de don Santos. Junto con cuatro marineros y dos petroleros que llegaron para el Segundo Magno Torneo de Bebedores de Cerveza del Sureste. Una hora antes había caído el último de ellos. Se resistía a sucumbir ante aquel desconocido. Se fue agarrando de la hamaca hasta quedar casi inconsciente en el piso de tierra. Cork agarró los billetes de sobre la mesa, en la que se sentaban los jueces. Al día siguiente dio un golpe en el hombro de don Santos:

-  Adiós, viejo- dijo y abandonó el lugar.

-Adiós otra vez-dijo el marinero.

Fue a recoger su mochila y se detuvo un poco en escribir algo  en la computadora de Don Santos  a Toci, la muchacha del pantano. Le había preguntado algo sobre la manera de escribir la  historia.

-Yo no escribo historia pero si he leído historias. O algo parecido que pretendían ser historia. Más bien abstracciones de historia. Pero no vayas a creer que sufre grandes remordimientos el historiador en la plena conciencia que está adulterando la realidad de los motivos y los hechos de la historia que cuenta. Casi se divierte tanto o más que el novelista cuando relata un hecho histórico.

La mañana era radiante. El cielo azul se confundía a la distancia con el mar. El viento suave le refrescó la cara. En la mochila de “ataque” llevaba su martillo-piolet que utilizaba como pica de geólogo. Por costumbre consultó la brújula de su reloj de pulsera. “Hacia allá”, y empezó a caminar cerca de la línea en que las olas morían delicadamente, después de recorrer miles de kilómetros, desde el Sahara occidental.

Al pasar por un punto de la playa se detuvo junto a un letrero que decía: “Brigite Bardott”. Contemplaba a una sirena desnuda que se sumergía en las someras aguas color turquesa. Ella lo había visto y no le importaba. Hasta se diría que sus movimientos eran ahora más sugestivos. Es decir, sí le importaba. “Siren”, pensó. Suerte que no encontré a una nereida. No me gustan las guerreras cuidadoras del mar. Pero con “Siren” es diferente...

 Fue cuando escuchó aquella voz a sus espaldas:

- No es de buena educación observar a las personas cuando no ha mediado una invitación.

Se volvió. Descubrió a una muchacha parada sobre la carretera. Alta y  esbelta. El automóvil se le había descompuesto. Precisamente cerca del sitio donde el mar penetraba peligrosamente en la isla, amenazando partirla en dos, debido a la irresponsabilidad de algún contratista que sacaba arena en ese lugar y que luego vendía en la ciudad.

 Quedaron frente a frente. Ella sonrió. Dijo muy quedo: “¡Al fin vuelvo a encontrarte!”, pero él no alcanzó a escucharla, sólo  miró que sonreía.

 Su rostro estaba descompuesto por el disgusto, más que por la cerveza. Le molestaba ser sorprendido. Y también por la manera de cortar el hilo de esa especie de entendimiento que había empezado a establecerse entre la sirena y él. Siguió mirando el cuerpo moreno, oscuro. No era cobrizo como las mujeres indias del norte. Esta tenía algo de africano. Sonrió. El racismo está muy bien para mencionarse en los discursos políticos y en los Derechos Humanos. Pero, se dijo,  en la soledad ningún hombre puede resistir a una mujer como aquella, tenga el color que tenga. Volvió a escuchar:

- Hace rato que le estoy pidiendo que me auxilie con mi automóvil…No es bueno espiar…

Sin volverse otra vez, bajó la cabeza en un esfuerzo por contener el desagrado que aquello le causaba. Cruzó los brazos y por un minuto fijó la vista en la lejanía del Golfo. Quería encontrarse allá, bogando sobre la corriente marina que va hacia Noruega. Por su cara y su silencio ella había descubierto su estado de ánimo. Pero no le importaba. Si alguien la hubiera observado en ese momento habría notado la expresión radiante de su bello rostro. Todavía más: si alguien, con poderes especiales, hubiese leído su pensamiento, habría encontrado  de nuevo esta frase: “ ¡Por fin  te encuentro otra vez!”

- Cante Haré Krisna - susurró la voz a sus espaldas -.Cante Haré Krisna y se sentirá bien.

Notas musicales de guitarra salían de la radio del automóvil descompuesto: “El elogio de la danza”. Leo Brower, se dijo Cork. Por un momento se apartó del mundo. ¡Que maestría e inspiración! Había un modo de ser femenino en las notas. Le pareció que esa guitarra debía ser tocada por una mujer hermosa. ¿Se puede conocer físicamente a alguien por la manera de interpretar la música? Era una pieza corta. Al final el locutor dijo: “La intérprete es Marta Eugenia Salado Mondeja”. Pensó que no conocía a “Marta” pero podría jurar que, efectivamente, se trataba de una mujer hermosa.

Por esa época los krisnas recorrían en todas direcciones las calles de México. En un intento por detener su proliferación alguien los involucró con el consumo de drogas. Enseguida fueron hostigados. Cuando muchos pensaban que les tocaba el turno de iniciar su martirologio, todo se fue quedando en silencio. Se retrajeron casi por completo en sus centros y el asunto no pasó a mayores. De vez en cuando se les veía en la plaza de Coyoacán, cantando y bailando frente al templo de San Juan Bautista, cuando los católicos salían de misa. Conocía la mentalidad de los grupos esotéricos.  Ha hecho felices a muchos pero...lo que más recordaba es que algunos tenían una marcada neurosis. Todo indicaba que aquella mujer que tenía cerca era una de esas. Así le pareció en ese momento. Pensó: “De tantas místicas que hay entre los krisnas, se  me apareció... ¿De dónde saldría esta “Peggy Sue?”

Se internó un poco en las aguas del Golfo para evitar que la krisna lo siguiera. Fue cuando empezó a caminar  en dirección norte, hacia la Ciudad del Carmen, con una botella que contenía dos tragos de Gualferina.

Refrendó su intención de que cinco kilómetros más adelante volvería a la carretera. Esperaría un vehículo que lo llevara a la población. Volvió a acordarse de las grasas tapando de manera silenciosa, pero inexorable, las paredes interiores de las venas del investigador científico. Eso lo decidió a cambiar sus planes. Iría caminando hasta la ciudad. Llegaría en la noche o al día siguiente. ¿Qué importaba? Además llevaba su mochila y en ella cargaba una botella de cerveza, un pan negro y un queso salado. En el desierto caminaba durante días y noches cuando era niño aun...El no soñaba con un busto suyo de bronce a la entrada del instituto donde trabajaba. El quería terminar de escribir su libro. Para esto debía mantener a raya a las grasas y al sobrepeso...

Tuvo conciencia que en el planeta había individuos, y pueblos, que no podían hablar en pasado. Seguían viviendo en aquellas épocas que, para los habitantes de Jonuta, ya eran prehistóricas. ¿Hasta dónde se podría hacer la reconstrucción de la Humanidad con individuos vivos? ¿De dónde habría que partir  del presente hacia atrás? ¿De los babilonios? ¿De los griegos? ¿De los mayas?  Pronto los historiadores tendrían que pasar la estafeta a los antropólogos y estos a los paleontólogos. Sería como el buzo asomándose hacia el fondo del mar de, donde se dice, empezó todo: Pleistoceno, Plioceno, Mioceno, Oligoceno y Eoceno. Después de esto quedaba la gran oscuridad del fondo...

 

 

 

Llevaba caminando muchos kilómetros. En ese momento sus piernas se doblaron y cayó. Todavía hizo un esfuerzo por incorporarse. Las fuerzas lo habían abandonado. Nadie puede ser campeón de bebedores de cerveza sin pagar el precio. De otra manera podría haber caminado toda la noche. La necesidad de dormir lo aplastó sin permitirle moverse más. Sus pies eran alcanzados por las aguas cada vez que las olas volvían al continente. El último esfuerzo que hizo fue tratar de descifrar si en aquel momento el océano se encontraba en marea alta. De no ser así,  en las próximas horas sería arrastrado hacia la sima negra.

 ¿Ahora qué importaba que el origen del planeta fuera debido al choque entre dos estrellas o bien a la condensación de polvos y gases cósmicos o que los meteoritos vinieran a chocar unos contra otros, en esta parcela del universo, y se hiciera como un gran dulce muégano? ¿O que por una broma de los dioses teotihuacanos las rocas ígneas recientes estuvieran hasta abajo, por debajo, de las viejísimas sedimentarias?  Las montañas. Algún día volvería a las cumbres del Altiplano. Pensó en ello como un preso añora sus días de libertad. “Cuando vuelva, correré, trotaré, en los dos mil doscientos una parte del verano entre los liquidámbares y los nogales de los Viveros de Coyoacán. En las mañanas, cuando todavía es de noche, correré. O caminaré. Otra parte de la temporada me la pasaré corriendo en Ciudad Universitaria. Al final en los tres mil doscientos de la base de la montaña Ajusco. Cada año, al principio del invierno, he vuelto a correr esa vuelta en la cinta asfáltica. ¿Por qué no he de hacerlo otra vez? El problema con los estoicos es que sólo son estoicos y el problema con los sibaritas es que nada más son sibaritas. ¡Emerson, di algo! Ese pensamiento de secta acaba por hacerlos neuróticos.

 Volvió a acordarse de sus compañeros del equipo de investigación.¡Grandes chicos! , después de todo ¿qué haría la humanidad sin esas hormiguitas? Dale que dale y un día son los que descubren los remedios para aliviar los grandes sufrimientos de la gente. Yo tendría que descubrir cómo se detecta un sismo con un mes de anticipación para que la gente tenga tiempo de salir corriendo de sus edificios o de sus pueblos...Construir un submarinito, que ni siquiera los franceses se han imaginado, e ir a observar las placas allá abajo… ¿La investigación de punta tendrían que desarrollarla los países ricos? ¿Nosotros hacer la obra negra...? ¡Los “Viernes” de los Robinson Crusoe!...Los trabajos de las hormigas abundan en citas bibliográficas. Bueno, al diablo. Como sea, la actual interpretación de la orografía me parece una pendejada. Pero tengo que probarlo. Escepticismo. Así es como empieza todo en la ciencia...De todas maneras creo que jamás tendré el Premio  Nóbel entre mis manos. Los “Nóbel” son  amigos de otros “Nóbel”. Hacen una familia. Yo lo que hago es ganar concursos de bebedores de cerveza...

Creyó  escuchar de labios de la bruja del automóvil descompuesto estas extrañas palabras: “¿Recuerda, la última vez que nos vimos fue en el teatro Politeama...? Ocupábamos un palco... Mi nombre es Clemencia, ¿lo ha olvidado? Este teatro se encontraba ubicado en Arcos de Belem. En el centro de la ciudad de México. En realidad era un jacalón donde se presentaban los mejores espectáculos. El que triunfaba aquí se le abrían las puertas en cualquier parte del país y  de los países del centro de América. Algunos llegaban hasta el sur.  Estaba enfrente del templo del Salto del Agua. Fue en los años treinta. “¡Que mujer tan loca!” – se dijo- “En los años treinta ni los abuelos de ella ni los míos habían nacido”.

- ¿El Politeama?”

 - Usted vivía en el callejón de la Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort. Iba todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos.

 “Oh, volveré a correr de Río Frío  a la roca de Xochiquetzal...Una semana más en este Paraíso frente al Golfo  y habré muerto”. Sabía que el candado, puesto por los dioses chichimecas, para que  siempre triunfara en los concursos y que no muriera de tomar vino era, después de una ocasión, no podría volver  a tomar durante algún tiempo. Sin embargo la vida muelle a nivel del mar tenía la particularidad de debilitar su espíritu en la proporción directa de la belleza del lugar...

 El aislamiento de su grupo, en el interior del desierto norteño del país, no había tenido contacto con la raza negra durante la Colonia.  A eso  correspondía que él careciera de la resistencia natural para el hábitat costeño. Podía vivir entre las tormentas de nieve y arena, pero sucumbiría en la isla.

 Semi enterrado, ya en la arena húmeda, recordó  un relato oral escuchado muchas veces de boca de su tío, cuando era niño...todavía en la noche profunda Yolo ascendió hasta lo alto de la pequeña sierra cori. Se sentó en la roca donde se habían sentado su madre y la madre de su madre y la madre de su madre de su madre. Desde aquella montaña descarnada la jovencita de cara redonda y hermosa, contempló, por largo rato y con atención, la más inmensa de la serpientes luminosa sobre su cabeza. Era en verdad la más grande de las serpientes. Pero el Dios de la Noche cubría a la serpiente pues era más grande que ella. No tenía límites. Dentro de El había muchos millones de días y de noches.   Se puso de pie y, subiéndose la blusa, dejó a descubierto la parte media de su cuerpo. Algún tiempo atrás era una cintura esbelta que con facilidad cabía en el círculo que hacía el paliacate rojo con el que se sujetaba el cabello... pero ahora aquel cuerpo estaba abultado. La noche le acariciaba la cintura. Giró lentamente. Dio toda una vuelta. Pasaba suavemente la mano  por la estirada y agrietada piel, en tanto miraba hacia la oscuridad. Era el Dios de las Llanuras del Norte. Sintió algunos golpecitos detrás de su ombligo. No había  qué temer, como  hacen las mujeres de la ciudad. El Dios de la Noche era un amigo. Como un padre. Un guía. Es la Noche. Cuando el niño o la niña hubieran crecido marcharía también a la ciudad, para estudiar, como lo demás. Pero ya fuera allá o en cualquier parte donde se hallara, al llegar la noche de cada día, debería sentirse feliz. En paz. La gente de “allá” se embrolla queriendo saber qué es   la felicidad. El nada mas procuraría dar tranquilidad a su corazón.  Si su padre de la Tierra, que ahora se encontraba caminando hacia el río Snake, más allá del Lago Salado, volvía o no volvía, de todas maneras el Dios de la Noche estaría con él. O con ella...

En seguida se bajó la blusa y volvió a sentarse sobre la roca desnuda y helada. Quedó tan quieta que por mucho tiempo pasó a ser un detalle más entre el roquerío. El rito de presentación estaba cumplido. Ahora sólo había que esperar. Todavía ahí podía suceder que la criatura  no naciera ni ella siguiera con vida. Una víbora de mordida mortal podría llegar sigilosa entre las rocas... Eso podría estar bajo su  control... Pero tenía que dejar que el universo jugara sus cartas...

Observó con atención cómo la noche se iba marchando hacia el otro lado de la sierra, precedida por una luz que en el principio solamente fue una claridad pero que, de pronto, adquirió un hermoso color naranja. Como un incendio en una parte pequeña del horizonte. Un águila emprendió el vuelo. Era la señal. Entonces sus ojos dejaron de parpadear. Clavó su vista en la inmensa llanura que tenía frente a ella. El disco  teñido del color de la sangre empezó asomarse entre las dunas de arena. Yolo se puso otra vez de pie. Dijo en voz alta, dirigiéndose a su vientre: ”Ahora , aun antes de nacer, es necesario que emprendas el vuelo, como el Águila cuando se oculta el Sol. Debes de cooperar. No temas, yo te enseñaré a volar”.

Se amarró con fuerza su rebozo en lo  alto del vientre y, cuando la fuente protectora de la vida le mojó las piernas, tomó la cuerda anudada al brazo del árbol. Ejecutó un péndulo en el vacío y regresó a la tierra. Apretó más  el amarre. Después  otro péndulo. Al cuarto viaje una criatura voló por los aires. Antes que se agotara por completo la extensión del cordón  Kiva soltó la cuerda y madre y criatura volaron juntos...Cayeron en las aguas cristalinas del cercano río... Así nació el niño.

Ese día tenía el signo de Ome Tochtli.

Años más tarde los ancianos del grupo recomendaron a los padres que le pusieran un nombre cualquiera, que nada tuviera que ver ni con las estrellas ni con los ciclos del Calendario ni con los equinoccios. Eso le permitiría andar entre la gente de la ciudad. Buscaron en la primera revista que encontraron a mano en la peluquería rural. Entonces le llamaron Malcom Oliva. Según esa publicación, Malcom Oliva era un individuo de un país lejano que, de paso por México, había muerto. Acababa de morir. Nadie supo quién había sido. Solamente tomaron su nombre.

 

 

 

 

       

 

          9

 

Clemencia le diría tiempo después que sus padres nunca supieron, porque no sabían leer español, pero el individuo de la revista que en vida se llamó Malcom Oliva era alguien que estudiaba la Tierra....Algún día le contaré más detalles de la reencarnación...Por lo pronto le adelantaré que si un niño nace y coincide con alguien que muere...” “¡No, no, basta!” Pero ya Clemencia decía que para eso se necesita que el que muere sea alguien que se haya despojado de la idea de la posesión. Seguramente el Malcom Oliva que murió era uno de estos seres  evolucionados... hay religiones que nacen con el germen de la agresividad. Mi religión-dijo la muchacha Krisna- quiere alejarse de todo ese tráfago. Se toma agua porque se tiene sed. No hay que tener sed y no se necesitará el agua. Es un ejemplo simplificado. En nuestros tiempos tiene un significado particular frente al frenesí del consumismo entre los países   del área occidental. La idea del no desear, como la del ecologismo, que parte de San Francisco y  se ha puesto  en boga de unas décadas para acá, resulta exótica en esta parte del mundo. La producción industrial necesita venderse. El consumismo, deshecho y miles de toneladas de basura al  día, son una misma cosa. Conseguir esas cosas, es lo que mete al individuo en una carrera que acaba desquiciándolo en mayor o menor medida. Si se tiene esa mentalidad, y el no poseer  cosas, enviará al individuo a la cárcel, al manicomio o al suicidio. En el menos peor de los casos entrará la neurosis. Seis automóviles pero la familia fulana tiene diez. Carro último modelo pero apenas a estas alturas del año el vecino ya consiguió el modelo del año  que viene. O solamente veinte trajes y cincuenta camisas. Presidente de la república pero mejor  líder de la región...La gente no se contenta con una choza de madera en la ladera de una montaña o a la vuelta de un meandro del ignoto río...El brahmanismo, religión de la India, de donde se desprende el budismo, era la serie de las vidas sucesivas y sus muertes. Se reencarnaba porque el espíritu al “meterse” o reencarnar en un nuevo cuerpo, estaba de todas maneras expuesto  a aumentarle “cargas negativas” a su ya de por si pesado costal. Y todo seguía alargándose. Se necesitaban más y más vidas para vaciar ese costal. No era raro que al finalizar otra vez, el individuo hubiera aumentado su fardo en lugar de haberle restado...Un día, el príncipe Siddhartha Gautama, allá por los años 563 al 483 antes de Cristo, se puso a meditar a la sombra de un árbol…  Se trata de un trabajo  solitario que llegará a la locura de la individualización, dijo ya agarrando un ritmo  entusiasta sobe el  tema.  En el momento que alguien se interesara por la suerte de otro individuo, o de una comunidad, se volvería a enganchar en la cadena de los deseos...¿Recuerda la vida de Siddhartha?  Es ilustrativa en ese sentido. Hasta su hijo llega a ser un obstáculo para la liberación de las cosas del mundo. Sin embargo sería un error considerar este individualismo liberador con el individualismo egoísta y muchas veces depredador de que se han llenado los sistemas filosóficos y algunas religiones del mundo occidental. No. El budismo no quiere algo. Busca la nada. Porque sólo la nada carece de todo. Apagar la sed del anhelo...

¡Maldita bruja! Cómo se llamará aquella mujer a la que se le había descompuesto el automóvil en la playa “Brigitte Bardot”. ¿Por qué se me habrá ocurrido el nombre de Clemencia?

Los nacidos en Ome Tochtli están destinados, por los dioses teotihuacanos, que habitan  entre las estrellas y entre las pirámides,  cerca de San Juan, a ser  grandes bebedores. “Son los que llegan primero a las fiestas y los últimos en abandonar el lugar”, decía el Tonalamatl. Ninguno de ellos llegaba a la ancianidad. Morían jóvenes por los efectos del vino o, en los tiempos antiguos, apedreados por disposición de las leyes. Al imperio de nada le servía esa clase de individuos. Borrachos improductivos. Todo lo contrario, ponían el mal ejemplo, no producían para la comunidad y el grupo tenía que darles de comer y tratar de curarlos en tanto llegaba el tiempo de su muerte. Era mejor apurar su fin... Los teotihuacanos no tenían cárceles de largo tiempo.

Kiva se apresuró a llevar al niño con los viejos del grupo en el desierto. A petición de Kiva, los ancianos modificaron el destino. Excepto uno de ellos. De propósito no murmuró la palabra ritual. El resultado fue que seguiría con su destino de  bebedor excepcional. De esta manera no moriría por efecto del vino. Pero también tendría  resistencia sobrehumana para ganar en cuanto concurso de cerveza participara. Es decir, que frente al vino sería  mitad humano y mitad depositario de un don divino muy específico. Los Bukowski y los Fadanelli  serían unos pobres pendejos tomando cerveza junto a aquel Ome Tochtli. El candado era que no podría emborracharse dos veces en un tiempo corto...

Un automóvil pasó a toda velocidad por el bulevar, cerca de la estatua a Benito Juárez, le pareció que a un metro arriba de su cabeza, en dirección al centro de la población. Pronto la oscuridad volvió a tragárselo. Con el agua hasta la cintura, no supo más. Pero no tenía miedo. La noche lo envolvía. También el agua lo envolvía... En el agua había nacido... El bronce ennegrecido de Benito Juárez parecía sonreír. Tampoco la Gualferina podría hacerle daño alguno. El sólo tenía un  sueño pesado...

 

 

                                                   

 

 

 

 

       10

 

 

Me dediqué a buscar a Cork por toda la isla. Fui a Manigua, a los astilleros y a los bares. Al no encontrarlo en esos sitios supe que estaba metido en  Punta Real. Tenía la solución de haber tomado un vehículo y trasladarme hasta la casa de don Santos. Pero me detuve al pensar que también pudo haberse dirigido al caserío de Polvoxal, en la laguna de Paulau, que era un sitio donde él se sentía a gusto cada vez que veníamos de vacaciones a esta parte de Campeche. Me instalé, pues, en un hotel del centro de la población, cerca del mercado, y esperé a que apareciera. Seguramente  participaba en alguna competencia. En tal caso necesitaba tiempo. El llegaría.

No volví a acordarme de El Pinar. Por las mañanas iba a correr a la playa de la Laguna, cerca de Manigua. Cuando empezaba la tarde, después del baño, me metía en un bar. Tomaba un par de cervezas y al atardecer caminaba dos o tres kilómetros en la playa, frente al Golfo. Al llegar la noche leía un rato en la biblioteca pública, cerca del templo. Regresaba al hotel. Cenaba en su restaurante y al final de la jornada veía un poco de televisión. De un modo indefectible me acordaba de Cork cuando se preguntaba “¿De qué le sirve esto a la gente? ¡La cultura de la publicidad no tiene análisis, síntesis ni símbolos. Carece de imperativos humanístico y de referencias filosóficas. En un país donde no se leen libros, los medios tienen una enorme oportunidad para educar, sin conducir, aparte de informar!”

Tres días más tarde, de pronto, me acordé de las palabras que Suleima me había dicho frente al hotel en el que se hospedaba el viejo marinero de la guerra de España: “Es más fácil conservar un imperio, que conservar un matrimonio”.Hasta ese momento aquello no me había dicho nada. Era soltero y carecía  de significado para mí. Creo que ni siquiera me había vuelto a acordar de la portentosa Suleima o Carmen o como se llamara la mujer de El Pinar.

Cuando tuve claridad de la intención que las palabras contenían, casi me paré de pronto en la banqueta por donde caminaba. La mujer creía que yo era casado y que había ido a El Pinar a divertirme. Como lo hacen algunos hombres que buscan entretenimientos furtivos fuera del matrimonio. Pero, ¿por qué estaba tan furiosa cuando me lo dijo? Aun recordaba su rostro descompuesto por la ira y la intención refinada de sus hirientes palabras. Una profesional no le daría importancia a esas cosas. Los solitarios del mundo es la materia donde fincan sus fortunas las geishas profesionales. ¿Entonces, para qué tanto alboroto?¿Cómo había ella elaborado tan rápido esa situación? Yo no pensaba, para entonces, ni siquiera en los cuernos de la Luna. Ella, sin embargo, ¿ ya imaginaba posibilidades..? Luego me llegó una reflexión que impactaría mi vida: ¿Aquella mujer  se había interesado por mí? ¿Al rechazar su oferta de ir a tomar nieve pensó que me apresuraba a volver al lecho conyugal?

 Divertido y jugando, como empiezan las cosas del amor, decidí buscarla. Después de todo, en cinco o seis días más mi amigo y yo dejaríamos la isla. Regresaríamos a México. Agarraríamos las mochilas y el piolet y nos largaríamos a las montañas nevadas por otra semana. Después yo volvería al centro de América y él a la ciudad del gran valle.

 Le encantaba la ciudad de México. “No  creas a los que echan pestes contra esta ciudad”, decía. “Si en realidad fuera un infierno no estaría viviendo en ella la mayor concentración urbana que se puede encontrar en el planeta cuando hablamos de las grandes ciudades. Bueno, después de Nueva York, Tokio y Sao Paulo. Y aun cuando la  ciudad de encima  fuera la cosa más horrible del mundo, siempre subyace ahí nuestro valle metafísico. Aparte de eso, si vienes del infierno helado de los veinte grados bajo cero o del infierno hirviente de los cuarenta grados sobre cero, al salir del aeropuerto de la ciudad de México te das cuenta  que, ya nada más por su clima, no tienes la menor duda que llegaste al paraíso. En el invierno basta un suéter y en el estío una camiseta. Y siempre un sol de maravilla, como en ninguna otra ciudad del planeta. Es un sol diseñado para México…

Aquel episodio de la isla sería olvidado al fin. Años después puedo agregar unas palabras a este pensamiento: “Así de inocentes somos los hombres en el juego de la vida con las mujeres”.

 Después del baño y de afeitarme, al regreso de mi carrera en la playa, estaba listo. Miré al espejo. Me di unas palmadas en ambas mejillas y, como Narciso frente a su  fiel estanque, me dije: “¿Qué más, Guillermo? Regresé al espejo. Miré otra vez, pero ahora con más detenimiento. ¿Me había hablado a mi mismo en segunda persona? ¿Entonces en mí existía una primera persona? ¡Sólo Sócrates sabía!

Al bajar las escaleras me felicité de haber escogido, en la Universidad, el área de las ciencias exactas. De decidirme por el “área de enfrente”, de seguro que a estas horas me encontraría metido en una maraña de reflexiones como las que se me acababan de ocurrir frente al espejo. Aunque, a decir verdad, ese fenómeno no es tan extraño a los  alpinistas. Cuando se va solo a las montañas se acaba por hablar consigo mismo.

Cuando cruzaba el vestíbulo me pregunté ¿cuál de esos dos personajes frente al espejo tiene personalidad jurídica? ¡El que habla desde dentro es el autor intelectual. ¡Pero el que ejecuta es el que va a ser calificado por la sociedad!  Aun así, el segundo es el que tiene la sensualidad y obliga al primero a actuar en consecuencia ¡Vaya lío!

Dejé instrucciones en la administración para que, en el caso que se presentara un muchacho con el nombre de Malcom Oliva, le entregaran las llaves de mi habitación. Habíamos acordado por Internet, dos semanas atrás, que el que llegara primero a la isla (yo venía del centro de América y el de la ciudad de México) se alojaría en el mejor hotel cerca de la plaza principal de la población. Cuando llegara el otro le sería fácil encontrarlo. Desde luego yo sabía que Cork, saliendo del aeropuerto de la isla, viajaba directo y sin escalas hasta Punta Real. Podía regresar a la Ciudad del Carmen ese mismo día o a la semana siguiente. De esa suerte ni siquiera me molesté en buscarlo. Me instalé en el hotel y ahora yo, que había llegado después, era el que tenía que esperar a que apareciera.

En la banqueta llena de sol caminé hacia la esquina. Se dejaban sentir  todavía treinta  grados de calor en la isla. La casa de Suleima estaría a unas cinco calles. Era cosa de doblar hacia el este. Llegaría en menos de quince minutos. Pero en tanto llegaba a la esquina, me hice esta reflexión: ¿Será posible que una geisha mexicana haya leído a Poquelin? ¡Bah, debe ser  pose intelectual! ¿Pero pudo decir de memoria algo que está  perdido materialmente en la basta producción de este autor? Ahora bien: ¿Cuanto conozco  en realidad de Poquelin?...¿Qué importa que yo conozca de Poquelin, lo que interesa es ella? ¡Si, tienes razón Guillermo!... ¿Otra vez la primera persona hablándole a la segunda? ¡Pero si lo que interesa es ella, por eso mismo debo conocer de Poquelin! ¡Qué lío! No sabía qué hacer. Ir directamente al grano, o...

Parado en la esquina, me acordé de Kierkegaard. Había que ser seductor de categoría, me dije. Ahora sí en primera persona. Para eso, era necesario aceptar que no sabía mucho de Poquelin. Entonces, en lugar de ir hacia la derecha, encaminé mis pasos para el otro lado de la plaza principal.

Al entrar en la biblioteca, un atento empleado me salió al paso antes que pudiera yo llegar al mueble de las fichas bibliográficas.

- ¿Desea consultar algo en especial?-  me preguntó en tanto miraba el pequeño escudo de la Facultad de Ingeniería que llevaba en la solapa de mi chamarra. Hizo un ademán para indicarme el lugar en el que se encontraban las publicaciones relativas al petróleo.

- Sí- dije-. Necesito consultar algo, pero no del petróleo.

Desconcertado, abrió mucho los ojos. Preguntó:

- Usted dirá.

- De Moliere...

Abrió más los ojos. Se apresuró a extraer de un estante un grueso volumen lujosamente empastado en piel color café con letras de oro.

- Es el primer tomo de sus obras completas...

- ¿El primer tomo de sus obras completas?- repetí-. ¿Ese desgraciado no tenía qué hacer? ¡Por lo visto, se la pasaba escribiendo!

- Escribía-  dijo desconcertado el bibliotecario que volvía a ver hacia el pequeño escudo de mi solapa-. Después actuaba lo que escribía. Al igual que Shakespeare.

Comprendí mi absurda actitud.

-Perdón- dije a mi vez. Para redondear mis disculpas me encontré dándole una breve explicación: -.La biblioteca que conozco es la de mi Facultad en la Universidad. Esta es la segunda biblioteca que visito en mi vida.  Espero que este volumen tenga la biografía de Poquelin.

- Seguro- me dijo comprensivo aquel hombre-. Me indicó una mesa situada en un lugar bien iluminado-. Al retirarse me dio un golpecito de afecto en el hombro, al tiempo que decía:

-Espero que disfrute a ese desgraciado...

                                                                

 

A la mañana siguiente tocaba a la puerta de su casa.  Al hacerme la invitación que fuéramos a tomar  nieve, aquella mañana que salimos de El Pinar, me había dicho: “Vivo cerca, apenas a cuatro calles. Tuvo el cuidado de entrar en detalles del domicilio: una puerta de madera pintada de azul pálido. La fachada de la casa, en el bulevar, era de color blanco. Barandal de reja color rosa, apenas un metro de alto. Eso impedía el paso a los animales de la calle: “En realidad la puerta exterior permanece abierta, como se acostumbra en los lugares de clima caluroso de México”, había dicho.

 Un poco antes de llegar a su casa me había detenido por un momento. Algo se me vino a la mente. Schopenhauer y Maugham. Las mujeres no dan nada si antes no reciben algo...” “Cuesta mucho trabajo quitárselas de encima una vez que han sido conquistadas...” Ese recuerdo fue el que me electrizó en aquel momento. ¿Qué puedo dar a esta mujer? ¿Por qué querría quitármela de encima? Mí empedernida soltería se preguntaba: ¿como puede manejarse esto? Otra vez Kierkegaard. Su recuerdo me venía como una sentencia: “un varón no es cruel como lo puede ser una mujer. Para constatar lo anterior hay que revisar las mitologías. Su naturaleza tiene una crueldad que no conoce límites...Medea y las tremendas mujeres de la tragedia griega, de los tiempos antiguos, casi me pusieron los pelos de punta. ¡Mi madre dejándome detrás de aquellas espantosas rejas de hierro el primer día de guardería cuando apenas acababa de nacer! En México hay un danzón muy famoso que se llama  “Olga”. Su letra decía de una mujer que había asesinado al marido y lo había preparado en tamales que vendía en el mercado. Correspondía a un hecho real sacado de la nota roja de uno de los diarios de circulación nacional.  ¿Esas potencialidades podrán  brotar de las  criaturas como Carmen?  ¿Cuáles son las mujeres buenas y cuáles las malas? ¿Cómo se les conoce? ¿ ?Nacen o se hacen o las hacemos?

Toqué el timbre. Desde la calle se podía ver parte del interior de la construcción. Era un amplio patio cuadrado lleno de jardineras y macetas. Había abundantes flores amarillas, blancas, azules y rojas. Como  las pinturas de Philips Bragan, pensé, que tanto me gustan. Una verdadera fiesta de colores. Aquel clima, la humedad y el sol intenso,  se reflejaba en el pequeño jardín. Tal cosa sucedía  por lo menos trescientos sesenta días al año en la isla. Los otros cinco días es cuando llega el tsunami. Esta fiesta de colores, que se reproducía en cada casa de la población, influía mucho sobre el carácter de la gente de la isla. Ya he dicho que era alegre.

Al ver el jardín, cualquiera podía conceder  que se trataba de un cuadro natural y de exuberante hermosura. ¿Qué de raro tiene, entonces, que esta tierra “produzca” mujeres como Suleima?

- Sólo el Tlalocan - diría Suleima más tarde, ese mismo día.  Con esta concisa expresión sabía que me ataba a su existencia.” ¡En la guerra y en el amor  todo se vale!” Mucho antes que sucedieran cosas con nuestra amistad, ella sabía que había ganado de antemano la partida. En El Pinar escuchó algunas expresiones mías de la cultura mesoamericana y se había hecho una idea de cómo pudiera ser mi manera de pensar. Todavía teníamos que escribir  una historia de nuestra relación, pero el elemento inmensurable ya estaba puesto por delante. Entendía el juego que cuando los hombres estamos satisfechos de verles las piernas y agarrarles las nalgas, empezamos a buscar en las mujeres algo que pueda trascender esa relación. Esto nada más puede encontrarse en la filosofía o en la religión. Roma cayó frente a las mujeres que seguían a Cristo, no precisamente frente a las hordas de los bárbaros.  Nerón no pudo entender esto en medio de sus pleitos con los senadores ni estos porque estaban ocupados  promoviendo asesinatos.  Constantino sí lo comprendió, cabalmente, trescientos años más tarde.

  Fue ella quien salió. De manera que, así de pronto, sin preámbulos, quedamos frente uno del otro. Eran las primeras horas de la mañana. Suleima iba como una mujer completamente hogareña. El pelo aplastado, recogido por detrás sin pretensiones de peinado alguno. Más tarde le confesaría que esa manera de acomodarse el pelo dejaba ver la hermosura de su rostro. Desde luego me pareció que era un estilo de mujer franca y de ademanes valientes. Aun andaba en zapatillas bajas de casa para evitar la incomodidad del calor. El amplio vestido color amarillo, que le caía hasta los tobillos, no podía ocultar…No puedo explicármelo pero, desde ese momento, jamás volví a dirigirme a ella como  “Suleima”.

La sorpresa fue grande al mirarnos. Como cuando se ha pensado de manera persistente en alguien, pero del que se ha perdido la esperanza de volver a encontrar. Y ahora, estábamos ahí, parados. Yo con la mano estirada, para saludarla, y proyectando una leve (y estoy seguro que tonta) sonrisa. Desde luego me di cuenta que le inspiraba confianza y que el enojo de la otra mañana había sido olvidado. Corrió hacia mí.  Hizo caso omiso de la formalidad de sujetar mi mano para saludarme.  Me envolvió suavemente con sus brazos y, al apoyar su rostro en mi hombro, dijo con voz queda:

- Gracias por haber venido-. Lo dijo con tanta ternura que confirmé mi intención de jamás volver a llamarla “Suleima”.

Estaba  seguro que al momento de decir esto,  tenía los ojos entrecerrados. Después, retirándose un poco, me miró fijamente a la cara. En silencio. En un silencio muy especial. Ese silencio que, como dice Eugenia León en una de sus canciones, fue capaz de conquistar a los orangutanes. Lo que hubiera preguntado o pronunciado no habría sido más directo que aquella mirada sostenida. Era una tremenda pregunta dicha en silencio. Pero como yo también permaneciera sin pronunciar palabra, luego de un rato inquirió, en tanto veía hacia mi mano izquierda:

- ¿Y su reloj?

No entendí la intención de la pregunta.

- ¿Mi reloj? Bueno, aquí está.

Por lo visto no contaba yo con la suficiente malicia. Tuvo que ir más directamente:

- ¿Qué le dice?

- Me dice qué hora es. Las once y cuarto de la mañana. La brújula apunta hacia el norte, en esa dirección. También informa que no hay peligro de tormenta en las próximas horas y que estamos a cinco metros sobre el nivel del mar.

- ¿No le dice lo que usted se propone hacer en las siguientes dos horas?

- Sí. Me lo dice con toda exactitud.

- ¿Puedo saber qué es?

- Por supuesto. Si usted acepta…

- ¿Sí?

- Se encontraría estrechamente involucrada con lo que pienso hacer.

No pudo reprimir aquel impulso. Estaba abrazándome  de nuevo. Dijo:

- Guillermo… Gracias por haber venido...

Iba a invitarme   a pasar al jardín cuando se separó,  con una seria mueca en el rostro. Me confesaría más tarde que, de pronto,  se le  ocurrió que mi visita no correspondería a un deseo de verla. ¿Tal vez preguntar por el marinero de la guerra de España? Otra vez me miró. Parecía cansada. Todo un castillo, que había crecido súbitamente en su alma, podría desaparecer en un segundo, dependiendo de lo que yo dijera.

- Vengo a invitarla a  que vayamos a ver una exposición de pintura. Está en la Casa de la Cultura. Por lo que he podido averiguar, se encuentra en el centro de la población. Usted debe saber...

Pareció quedar aturdida. Me tomó de la mano. Me condujo por el corredor tibio de piso rojo y deslumbrante de limpio. Llegamos hasta una especie de recibidor, colocado en el mismo pasillo, frente al jardín.

- ¿Viene a invitarme a que vayamos a ver una exposición de pintura?- me preguntó mirando un poco de manera oblicua.

- Precisamente…Desde luego, si tiene algún compromiso, lo entenderé. Yo tuve la culpa por presentarme así, de improviso. Quizá haya otra oportunidad. La ocasión pasada me pareció, no podría decirle por qué, que le gusta la pintura.

Otro impulso, de esos que no se programan, le hizo poner ambas manos en mis hombros para impedir que me levantara del sillón de mimbre en el que ya estaba sentado. Había iniciado el movimiento de ponerme de pie con la idea de marcharme. Después de todo, el encanto de haberla vista y hablado pronto pasaría. Hasta ahí casi no había historia entre los dos. Algunos minutos más tarde caminaría por el bulevar. Tres calles más allá yo estaría  pensando ya en otra cosa. Carmen había dicho que el mundo está lleno de mujeres y hombres solteros que andan buscando pareja. No era necesario, entonces,  amargarse la existencia si algo no salía como habíamos pensado. O si algo ya hecho, se venía abajo.

- ¡No, por favor! - escuché que casi gritaba al tiempo que parecía dar a entender que, en el amor, solamente los pendejos no saben  comprender el momento en que no se puede ser soberbio -. ¡Por supuesto que quiero ir. Acepto. Me encanta la pintura. Solamente que…Me ha tomado por sorpresa…No esperaba que…Permítame ordenar que le traigan una bebida. Descanse en tanto me arreglo… Mi madre y mi hermana acaban de salir, fueron de compras…En seguida ordenaré que le sirvan algo de tomar…Qué prefiere, ¿whisky, brandy, ron, vodka, cerveza?

- Agua.

- ¿Agua? ¿Con qué?

- Agua simple.

Miró hacia mi reloj. Fue cuando  comprendí la intención.

- Por ahora mi interés es puramente cultural…- dije -. Por cierto, no entiendo eso de que se va a arreglar. Se encuentra…

- ¿Si?-No contesté y fijé mi vista en un punto incierto del jardín. - Si prefiere, puede observar de cerca aquella planta cercana a la fuente. Le aseguro que es interesante. Más de lo que parece. En dos segundos estoy de regreso.

 

 

 

 

 

 

         11

 

Estaba demasiado lejos y no pude encontrar algo que mereciera fijarse en la planta que me había señalado. Caminé por el corredor en tanto ella regresaba. A paso lento fui por la orilla del jardín. Estaba seguro que, fuera como fuera Carmen, en eso de salir pronto de seguro  no sería distinta a las demás mujeres... En un nicho estaba la figura de barro de Huehueteotl (copia fiel de la interpretación huasteco - totonaco del dios tutelar de Cuicuilco). Lo iluminaba lateralmente una luz roja tenue. La pared amplia del fondo, cubierta totalmente de libros, hacia la biblioteca más grande que jamás rey alguno de la Europa medieval pudo imaginar antes y mucho tiempo después de Juan Gensfleisch. Era una especie de cuarto de estudio. Sobre una mesa firme de madera había una computadora con la pantalla levantada. En un lado varias hojas esparcidas sobre las que se había impreso un texto recientemente, y dejadas ahí como para que se secara la tinta. En el fondo, en un hueco del librero, una máquina de escribir portátil Remington. Daba la impresión que era una herramienta venerable sobre la que en otros tiempos se había escrito mucho y ahora permanecía guardada como una valiosa pieza de museo.  El nicho empotrado en el librero despedía una delgada columna de humo de copal quemado que perfumaba la estancia. A la izquierda la puerta blanca  sostenía un enorme cartel de Jim Morrison con sus lentes oscuros ovalados, como los que usaban los agentes judiciales de ese tiempo en México y los del tránsito motorizado. Sus dientes amarillos de sarro, pelo largo y camisa de mezclilla, parecía mirar el dibujo de Quetzalcoatl con cuatro aves en sus esquinas mostrando los equinoccios. O quizá Morrison mirara el gran cuadro de Monte Cervino. Es decir Matterhorn, pues su gran arista nevada noreste se veía desde el “Espejo”. Extraño que en un lugar tropical se tenga la imagen de esta montaña nevada. Antes una fotografía tamaño carta de Xipe Totec mostrando su perfecto traje de piel humana, puesta su superficie irregular de grasa hacia el exterior. La figura de una virgen del mundo cristiano ortodoxo, semioculta por una rama bendita, había sido dejada ahí por la madre de Carmen, que era devota de la Virgen del Perpetuo Socorro. Más allá Discos de Cri Cri que conservaba de su niñez y otro de Los Toreros Muertos, grabado al cumplir el grupo español los treinta años de éxitos. En la esquina noreste un bastidor con tela, casi del tamaño de la pared, pintarrajeada de vivos colores mediante el simple recurso de dar brochazos en todas direcciones. Le había puesto en una esquina superior, de manera informal, “El regreso de Zaratustra". Se trataba en realidad de una especie de catarsis. Había ocasiones que se sentía bien agarrando la brocha y trazar una línea en cualquier  dirección que se le ocurriera. Sin embargo no era raro, me diría más tarde, que fuera elogiada la tela de ese bastidor como una obra de arte, “cargada de una fuerza espiritual ya casi desconocida en nuestros días”. Sobre el gran sillón de madera, estilo colonial de color oscuro, a lo Rembrandt, un suplemento cultural de cierto diario de la capital. Anunciaba, en su primera página, El Arte en Fuga. Según decía Pitol, era el libro de mayor éxito de su vida.

 A la tercera  vuelta por el corredor  tomé un trago de agua de la botella que se encontraba sobre una pequeña mesa. Unas notas de jazz salían del corredor. Pude identificar a Ellington y luego de varias piezas de músicos desconocidos para mí volvía Charlie Parker. Era una “memoria” conectada a la computadora que contenía  sobre todo piezas de Charlie Parker. Un mapamundi esférico. Recordé el disparate que en cierta ocasión le oyera a Cork: la gente debería hacer sus países siguiendo los paralelos. La república del paralelo 17,02, la república del paralelo 24,50. Viviría de acuerdo a una situación concreta respecto al Ecuador y también con relación a su altitud sobre el nivel del mar en muchos casos. Realizarían congresos mundiales los de las repúblicas de un mismo paralelo. Verían que sus problemas serían semejantes y la solución encontrada por unos seguramente serviría a los otros. Los de Sonora se entenderían con los árabes, los veracruzanos con los africanos de Mauritania, la India, Birmania y Viet Nam. ¿Acaso no corren los mismos vientos por los mismos paralelos? Se enseñarían a cuidar sus ambientes. Se les facilitaría pues no serían muchos ambientes distintos. O al menos no tan distinto. Como ahora. Bien distribuidos los espacios horizontales les tocaría mar a todos los países. La explotación de sus recursos marinos sería equitativa y los países muy encerrados en los continentes tendrían acceso a los mares abiertos. En fin que había que tener imaginación. Como estamos viviendo, por meridianos, resulta que provincias de un mismo país son selváticas y otras desérticas. Unas viven a nivel del mar y otras cerca de las nubes. Los meridianos serían, eso sí, por su diversidad “vertical”, corredores para el turismo. Para la investigación antropológica,  la filosofía,  la agricultura, la geología... ¡Qué idea tan loca! Me dije. Al siguiente trago de agua tuve que confesar que aun a Platón, Campanella y a Orwell, les había faltado imaginación.

Para el quinto trago volví a acordarme de Cork. Aseguraba que antes era un tesoro encontrar un libro para leer pero que ahora es un tesoro encontrar gente a la que le guste leer. Primero apareció la televisión y luego la telefonía celular. Agregaba que la generación del primer tercio del siglo veinte en México  (lo había leído)  contaba con la radio, a la que solamente se escuchaba, y había que echar a andar todo un mecanismo mental para imaginar lo que le estaban diciendo desde el transmisor...Se resistió a creer que la tecnología fuera la culpable. Recordó algo que decía su abuelo: “El que va a leer va a leer y el no va a leer no va a leer, ya nació así por más libros o cacharros que le echen encima”.

¿Dónde se encontrará Cork?  ¿Andaría por allí, sólo? ¿Estaría cruzando a nado la laguna de Paulau? ¿Se encontraría dando cima al esfuerzo de acabar con un barril de cerveza en Polvoxal?.

Mientras esperaba, de vuelta en el sillón de mimbre, observé una pequeña cortina de bambú colgada en la pared color rosa. La japonesa con su kimono, y un abanico de flores blancas, estaba sentada sobre una roca de tal manera que resultaba de una sensualidad enorme. El contraste que me llamó la atención fue el retrato de Hegel y más allá una cruz de madera que debía tener por lo menos un siglo.  Nihilismo sin pies ni cabeza que es ese eterno desorden del raciocinio con lo metafísico. ¿O es el necesario equilibrio? Racionalistas hablando en todo momento de Dios. Teólogos buscando a través del pensamiento lógico  la presencia divina y la meta de esta dialéctica sin fin. Los protestantes especializados  en arquitectura católica y jesuitas estudiando en microscopio a...

 Todo ese enredo en aquellas  figuras de la pared interior de la casa, frente al huerto. Desde luego  me di cuenta que, en aquel lugar, flotaba la existencia de una vida de calidad.

 

 

La vi  salir, al fondo del corredor, veinte minutos más tarde. Avanzaba hacia mí, sonriendo. Me dije que, verdaderamente, Carmen era una mujer atractiva. Vestido color rojo, de tela ligera que se ajustaba a su anatomía, delgados tirantes del mismo color que dejaban descubiertos los hombros y parte de la espalda. La falda, un poco más arriba de las rodillas, zapatos blancos de tacón y una enorme rosa roja que había tomado al pasar por la jardinera y puesta en la parte derecha de su corta cabellera.

Se paró junto a mí, que permanecía sentado. Buscaba en mi mirada una señal que le indicara si la manera en que se había vestido era de mi agrado. Percibí en ella un perfume que tenía como principal sustancia el almizcle, el componente que despiden las flores para propiciar el apareamiento. Aquella planta que me había indicado que se encontraba al fondo del huerto poseía ese secreto. Era obvio que acaba de sentir  tal cambio en mi  cuerpo.

¡Vamos!- dije  en tanto me ponía de pie -. ¡Estoy seguro que toda la población nos mirará!.. ¡Ah, ¿Por qué Hegel junto a la cruz?

- ¿Por qué no? ¡Mundos perfectos que se derrumban y vidas quebradas que se reconstruyen...

A la pasada estiró la mano hacia un nicho en señal de saludo.

-Es la diosa madre primordial de los mexicanos-, dijo. Guardó silencio, esperando que yo hablara. De propósito le di la vuelta al asunto.

-Coatlicue.

-No. 

Coyolxauhqui.

-No.

-Tonantzin.

-No.

-No sé.

-Sí lo sabe porque me dijo los diferentes nombres de la misma diosa.

Llevé  la situación hasta el límite:

-Dígamelo.

-Chicome…Usted dígalo completo.

-Chicomecoatl.

Cuando íbamos por el corredor, hacia la puerta de la calle, me tomó la mano y empezó a hablar con una seguridad que me sorprendió:

-El Pinar es un mundo que se destruye sin remedio porque no acepta que puede haber salvación. Ha perdido la fe y sigue esperando a un Salvador, que quizá nunca llegue ya. Sinceramente creo que la cruz es la antítesis que funciona para algunos habitantes de El Pinar. Un mundo destruido que ha tocado fondo y que desde ahí empieza su reconstrucción. La Magdalena, San Agustín, San Francisco, Bill W. y muchos más son una prueba de ello.

Al recorrer el pasillo, de regreso hacia la puerta de salida, volví a ver que en la amplia sala interior dos paredes estaban ocupadas, de arriba hasta el piso, por estantes repletos de libros.”Dios es del tamaño y diversidad que tenga tu biblioteca”, recordé que gustaba Cork decir.

-La mayoría de esos libros son novelas-dijo al captar mi mirada.

-Me gusta la historia-dijo y agregó:- -Si quiere encontrar una buena historia, lea novelas, no lea libros de historia…

 Con el tiempo me enteré que esa mañana había entablado relación con una mujer que tenía la figura de una  modelo de revista y que leía, desde su infancia, por lo menos treinta libros al año. Fue cuando pensé para mis adentros: ”Que me corten el escroto si alguna vez la pierdo de vista”.

- ¡Pero…!- la escuché decir.

- ¿Pero qué?

Sabía que una parte de la humanidad se la pasa ocultando sus encantos y otra parte inventando encantos que no tiene. Ella iba a decir algo. Algo que surgía de la noche…De El Pinar…Como si  las sombras y el sol deslumbrante no pudieran convivir. Como si Hegel y la cruz fueran, en efecto, separados por un abismo insalvable. Le di un ligero tirón de la mano en dirección de la calle.

-¡Vamos!-casi grité.

- ¡Gracias Guillermo Steenberghen López -. Luego levantó resueltamente la cara y exclamó radiante:- ¿Vamos!

- ¿De dónde conoce mis apellidos?

- Cuando fuimos a dejar a Alejandro Bautista Jiménez a su hotel. Usted sacó su tarjeta para pagar el hospedaje y la comida del marinero...

- ¡Vaya, que observadora. Bueno, vamos!

- Es parte de mi trabajo-dijo y no entendí a que se refería. Le iba a preguntar pero escuché que decía con tono resuelto:-¡Vamos!

Se detuvo  para preguntarme:

- Si es preciso puedo ponerme un vestido de otro color…Menos…

- ¿De ninguna manera!- dije  riéndome -.¡Ya quisieran los hombres del mundo caminar junto a una mujer tan hermosa!

Fue la última vez que titubeó y en adelante fue abierta y decididamente  como ella era. Y a mí me gustó como ella es.

Salimos a la luz deslumbrante de la calle, en el momento que ella decía:

- ! Vaya, al fin me ha dicho algo bonito!

 

 

Dos muchachas guapas, vestidas con un severo traje corte inglés, repartían volantes a la entrada de un templo católico. Esperaban a que saliera la gente después de la celebración de la misa y empezaban su labor de obsequiar propaganda. La invitación decía que la relación del humano con Dios es personal: “¡Apártate de la multitud pues te lleva al pecado!”

- De ese  enfoque se beneficia una situación política-dije.

- ¿Lo cree?

Entonces le conté que el invierno pasado había conocido a Jaime González Sosa, en Xico, una pequeña población frente al Pacífico, en la Costa Chica de Guerrero. Me dijo que se había sacado a Dios de esos parajes. Que ya no existía la alegría y la esperanza de una vida simbólica. Que el hombre se había hecho cargo del sentido de la Tierra. Se creyó que los valores de la sociedad eran obsoletos y empezó la destrucción del antiguo orden para dar paso a una etapa superior. Lo primero que se hizo fue quemar el templo y se mató al sacerdote. Luego se cerró la escuela y el maestro alcanzó a salvar la vida escapando de noche. La pequeña biblioteca también se cerró y en su lugar se abrieron más cantinas. Por esos días fue cuando encontré a Jaime en la laguna de Chacagua. Este joven había ido a hacer su servicio social de medicina. Tenía tres semanas viviendo en una hamaca amarrada de los postes de una palapa descubierta, a sólo cien metros de la playa, al otro lado del río, donde está el faro guardacostas. Permaneció en Xico tres meses. Luego tuvo que salir corriendo también. Los pistoleros del hombre fuerte lo seguían de cerca disparándole balazos. Aun así había logrado todo un récord. Los anteriores médicos y pasantes nada más habían podido permanecer quince días.

Era una pequeña comunidad que llegó a creer que la salud mental de la población es una cuestión abstracta. Que para nada necesita la moral. Así fue como se encaminó hacia la práctica de la agresión y  a la muerte. No entendieron que la realidad virtual de algunos canales televisivos (con su tremenda carga de violencia hasta en la programación para niños)  entraba hasta el corazón de sus hogares. No supo cuándo su sistema de valores, de por sí endeble, empezó a cambiar.  En adelante en Xico lo normal ya no fue buscar  lo sano. Era una sociedad que carecía de una visión del futuro con sistema de valores que regularan su presente. Como no tenían esa visión dejaron todo en manos del hombre fuerte. Después el alcohol y las drogas acabaron colapsando ese lugar. No alcanzaron a descifrar que la moral es lo que está al servicio de la vida, de la sociedad y del individuo. El que se narcotizaba más, y disponía de la mejor arma, era el que tenía asegurado poder cometer los crímenes más atroces. Aterrorizar a los demás sin tener que perder el tiempo y agresividad frente a los anteriores valores de la sociedad.“ Ese pueblo se acabó - decía el médico -.Ya nada más hay muertos. El hombre fuerte y su pandilla. Ellos son los que dominan la tierra. Acabarán disputándose el liderazgo entre sí…Cuando matamos a Dios no calculamos lo que va a venir después.  “¿Qué vas a hacer?”, le había preguntado. “¡Tomar cerveza! Por mi Xico y lo que queda de él se puede ir al mismo Diablo. La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional  Autónoma de México me envió a hacer el servicio social a un lugar donde, para esta fechas, ya no hay sociedad”.

                                                             

 

Algún tiempo después Carmen me contaría que, en los días siguientes a nuestro encuentro en El Pinar, había pensado mucho en aquella mañana parados en la banqueta de Ciudad del Carmen, con el  sol rojo bañándonos los rostros. Se sentía como una Magdalena repudiada cuando yo, mirando mi reloj había dicho que ya no era mi tiempo hedonístico y que tenía que ir a correr a la playa. Su sentimiento de humillación verdaderamente había sido grande. Hasta se había parado frente al espejo, cuando llegó a su casa: “¿Mi aspecto general, los senos, mis nalgas, mi expresión? ¿Qué, por qué no había aceptado mi invitación?” Ahora, caminando por la calle, casi se echa a reír y dice

- ¡Qué tonta! ¿Cuántas cosas he pensado desde aquel día? Bueno, usted solamente quería ir a correr a la playa!...

  Por lo visto se sentía obligada a expresar cualquier cosa para que me percatara que se encontraba contenta  a mi lado:

- El cine de la localidad exhibe “Atrapado por su pasado”, con Al Pacino, Sean Peen y Penélope Ann Miller, de Brian de Palma, de 1993. Habla de un jefe de la droga que acaba de salir de prisión y busca regenerarse aun en contra del parecer  de sus ex amigos mafiosos que apuestan a que no podrá lograrlo. Fue un éxito de taquilla mundial y su mayor logro monetario lo tuvo en Tokio, Japón…Hace tiempo que no se proyectan en esta sala películas nacionales. La última había sido “Simbad el mareado”, una  película de 1950, de Gilberto Martínez Solares, actuada por Germán Valdés Tin Tan, Marcelo Chávez, Telma Ferriño, Juan García, Vitola y Tun Tun. Son las peripecias de Tin Tan en el paraíso playero de Acapulco...Se ven pocas películas europeas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         12

 

 

En esta sala de cine todavía se exhibían tres películas por función. La otra era La supremacía Bourne.

-Todo se desprende de la filosofía-oí decir a Carmen-.Schopenhauer dice que el hombre es como es y no podrá ser de diferente manera,  como no puede cambiar las forma de sus orejas. En Shane, la película de los años cincuentas del siglo pasado, Alan Ladd, el pistolero más rápido del oeste, que inútilmente  intentó cambiar su vida por la de un individuo pacífico, le dijo al niño Joe, al salir de la cantina donde había sosteniendo un duelo con los hombres malos del pueblo, y después de haber acabado con ellos: “El hombre es como es”. En  el film La supremacía Bourne, del 2004, el viejo ejecutivo de la CIA le dice a Jason Bourne, agente especial, cuando éste quiere retirarse de la Agencia: “Tú te hiciste como eres”.

Fue la primera ocasión en que Carmen me “jalara” manifiestamente  hacia el terreno de la cultura. Miles de relatos de aquel tipo le escucharía toda la vida. Por eso cada día que pasáramos juntos tendría su calidad. Yo podía permanecer viviendo con ella en las cosas comunes de la vida. Vegetando en la más pura y mediocre rutina. O en los incomparables encuentros de nuestros cuerpos debajo de las sábanas. Pero ella no olvidaba su relato. Siempre recordaba algo que había escuchado por ahí, en algún lado: “Los griegos nos ayudan a pasar el día”. Necesitaba de la cultura como del oxigeno para sus pulmones.

En su plática Carmen había mencionado dos palabras y eran intuición y percepción. Son términos que usamos desde niños pero ahora, me parecía que yo necesitaba tener más precisión de ello. ¿Era lo mismo percepción que intuición o cuál era la diferencia?

-¿Le gusta el cine o si prefiere cambiamos de tema. Noto algo de prevención al respecto de su parte?

-Recuerdo aquella película estadounidense ¡Sabes quién viene a cenar esta noche?

-La vi. La dirige Stanley Kramer y es de 1967.Spencer Tracy, Katherine Hepburn y Sídney Poitier. Plantea el amor entre una muchacha blanca y un joven negro y el impacto que eso provoca en la sociedad. Es el viejo y siempre presente tema del mestizaje. Para la película es sólo el subtema. Lo principal es la idea  operante de la humanidad. Cómo hay gente que  se la pasa diciendo una cosa y actúa en contrario. Al estilo de algunos políticos en campaña que  prometen sacar de la pobreza a la gente y cuando salen, de su ejercicio público, se les busca por haber cometido grandes fraudes al erario con lo que  dejaron más en la miseria al pueblo. En la película  el viejo  Spencer Tracy es dueño de un diario muy influyente y  al menos treinta años se la pasó escribiendo y publicando  de las ideas liberales, igualdad entre los humanos y todas esas lindas cosas. Pero cuando vio trasponer la puerta de su casa al negro, novio de su hija blanca, al que no conocía, todo su mundo filosófico  se le vino encima hasta casi aplastarlo…Después he ido observando como la industria cinematográfica, en su  gran mayoría, poco crea y si produce los temas  de sexo con increíble gritos orgásmicos, balazos a granel y series de   situaciones lúdicas con risas grabadas.  Es muy lento el desarrollo de las escenas del  cine europeo- dijo y agregó:- Tan lento que da la oportunidad de analizar lo que se está presenciando. En cambio el cine norteamericano va tan rápido que no permite pensar. Sin más hay que guardar su mensaje... Oh, Guillermo, habiendo tantas cosas importantes, cómo se me ocurrió decir esto...

- Supongo que así es cuando se sale por primera vez con alguien. No se sabe qué es o cómo es el otro. ¿Qué le interesa, qué cosas o cuestiones le desagradan? Cuida uno las palabras y hasta la manera de caminar o sentarse. Falta naturalidad y confianza para hablar. Créame,  me parecen interesantes los temas que ha tocado.

Visiblemente calmada, Carmen empezó a ser más natural. Lo natural en ella era complicado para los demás. Al menos para mi:

-Percibí su malestar, frente al asunto de la historia, cuando Alejandro Bautista Jiménez empezó a contar de la guerra de España...Coincido con usted, aunque es necesario aceptar que la cuestión resulta  sutil...Si no se pueden entender los símbolos de los documentos consultados, ¿cómo puede alguien aproximarse siquiera a la verdad histórica? El dato plasmado en la publicación corresponde algunas veces a intereses utilitarios. La acción fue precedida de una propaganda de preparación y será coronada con otra propaganda de justificación. Es decir que ya tenemos una montaña de información artificialmente preparada para los historiadores.

-Eso creo. Si el historiador no trasciende este mecanismo logístico sería mejor que se dedicara a hacer la crónica de un partido de fútbol. Es decir, relatar lo obvio sin preocuparse de los intereses que los dueños de los equipos antagónicos pudieron haber tenido...La historia es una serie de abstracciones.

-¡De abstracciones?

-Sería mejor decir de porcentajes. El  historiador dispone de cien notas de un bando y cien del otro bando y pone cinco de un bando y cien del otro ¿a eso se le puede llamar dialéctica? Recuerdo algo que dice mi amigo Cork tratando del tema de historia: “Diremos lo que nos hicieron, no lo que hicimos”.

-¿Cork se llama su amigo?

-Así lo conocen en los concursos de bebedores profesionales de cerveza. Por cierto que debo buscarlo más tarde. Se lo presentaré, le va a encantar.

-¿A qué se dedica?

-Se dedica a eso de estudiar la Tierra pero se la pasa en los  concursos de cerveza. Gana más en los concursos que con la más alta categoría tabular  de académico en la Universidad.

-Sin embargo, la historia ofrece siempre una última oportunidad a estos historiadores desapercibidos para poder encontrar la verdad histórica. Si no pueden encontrar dónde comenzaron los acontecimientos en estudio, queda el recurso de intentarlo mediante una acción a la que los estadounidenses le dice backing time. Es decir, partir del efecto hacia la causa. Cualquier historiador acucioso puede conocer los hechos en cuestión y observar los tiempos del devenir. Recuerde  que el devenir es hacia atrás como hacia adelante, infinitamente, sin principio.  Pero no todos están capacitados para sacar adelante la labor de reconstrucción de todos esos elementos.

-La mayoría es de academia y lo están pero, prefieren contar lo que nos hicieron y callar lo que hicimos…Cuénteme  más de Cork.

-Ya tendrá oportunidad de conocerlo. Sólo puedo adelantarle que Cork empezó a ver televisión hasta los diez años de edad. Kiva, su madre le hizo leer antes, en edición para niños, a prácticamente todos los filósofos griegos de la antigüedad. En la casa del desierto jamás hubo un solo ejemplar de diario alguno. Una o dos veces al año llegaba a  Tlamatzinco algún suplemento cultural. Y ya, a los quince años de edad, Cork tuvo la impresión que la llamada cultura, de las sectas de intelectuales, es mayormente aplausos y  auto reconocimientos.

-Ahora que lo dice recuerdo que Chesterton prefiere una leyenda que una historia…En realidad es una mañana hermosa. Mucho sol pero quizá le parezca que hace demasiado calor, a usted que no es de aquí. ¿No es de aquí, verdad? Su modo de hablar…

El muchachito que vendía periódico por las calles destacaba un hecho sangriento que había tenido lugar en la población. Un bebé había sido robado. La sociedad se movilizó para buscarlo a través de cerrar los accesos a la isla. Esperaban oír el llanto del niño cuando  tuviera hambre. Al final rescataron al bebé y  descubrieron a los autores de la fechoría. Pero lo que reproducían los periódicos esa mañana no era al niño y a su desolada familia, o al desgraciado hecho que habían tenido que vivir. En adelante se dedicaron a hacer la biografía de los maleantes. No como la hubiera reconstruido un psiquiatra sino como si se tratara de un paradigma. Qué comían a los tres años de edad, qué juegos hacían, cuántas novias habían tenido, a qué edad cometieron su primera fechoría...

- Hace tres semanas que escuchamos en la isla la vida de esos hombres-dijo Carmen-...¿Acaso en este país no hay gente de ciencia o de la cultura? ¿Sabía que los griegos de la época clásica aconsejaban no mencionar el nombre del que hacía mal?

- ¿Cuál era la idea?

- Evitar que otros, por imitación, también hagan el mal. Mencionarlo se reproduce. Tenemos ciertos mecanismos que pueden echarse a andar de manera morbosa.

- ¿Es  psicóloga?

- Egresada de la Facultad que está enfrente, pasando la calzada hacia el sur, entre Sicología y la Biblioteca Central. Del Pedregal de San Ángel, en México.

“Más Platón y menos gritos”, me dije.

Caminábamos por la banqueta. Al final se veían, diminutos en la lejanía, unos cuarenta barcos camaroneros que parecían perdidos entre las aguas del Golfo y la tormenta de sol. Entonces le hice un comentario:

- Me encanta el cine, de western...de todos los temas, pero en especial de vaqueros.

- Es la  vieja ilusión que un solo hombre puede sanear la vida de un pueblo. Como ni siquiera todos los habitantes de ese lugar pueden hacerlo... ¿Sabe que en los países indolentes de América  se cultiva  mucho la figura del hombre fuerte en el poder?

- ¿Por qué?

- Cuando empieza su mandato se espera que él sea el que va a sacar al pueblo de la miseria. Cuando se va, se le hecha la culpa de que no lo hizo...  Estoy convencida que la pantalla, grande, es un buen recurso para adquirir cultura…

- ¿Le parece? –Yo más bien observaba con malévola intención sus hermosos y gruesos labios que prestar atención al tema del cine.

 Le escuché hacer toda una descripción:

- Resulta que desde  lejanas fechas, al finalizar el siglo diecinueve,  Thomas Alva Edison patentó dos curiosos aparatos de su invención llamados cinetógrafo y cinetoscopio. Fue el primero una especie de cámara para filmar y el segundo algo así como un proyector de esa película. Dos años más tarde, en 1895, se conoció el cortometraje de los hermanos Lumiere. Realmente corto pues apenas era de 20 metros de extensión. Filmaron a un grupo de obreros saliendo de trabajar de una fábrica...El cine es lo que puede decirse una industria. Una empresa económica, un arte de expresión y un arma ideológica, que llegó para quedarse. Durante algunos años el  desarrollo técnico, y su evolución artística, del cine angloamericano, fueron a la par con el cine alemán. Pero el resultado de las guerras en aquel continente detuvieron, por algún tiempo, a éste. En tanto que el de Estados Unidos no sólo siguió adelante sino que experimentó, debido precisamente a ese resultado histórico de los pueblos, un desarrollo realmente sensacional... En otra ocasión le comentaré del cine hindú. El caso es que los temas del cine norteamericano se hicieron géneros debido a su éxito y recurrencia. Se abrieron paso en la sociedad de su país y después consiguieron conquistar al mundo entero porque fueron insospechadamente variados: guerra, psicológicos, amor, culturales, gángsteres... El tema que a usted le guste, es decir de vaqueros, religiosos, alpinismo. Además se mostraron audaces y no dudaron en abordar el aspecto  metafísico. El Diablo, o la Muerte, se hacían presentes de alguna manera o se mezclaba entre los humanos con forma de humano. También en seres de lo más increíble como Drácula, Frankstein, Batman o el Hombre Lobo. O aquel otro tema, que también se convirtió en género, donde los planetas chocan o se hacían mutuamente la guerra. En su tiempo impactaron tanto que aun en nuestros días, de vez en cuando, algún director se aventura. Vuelve a producir, con éxito, filmes de aquellos famosos géneros de antaño. Además el presupuesto de filmación incluía la contratación de los asesores idóneos. Por supuesto no faltaron los filmes pésimamente desarrollados pero por lo general eran buenos y algunos excelentes.

- ¿Asesores?

-  Si el tema era religioso el asesor era un sacerdote, si era de guerra, un militar...

- ¿Si  era erótico?

- Un psicólogo. Aunque en este tema cualquiera se sentía llamado a ser el asesor…Pero le ruego, Guillermo, que me permita continuar. Los griegos inventaron el asunto de la plática y eso quiere decir tener disposición para escuchar...

- ¡Adelante!- Desde ese momento, y para siempre, Carmen me disciplinó a escucharla y a la vez guardó silencio cuando yo hablaba.Esto, en situación de conflicto de la pareja, da la oportunidad para expresarse  cada quien y evita los  gritos neuróticos.

 - Esto de contar con un asesor, cosa que las industrias cinematográficas de otros países no le prestaban  importancia, le daba visos de veracidad, aunque el tema fuera lo absurdo. Como el caso de Frankstein y el intento de la creación de la vida humana por parte del humano, que aun hoy es de actualidad... La oveja Doly. O algunos aspectos de Superman con un hábil manejo tanto de la filosofía nietzscheana como de Einstein y su idea de la relatividad… ¿Qué le parece?

Me resultaba interesante lo que estaba comentando. Pero yo quería volver hacia ella.

- ¡Fascinante...! ¡Ingenioso!…Soy de México, pero bien puedo ser de aquí. Esto es un paraíso. Espero que los petroleros no lo echen a perder…Es hermosa la mañana llena de sol... Tanto como puede serlo la noche.

Se quedó un poco desconcertada.

- ¿Le parece que la noche es hermosa?

- No puede serlo menos que un día radiante.

- ¿Se refiere a una noche con luna?

- Eso estaría bien en una noche del desierto…No,  una noche sin luna. Oscura.

- ¡Oh, me temo que no comprendo!

- No se preocupe...Es una idea que le escuché a Cork... Pero dejemos eso. Ahora estamos en el día y es necesario disfrutarlo…Ah, pero no vaya a pensar que pertenezco a esas raras sectas que el lado negro de la mundialización ha esparcido por el planeta.

-¿De dónde es Cork?

-Del desierto de Chihuahua. De una tribu muy numerosa y fuerte  en el pasado que  se conocía como irritila, con relaciones de parentesco con los hopis de Arizona y los hohokokam del desierto de  Sonora.

-¿Tlamatzinco es un pueblo en el desierto?-Carmen quería prolongar los temas de conversación para que nuestra salida no llegara a su fin.

-Así es.

-¿Cómo viven, qué creen?

-Ahí la vida trascurre con tanta precisión mecánica porque es una copia  de la mecánica que observan en las estrellas. Por eso dicen los hopis de Chihuahua que el Dios del cristianismo debe ser alguien muy especial al estar dispuesto a romper esa mecánica para atender alguna petición de los católicos y aun lo hace sin necesidad que se lo pidan.

-¿Cork conoce la diferencia de una religión y otra?

-Seguro. Dice que en el cristianismo es la dualidad culpa, expiación y la síntesis es el amor. En Tlamatzinco son coautores con el cielo al cuidar la obra de los dioses. Por eso en algunos hogares está la cruz cerca de la representación tutelar de Tlamatzinco que es Tlamatzincatl.

-Curioso dualismo-dijo Carmen-. Pero sé a qué se refiere. Es una antiquísima  costumbre de los mexicanos. Abrir los brazos al extranjero. Aunque esto  ha costado amargas experiencias. Confunden la bondad con la inferioridad. Los aztecas tenían edificado un templo en lo que ahora es  la calle de Madero, centro de la ciudad capital, para dar cobijo a los “dioses extranjeros”. Siglos después las grandes religiones mundiales, luego de hacerse mutuamente guerras de destrucción, empezarían   a arribar a lo que los aztecas ya practicaban y que ahora se conoce como  ecumenismo.

 

                                                                  

Vimos que varias parejas ocupaban las mesas, de la nevería de la esquina, bajo una sombra cálida. El local se llenaba con notas musicales de una vieja y hermosa canción

- “¿Quién?”, de Ernesto Riestra - dijo Carmen. En el amplio atrio del templo, que veíamos desde nuestro sitio, un grupo de  treinta bailaban al ritmo del huehuetl. Hombres y mujeres de la más variadas edades se movían entre el Sol llevando sus penachos de plumas y luciendo sus brazos morenos y blancos.  Las piernas hacían sonar de manera acompasada los enjambres de cascabeles. Ante aquella demostración de baile, auténticamente mesoamericano, comentó Carmen que las ciudades grandes son lugares en los que casi se borra la identidad de los pueblos del planeta.  En ellas predomina el eclecticismo no formativo sino el  disolvente. Los vestidos de las mujeres guatemaltecas o las oraciones en voz alta en San Juan Chamula, de Chiapas, a través del fuego, en cambio, es algo que le da otro sentido a la vida. Agregó que le parecía bueno que los judíos sigan leyendo la Torá en sus rollos y no en un libro. Y qué malo que los mexicanos no sepan ya leer en su Calendario de piedra con la misma facilidad que consultan la computadora de pulsera: “Parecería que la mundialización, como usted dice, no les diera muchos años de vida a esas prácticas”.

- ¿ Le gusta este tipo de danza?- se me ocurrió preguntar.

- Permítame observar, Guillermo, que no es danza lo que estamos viendo sino una oración religiosa- pero no se quedó ahí y agregó:- En una época en que predomina el interés por lo económico, político y lo administrativo, las inclinaciones intelectuales y espirituales son vistas con desconfianza. Sin embargo la vida es lo que uno hace. La salud mental requiere de un cuidadoso equilibrio. Como hacen los albañiles cuando van a echar una loza. Tantos botes de cemento por tantos de arena. Si se altera esa proporción los resultados son pobres y el edificio se resiente o de plano se cae. Colesterol alto, hipertensión, obesidad… La luz blanca requiere de los tres colores primarios en sus justas proporciones. De otra manera se tendrá un color pero éste ya no será propiamente el blanco. Espiritualidad y utilitarismo son los elementos de la mezcla de la vida. Alterar sus proporciones ha llenado a los hospitales psiquiátricos de enfermos.

De pronto me pareció que aquella mujer tenía más información al respecto del espectáculo que estábamos viendo. Ya lamentaba haber pronunciado el caso tan a la ligera cuando la escuché decir:

- El baile de la fiesta social, en la actualidad, es la versión laica de estas oraciones bailadas. Al ser cambiada la idea espiritual, en el siglo dieciséis, el baile se llenó con una actividad erótica…Sin embargo tales formas de vivir, vestir y hablar, persisten a través de todas las conquistas guerreras que ha habido y sus secuelas culturales. Esos bailes y esos vestidos, tan coloridos, son más que una hermosa tarjeta postal con toda la gama de colores de las modernas películas alemanas, estadounidenses y japonesas, Agfa, Kodak y Fuji. Son formas de identidad. En tanto las religiones y las culturas universales tratan de borrarlas, ellas resisten.

-  Conozco el caso de la montaña más alta de México a la que se le dice Pico de Orizaba desde hace cinco siglos. Jamás se le ha dejado de llamar Citlaltepetl. Aun se recuerda su nombre arcaico de antes de los teotihuacanos, dos mil años atrás, de Poyahutecatl. Las que más resisten son las etnias que le dan entrada a lo universal sin perder lo propio. Precisamente son las etnias de las faldas del volcán más alto de México  las que le llaman Citaltepetl o Poyahutecatl. Escasamente Pico de Orizaba.

-  Son como los judíos o los oaxaqueños o los mazahua que andan en todo el mundo, entre todas las costumbres y estilos de vida, pero no pierden de vista el suyo. En México se hablan más de cincuenta lenguas étnicas y también saben español y, en algunas zonas arqueológicas y comerciales, inglés, francés y alemán. Otros hasta chino hablan. Por cierto que hay lenguas propias que se parecen a la china...

-  En la región norte del Pico de Orizaba también es frecuente encontrar estos bailes. Allá les llaman los “Tocotines”. Algún día le contaré el origen y la metamorfosis que ha sufrido esta oración bailada mesoamericana de la región orizabeña...

 - ¿Se puede pedir más riqueza cultural, Guillermo?.

- A condición que se le conozca. Tiene razón. Los mexicanos tenemos dos grandes y originales culturas, la propia y la occidental. Pero hay que familiarizarse con ambas. El invierno pasado subí al Poyauhtecatl. Tengo costumbre ir a las montañas. Celebro haberla conocido. Una mujer que sabe la historia de las etnias me maravilla de verdad. Créame, de haber sabido que usted poseía ese conocimiento la hubiera buscado desde el primer día…Sin embargo, me congratulo de haberla buscado por usted…

- Yo  soy mi cuerpo, soy mi espíritu (recuerde, el hombre es como es) y, en cierta medida, soy mi conocimiento...Ciertas dosis muy  específicas de intelectualidad, sensualidad y espiritualidad, son lo que hacen una criatura que se llama Carmen. De otra manera sería Pamela o Jimena, pero no Carmen...

Pero me lo dijo con la mejor intención de diálogo y acompañadas las palabras con una sonrisa picara.

- Entiendo- acerté a decir.

 

 

         13

 

La gente, en efecto, volteaba y nos miraba pasar por la calle. Ella se aferraba a mi brazo. Cuando nos acercamos a la puerta de vidrio, de la Casa de la Cultura, comenté:

- Si  Maugham me oyera platicar así, se reiría de mi inocencia.  

- ¿Somerset? ¡Ese...! - Lejos de arrepentirse de tal expresión agregó:- .- Hay otro más misógino que ese Maugham

- ¡Sí?

- El viejo Schopenhauer.

- Nietzsche...Creo que no se queda atrás.

¡Otro!- dijo - .Pero no pensaba así cuando le agarraba las nalgas a su hermana, Oh, perdón, Guillermo - pero agregó:- Wilde no nos trata mejor… ¿ Y Aristófanes?…Y Rousseau no consideraba a las mujeres como parte del pueblo ya que por regla general en ese entonces las mujeres no poseíamos algún bien económico. ¿Puede imaginar eso? El mismo Sócrates aseguraba que somos iguales los hombres y las mujeres, si bien, a nosotras, decía: “sólo les faltan juicio y fuerza”. ¡O sea que débiles y locas..! No puedo perdonar su proceder en ese pasaje del Banquete... Deja a las mujeres flautistas en una habitación contigua a donde se está llevando a cabo el festín de los dioses. ¿Por qué no en la sala principal?.El mismo Yeats quería que fuéramos bellas pero que no nos acercáramos a las fuentes del saber. Decía que habíamos nacido para el espejo... Muy locas pero Sócrates tenía a dos mujeres. Una era sabia y la otra una chismosa. Algún día le contaré de ellas.  

Tres horas más tarde, frente a la mesa de un amplio y fresco restaurante, y mientras dábamos sorbos a una limonada, pregunté:

- ¿Es...?

- Soy femenina…De ninguna manera escapista ni frígida. Tengo una prima que se llama Clemencia...Son etapas… Hace medio siglo había que acabar con los hombres…Ahora decimos: ¿qué haríamos sin ellos? ¿Por qué pregunta?

- Cargó la nota cuando mencionó a Nietzsche.

- Pensó que las mujeres nunca tendríamos voz. Ni puestos directivos ni dinero propio. Sus mostachos eran para desviar la atención  que era un hombre cuidadoso y lejos de la gente...

- Me gusta eso de que le agarraba las nalgas a su hermana...

- ¡Y Vaya que lo hacía! Maugham es al único que perdono. Lamento el adjetivo. Me encanta su estilo  y su cultura. Es despiadado con nosotras pero lo hace con gran estilo.

- Me pregunto si estará en lo cierto...

 - ¡Guillermo!-.Fue la primera vez que lo hizo. Se volvió y me mordió con toda audacia, pero con ternura, la oreja izquierda. No me soltó hasta que me escuchó clamar paz en tanto alzaba las manos. Carmen entendía que no bastaba con  vencer sino que es preciso saber conservar esa conquista…Que la relación con el hombre es como ser actriz en la televisión o en el cine, en donde siempre habrá una mujer más joven que desplazará a las otras, por más divas que sean. Es la guerra de los sentidos de la que se puede salir victoriosa, si se acompaña con la inteligencia. Le escuché decir:

- Un día  tenemos que regresar ambos a la ciudad de México. Allá pasa mi familia la mayor parte del año. Ahora bien, la ciudad de México está llena de museos de toda clase. Me gustaría que  visitáramos juntos algunos de ellos.¿Qué le parece la idea?

- ¡Muchos!- exclamé de pronto -. Todos los que usted guste. Nos la pasaríamos visitando museos, iremos al concierto, al cine, a la biblioteca…¡La llevaré a la Sala Nezahualcoyotl, una belleza arquitectónica para conciertos!

- Encantada, pero me parece que seré yo la que se la muestre. Voy a ella desde la edad de siete años.

Más tarde me contaría que le pareció que había llegado el momento en que no sería tan descabellado, de su parte, decir el pensamiento de Goethe. Era aquella frase que había reprimido en la mañana que se despidió furiosa cuando salimos de El Jacal. Lo repasó en silencio, con deleite: “…el amor, que aunque calles, por los ojos se te sale”.  “¿Estaba bien, o me estaré apresurando?” Con sorpresa escuchó que yo decía:

- ¿Que sería para el corazón una mirada sin amor?- lo decía como para mi, sin ánimo de hacer una frase.

- ¡Goethe! “¿Qué es para nuestro corazón el mundo sin amor?”

- Salté como tocado por la descarga del rayo.

¿Ha leído a Goethe?

- Casi pierdo la vista a los veinte años por hacerlo. Por dos años enteros lo leía y lo volvía a leer... Pocas veces la cantidad es de tanta calidad como en él. Su extensa producción literaria la llevo en los huesos. Germán y Dorotea, Fausto, La Feria de Plundersweilern, Sátiros, Ifigenia en Táuride Egmont, Fragmentos de Dramas y Tragedias... 

Sucedió con Carmen lo que siempre sucede a un hombre  cuando se ha arribado al terreno inicial de una amistad con una mujer. Un rato después ella platicaba con plena libertad como si fuéramos viejos conocidos. Carmen   formaba parte de una familia dueña de una cadena de restaurantes en varios Estados del país. Ella viajaba  con la misión de supervisar aspectos como las finanzas, si el inmueble parecía realmente un lugar que invitara a detenerse a comer, qué apariencia debía tener este según el rumbo de la ciudad y las  posibilidades económicas populares o de estatus más elevado, los interiores que estuvieran amueblados de acuerdo al contexto de la población, que no era el mismo en Chihuahua que en el Puerto de Veracruz que en Guadalajara.

Sin embargo lo suyo era la cultura. Egresada de la Facultad de Letras  de la  Universidad, colaboraba en varias revistas y editoriales enviando artículos, traducciones  o presentaciones para portadas de libros. Ganaba lo suficiente como para vivir holgadamente aunque, me confesó mientras comíamos un helado, en este país de pocos lectores y muchos escritores, nadie vive enteramente de escribir literatura, ”salvo los que viajan en el tren de la institucionalidad o trabajan en la secretaría de Prensa de algún partido político”. Pero entonces ellos tienen que escribir sujetándose al espíritu de esa institucionalidad aunque personalmente tengan otras creencias ya religiosas o políticas. Es el drama y la perversión de la idea operante de los escritores de todo el mundo. Escribir como liberal cuando se es conservador o viceversa. No todos tiene la fortuna de ser tan libres como para escribir lo que se les pegue la gana, al estilo de Schopenhauer. Yo me considero entre estos.

-¿De modo que conoce a Somerset?

-Lo conozco desde niña. Hay homosexuales  que poseen una disposición muy especial para el mundo del arte y Somerset, al igual que Wilde, es genial.

-Las cuartillas que pude observar sobre la mesa de trabajo de su biblioteca…

-Versan sobre la actividad del periodista y del novelista. Es un trabajo que debo enviar esta semana.

Me parecía interesante el tema pero también para alargar la plática con aquella bella (creo que debo llamarla hermosa por su físico y bella por su espíritu ante la cultura), le dije.

-Cuénteme.

-El asunto es que cuesta soltar amarras y alejarse mar adentro, cada vez más lejos de la playa, cuando se escribe una novela. Irse de lo convencional  e internarse  en la locura del lirismo. Se me facilitó recurrir a metáforas. Es sobre un trabajo de Norman Mailer en el que se refiere a la labor del periodista y del novelista. Él se dedicó a ambas actividades. Empiezo mi nota con una metáfora y digo que  como un escalador que emprende su ascensión y apenas vislumbra lo qué  pasará o que no pasará y no obstante él sigue (estoy en lo cierto, usted que es alpinista). Así el escritor que publicará o no publicará  y en todo caso  será objeto de acertadas o de patológicas críticas.  Porque, como en el estadio de futbol, donde sólo juegan 22 pero  en las gradas hay cien mil directores técnicos, por eso desde el principio  Mailer señala que un joven o una joven  que quiere escribir debe ser más que un poco maniático. Tiene que estar decidido a terminar su libro sin que importe la cantidad de cadáveres psíquicos que queden en el camino, sin que importe, tampoco, qué va a ser de él en el futuro. Sigo diciendo que  es como lanzarse nadando al mar y tener la firme convicción que alcanzará la  orilla opuesta, aunque, cabe la posibilidad, que no lo logre… Pero, como dijo la muchacha en la película Pic nic, cuando la madre la disuadía que no fuera en busca del muchacho vagabundo, que no lo iba a encontrar por que ya se había marchado la noche anterior en una tren carguero, ella dijo: “Puede ser  que no lo encuentre, pero valdrá la pena intentarlo.” El mundo dinámico del periodismo ofrece la oportunidad de escribir y ser leído, lo que va redundando en cada vez más seguridad para escribir. Hasta que llega a ser una actividad tan familiar como amararse la agujeta de los zapatos. Pero, salvo el suplemento cultural o la cuarta página, sólo es la descripción de un hecho real que se puede decir en media cuartilla. Los quince periodistas que acudieron al acontecimiento lo van a relatar cada uno desde su subjetivismo pero siempre bajo la camisa de fuerza de cómo, dónde, cuando, quién y para qué. Distinto si ese mismo asunto se escribe en quinientas cuartillas. Ya es tarea de un novelista, no de reportero. Sobre la tierra firme  donde  hay que desplegar el lirismo  muchos se detienen. Se desinflan al llegar a la página treinta. En adelante, si se sigue, se corre la tentación de volver al terreno seguro y, pronto, el escrito toma tintes de ensayo. Al estilo de un poeta que frecuenta mucha filosofía, parecerá, cuando quiere emprender el vuelo, a un pesado zopilote después de un hartazgo y no el vuelo nervioso y ágil de un colibrí. El orador del mitin o el académico del  seminario fue el que se preparó con la mayor precaución para desarrollar el tema y procurará no aventurarse en aguas profundas. Es precisamente en las aguas profundas donde el novelista tiene que saber bucear muy bien. Se trata, agregó, con otra metáfora, ya de dos programas de entrenamiento como el atleta de velocidad en los cien metros o el corredor de maratón. De la misma maneara se  puede imaginar a un experimentado periodista que se sienta frente a su computadora y media hora después estará enviando su buena nota al diario para su publicación. Ahora imaginemos al novelista que sigue bregando en su asunto después de cinco o tal vez diez años. No sólo eso sino que para emprender ese escrito tuvo que empezar a leer “como loco” desde veinte años antes. Tal vez la mejor metáfora sea la  del músico de sinfónica que para interpretar, en una hora, la Cuarta de Malher, necesitó preparase durante  veinte años de su vida. La gente joven suele hacer solamente  relatos breves y no lanzarse a  escribir ficción de mayor extensión, dijo Mailer en una ocasión. Entonces hay que empezar desde el principio. ¿Y cuál es el principio? Cuando el sindicato convoca a una marcha de diez kilómetros, sigo diciendo, a través de las calles de la ciudad, unos arrancan desde el punto de reunión señalado por la convocatoria. Otros viajan en metro hasta la parada más cercana donde está instalado el templete de los oradores del mitin con lo que terminará la marcha.  Los primeros entendieron la intención de presión que encierra el acto, los segundos sólo para firmar la lista de asistencia que contará para recomendar en la bolsa de trabajo de la organización. En otras palabras, unos buscan realizar programas para la sociedad y los otros sólo ven por sus intereses particulares.  En cultura no hay atajos. La gente, y los obreros los primeros, poseen un sentido desarrollado  de lo que se conoce  como percepción. Saben cuando la preparación de  un novelista arranca desde los griegos y cuando empezó más acá o acaso no haya empezado. Recurro a  Hegel que  lo dice de otra manera para las ideas que con pretensiones de originales, y de generación espontánea, aparecen cada tercer día en los suplementos culturales: “son como pistoletazos que salen de la nada.”  Sé muy bien que la profesión de novelista es sobre todo una vocación. Una cuestión académica  que se apoya en algo que va más allá del panorama  sensible o, lo que muchos llaman, la razón vital. Se escribe para las entelequias y también para tener dinero porque, sin dinero, no se va ni a la esquina de la calle donde vivimos. Pero se escribe  para que todos en este mundo procuremos conservar, o recuperar, la cordura que desde las pantallas se empeñan en ensuciar. Se escribe porque se tiene una razón suficiente para hacerlo y es la asepsia mental general y particular del que lo hace. En fin que en otra ocasión  Mailer escribió  que presionado por todas las tentaciones, debía confesar que sucumbió y que pasó varios años trabajando a la vera del periodismo; era mucho más fácil. Alguien le preguntó qué haría si pudiera hacerlo todo de nuevo. Respondió que si tuviera más disciplina se quedaría mucho más cerca de la novela o sólo con ella. ¿Qué le parece?

Sólo acerté a decir:

- ¡Una mujer de estos tiempos que ha leído a Goethe y escribe sobre Mailer...!-a mi vez le pregunté, porque  estaba seguro que no pasaría la prueba dado que  algunos conocen de lo de allá afuera  pero  ignoran los nuestro- ¿Sabe algo de Nezahualcoyotl?

- Hasta podría señalarle el árbol, en los bosques de Texcoco, en el que se subió cuando niño y desde el cual presenció el asesinato de su padre.

-¡Diablos!

Conquistar a un hombre jamás ha sido problema para una mujer. El problema es cuidar que, una vez conseguida esa conquista, no envejezca. Ella hizo el último movimiento para cerrar el candado de la cadena en derredor de mi cuello. En alguna parte de mi plática, con ella o con el marinero de El Jacal, había escuchado de mi afición por las montañas. Agregó:

- También quiero que un día me llevé a la montaña Tlalocan…Entiendo desde luego que subir caminando  a una montaña, arriba de los cuatro mil, requiere ejercicio, entrenamiento...

- ¡Encantado!- exclamé inocente -.¡Eso corre de mi cuenta!

                                          

                                                                

- Platíqueme de Cork. En varias ocasiones he escuchado que lo menciona.

-Es mi amigo. Lo conocí en la Facultad. En la Ciudad Universitaria de México.

- ¿Vive en la isla?

- No. Nos pusimos de acuerdo para pasar unos días de vacaciones en Carmen. Sólo que él llegó primero...De aquí partiremos hacia el Altiplano Mexicano, para efectuar algunas ascensiones en la alta montaña.

- ¿Cómo es?

- ¿Quién?

- Cork.

- ¿Cómo es?

La verdad que nunca fui bueno para describir a las personas. Me atropellaban los datos que conocía de ellas y no sabía por dónde empezar. Después de un rato de pensarlo pude decir:

- Los hedonistas de las tabernas mineras lo respetan... Con frecuencia ocupa el primer lugar de la cordada entre los escaladores de alta montaña...Asegura que su nombre “Cork”, le corresponde porque humanamente es invencible en los torneos de cerveza...Lo que yo sé a este respecto es diferente... Tiene el sello de los trashumantes. Siempre está dirigiéndose hacia las regiones donde todo está por comenzar. El y yo cruzamos, caminando, el Desierto de Altar, en el verano ardiente del año pasado. En Irlanda hay un pueblo que se llama Cork. Empezó a decirme, a mí y a otros, “Cork”. Lo hizo con tal frecuencia que todos acabamos diciéndole a él “Cork”.

- Espero conocerlo pronto- dijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                

        14

 

 

 

El local amplio estaba casi vacío en esa hora de la mañana. Las sombras del interior parecían más densas por el efecto del sol intenso que llenaba las  alegres calles de la isla.  No evocaba a Jonuta ni el torneo en la casa de don Santos. Tampoco la caminata hasta la ciudad a lo largo de la costa. La marea alta había empezado su movimiento descendente y acabó por retirarse hacia el  interior del Golfo. Durmió varias horas cuando estuvo de regreso en el hotel. Se cercioró que yo había llegado a la isla. Pero era el momento en que me encontraba buscando la casa de Carmen. Hacia las diez se levantó. Lo primero que hizo fue meterse a la regadera. La sal del agua oceánica cubría todo su cuerpo y la arena se le anidaba en los cabellos.

Al salir dejó una nota en la administración del hotel en la creencia que yo podría regresar pronto: “Fui a almorzar, estoy en uno de los restaurantes de la plaza principal”. Sólo me llevaría unos minutos, pensó, recorrerlos todos y reunirnos.

Luego de despachar un plato de frijoles, huevo con chilaquiles y pollo, pidió una cerveza Corona.

Era temprano y en su computadora de bolsillo  escribió algo para  Toci, la muchacha  del pantano:

“Madam Bovay y Ana Karenina en realidad nos dejaron un mensaje de inmensurable valor, que bien vale para mujeres como para hombres. En especial para las jovencitas como tú que ahora empiezan a vivir.

“Uno. Las pulsiones nos mueven en las cosas que tiene temporalidad, de lo finito, del fenómeno, de lo sensible.

“Dos. Pasamos la vida  corriendo tras la cultura del bienestar.

“Pero, piensa, Toci, ¿qué hace, qué piensa una mujer casada (la Bovary y la Karenina era mujeres casadas)cuando tiene cinco o veinte años lavando platos, ropa y haciendo la comida tres veces al día. Una mujer robot de acero no lo soportaría, terminaría descomponiéndose.

“La cuestión es que ni Madam Bovary ni Ana Karenina tenían vida cultural. No leían, no escribían, no visitaban museos, tampoco frecuentaban el cine (teatro, en ese tiempo), o caminaban por los bosques de las montañas. Por si faltara  algo, ni siquiera podían emborracharse “socialmente”, como ahora decimos.

“En otras palabras: no había para ellas progreso cultural humanista. Murieron todavía jóvenes. Cuando la testosterona… Los valores esenciales, esos de que nos hablan los filósofos y los teólogos, pueden mantenernos en la cohesión emocional.

“La filosofía y la religión tampoco son una garantía de cordura al cien por cien. Sí por sí, sólo falta ver la manera que cada uno las intuye, las entiende y las practica”.

Podía seguir escribiendo pero hizo clic y se guardó su microcomputadora en la bolsa de la camisa.

Alzó su vaso y tomo dos grandes tragos, como toma todo el mundo, no abriendo la epiglotis sin interrupción, como lo hacía en los concursos. En el momento que el nivel del vaso descendía pudo ver la figura de una mujer sentada en una mesa  cercana. No se dio cuenta del momento en que se había instalado. Cuando  llegó, ella no estaba. Pero se encontraba sentado de frente a la puerta de cristal y tampoco la había visto franquear ese acceso...Cabellera larga y rubia, amarrado en un solo haz desde la nuca, dejaba ver su rostro. Pero desde la posición en la que se encontraba solamente podía ver escasamente una parte de sus facciones, que se mostraban bellas, elegantes y serenas. La luz intensa del fondo de la calle la colocaba en contraste y prácticamente estaba situada en la oscuridad. Aficionado a la fotografía, por necesidades de su profesión, se dijo que podría lograr un “contraluz” interesante. Miró hacia el asiento de la silla en la que estaba sentada y pensó: “En escala del uno, al diez, ocho”.

Apuntó en una hoja de papel que había pedido al mesero, algunos datos del Desierto de Altar que le solicitaran los miembros del  Club Exploraciones de México, de la capital del país. Esa misma tarde lo “puliría” y lo enviaría por Internet: “En  verano las temperaturas pueden llegar a los cincuenta y cinco grados centígrados...Algunos interpretan su nombre como: “El espíritu de la Tierra”... Tiene un área de veinte mil kilómetros cuadrados... Llanuras aluviales y arroyos efímeros...Cuatrocientos conos volcánicos de la Sierra de El Pinacate...Esta sierra tiene cuatrocientos metros sobre el nivel del mar... Borró y anotó: 3,957 pies, para ser exactos. El Pinacate es una sierra extensa que va de la carretera Sonoita - San Luis Río Colorado hasta las proximidades de Puerto Peñasco. Su cráter  llamado “El Elegante” tiene doscientos metros de profundidad y mil doscientos metros de diámetro...Dunas fijas y móviles en forma de media luna. Las que tienen forma de estrella se originan en el centro y al extremo sur de la Sierra de El Rosario, que es el lugar al que le llegan vientos de diferentes direcciones...En los meridianos ciento catorce, diez, y en el ciento trece, cincuenta, en el tramo que va de la carretera hasta el Golfo de California, que son los que nosotros hemos recorrido, no hay absolutamente un lugar en donde proveerse de agua... Halcón Cola Roja...Coyotes...Serpientes de “cuernitos”, arañas, monstruos de gila, todo ellos  muy venenosos. A este último también le dicen “monstruo de cuentas” debido  las bolitas de su piel. Enormes alacranes...La familia de las cactáceas almacena hasta una tonelada de agua pero no se encuentran en el erg o zona de dunas. No tienen hojas para no despilfarrar el agua y en su lugar ha desarrollado  espinas...Colonias de chollas o abrojos...Abundan los pinacates y son de gran tamaño, ignoro si son nocivos para el humano...” En apartado garrapateó algunos datos del Desierto de Samaluyaca: “Cincuenta kilómetros al sur de Ciudad Juárez, Chihuahua...Temperaturas arriba de los cincuenta grados en mayo... Abunda la Gobernadora o creosota... Muchas hormigas y pocos pinacates... Manuel Sánchez ha elaborado numeroso y extraordinarios dibujos de este lugar, comunicarse con él, en la actualidad se le localiza en Actividades Deportivas de la Universidad Nacional Autónoma de México, por si quieren recabar más datos…Treinta kilómetros de dunas a la altura del pueblo de Samalayuca...Toda esa área está flotando sobre un gran manto acuífero...Oasis y pozos artesianos...No sería extraño que les cayeran encima  grandes meteoritas. En el siglo veinte, en la localidad conocida como “Chupaderos”, cerca de Jiménez, cayeron varios de ellas, otras de catorce toneladas en Morito Allende, del mismo estado...Las zonas habitadas adyacentes, de ambos desiertos, están altamente marcadas por la inseguridad social, por lo que deben tomar sus precauciones al respecto: si van en transporte propio no den “aventón” a nadie. En el de Sonora no viajen en el tren de carga para salir del desierto o para acercarse a él desde el norte. Creo que el ferrocarril en esas zonas ya desapareció”.  

Vació la cerveza “Corona” hasta la mitad del vaso. La tomaba al tiempo. Nunca logró entender por qué la gente la enfriaba hasta niveles casi sucidas. Era un recurso de la mercadotecnia que la gente seguía sin reflexión: “Por algo la mercadotecnia es toda una ciencia. Crea necesidades y dirige hábitos” se dijo. Le pareció encontrar una conjura entre propietarios de expendios de cerveza y los  de las  farmacias.

Volvió a agarrar el libro cuya lectura interrumpiera al acordarse de Toci.  Se trataba de un perro llamado “Buck”. Jack London lo había metido en un universo helado y nietzscheano. Acostumbrado a la buena sociedad, ahora, por razones meramente accidentales, tenía que luchar por su vida. Solo y contra todos. En lugar de ponerle Buck, debió haberle llamado “Zaratustra”, murmuró divertido.

Un rato más tarde, dejó de lado la lectura. Algo se le había venido a la mente. En hoja aparte escribió dos líneas para una revista de la localidad.:  “¡Yo estudio las tierra, no soy poeta!” Esa mañana, al salir del hotel, el empleado le había entregado una nota procedente de la publicación mencionada. Su enviado insistió en que quería ver al huésped pues tenía noticias que se trataba de un hombre que pertenecía, de alguna manera, al mundo de la cultura de la ciudad de México. Se volvió a acordar de Toci, la muchacha de Palizada, que también lo quería meter en el tema de la poesía. Como el administrador del hotel se opuso a que su cliente fuera importunado, el periodista le dejó un cuestionario. Más tarde pasaría a recogerlo. Hasta ahí Cork se imaginaba que se trataba algo relacionado al petróleo. Y estaba dispuesto a escribir lo que ofreciera algún criterio, el respecto de aquel tema, que pudiera servir al grueso de la población. O quizá alguien lo hubiera visto hacer observaciones, en ambas costas de Punta Real, y ahora aprovechaban para hacer un reportaje en el diario de la localidad. Era buena oportunidad para prevenir a la población del peligro en que se encuentran, cuando individuos irresponsables se les ocurre socavar el terreno, llevando la arena de la isla y venderla para las obras de construcción, o para lo que fuera.

 Cuando se acomodó  en el lugar en el que ahora se encontraba, y en tanto el empleado le llevaba su cerveza Corona, “al tiempo”, desdobló el papel que contenía el cuestionario. Abrió los ojos al leer  y casi estuvo a punto de soltarlo. ¿Poesía? Se acordó del poeta Vicente Quirarte. El año anterior había asistido a la ceremonia de entrega  del premio  Javier Villaurrutia, en la Casa de la Cultura de San Ángel, para este poeta. ¿Piden a un “roquero” que escriba de poesía?  ¡Como invitar a un herrero que diserte de estromatolitos! Eran cuatro preguntas: ¿Cree que el poeta busca escapar de los hechos de la vida a través del arte? ¿Por qué cree que los poetas mexicanos le cantan más a la mujer que al realismo cotidiano? ¿Cree que la poesía es una crítica de la vida? ¿Cree que el poeta pierde su voz solitaria al inmiscuirse en el lenguaje que usa la comunidad?

Le pareció que, de manera informal, podría escribir largo y tendido en torno de las preguntas. Le seviría de ejercicio literario. Pero no estaba con el ánimo necesario para tal cosa. Guardó cuidadosamente el papel que contenía la respuesta y encontró más sensato dar otro trago a su cerveza. 

Al terminar el contenido del vaso le pareció que debía intentar platicar con la mujer de la mesa vecina. Se le había ocurrido desde hacía un rato pero, reflexionó, pudiera resultar que estuviera esperando a alguien. Se acercó y vio con sorpresa que la muchacha volteaba al tiempo que lo recibía con una sonrisa. Antes que pudiera reaccionar, le escuchó decir:

- Estaba segura que vendría al terminar la cerveza.

-¡Diablos!- exclamó- ¡Es la krisna!

En efecto, era la joven que había conocido en Bajamita, frente a la playa “Brigitte Bardot”. Pero ya estaba parado frente a ella y sólo acertó a preguntar:

-¿Puedo invitarle un refresco... o espera a alguien?      

 - Tome asiento, por favor - respondió alegre la mujer. Cuando estuvo instalado y todavía sin poder salir del todo de la sorpresa, Cork escuchó que seguía diciendo: - Sí, esperaba a alguien, pero ya llegó.

Cork volteó hacia la puerta e inició un ademán de levantarse de su asiento. La otra lo tomó del brazo y lo detuvo donde estaba.

- Usted- dijo-. Lo esperaba a usted.

- ¿Cómo puede ser eso. Ni siquiera nos conocemos. Es decir...

- Se equivoca. Además, sabía que vendría...

 Le pareció que la muchacha, aunque rara, era realmente encantadora, y su voz y sus labios resultaban todo un conjunto para admirarse, Cork encontró atractiva la idea de continuar con aquello que, verdaderamente, no acababa de entender.

- Quiero explicarle...

- Sí, ya recuerdo, en Bajamita...Su automóvil descompuesto...Me disculpo.... Me encontraba en cierto estado de ánimo...

-Acepto. Pero no era eso a lo que me refería. Resulta que...-de pronto la muchacha se interrumpió. Como si comprendiera que estaba encaminándose hacia un panorama que no se podía describir sin antes entrar en   ciertos antecedentes. Entonces dijo:

- Me llamo Clemencia. Clemencia Swan García. Vivo en México y tengo familia en la isla. Estoy de vacaciones y pronto regresaré a la capital. ¿Usted también está de vacaciones?

- Por unos días pasearé en sus playas. Luego, efectivamente, regresaré a México. Estoy buscando a un amigo, en realidad a dos, que ya debieron haber llegado. Hice un viaje a Jonuta y luego permanecí otros días en Punta Real. Eso me ha llevado más tiempo del que tenía calculado. Planeaba visitar a unos ancestros. Pero creo que ya no podré hacerlo.

- ¿Familiares?

- Ancestros.

- ¿Cómo ancestros? ¡No entiendo!

- Los lugares donde vivieron, sus cosas que hicieron, su recuerdo...

 - ¿Ya murieron?

- Sí. Sólo quedan sus construcciones.

- ¿En qué lugar vivían de la isla?

- No en la isla. Más allá.

Clemencia empezó a sospechar algo.

- ¿Cómo se llama ese lugar?

- San Lorenzo Tenochtitlán, en el sur de Veracruz.

- No se estará refiriendo a...

- A ellos, precisamente...Usted, Clemencia, vive en México pero, ¿nació allá o aquí, en Carmen?

- Dos veces he nacido en México...México me gusta para nacer....

Así, de pronto, sin más preámbulos, Cork se vio metido en un ambiente que le era totalmente ajeno. No porque lo desconociera por completo (había leído y tomado cursos y diplomados de todas las grandes religiones) sino porque le parecía un tema extraño que no había considerado, hasta ese momento, platicarlo siquiera. Tal vez por ello  quiso  hacer una especie de broma:

-¿Pertenece al club de los backing time?

- La regresión no va más allá de las experiencias intrauterinas. Y eso si se es realmente bueno en hipnotismo profundo...

- Ah, entiendo: trasmigración de las almas, Sócrates...

- Son ideas de la Humanidad. Yo digo que, propiamente, Krisna. Veo cierto escepticismo en su cara.

 -Para mí con una vez es suficiente.

- Nadie queda enteramente limpio con bañarse una sola vez.

- Me encanta la idea que al morir marcharé por regiones subterráneas, más o menos como le hacen los espeleólogos. Cruzando ríos y cavernas, acompañado de un perrito. Y finalmente emergeré a la región esplendorosa  y ecológica del Tlalocan. Sobre todo conservar mi propio yo. Tepantitla, ¿conoce Tepantitla, en Teotihuacán? Es el Paraíso mexica y las criaturas son ellas, es decir, conservan su yo. Ríen, lloran, juegan.

- Se trata de alcanzar la Gran Luz, no de irse a vivir a los bosques, como Robin Hood.

- Yo digo que hay que buscar la felicidad.  Como pertenezco a un mundo sincrético, me identifico con la idea de la resurrección.Aquí también es una sola vez.

- Insisto en que nadie puede quedar enteramente limpio con ducharse una sola ocasión.

- Sí, si hay quien acabe de quitarle la mugre que quedó. Una institución superior capaz de absolver los residuos que de manera involuntaria fueron olvidados. Me gusta más esto que la idea de subirme a un globo y comenzar a tirar lastre, una piedra por cada vida, y empezar a elevarme, hasta que un día ya no sea posible el regreso a la Tierra...El sistema de las salvaciones individuales son peligrosas...Erosionan la unidad de la sociedad.

Se dio cuenta que de pronto ambos habían perdido piso y estaban hablando de  cosas lejanas a ellos mismos en esa mesa del restaurante. Igual que hacen los fanáticos religiosos de todo el planeta.

- Ciertamente no hay que atentar contra la libertad del individuo. Pero los humanos tienen una serie de atavismos que los atan a la Tierra. En algunos casos el humano es predecible con un margen de error insignificante. Su carácter, sus herencias biológicas, sus ambientes sociales ¡Y, sin embargo, él sigue sosteniendo que es libre! No le hace caso al médico  ni al psicólogo ni al libro. ¿Cómo puede ser de otra manera que la predestinación que trae desde el primer día en que nació no se cumpla? De ese modo, si se conocen sus costumbres, se puede decir hasta de lo que se va a morir...

- Es cierto. Libre como la comunidad que se asentó sobre una ladera de muchos grados de inclinación y es constantemente reblandecida por las lluvias. El geólogo le dice que se va a venir abajo, pero la comunidad insiste que es libre de mudarse o permanecer en el lugar. Desde luego que no se va. ¿Qué hace el geólogo en este caso?

- Rascarse la cabeza y exclamar: ¡libre albedrío!

-Claro que él tiene, o debería de tener, la potestad de llamar a la fuerza pública. Como el médico que se encuentra con el seguidor de alguna clase de religión que no permite que le administren sangre. El está para salvar vidas no para ser testigo de alguien que se le muere en sus narices sin intentar hasta lo imposible. Cierto que ha habido casos en que el otro, después de haber sido salvado por el médico, levanta a éste, ante el Ministerio Público,  una demanda por haberlo salvado...¿Así le puede suceder al geólogo por advertir a la comunidad?

- Antes que nada la comunidad ya llamó en su auxilio al partido político y a Derechos Humanos. Cuando el pueblo ha sido sepultado por miles de toneladas de piedra y lodo, nadie jamás vuelve a mencionar el asunto.

- ¿Es decir que hay que dejar que las estrellas muevan las cartas con toda libertad?

- Algo así.   Pero se equivoca al decir que nadie jamás volverá a ocuparse del asunto. Mil años más tarde los antropólogos harán todo un estudio del caso: la arquitectura rural ya había sido cambiada, algunos granos ya no se sembraban. La moda en el vestir será diferente. Sus anhelos y sus temores estarán plasmados en los objetos de barro y piedra...Para entonces la comunidad, contemporánea, ya habrá levantado su pueblo en el mismo lugar. Durante miles de años el volcán Chichonal, en Chiapas, ha sepultado a la población. Usted puede constatar que ahora, en ese mismo lugar, hay otro pueblo. Miles de personas que rien, sufren, trabajan y viven como si nada fuera a pasar otra vez.  Es el llamado de la tierra. Nadie puede resistirse a esto. Aun los individuos  que pasan como grandes internacionalistas quieren regresar al pueblo donde nacieron. Belleza de una época, Yeats fue el primero que lo dijo refiriéndose al conjunto compuesto por los viejos mitos, las creencias y los sueños de un pueblo.

 Entonces, un poco en broma, empezó a hacer una mención de la gran fiesta del Dos de Noviembre en México. Cada año, la Universidad pone una ofrenda a los muertos,  en la explanada verde, mejor conocida como Las Islas de Ciudad Universitaria. En el  principio de noviembre huelen a copal. El caso es que queda preciosa “la ofrenda”. En realidad son muchas  ofrendas. Se trata de trabajos colegiados. Es decir que en cada ofrenda participa un número de personas. Algunas ofrendas son tan grandes que se ve un “ejercito”, sobre todo de gente joven, dándole forma a la idea de cómo debería ser su ofrenda. Es decir que una onda metafísica recorre con toda calidez a la Universidad y al país entero. Lo que cuenta en estos festejos comunitarios es la disposición a la  convivencia. Como dicen los antropólogos: “La fiesta borra el caos”. Tiende a restablecer las relaciones fracturadas... Si otros pueblos contaran con verdaderas tradiciones culturales, no estarían pensando tan seguido en la guerra.  Desde el 30 de octubre mucha gente se  concentra, en la gran explanada de Las Islas, con la idea de poner sus ofrendas del Día de Muertos. O los Días de Muertos. Santos Inocentes y Adultos. O angelitos y Grandes. Como quiera llamarles. Desde antes algunos ya habían empezado a armar  estructuras de madera para hacer sus Quetzalcoatl.  Serpientes enormes y bellas que bajaban a lo largo de la escalera de piedra, al sur de la Biblioteca Central. Más arriba un Zompantli. Y allá abajo numerosas tumbas... Es la fecha en que vivos y descarnados se reúnen y vuelven a restablecer la comunidad. Muertos un poco hedonistas, otro poco sibaritas, otro poco tragones, otro poco borrachones, otro poco fumadores. Seguramente hasta santos había entre estos muertos evocados. El caso es que los descarnados fraternizan con los jóvenes   hacedores de ofrendas.. Y eso es bello. En especial en estos días que hay cuarenta guerras, al mismo tiempo, a lo largo del globo terráqueo. Frente a semejante vesanismo mejor seguir cultivando costumbres que estén encaminadas a la fraternidad...Y si este año los muertos del Mictlan no volvieron de lejanas regiones, porque andaban muy ocupados, o por cualquier otra cosa, al menos nosotros nos reunimos y la pasamos en fraternidad  un buen rato. Comiendo “pan de muerto”, calabaza y quemando copal...Por cierto- dijo Cork de pronto, porque así de pronto se había acordado de algo que le había pasado por la cabeza, cuando se encontraba en la playa, el día anterior - ¿Conoce algún lugar que se llame Politeama? ¿Por qué había dicho Politeama?

Más tarde me contaría Cork de la sorpresa que se llevó.  En ese momento escuchó decir a aquella muchacha cosas que jamás se hubiera imaginado

-  Politeama era un lugar de burlesque en el que cantaban los mejores artistas de la época. Y también era lugar en el que muchos aficionados empezaban su carrera de comediantes...Por esa época usted vivía en el callejón de La Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort, en el primer cuadro de la ciudad de México. Iba todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos, ¿recuerda? Era un lugar inolvidable pues para entrar había que subir de la calle de Galeras, después llamada Echeveste, una escalera corta de madera. Las cortinas que daban acceso eran gruesas y de color rojo oscuro. Tengo presente su ademán característico de hacerlas a un lado de un solo movimiento y  quedarse parado en lo alto antes de entrar. Pocos bailaban como usted. Y eso era motivo para que Carmina quisiera acompañarlo toda la noche. Era una atractiva mulata de la Costa Chica de Guerrero, muy solicitada por la clientela, pero que con frecuencia decidía no hacerle caso a nadie y se la pasaban los dos en el centro de la pista, dejándose llevar por la música de la sinfonola (Le Rat Mort era un cabaret de cuarta categoría). Que ustedes acapararan la pista causaba malestar entre las chicas pues la clientela prefería mirarlos desde sus lugares y se abstenían de invitar a las otras. Entonces los ingresos bajaban. Cobraban un peso por cada pieza  de baile. En el interior las luces rojas eran tenues, y el humo del cigarro apenas dejaba distinguir algo a cinco metros. De todas maneras salvaba la noche el hecho que, nunca falta algún cliente, lo suficientemente pasado de copas, que le importe poco cómo hagan los demás y vaya a sacar a bailar a la muchacha que tenga más cerca.

- ¿Todo eso pasaba en…

- Le Rat Morte…También las noches eran buenas para las demás cuando usted me invitaba a ir a la carpa - teatro del Gordo Arozamena, o al Teatro Nacional, que estaba en la calle del Coliseo. O al retirarnos más temprano de lo acostumbrado porque íbamos a cenar al Tupinamba

-¿Tupinamba?

 Un restaurante –café, en Bolívar, entre Uruguay y Venustiano Carranza.  Todo en el primer cuadro de la capital. Recuerdo que no caminábamos directamente por la calle de Las Ratas y por la de Las Damas, como debería haber sido. Sí, entonces cada cuadra tenía su nombre y éste rara vez era el de un héroe, como después les dio por llamarlas, Bolívar, en su caso, sino que el nombre correspondía a algún suceso local…A usted le gustaba caminar en sentido contrario, ir por San Jerónimo, dar la vuelta por el callejón de Vizcaínas, que era la esquina donde estaba el Club Verde. Este era un centro nocturno gemelo de Le Rat Mort. Seguíamos por Aldaco, que entonces se llamaba callejón de Pañeras, hasta Puente Quebrado, ahora República de El Salvador.

Cork dijo, aprovechando la primera pausa de la muchacha:

- Trato de imaginarme esos lugares en la época en que usted ha situado el relato, Clemencia.

- ¿Por qué?

 - Si ahora, las noches en esas calles no son muy ventiladas, que digamos, ¿cómo serían entonces?

- Ha habido cambios… Entonces eran callejones oscuros, con agua de las casas llenando de charcos el piso, pues para esos días aun se carecía de drenaje público. Sin embargo desde entonces es un rumbo de la ciudad en el que jamás se suspende la actividad callejera, y hasta se puede asegurar que hay más gente deambulando bajo la noche que a la luz del sol. Como usted vivía en Esperanza, era un vecino familiar para los personajes nocturnos que gustan de atisbar entre las sombras y caminábamos sin contratiempos. El Tupinamba era para esa época tal vez el restaurante más amplio y el que contaba con más clientela. Tenía la característica que el tipo de gente que asistía correspondía a la hora del día. Hacia las once de la noche se llenaba de gente del ambiente taurino. Y uno que otro gigoló acompañando a alguna dama…Eran los días en que Gerardo Murillo, después de permanecer semanas y aun meses en las montañas, arriba de Amecameca, haciendo apuntes y dibujando rasgos para sus cuadros cuyos motivos eran los volcanes, regresaba al valle y de inmediato se incorporaba a la vida política. Daba conferencias y ponía énfasis al decir que, después de la primera gran guerra europea, la alianza Alemania - Francia haría una potencia mundial inconmovible por cualquier otro poder en la Tierra. Y que tal cosa aseguraría una larga era de paz, no solo allá sino en todas partes.

Eran los días que  enormes contingentes desfilaban bajo las grandes insignias del nacionalsocialismo, por Tacuba, la  amplia avenida adyacente a la Alameda Central, y del otro lado, por avenida Juárez, otros grandes contingentes se pronunciaban por el comunismo estalinista. Organizaban desde el Hemiciclo a Juárez nutridos mítines con abundantes banderas de hoz y martillo… Una manifestación de treinta mil irrumpe por las calles paralizando el tráfico por dos horas. Llevan mantas que dicen: “No al outsourcing, ¡Viva la CTM!”.Su manera de protestar más parce que van a un encuentro de futbol. Se detiene paralizando a la enorme serpiente y de pronto se echan a correr dando alaridos de júbilo. Una de esas fechas agitadas, usted me llevó a que conociera el café de la calle de Tacuba, en lugar de ir al Tupinamba. Era un café distinguido y sobrio.

 Cork estaba asombrado al escuchar  todo eso a la muchacha. “Está loca de remate pero es muy bella y su modo es elegante”, pensó, además, ocho en la escala de diez… ¿En cuántos laberintos es capaz de meterse el humano? Sin embargo tuvo la lucidez necesaria para aprovechar esa situación y preguntar:

- ¿De tal manera que nos conocemos desde hace algún tiempo?

- Si tenemos oportunidad, le iré contando todo lo que usted y yo hemos vivido...

Clemencia no pudo terminar la frase. Cork había pensado en ese momento que, si no resultaba lo que se le había ocurrido, pues nada y adiós. Volvería a la cordura de la calle. ¡Y jamás volvería a ver a aquella muchacha loca. Se levantó y llegando hasta ella le dio un beso. Como en los primeros cinco segundos no hubo rechazo, siguió y aquel  beso  pudo haberse prolongado todo el tiempo que él quisiera. Al retirarse y volver a su asiento, ella seguía con los ojos cerrados. Su respiración se fue calmando, abrió los ojos  y   pudo hablar. Entonces, dice Cork que lo que escuchó lo impresionó todavía más:

- ¡Al fin pudo suceder de nuevo!

Una hora después salieron del local. El sol era intenso, como siempre es en la isla. Cork la invitó a que fueran a caminar a Mandinga. Pero ella tenía que reunirse con su familia e ir de compras al mercado y a la tienda  de ropa. En ese momento cruzaban por una pequeña alameda llena de jacarandas con flores azules. Al despedirse fue ella la que  se acercó a Cork y lo besó. Fue un beso como a Cork jamás se le ocurrió que pudiera suceder...

La vio alejarse por la calle amplia y tranquila. Iba bella y serena, como corresponde a una mujer que está familiarizada a tratar con los arcanos. Fue hasta la media calle, más allá, que ella se dio cuenta que no había tenido el control sobre si, como estaba acostumbrada. Su ropa íntima estaba completamente mojada. Fue cuando se paró y volteó hacía el lugar en el que había tenido lugar aquel beso. Cork seguía parado, viéndola alejarse. Desde lejos lo vio hacer  señales con la mano, describiendo un adiós afectuoso y momentáneo. Se verían al día siguiente. Al reanudar su camino, Clemencia se dijo: “Siempre son así nuestras despedidas...” 

    Antes de regresar  a cerciorarse que yo había  llegado al hotel, decidió caminar un rato por Mandinga. Llevaba una cerveza de “cuarto” en la mano y escuchaba las canciones que interpretaban los grupos musicales. En el local del extremo sur del lugar, frente a la Laguna, una sinfonola moderna reproducía una viejísima canción del “Jibarito Rafael Hernández”.  Era “Congoja” y la cantaba Margarita Romero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         15

 

 

 La playa estaba desierta a esa hora temprana del día. La fresca brisa del mar, que movía la tela delgada del vestido de Clemencia, contrastaba con la temperatura caliente y húmeda que cubría a la isla.Negaba que su cuerpo y su alma fuera uno solo. Decía que para vivir podría servirse de cualquier vehículo del reino animal y hasta vegetal, no solo del cuerpo humano. Aseguraba que había vivido cinco vidas  en la plaza  principal de Coyoacán. Una de ellas había sido una perra sucia y pulgoza que era asediada por cuanto perro callejero deambulaba en el lugar. Otra se trataba de una bellísima jovencita de dieciocho años, pelo corto rubio, ojos azules y tez blanca. Sus pantalones eran finos y saco elegante. Recogía dinero en la plaza. Sobre todo pedía a los hombres maduros. De cien solamente dejaban de darle cinco. Cada moneda que recibía se la entregaba de inmediato a un muchacho un poco mayor que ella. Este  permanecía montado en una bicicleta. Esperaba  a reunir cierta cantidad de lo que Clemencia (no dijo si en aquella vida también se llamaba Clemencia) le daba. Con el dinero compraba licor para beber  con otros treinta individuos que, de una manera u otra, vivían en ese sitio durante el día. Por las noches fumaban marihuana y se inyectaban o aspiraban cuanta sustancia tóxica podían conseguir. De vez en cuando iban al hospital de Xoco a ver el cadáver de alguno del grupo que acababa de morir esa madrugada. El sol de la mañana solía encontrarlos  desnudos, dormidos juntos en una sala, siempre con una pareja distinta. Pero también fue una flor blanca, delicada y bella. En otra vida una jacaranda. O bien una cucaracha que iba de un café de chinos al otro, también de chinos, de la calle Hidalgo al de Carrillo Puerto, en Coyoacán. En otra vida  se la pasó escondiendo cocaína barata entre los santos del templo de San Juan Bautista. Afuera hacían el trato y el cliente se introducía a la nave de oración, hasta el santo que le había indicado.También fue una nerviosa libélula. Pero la más de las veces regresó a vivir de manera antropomorfa. Dice que cuando renació en esa flor blanca y bella conoció el momento que por fin iba a poder vivir fuera de la plaza. Aseguraba que algunos de los vagabundos, que viven y duermen en las bancas del centro de Coyoacán, están pasando por alguna etapa de expiación.

Obsesionada en quedarse fija en el presente, jurando que sólo le importa el aquí, pero movida por el pasado. Y pensando en el futuro que será irremediablemente una consecuencia del presente. Juraba que el círculo no tiene principio ni fin. Así era su sansara. Soñar con un Paraíso ya perdido. El primer paso hacia el derrumbe hegeliano. La esclerosis que impide moverse en el presente y echar bases para mañana. Un mundo sin problemas. Los héroes de la desadaptación. Una vida que no sea alcanzada por la actividad del subsuelo. Que la oceánica placa de Cocos y la continental placa de Norteamérica dejen de estar haciendo el papel de dioses, al introducir en la lógica de la existencia bucólica el elemento inesperado que cambiará el rumbo de nuestras vidas.

 Le pareció que Clemencia era la versión moderna de los viejos finalistas. A su insistencia que cantara el Hare Krisna seguía la práctica de la relajación: respire, le decía, desconéctese, estírese, sienta cada uno de sus niveles del cuerpo, bostece, regrese:

- Siempre hay que estar consciente de cuál es el estímulo que nos va a echar a andar. El pensamiento que sigue al estímulo es el parteaguas de nuestra conducta que va a decidir nuestras acciones posteriores.

- ¿Como cuáles?

- Sentimiento, emoción, conducta y efecto...

- ¡La causa y el efecto!

- ¡Así es!

Pero al terminar de describir el cuadro agnóstico volvía a situarse en el terreno numinoso:

- ¡La causa es Krisna!

  El arrojó una piedra a las olas de la orilla de la playa. Empezó el círculo y dijo que él era el principio del círculo. Entonces  ella le gritó que eso era trampa. Acababa de pasar dos meses en su salita de Kumarila. Viajando por los mundos siderales y rompiendo de esa manera los ladrillos de su prisión mental. A él le pareció que el hombre rutinario de la colonia popular, que todas las mañanas recogía cartón en los basureros para venderlos en el expendió de periódicos, tenía más libertad que ella. Pero se guardó de decirlo. ¿Una perra pulgoza y una delicada flor blanca que se abre al sol? Reía. Se preguntaba: ¿cómo fue que alcanzamos esa enorme sensibilidad? ¿Apenas hace dos millones de años éramos menos que trogloditas? ¿Qué sucedió? Se imaginaba a aquella bella muchacha, y elegante en sus modos de vestir, con cinco pares de chiches colgando hasta casi ras de suelo y asediada por diez perros sarnosos y calientes...

¿Ha leído a Dante?

- Sí. Fue uno de mis  tempranos proyectos de lectura. Pero me costó trabajo. Lo anotaba una y otra vez en mi diario. Por eso me di cuenta que posponía  su lectura.

- ¿Lleva un diario?

- En ocasiones es más bien semanario...

- Interesante. Siempre quise hacerlo, pero me parecía una cuestión cursi.

 - Puede escribir notas. De cosas que se le vayan ocurriendo. O que sean parte de la  vida de ese día. Llevar un diario enseña cosas. Entre otras, a pensar para escribir. Es algo que se hacía en la antigüedad. Se interpretaba la vida. Se le deformaba o se procuraba hacer una fotografía de ella. De esta manera se hacía una especie de examen de lo vivido las últimas horas. En ocasiones se llegaba al descubrimiento de haber realizado cosas innecesarias demasiadas veces. Otras, en cambio, el haberse apartado del automatismo social tan necesario para el individuo y para el grupo. Por ejemplo, abandonar la práctica del ejercicio físico responsable era empezar a morir. Estar en la morbosa conmiseración de que está llena la literatura europea del primer tercio del siglo veinte. Enterarse cuánto se ha perseguido una utopía. Leer a Milton es una utopía en tanto no se llegara a la última página. Chesterton escribía utopías pero sólo para descubrir que la Iglesia ya se le había adelantado. Pero de pronto los diarios personales ya no se abrieron. Llegó la televisión y el celular. Nuestra vida desapareció y en su lugar vivimos mil vidas y acciones que tenían lugar del otro lado de los cables conductores de electricidad.¿Y en realidad sucedían? De vivir la vida, e interpretarla, pasamos a ver cosas virtuales que nos van induciendo conductas que no estaban en nuestro interés. Y después de cerrar el diario de notas pasamos a cerrar el libro que estábamos leyendo. En adelante abrevamos nuestra cultura en la lectura de los periódicos y en la televisión...

- El cuarto y quinto infiernos-dije en broma-. ¿Sabía que los Padres de Estados Unidos leían los clásicos griegos cuando eran niños? ¿Que estudiaron más tarde la vida de los etruscos, y la de Roma, casi a microscopio? Ya no se lee, ¿cierto? No va de acuerdo con las etapas de la humanidad y ni siquiera con los planes de estudio de las escuelas. Corresponde a etapas del individuo. Leer a Dante es estar en la disposición de sacar el espejo de Tezcatlipoca y contemplarse en él. No es una tarea fácil. Ya  lo creo. Dorian Grey no resistió contemplar su retrato... ¿Cómo fue que finalmente leyó a Dante?

- A través de  Eneas...La gruta de la Sibila, ya en tierra Itálica, después de haber salvado la vida en Troya...Es la prefiguración del universo fantástico que Dante desarrollará catorce siglos más tarde. Cuando el héroe baja a ese mundo subterráneo se encuentra con antiguos amigos troyanos que habían muerto en combate. Platica con ellos y hasta ve a enemigos griegos que murieron en el sitio de Troya. Uno de esos habitantes del Infierno apura a Eneas diciéndole que se apresure a salir del lugar. ¿O qué caso fue el que, vivo aun, lo ha llevado ahí? Aquellas son  las moradas lóbregas, sin sol, y los parajes tenebrosos.

Desde luego que él también había leído a Dante. Apenas cumplido los quince años ya lo conocía. Pensó mentir en  espera que Clemencia elaborara alguna leyenda relacionada con este poeta. Pero no lo hizo. En cambio le oyó decir algo que le informó que ella también conocía esas vidas:

-Héctor es el apropiado héroe de la resistencia en Troya. Eneas es el caudillo de la salvación, la travesía marítima y la llegada a Italia. Los aztecas tuvieron en Cuitlahuac y en Cuahutemoc sus héroes de la resistencia, cuando defendían México- Tenochtitlán. Pero les faltó el caudillo de la reconstrucción. Les faltó su Eneas...

- ¡Vaya, creí que nada más sabía de Krisna!

Le preguntó que si también en  mineral podía reencarnar. En este caso podría sugerirle nombres preciosos para sus futuras vidas tales  como gema, pirita, hematita...

Un tanto sería contestó:

- Precisamente usted tiene una fuerte tendencia antropomórfica al considerar el ser en una unidad espiritual y material. Indestructible por encima de la muerte inmediata, pues al final se dará otra vez la unión de esas dos naturalezas. ¿No es así?

-Sí. Quiero mucho a mi yo. Tanto que así seré en la otra vida.

 Apuraba el contenido de una cerveza mientras  avanzaban descalzos sobre la arena húmeda. Carmen y yo y Salim M. les seguíamos diez metros detrás.

 Entre tanto Carmen nos contaba algo de la historia de  la isla del Carmen.

- Se le conoció en otros tiempos como Triest Island. Esto procedía de su otro nombre de Isla de Tris lo que a su vez arrancaba de Isla Triste- y agregaba:-, de triste no tiene nada este paraíso.

Había visitado en México a Salim, con el que hicimos el invierno pasado la primera escalada a la pared oeste de la Torre Negra de Nexpayantla, para que nos alcanzara en la isla y había llegado temprano por avión.

Salim Vendía ropa en el puesto de Correo Mayor, enfrente  de su establecimiento. Con doscientos pantalones de mezclilla sobre un cajón de madera, en los que transportan los jitomates. Con un fajo de billetes de a cien entre los dedos de la mano izquierda, con la derecha mostraba la prenda a los que pasaban. “A cien pesos llévalos”, les decía en su cara mientras caminaban. Había tenido que salir a la banqueta, enfrente de su negocio establecido, para competir al tú por tú con los vendedores informales:

- Esos cabrones  no pagan impuestos legales, hermano, y sólo “colaboraciones” subrepticias por “derecho” de piso en vía abierta.

-         ¿Cuándo vas a empezar a juntar tu  millón de dólares para trabajar por la democracia - le preguntó en esa ocasión.

- En esas estoy,  precisamente.

- ¿Vendiendo sobre un cajón de jitomates, lo vas a lograr?

- Sí.

- No entiendo.

- Se ve que no entiendes. Y no tienes por qué entender este asunto de los dineros. Tú estudias la Tierra. Si temblara en este momento yo no sabría a qué se debe, pero tú sí.

-¿Cuándo vas a lograr juntar tal cantidad?

- Lo que no entiendes es que el segundo paso, después de vender en la banqueta, es hacer algunas operaciones convenientes en la Bolsa.

-  Es arriesgado. Te puedes quedar en cueros.

- No si sabes  cuándo, cómo y  con quién.

- Insisto en que es arriesgado.

- También el alpinismo es arriesgado... Igual se muere la gente conduciendo su automóvil cuando está borracha.

- En montaña se mueren los individuos, pero en proporción del uno a mil, lo cual está dentro de lo razonable...

- Tú no pierdas de vista la Placa Cocos que yo me encargo de la democracia  ¿O  eres de los que no creen, o no gustan de la democracia?

- Hasta ahora lo que conozco, verdaderamente democrático, son el estreñimiento y la Placa de Cocos. Ambos llegan sin que alguien los haya invitado y se llevan por igual, entre los pies, a los individuos de los diferentes estratos de la sociedad.

- Está la Muerte, comadre de Pedro Páramo.

- Tampoco. Es mentira que se lleve a todos por parejo. Los desnutridos van por delante...

Recuerda Cork que al final Salim  lanzó una carcajada llena de seguridad:

- ¡No seas escéptico, hermano. Con la democracia buscaremos acabar con la desnutrición!

Por la tarde Salim volaría de regreso a México.

 Clemencia miraba, asombrada, en Manigua, la manera tan efectiva pero a la vez discreta que tenía Cork de beber cerveza. No detenía el líquido mediante el sistema epiglótico de la garganta sino que lo dejaba deslizar suavemente. No se levantaba la espuma.  Era una técnica depurada. La había aprendido de los mineros de las aldeas serranas de Hidalgo. Así toman algunos de ellos el pulque. Despué bajaba el brazo, con la cerveza, que después iría balanceando en su paseo por la playa.

- ¿Cómo entender a la naturaleza si se permanece por siempre en la ciudad?...Tiene razón en eso de la unidad indestructible de la idea del cuerpo. Pero se equivoca de cultura- alzó un poco la botella oscura  y observó:- La rata canguro del desierto no necesita beber agua. Su metabolismo... Nunca conocerá el sabor de la cerveza...

 Al mirar el rostro del muchacho  no recordaba haber conocido otros ojos tan enérgicos y bien delineados como aquellos. Este dijo que algún día le contaría cómo el individuo al morir en esta vida, que todos conocemos, empieza un interesante viaje a través de un mundo subterráneo...

-         Ah, y también la manera en que cada año, a lo largo de dos días, toda una comunidad de hombres, mujeres y niños, regresa a este mundo para... ¿Para qué cree?

- No tengo idea –dijo ella.

-  Nada menos que para comer y beber. ¿Qué le parece? En el mes de Teotleco, que ahora es diciembre, regresan los dioses de larguísimos viajes. ¿Sabe del Tonalamatl, no? Es decir que esos muertos, antes humanos, ya volvían divinizados. No solamente Yavé y sus acompañantes son capaces de comer, carnero y pan, preparado por Sara en las tiendas bajo los árboles de Mambre...Se trata de dos geografías diferentes y dietas distintas. El ternero tiene mucha grasa. En cambio aquí abundan los vegetales... Las fibras. Le digo a Salim que debería de correr por lo menos cinco kilómetros, diariamente, si no quiere que se le tapen las venas y llegue el infarto antes de la mitad de  edad promedio de los de su pueblo. Y antes que logre juntar su  millón de dólares. ¿Escuchaste Salim?...

- ¡Estás loco, hermano!

-  ...además de regresar a comer, los muertos saben que en las ofrendas encontrarán bebidas. Es decir, vino. ¿No es formidable? Su religión se afana por ir haciendo cada vez más puro al individuo a través de vidas sucesivas. En cambio los muertos que regresan a México vienen a gustar de nuevo la comida y un  buen vaso de cerveza. De preferencia de pulque, aunque en las ciudades cada vez es más difícil encontrarlo. La industria de la cerveza…

- Increíble tanto hedonismo!

 - Este individuo no come solo. Se reúne de nuevo con la familia. Con el grupo que también ha regresado del Mictlan, o de donde se encuentre caminando (hasta muertos nos gusta caminar a los mexicanos), y con el grupo que aun vive en la tierra. Esto es, se rehace la comunidad. De esa manera metafísica, junto con el ADN, se van perpetuando los arquetipos del grupo. Un año vivieron en sus lugares y con sus cosas, pero ahora es la fecha de la reunión. Como cuando nos reunimos los de la generación de la Facultad o de secundaria. Como cuando todos estaban con vida y hacían una fiesta...

  Un niño atendía su puesto de agua de coco, refrescos y jícamas cortadas, cerca de la playa, a las que había puesto chile rojo en polvo, y acompañaban en el plato limones partidos a la mitad. Otros niños dormían en la arena o vagaban desarrapados sin rumbo por la costa.

Salim dijo:

- Solamente uno de ellos, de entre un millón, tal vez, llegue a la Facultad de alguna Universidad...

Carmen agregó algo al respecto:

- Hijos de parejas que se unieron en el matrimonio tradicional y que a la postre acabaron aboliendo la monogamia. Pensaron que la gente los presionaba en ese sentido. Buscaron la manera de decirle a la sociedad que no se metiera con ellos y empezaron a practicar la poligamia como señal de libertad. ...Ahora, en el seno de la ciudad, y por la playa desierta, hay niños durmiendo amontonados unos y otros tratando de descifrar el enigma de su destino...- dijo que acababa de leer un viejo libro, de un autor alemán llamado Spranger. Lo escribió en el primer  tercio del siglo veinte, en Alemania. Apunta hacia una educación de los pueblos por medio de la cultura y la educación.  Pero no está dirigido para los que esperan que el mundo cambie para después cambiar también. Ni tampoco deja de lado a esos gobiernos que adelgazan año con año el presupuesto de la Universidad Pública.

Spranger está hablando contra un amodorramiento propio de pueblos que han vivido bajo una tutela que se prolongó más allá de lo necesario: Tiene que nacer primero el nuevo modo de pensar, antes de que pueda nacer la nueva época. Como sea, la idea de Spranger sirve, y urge, sobre todo en una sociedad en la que cada vez crece la farmacodependencia entre niños y jóvenes...

Salim dijo, queriendo hacer una broma:

-La monogamia es como querer bajar de peso...Mucha intención pero  nada fácil de lograr... No se da con sólo desearla. Entre otras cosas es el resultado de cultura, preferencia y ejercicio en ese sentido. Tampoco se puede bajar de peso con nada más desearlo. Para lograr ese resultado hay que echar a andar una serie de cuestiones. Y después mantener esa voluntad día tras día...

Cork agregó:

- Muchos padres, en el mundo de los humanos, podrían aprender del celo, dedicación y paciencia que los búhos grises de las Rocosas tienen para con sus hijos.

De algún lugar llegaban las notas de una    melodía romántica:

-“De la marimba al son te conocí / al contemplarte fui de la ilusión / el prisionero que viene a contarte / las penas de su corazón...”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        16

 

Esa canción tenía un siglo de haber llegado a la isla y se le seguía escuchando con arrobamiento. Primero en conjunto de músicos, luego en discos enormes de acetato de una  canción, siguieron los chicos de muchas melodías, las cintas, después los compactos y últimamente los más compactos de las computadoras, los rayos láser... La canción seguía allí.

-         Con el relato de los muertos que regresan a comer y a beber, veo que no toma las cosas en serio- me dijo Carmen-.  Necesito enseñarle unas cuantas cuestiones básicas. En la India, a semejanza que en China, se dio también una especie de antropomorfismo. Después éste fue derivando hacia un antropocentrismo. El afán de dominio...Solamente en una etapa más evolucionada tuvo lugar la emancipación de las cosas. Como condición de poder alcanzar...

-         Por mi parte no tengo  inconveniente en contar con una Pigmaliona tan hermosa-dijo Salim-, que haga de éste bárbaro un hombre civilizado. Pero, al igual que Cork, prefiero el Tonalamatl.

- ¿Recuerda que había un rico, casi perfecto, que quería seguir a Jesús? Pero que no pudo desprenderse de sus riquezas y repartirlas entre los necesitados. Es lo mismo. El aferrase a las cosas. No es que el dinero sea malo en sí, o los ricos, son los medios para conseguirlo lo que está en juego.

-Sólo por medio de la democracia se puede repartir mejor el dinero-dijo Salim.

-Hay Fatas Morganas en todas partes-dijo Carmen y recordó a Chesterton:-.Este escritor hace bromas a costa de la aristocracia. Dice que en el catolicismo es donde verdaderamente hay democracia. Al cielo pueden entrar lo mismo los príncipes que los mendigos. No es cuestión de títulos sino de obras- un grupo de gaviotas se acercaba a la playa, volaba a ras de agua y volvía a internarse en el mar. - Hay diferencia entre renunciar a las cosas, que repartirlas entre la gente. Lo primero es un principio de individualidad. En lo otro comienza una comunidad fraterna. Se trata de un modo de pensar antiguo que empezó en el llamado Viejo Continente, que por cierto de viejo no tiene nada. De entonces para acá han surgido, en Europa, religiones y filosofías que tienden al individualismo o a la atomización de los grandes grupos. Como Jasper y como Heidegger... Los héroes son frágiles y el hombre rutinario, en cambio, posee unas fortaleza insospechada... ¿Sabían que en última instancia no hay hombres comunes y hombres héroes? Lo que hay son individuos que no relatan, que no platican, su existencia. ¿No sería bueno que Sancho Panza escribiera su versión de todas las que tuvo que pasar junto a Quijano?.. Es como para  tesis de doctorado... Es interesante una acción heroica cuando se le consigna. Pero no menos espectacular resultaría poder contar la vida de repetición de un rostro entre la multitud. Faulkner lo consiguió. Antes una mujer que llegaba a los setenta años de edad había lavado los platos, de una numerosa familia, algo así como setenta mil veces en su vida. ¿Puede alguien mencionar una proeza mayor en bien de la comunidad? Ante esto el mismo Aquiles no pasa de ser un mozalbete jugando a hacer cosas que llamen la atención. ¿Pero quién le canta a una mujer que lava platos toda su vida? De seguro el escudero nos dejaría entrever los maravillosos mecanismos de adaptación. Nos diría que el rostro entre la multitud posee un excelente recurso de adaptación a las diversas situaciones de la sociedad. ¿Han notado que entre los rutinarios casi se desconoce la neurosis? Tienen un programa mínimo, al menos, que cumplir. La mercadotecnia le inventa neurosis, que es otra cosa. El héroe, en cambio, es duramente golpeado por la repetición y el fastidio. Si no hace algo a tiempo, enloquecerá. Como enloqueció su patrón que tenía la hacienda en un rincón de la Mancha. Quijano no sabía que el egoísmo aparece cuando se exagera la autoestima. Pasado ese  tiempo, aunque haga algo, de todos modos enloquecerá. Y nosotros conoceríamos que el hombre homérico y la mujer ibseana poseen un rango corto de resistencia ante la automatización de las relaciones humanas...

-Visto así el asunto, el hedonismo de los mesoamericanos tenía esa gran virtud de volver a reunirse para gozar de la vida. Las etnias indias  eran  grupos de báquicos y comelones. Como lo eran los etruscos. Era la manera en que ellos entendían la fraternidad.

- ¡Espero que no estará hablando en serio, Malcom! – dijo Carme. Evitaba decirle Cork.

- Completamente en serio. Estas fiestas, o su ausencia, marcan todo un modo de pensar de la realidad. Sólo hay que buscarle el simbolismo. ¿Por que se hacen las fiestas o por qué han dejado de hacerse?

Una palapa estaba sola en la playa. En su sombra fuerte se veían tres hamacas vacías que se movían suavemente al impulso del viento que llegaba del Golfo. Clemencia  sujetó de pronto el brazo de Cork, obligándolo a hacer un alto sobre la arena blanca. Nosotros seguimos caminando. Se acercó lentamente y le dio un beso prolongado en tanto cerraba los ojos. En ese momento estaban tan unidos como la pareja de búhos grises de las montañas Rocosas de Norteamérica. Entre tanto, nosotros hacíamos bromas respecto de la gente que  busca las sombras para besarse.

El  puso suavemente su mejilla junto a la de ella. Se dio cuenta que ardía, como si el sol le hubiera estado pegando directamente durante mucho tiempo. Se acordó de los ancianos de su lejano grupo del desierto. De una mujer barriendo en el andén del ferrocarril. El beso era la culminación de algo sensacional para Clemencia. Empezaba en la raíz de su rubia y abundante cabellera y bajaba por su espalda haciendo estremecer absolutamente todo su cuerpo.Al final él tenía que sujetarla por el temor a que fuera a desplomarse. Aquel beso le revelaba que Clemencia estaba lejos de la androfobia. Por el contrario, ella poseía potencialidades eróticas que a simple vista estaba lejos de imaginar. Esto me lo describió más tarde Carmen que observó  con cuidado aquel estremecimiento.

-¡Quiero almorzar!- gritó Salim.

Una mujer de edad avanzada vendía máscaras de cartón.  Otras estaban talladas en madera, confeccionadas con habilidad y hermosamente pintadas. Tenían rasgos femeninos. Se acercaba una de las  fiestas ancestrales de la isla y era el tiempo en que proliferaban estas artesanías. Las cestas de mimbre, o las cazuelas que tenían como ornamento una cruz gamada, le llamaban la atención. En el grupo este detalle artesanal estaba por remover los comentarios que habían hecho girar al mundo en el siglo anterior. La cultura de Carmen los detenía. Cork acotaba que las pinturas rupestres de las cuevas de la profunda Tarahumara tenían ese símbolo del olin. Y lo mismo sucedía con las cazuelas actuales que se vendían en algunos mercados del país. Eran trazos que se habían quedado grabados en el inconsciente colectivo. Y yo sabía lo que probablemente la misma Carmen  no sabía de manera consciente...la artesanía de la lejana África Negra también la contenía como idea filosófica y de artesanía. Carmen se detuvo un momento a observar. Cuando reanudamos el paseo, hizo la siguiente observación:

-         Aun se perciben en las máscaras algunos rasgos del arte yoruba.

- ¿Yoruba? – pregunté -. Jamás había oído que existiera esa etnia.

- No es de México. Se trata de un pueblo de Nigeria del Sur.

Me sorprendió mirándola. Le dije en seguida:

-  Usted  es hermosa-quise acentuar la intención de mi confesión:-Su prima Clemencia, en cambio, es bella.

Carmen era de las que sabían más de una intención de las palabras.

-¿Qué tipo de hermosa?

No lo dudé, pues ya lo tenía pensado:

- Como los griegos antiguos pensaban de lo hermoso. Estaba familiarizada con Sócrates y sabía  a lo que me estaba refiriendo

- Es halagador. Pero, concretamente...

 - En los dos sentidos...

- ¡Dígalo, por favor!

- Intelectual.

-¿Y?

- Físicamente llenaría las aspiraciones…

Volvió a abrazarme tiernamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         17

 

- Prométame que volveremos a vernos Malcom –  dijo Clemencia en voz tan baja que apenas pudo escucharla entre el viento suave y cálido que pasaba por la playa. Su respiración se fue normalizando. Cork confirmó con eso que era una muchacha extraordinaria para interpretar el pasado. Por lo mismo, aunque hubiera vivido las veinte vidas que decía, eso no le daba autoridad para predecir lo que sucederá en los días por venir. Sin embargo, apenas iba a preguntar dónde podría encontrarla cuando la escucho decir:

- En la carretera, desde el Puerto de Veracruz hasta la ciudad de Puebla, mi familia, mi prima Carmen incluida, posee restaurantes para choferes trailerios. En cualesquiera de ellos puede preguntar por mí. Me comunican por teléfono. Si me encuentro en algún punto de esa línea carretera, en una hora, a lo sumo, tardaré en reunirme con usted. Si estoy en Kumarila, serán dos horas. .. En el caso de que me encuentre en Caytana serán dos semanas. Como sea, haré todo lo posible por reunirme con usted lo más pronto que pueda.

-         ¿Caytana? ¿dónde queda eso?

- Bengala...India.

Carmen comentó  lo que había escuchado apenas unos minutos antes.

- Mi prima vive en el pasado, ignora el presente y sueña con el futuro…

- A muchos nos sucede lo mismo, o casi- dije.

- …El Tao sería el Paraíso donde la existencia no conoce barreras ni jefes ni oficinas de impuestos ni las enfermedades se propalarían ni habría propiedad privada. Tampoco los que murieran sufrirían previamente la decadencia de la edad avanzada, que ahora vemos que llena los hospitales. Esos son los tiempos en que se componen los paraísos en que vive  Clemencia. Un pasado idealizado y un futuro romántico.

Esta dijo:

- No es que busque morir. Mis dos mil quinientas calorías me mantienen lejos de la muerte.

Aparte de una cuidada alimentación, Clemencia ingería diariamente pequeños  trozos de hielo en agua, o café sin azúcar, con la idea de eliminar calorías de su cuerpo de esa manera.

Esta observación me dio la oportunidad de conocer el carácter audaz de Carmen cuando dijo:

- No mejor aprovechadas que mis  tres mil calorías...

Guardadas las proporciones físicas, no se sabría a cuál preferir. Clemencia era, en efecto,  una bella mujer mexicana tipo balcánica. Carmen una hermosa mexicana tipo africana. De todas maneras, Cork intervino:

- En todo caso, solamente el berrendo del desierto está equipado corporalmente para regular las calorías de su cuerpo...

Pero Carmen era más que una espontánea réplica y dijo:

- Para ser mística, Clemencia se defiende. Se mantiene bella y deseable.

Un ambiente de tensión llenaba esa mañana las calles alegres y desbordadas de sol de la isla. La gente hacía filas aquí y allá para emitir su voto y elegir diputados del estado. Salim, como he mencionado, tenía una enorme vocación por la democracia. Debido a eso poseía un agudo  conocimiento del asunto:

- La gente  sigue de cerca  los medios de información y decide su voto, teniendo en mente el programa económico que se le ha presentado durante el periodo de campaña de los partidos políticos. Hay que empezar diciendo que estos datos, proporcionados por el candidato, son tan maleables como los temas de los diarios a la hora del desayuno, según diría McNeice, biógrafo de Yeats. Ahora bien, pocos  votantes son los que hacen coincidir sus principios religiosos o filosóficos con el color de su voto. De esa manera se da la situación surrealista de, llevados por las tormentas de propagandas que preceden a esos acontecimientos, apoyar posiciones antípodas según su modo de pensar. Así el magenta estará votando por el verde, el cían por el rojo y el azul por el amarillo. Un individuo emitirá su voto por un partido de izquierda, después de salir de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Otro que sale de su asamblea progresista irá a oír misa a la catedral del Zocalo.  Esto es muy mexicano. Lo propio sería que el azul votara por el azul, el rojo por el rojo y el verde por el verde.  El viejo Bobbio decía que la izquierda es lo igual y las derechas lo individual. Pero como esto tenía un fuerte sabor a utopía, lo matizó diciendo que es lo que tiene sensibilidad para lo igual. Mejor aun, que es lo que tiene vocación para ir reduciendo la desigualdad.  Este pensador tiene la honestidad necesaria para aceptar que nadie es dueño de la honradez. Dice que en la política los buenos y los malos pueden encontrarse tanto a la derecha como a la izquierda de un imaginario presidente de asamblea...Desde luego son principios generales. Si empezamos a observar a detalle cómo está compuesta nuestra sociedad veremos que, ateniéndonos a lo anterior, hay una enorme confusión. El pueblo, desde luego, tiene olfato. Por sobre el voto razonado y el útil de los políticos, se reserva el voto silencioso con el que echará abajo todo lo que a él se le antoje, llegando el momento de votar…

-Veo que te la sabes-dije-.Con razón tienes urgencia de reunir tu millón de pesos para trabajar por la democracia-.El otro siguió sin hacer caso de mis palabras.

 -…El  que quiera apostarle a la democracia, como carrera, debería tener un doctorado en filosofía y otro en historia. De otra manera estará emitiendo lugares comunes de pasillo. Cuando se quiere vivir en ello, no tener ese título significa amarrarse una piedra al cuello y lanzarla al fondo del río... se necesita tener un conocimiento universal, local y profundo de la historia de ese pueblo. De su filosofía. De su religión, si tiene alguna. La historia, el tiempo, es el vehículo en el que cabalgan esas ideas y llegan hasta el día de la votación. Está la familiaridad con las corrientes políticas que le dan la vuelta a los paralelos del planeta. En algunas épocas se ha abandonado este camino para agarrar la vereda. Al pueblo chino lo volvieron adicto al opio. A la postre eso no funciona. Recuerdo en este momento dos aforismos respecto de la importancia que tiene el conocimiento de la historia para el pueblo. Y esto porque el pueblo es el que tiene que ir a las urnas a votar. Uno es de dominio popular y nadie sabe quién fue su autor: “Se mira  el árbol pero no se ve el bosque”. El otro es de Crichton: “Si uno no sabe historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no saber que forma parte del árbol”.

- Mira, democrático, mejor invita unas nieves- le dijo Cork.

Nos detuvimos en la refresquería y nos sentamos bajo la protección de una enorme sombrilla. La  nieve estaba casi caliente pues algunos la pidieron de chocolate. Clemencia y Salim ordenaron de sabor limón.

- No quiero asesinar la frescura de mi cutis comiendo chocolate - dijo Clemencia, pero después de comer una cucharada de nieve, se creyó obligada a abordar un tema serio y agregó algo respecto de su tema:

 - Con la concepción de que solamente se vive y se muere una sola vez, siempre había que partir del punto cero y era divertido. De esta manera la humanidad, como individuo, disponía de un segmento de tiempo sorprendentemente corto.

-  La idea que toda está hecha y dicha y que nada más se va a la Universidad a recordar, me hubiera gustado mucho - dijo Cork-. Sobre todo en la clase de matemáticas. Sin embargo casi tuvieron que abrirme la cabeza para que pudiera entender ciertas ecuaciones. Por otro lado, en la Tierra ciertamente hay principios incólumes, pero lo cierto es que la geología que se enseñaba hace medio siglo ya casi no se  parece a la de la actualidad. Sin embargo  los libros están llenos de esquemas que entonces eran la pura verdad y que ahora hay que preguntarse cómo se les pudo ocurrir. ¿Cómo tales cosas llegaron casi a ser  un dogma en la Facultad? Pero fue necesario vivirlas para traer  a nuestra memoria esas ideas que parecían permanecer desde siempre. De otra manera se daría la curiosa situación  de decir, como si estuviéramos frente a la Lámpara de Aladino: quiero ser médico para que, al igual que en la pantalla de la computadora, se presentaran en la mente los conocimientos pertinentes. No es así. Sin embargo,  es cierto, conforme se va teniendo  contacto con la situación, parecería que, en efecto, fuera acudiendo  la experiencia eterna a nuestro llamado o a nuestra necesidad...                                                         

 Carmen echó en la sinfonola una moneda y marcó un número. Antes que empezar la melodía me tomó de la mano y me envolvió en sus brazos cálidos. ¡Bailar bajo una sombra de cuarenta grados! Me estaba preguntando qué bailaríamos cuando empezaron a escucharse las cadenciosas y movidas notas de The dipsy doodle seguidas por la bella voz de Ella Fitzgerald. Bastaba que realizara dos o tres compases por la amplia terraza de la nevería para que todos la miraran. Describía fantásticos movimientos alejándose de mi sujeta solamente de la mano izquierda. Y cuando de nuevo me envolvía con sus brazos cantaba muy quedo cerca de mi oído, siguiendo la letra de la cantante. Desde luego el baile era algo que traía en su ADN. Mi inclinación de imaginar problemas cuando debería estar haciendo todo esfuerzo por ser feliz, en ese momento... “En este momento- pensaba-,   a ochocientos kilómetros de distancia y a cincuenta de profundidad... Cocos ha encontrado un centímetro más de resistencia... Llegará el azar para los humanos. Lo espontáneo y catastrófico se hará presente. Se vendrán abajo los edificios o se abrirá la tierra y desaparecerán tramos de las carreteras. Pero todo ese caos emergerá de las profundidades, no vendrá del cielo…Difícil creer que del cielo llegue el caos.

La piel de Carmen me regresó a la isla. Esta mujer llevaba consigo, a todas partes, un frasco de aceite de palma. Con él cubría, por las mañanas, su cuerpo y enseguida lo limpiaba con todo cuidado. Era un ritual que seguía desde niña.   Su piel conservaba una deliciosa tersura. Pero yo sabía que en ella eso era algo más que una práctica de belleza femenina. ¿Por qué de coco? Helena Rubinstein había fabricado un centenar de cremas para ese efecto. Se trataba, en efecto, de un lejano ritual. Los símbolos cuelgan de nuestras pestañas sin darnos cuenta apenas. Su pelo rizado  era de un extraño y seductor color rojo oscuro. Algún tiempo después me enteré que no se trataba de tinte alguno. Ese color llamaba poderosamente la atención de Cork. También mi pelo rojizo oscuro, le interesaba. Nos observaba cada vez que tenía ocasión de hacerlo, sin que nosotros nos diéramos cuenta. ¿Por qué le llama tanto el color de nuestro cabello? me preguntó en cierta ocasión Carmen? Le conté que su grupo, que era parte de las etnias que componían la Gran Chichimeca, se llamaba “irritila”. Una de las cosas que caracterizaban a los irritila era que se pintaban la cabellera de rojo.  

- Hay en el Teocuicani-  dijo Clemencia-, un poder vivo  que empezó por la voluntad especial (la Gracia, dirían las religiones orientales) de los hombres consagrados al servicio de la deidad. Dirigir los brazos de las cruces de madera para que los pueblos que están  en esa dirección tengan agua de lluvia, y después cambiar la dirección y que llegue, mejor dicho, que le caiga,  a otros pueblos, es algo que no se puede interpretar de manera racionalista, como usted dice, Malcom.

- Pero ellos llevan  milenios en esa práctica y eso quiere decir que resulta con certeza. Como ahora cuando damos cuerda al reloj tenemos  la seguridad que, después de ello,  no solamente va a funcionar, sino que se va a dar este movimiento con la exactitud esperada. Si alguien se preguntara por la contradicción  del sincretismo, de una gente que espiritual  y religiosamente pertenece a Mesoamerica, pero sirviéndose de la cruz de los cristianos, tendría que saber que sólo es en apariencia. Aquella es una religión increíblemente rica en representaciones simbólicas por medio de fetiches. Después de todo, como decía el poeta alemán Rilke, “Cualquier cosa puede ser el buen Dios, basta con decírselo”.

 Clemencia, desde luego, no tenía ni la más pequeña idea de lo del Teocuicani. Cork le había contado de su larga búsqueda emprendida por encontrar la cumbre sagrada de la antigüedad indígena. Con eso la muchacha tenía, gracias a su agudeza de observación y deducción, para poder tejer una serie de conjeturas como la que acaba da hacer. 

- ¿Le he contado que en una ocasión  convivimos y tomamos cerveza con Rilke? ¿No lo cree? En otra con Mario Benedetti. Al golpear Moisés la roca debió decir como Rilke, con su vara para sacar agua, y funcionó: “Cualquier cosa puede ser el buen Dios...”.Así hizo Jesús con los odres para convertir su agua en vino, y también funcionó. ¿Por qué no iba a funcionar con el monte Teocuicani? Pero en este lugar parece más una cuestión de estadística aplicada a la física  empírica: partir de la manifestación hacia la explicación. Una de las enseñanzas plasmadas en la obra de Fray Bernardino de Sahagún fue que la miel de maguey curaba algunas enfermedades. Hace algún tiempo, dentro del siglo veinte, dos académicos universitarios de la Universidad Nacional investigaron por qué se daba esto. Encontraron que en un medio de miel o de azúcar, una herida, aun profunda, las bacterias no se reproducían. Mueren por deshidratación. Los graniceros abundan en la literatura de los cronistas europeos del siglo dieciséis, que dicen que hacían llover o detenían las tempestades. Los graniceros, de los que hay abundantes referencias en las crónicas e historias del siglo dieciséis  en México, están esperando la explicación de la ciencia.  

- ¿Que qué hay de la vez que tomamos vino con Benedetti?- preguntó Cork.

- Gran platicador. Abundante y ameno. Iba más allá de la crítica a las conductas gubernamentales y relataba el lado humano de los que padecen semejantes atropellos. Dejaba entrever los anhelos insurgentes frustrados, las vidas quebradas, los desalientos, los exilios traumáticos, pues todo eso él mismo los sufrió en carne propia. El vehículo de expresión era esa plática que iba desarrollando de manera sabrosa, anecdótica, llena de recursos imaginativos, mezclada de posibilidades propios. Esa noche nos obsequió un libro de cuentos suyos. Contiene piezas que revelan su incursión en las diferentes corrientes literarias. Las ortodoxas, las joyceanas y las cortazarianas. En  “Geografías” (lo leí en la semana que estuvimos con él),  hablaba el autor más tres personajes en renglón seguido sin guión ni comillas. “Puntero Izquierdo” no tiene puntos y aparte en la redacción. En “Idilio” ni puntos aparte ni puntos seguidos y se va, de principio a fin, sin parar, pero también, como en Firmó doscientos mil, se “normaliza” Hay otros cuentos que, como Joyce, deja frases en el aire, cortadas, o bien arranca un párrafo empezando en minúsculas. Es marcadamente antropocéntrico en el desarrollo del relato, al menos en lo de los Cuentos Completos. La acción de las personas es lo primordial y se carece de la descripción del entorno, o del paisaje, casi por completo. El mismo parece advertirlo en No era rocío al decir: Su marco natural nunca había sido el paisaje sino el prójimo, con sus histerias y miserias, con sus enigmas y sorpresas. Es un idioma español del sur que a usted le llamaba la atención tan lleno de estas expresiones extrañas para los mexicanos, empezando por el vocablo con acento ortográfico agudizado como sabés, podés, colaborás, entendés, animás. O las de significado desconocido, también para nosotros, como festicholas, pucho, botijas, cafiso, fané, patotas, pituca...O el modismo: ¿tamos?.

-¡No seas tonto! ¿Qué vas a hacer allá, en la “polaca”? Aquí, a los veintiocho años de edad, ya has hecho fortuna vendiendo en tu tienda de Correo Mayor. Y si tantas ganas tienes de ver desiertos pues basta con que te des una vuelta de vez en cuando por Sonora o Chihuahua. Con toda tranquilidad puedes asistir a la sinagoga Rabí Yehuda Halevi o a la que prefieras. ¿No comprendes que los países árabes acabarán por unirse? ¿Qué sucederá entonces? Eres fiel seguidor del Corán o quieres ser héroe? México no es tu galuth... No limites el mensaje del Profeta. Mil años en Palestina y dos mil en la Diáspora es el lenguaje de  Alá para hacerte  entender que no es primordialmente físico ni temporal el desierto de tus abuelos. Recuerda que eres árabe porque eres árabe. Lo demás son fronteras que se mueven pero los pueblos son los que cuentan. Mexicanos, guatemaltecos, peruanos, hopis, y navajos somos los mismos. Sólo que alguien nos dice que somos diferentes.  Acuérdate de la propaganda de la academia de computación de aquel pueblo donde íbamos a divertirnos con las muchachas “Comuníquese en menos de un segundo con el otro lado del planeta por medio de Internet. Al viejo sistema de correos le llevaría esto mismo un mes para lograrlo. ¡La computadora une a los pueblos al instante!” Y hasta puedes ir a pasar un fin de semana a  Rabat- Amón, la vieja aldea montañesa de tus bisabuelos,  no lejos  de  Jerusalén, digamos de México- Tenochtitlán a Tizayuca, y regresar a Correo Mayor a tiempo para que abras tu tienda el martes...

Pero Salim era necio de cabeza dura como el cuarzo. Repetía, como un autista: democracia, democracia, democracia…

  Mientras Carmen hablaba del arte de aprovechar las calorías de la nieve de chocolate, yo pensaba cómo llevar témpanos de hielo hasta las costas del lado oeste de Sonora. Se me ocurrió la vez que salimos del desierto, siguiendo su meridiano más largo, y quedado frente a las azules y heladas aguas del Golfo de California. Se podía regar el desierto de Altar con el agua potable de los témpanos de hielo traídos del norte. Sin que se licúen más allá del treinta por ciento. Me ayudaría la corriente fría que baja de Alaska a través del Pacífico norte, tanto en temperatura como en transporte. ¿El precio de desalinización seguirá siendo elevado? Quizá valga la pena intentarlo.  Cuando salimos del desierto y llegamos a las costas del Golfo de California,  nos proveíamos de agua que se podía beber rascando unos metros en la arena retirados de la línea de playa. La arena la filtraba mucho del alto grado de salinidad hasta acercarla mucho a niveles potables. ¿Funcionaría de la misma manera en mayor escala diseñando grandes cortinas de filtración a base de arena? Ahora trataba de recordar si hay alguna corriente que se meta en el Golfo con dirección sur a norte. ¿Qué dificultades encontrarían los icebergs al pasar  isla Tiburón? ¿Cómo transportarlos? ¿Pueden aislarse? ¿Qué resistencia al movimiento presentaría el témpano? ¿Qué tipo de remolcador? ¿Qué cable? ¿Cuánto costaría el metro cúbico del agua obtenido de los témpanos? ¿Cuánto permitiría la playa al norte de Puerto Peñasco que se acercara el témpano? ¿Qué hacer con éste cuando ya se tenga frente al desierto? ¿Podría traer varios icebergs atados de alguna manera unos de otros? ¿Se morirían de frío los críos de las ballenas? ¿Cómo procesar agua del iceberg? ¿Cuánto perdería en evaporación mientras permanece bajo los fuertes rayos del sol sonorense? ¿Cuánto licuaría el calentamiento local y el global? ¿Instalaría ocasionalmente mi tienda de campaña sobre unos de los témpanos y viajaría tomando el sol? Cuáles son los movimientos del témpano a la deriva para poder localizarlos en los paralelos más sureños? ¿Qué legislación hay al respecto? Demasiadas preguntas. Tiene razón de Tracy. ¿Cómo se llama? ¡Ha, si, Destutt. Teniendo a mi lado una mujer como Carmen estoy pensando en los témpanos del Ártico. ¿Por qué el humano estará siempre atiborrado de  ideas que, como el río, fluyen sin parar. Y lo más seguro es que cuando esté parado en las playas de Cabo Brumoso, observando a mi témpano de hielo, voy a estar pensando en las soberbias nalgas de Carmen...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        18

 

 

Cork tuvo que descubrir que Clemencia vivía por bloques de tiempo cada cuarenta y ocho mil años. La muchacha comentaba que en el principio de la civilización, se trataba un mundo demasiado rudo donde los de un pueblo eran enemigos de los del otro pueblo. Así como en la actualidad los estudiantes “burros” son rivales de los estudiantes “pumas” y estos de los de bachilleres y los bachilleres de los conaleps... Faltaba la civilización, se diría entonces, pero por Dios que no parecía diferente que en la actualidad. Después hubo un incremento masivo de producción de alimentos y esto trajo consigo el aumento de población. Los excedentes bien distribuidos o mal distribuidos, por los acaparadores, propiciaron la presencia de constructores y artesanos y gente que hurgaba en una u otra dirección. Apareció la civilización de los historiadores. Llegaron los filósofos. Una de sus características fue la producción de ideas de penetración. Antes los enfrentamientos eran llanos, de fuerza contra fuerza. Con el tiempo se elaboraron ideas que precedían el choque de los grupos. Estas estratagemas persuadían el ánimo de algunos de la aldea que iba a ser invadida y la resistencia ya no era tan fiera. La religión tuvo aquí también un papel importante. No es casual que los ejércitos estuvieran acompañados por los sacerdotes. Y fue tan extraordinaria la fuerza que los soldados desarrollaban con la presencia de los hombres de Dios, que en la actualidad todavía algunos ejércitos modernos llevan a sus capellanes.Convencer por medio de la propaganda, que el otro ejército no lleve capellanes, es tener ganada la batalla en un cincuenta por ciento. Los sacerdotes de Odin por delante, los sacerdotes de los israelitas en Palestina por delante. También el sacerdote Tenoch, con sus harapientos aztecas, penetrando como cuña en el valle metafísico y en la historia, por delante. En su honor, la última ciudad más bella de la civilización india del Altiplano lleva su nombre, a través de los siglos: Tenoch… Cuando los ejércitos se laicizaron, empezaron a sufrir los descalabros de la logística humanamente insuperable. Dice Clemencia que dijo Arjuna, que la muerte es inconstante, inquieta, obstinada, impetuosa y que dominarla es tan difícil como dominar al viento. Algunos, como Hidalgo en Dolores, echaron marcha atrás en su laicización en el peligro del combate. Antepusieron la imagen de la virgen de Guadalupe, a la virgen de los Remedios de los españoles, y volvió a funcionar.Todo esto quería decir que, tras la virtual conquista de las armas, se intentaría conseguir las voluntades de los conquistados. La intención era suavizar los ánimos. Que no se empezara a organizar la revuelta contra los invasores. Con el tiempo los ideólogos reemplazaron a los sacerdotes en la tarea, pero siempre había desventaja. Aquellos prometían el cielo en las nubes y estos el cielo nada más en la tierra. Mahoma fue más allá y, acuérdate Salim, aparte del cielo metafísico, aseguró que a todo el que muriera en la guerra le estarían esperando todas las comodidades que pudieran imaginar  eran necesarias para vivir bien. Además de hermosas mujeres que atendieran sus necesidades. Fue cuando los ejércitos del Islam penetraron como avalancha en Europa. Como una media luna que va cerrando sus cuernos en la parte norte. Entonces los granos y los metales del pueblo invadido se iban, y las mujeres y los hombres quedaban esclavizados. Era el castigo de haber antepuesto la lógica de la ciencia de la guerra, al asalto de los enviados por el cielo. Después,  se les decía que se les había llevado la civilización y la verdadera religión.¡Y vaya que resultó una gran cultura la de los árabes! No por nada los norteamericanos, en pleno siglo veintiuno, siguen jurando sobre la Biblia, y los árabes sobre el Corán, aun para los asuntos judiciarios laicos.

A la segunda vuelta por la playa  Cork se encontró, explicando a Clemencia, que no es propiamente a la montaña Tlaloc a la que se adoraba sino a su poder. Este poder estaba personalizado en una figura en roca, zoomorfa. La cumbre, la montaña toda era un templo, nada más. Es decir un lugar especial pero al fin y al cabo un lugar. Como el templo católico o de cualquier religión es un recinto que no se parece a los demás. Ni el monte Olimpo ni el Tabor, ni el que se le ocurra, tienen otro igual. Por especial que sea, y su ambiente proyecta y nos envuelva de una atmósfera mística. No es el templo al que se adora sino a su poder. Porque el poder dimana de la divinidad.

-Como un auditorio de sindicalistas-agregó Salim-. Es el recinto de los debates, los acuerdos y las legislaciones, pero que su poder procede de los trabajadores.

Caminamos desapercibidamente por la playa llena de bañistas. Chocábamos a cada metro con la gente. Tomamos cerveza en alguna palapa. Dos horas más tarde salimos de ahí. Salim dijo que conocía un lugar en el que se tomaba un buen café. Estaba cerca, apenas media calle hacia el sur, pasando el bulevar. En efecto, en El Emir el café negro americano estaba delicioso. El amplio local permitía apartarse del incesante fluir de la multitud. Mientras encendía un puro, Salim preguntó a Clemencia.

- ¿Qué decías de Benedetti?

- Ya no quiero repetirlo, mejor les contaré de aquella ocasión en que Malcom y yo estuvimos con Rilke .¿Recuerda Malcom?

-¿Cómo olvidarlo?-respondió resignado. Cork sonreía ausente en tanto daba un trago a su café negro americano cafeinado.

De todas maneras, a decir de Clemencia,  el  espíritu de la época había invadido hasta a los ambientes más sobrios. En la mesa de junto alguien le decía a su compañero de almuerzo que la cultura de un pueblo, cualquier pueblo, no la destruyen los cataclismos de la historia. Aun cuando los hombres que la crearon sean borrados para siempre de la tierra, sus creaciones encontrarán receptáculos en los otros hombres que estén sintonizados en la misma frecuencia. Aun en los mismos enemigos depredadores de ese pueblo habrá receptáculos de la antigua cultura. Sahagún, Durán, Landa, Bernal Díaz del Castillo y cien nombres más, completamente extraños y aun enemigos por principio. Ellos fueron, en el siglo dieciséis, los continuadores de la cultura mesoamericana, cuando la ciudad del lago se veló, no se borró, y los grandes monumentos como la piedra del Sol, la Coatlicue, la Coyolxauqui, se fueron al fondo del agua. Que por eso se dice que individuos de épocas distantes pertenecen a una misma generación. A idéntica corriente de pensamiento. Así, hay mexicanos que tienen a la mano y leen, con regularidad, a los griegos de la antigüedad.  Alemanes que conocen a los olmecas históricos y rusos que están cautivados con las manifestaciones del periodo clásico maya. O uruguayos que siguen con atención el pensamiento de los poetas irlandeses. Desde luego en este siglo encontramos a muchos que piensan como los finalistas metafísicos y otros como los finalistas racionalistas...

- En Europa - interrumpió Salim- se llaman socialdemócratas y socialcristianos. Son palabras muy largas que el mexicano no querra descifra al detalle e  indolentemente les dice “derecha”, “izquierda”.

-…Y desde el lejano día en que el hombre se dejó sectarizar… Unos desconociendo a los otros. Y el obrero, ayuno de cultura, movido para allá y para acá por vientos tan encontrados. Aseguraba que lo mejor será cuando el individuo conozca y conserve su cultura, pero que las otras culturas tampoco le sean ajenas. No hay por qué hacer del hermoso bagaje  de la humanidad mil islas de rencor y del individuo un cancerbero de la secta. Decir que un individuo es azul y el otro  verde es negar la luz blanca y en última instancia al espectro electromagnético. 

Mientras bebía a sorbitos su planters ponch de bote, Clemencia empezó a contarle a Cork de cuando la psicología, siguiendo los pasos de su hermana mayor la filosofía, empezó emprendiéndola también contra la escolástica. Así fue hasta que entendió que el afecto y lo subjetivo ayudan más, en el tratamiento de los enfermos, que las cuestiones puramente intelectuales de laboratorio. O que las querellas entre intelectuales. Además, que la psicología tenía ya, a la sazón,   dos piedras en el camino con la propia filosofía y también con la fisiología, en un tiempo que todavía no incursionaba en la historia ni en la antropología, etcetera. Agregaba que una ciencia experimental y aplicada, que luchaba por afirmarse frente a la socarronería de las ciencias exactas, ya establecidas desde el principio de los humanos siglos, no podía andar por ahí abriendo frentes de guerra sin ton ni son. Luego abordó el tema que realmente le interesaba:

- Ahora se ha olvidado lo que dice  la enseñanza milenaria.

- Que recomienda- preguntó Cork, que ya veía llegar el asunto.

 - No olvidar que el conocimiento es sobre todo un camino seguro para tener la paz en la comunidad.

- Lo que se ve, con las cuarenta guerras que hay al mismo tiempo en el  planeta,  es que el conocimiento significa poder frente a los otros. Siempre ha sido así. Aun en el terreno del misticismo, ¿no lo cree?

- El antiguo pensamiento desconfiaba de las veleidades del egoísmo, más que del pensamiento, y a eso se debe que llevaba de la mano a los individuos señalándoles qué había que investigar…Porque cuando esto sucede aumenta el conocimiento. Y la verdad se vuelve sincera…

Cork se adelantó a terminar la frase:

- …y el corazón entra en armonía.

- Pues aunque lo ponga en duda, esto a su vez conduce a una vida personal equilibrada. Y como la vida del país tiene necesariamente sus repercusiones en la vida de los otros países, eso quiere decir que habrá paz en el mundo. Y si esto sucede, si hay paz, el individuo alcanza la inmortalidad.

- Más que Krisna parece Confucio. Pero por ahora no veo mucha paz - y  señaló hacia el bulevar -. En la ladera oeste de la montaña Tlaloc hemos encontrado, entre cañadas llenas de nieve, los restos de algunos animales, como la cola de un mapache, al pie de un árbol. Es el  silencioso testimonio del cruel y desigual combate que una noche antes se desarrollara en ese sitio. O los restos de una pierna de ternero. Y metros más arriba, en la ladera llena de sol de ese día hermoso, cuando ya ha pasado la tormenta, los hongos que acababan de brotar junto a las orquídeas en la mañana luminosa. Y más allá la colina abundantemente adornada por los carámbanos de hielo que pendían de las ramas de los pinos. Esta clase de reencarnación, de morir y volver a empezar, sí la entiendo, y hasta puedo concederle categoría de inmortalidad. Pero en el Nirvana, donde todo se funde para desaparecer, donde toda cadena de vidas sucesivas interrumpe su número, ¿de qué inmortalidad estamos hablando?

Clemencia iba a decir algo respecto de la gran enseñanza del yo, como unidad permanente, pero guardó silencio. Por lo visto con Malcom era preciso empezar desde el principio. Ya lo había intentado en otras vidas pero…

Por su parte Cork se sorprendió hablando de esos temas, cuando debiera haber traído a colación  algún ejemplo contundente de la tabla del tiempo geológico. No obstante agregó:

Lo absurdo es emanciparse de las pasiones. O querer hacerlo. Son tan encantadoras. Y algunas  de ellas tienen sus fundamentos en los instintos.

La muchacha no pudo contenerse:

- ¡Emanciparse es una virtud que sólo está al alcance de pocos!

- No me expliqué: son encantadoras las pasiones pero lo absurdo es permanecer en ellas. Emanciparse y permanecer son dos extremos de la línea - Cork la escuchaba atento, y embelesado, al observar su boca sensual. Se preguntaba cómo diablos le había dado por el misticismo a aquella mujer tan hermosa. Se apartaba a meditar, como los anacoretas cristianos de los primeros tiempos, que dejaban en segundo lugar  la vida de los pueblos, la esclavitud de los campesinos y su pobreza cultural -. Insisto que parece más de Confucio que de Krisna. Sin embargo lleva el mismo valor, siempre y cuando ese individualismo tenga como meta el grupo, no un individualismo que considera como meta al individuo. Si Ibsen hubiera sabido el manejo que se le iba a dar, apenas un siglo después, a sus ideas del individualismo sobre la masa, me parece que lo hubiera pensado diferente, o habría buscado otro final más social para su hombre solitario...

-En efecto-interrumpió Salim-. El hombre solitario ha propiciado muchas sectas que a la postre  se vuelven contra las masas de obreros carentes de información. Cuando pasa la tremolina hay millones de cadáveres de gentes que han quedado tendidos en los campos y en las trincheras o en el fondo del mar.

-… Este asunto del individualismo ha tenido varios nombres en el Cercano Oriente y después en Europa, a través de los siglos. Pero no deja de ser el mismo asunto. Lo que ha cambiado es el nombre de esa tendencia progresiva de contracción del grupo hasta desembocar en el individuo. De ahí que no es raro el surgimiento de filosofías y religiones que han ido alejándose de la comunidad. Por ejemplo, y esto creo que también vale como tema para tesis de doctorado, ¿qué filosofía hubiera desarrollado Nietzsche de haber procedido de familia católica en lugar de protestante?  

¿O Ibsen?- dijo Carmen-. Ibsen estaba contra la masificación. Y se cuidaba de levantarle la voz a  la comunidad. El doctor “enemigo del pueblo” no es el Zaratustra que se va solo a la cueva. Es  alguien que se retrae en su familia para de ahí remontar hacia una valiosa sociedad de individuos que mediante el conocimiento no se han dejado masificar…

Clemencia creyó llegado el momento de cambiar de tema:

- Yo por lo pronto le puedo vender la idea de comer zanahorias.

- ¿De qué habla?-preguntó Cork.

- De lo mismo. Los dientes y las encías se le aflojan al que no come zanahorias y por lo contrario se empeña en consumir alimentos blandos.

- Estamos de acuerdo. De la misma manera las sociedades que no frecuentan  las montañas, y camina por ellas, tendrán que pagar su precio por buscar el confort en lugar del ejercicio. Una ascensión alpina llevada a cabo con cierta frecuencia, aunque sea somera, hace sanos hasta a los más débiles. Si a Alexis Carrel le quitamos su  absurda inclinación por las grasas, quiero decir su exceso, tenemos en su Incógnita del Hombre un  buen libro. Habla de caminar por los bosques. En el siglo pasado alguna clase de filósofos culpaba de este descenso, en la calidad de la vida, a la solidaridad que se prestaban mutuamente los individuos. Querían que, igual que  en el tiempo de las cavernas, o como en el día de los gladiadores, el más fuerte prevaleciera sobre el más débil.  Eran aquellas ideas que anunciaban el pensamiento de la modernidad individualista, del presente, que ya desde entonces se oponía a las acciones comunitarias. Ahora se ve más claro el panorama: ni individualistas ni fortachones suprimiendo a los de constitución  diferente: caminar por las montañas. Cualquiera puede llegar al ex convento del Desierto de los Leones, por ejemplo, y caminar una hora o dos antes  de volver al mismo sitio. Con esto hasta los hospitales tendrían pocos pacientes. En el fondo eso es lo que se busca con todas estas teorías, teñidas de política, que el individuo se aleje del sedentarismo, nombre moderno por lo que se conoce a la Caja de Pandora. Algunos le tomarán el gusto al asunto y procurarán internarse todavía más por los bosques altos… ¿Qué le parece? Con esto le estoy haciendo la invitación de que vayamos a subir montañas. Cuando alcancemos el refugio de los cinco mil metros y estemos allá, muy por encima de los valles altos y de la ciudad, para nada se va a acordar de su elegante salita de meditación de Kumarila. Y en lugar de estar pensando en el Nirvana va a desear, con todas sus fuerzas, una taza de chocolate hirviendo. 

Dice Cork que Clemencia se limitaba a mover la cabeza y a mirarlo con ternura y, al parecer, con infinita comprensión…

- Es junio -  dijo ella -. El mes en que las mariposas amarillas abandonan el capullo.

 

 

 

 

        19

 

Cork sabía ya que Clemencia, en lugar de pensar en un hombre, un hogar, ir al cine, arrojarles pan desde la lancha a los patos de Chapultepec, indagar sobre la protesta de los obreros, estaba preocupada en encontrar la manera de escapar de la rueda de los acontecimientos. Estaba  seguro de ello, no obstante el poco tiempo que tenía de tratarla. La cuestión que lo distraía era: ¿por qué lo buscaba, si toda la vida en este planeta, para ella, sólo era ilusión? ¿De qué naturaleza sales esos besos tan orgásmicos? Se la imaginaba en su ordenada y apacible salita de Kumarila intentando vaciarse de todo contenido de pensamiento. Y en tanto afuera del retiro la vida fluye.

Carmen le diría a Cork:

-Mi prima hace  un envoltorio con la ciencia y la cultura que la humanidad ha podido adquirir en los últimos treinta  mil años, Bering-Cueva de Altamira-Ur, Atenas-Roma-Teotihuacán, y arrojarlo al río para que finalmente se pierda en el mar. Deshacerse de ese paquete que tanta angustia le causa. Creer que historiadores y antropólogos no le merecen consideración y decir: ¿qué saben ellos de las migraciones del alma a través de las edades?

 Un negro le dio unos golpes a su armónica contra la mano izquierda y se la llevó de nuevo a la boca. Entonó un movido y alegre canto del Misisipi. Interrumpió y se puso a cantar, en tanto movía sus brazos y espaldas, guiados por los ágiles movimientos de sus dedos índices de cada mano en alto: “Todas las personas cultas de Norteamérica...” Volvía a entonar el rigetime y, poniéndose de pie, empezaba a bailar echando cada vez uno de sus pies muy hacia adelante. Cork apuntó algo:

- Al negro puro, traído de África, no pudieron borrarle en México su psicología. Su belleza de persona, su historia, sus hábitos, sus mitos y su concepción cósmica. Pero ha sido un poco cubierto por el ser del indio. Este ha preservado lo que el mismo negro no pudo rescatar. Como mexicano, el negro puede cantarle a quien quiera, incluso a Bembé o a la Virgen del Cobre. El guadalupanismo es tan ecléctico que se lo permite. Y desde el caos de los siglos el negro puede iniciar su reconstrucción todo cuanto desee. Dentro del campus universitario ahora negroides y mestizos valen lo mismo. Desde la revolución del cristianismo, en los primeros días de nuestra era, tenemos la costumbre de decir que todos valemos lo mismo, aunque no sea rigurosamente cierto siempre. Después lo retomarían los líderes de la Revolución Francesa... El caso es que, con el tiempo, los negros llegaron a ocupar un lugar más alto en la sociedad que el mismo dueño original de estas tierras, que es el indio. Como sea, igual la libertad de un blanco vale el sacrificio o la de un amarillo o la de un rojo irlandés... ¡Ojalá algún día llegue a valer lo mismo la vida de un huichol o de un tarahumara!

-Con el tiempo se entenderá - dijo Carmen -. Cuando no se tenga un lugar dónde ocultarse para salvar la vida y la libertad, cruzarán las fronteras para entrar a México. Los más perseguidos del mundo acabarán confluyendo hacia esta tierra.  Nadie está seguro en el epicentro de la tormenta. Los alemanes, los rusos y los mismos españoles lo saben ya. Sin embargo  es necesario descifrar el enigma de que aquí no hay xenofobia pero si racismo. Contra los indios. Pero también racismo cultural.  Los mexicanos tenemos el privilegio de contar con dos grandes culturas. La propia y la occidental. Pocos conocen la propia....

- Vivir varias vidas tiene sus ventajas. Ya veo en las señales del viento a  las razas de Europa y Asia...

Cork  dijo que  los indios compartirían su cielo con todos, bajo el que cada uno se cubriría con el manto de su preferencia. Las alas solares de Tezcatlipoca cubrirían sin inocencia pero con beneplácito a Pachamama, Krisna, al celoso Yavé, Alá, Odín. Para el indio no hay ningún conflicto aceptar que el centro está en todas partes.  Más bien siente nostalgia por aquel palacio de la calle Madero en la que se iban albergando a todos los dioses y diosas traídos de las provincias próximas y lejanas, visitadas por los mercaderes y ejércitos mexicas. 

Estaban sentados en aquella agradable sombra cálida, de la silenciosa refresquería del centro de la población isleña. A esa hora pocos clientes ocupaban el lugar pues la gente prefería quedarse en sus casas y dejar que pasaran las horas más calientes de la tarde.

- Igual pasa con los animales del desierto-observó Cork-. Buscan la sombra en tanto avanza el disco del Sol en el cielo.

Yo comenté que en la noche, cuando levantábamos la tienda y nos derrumbábamos en su interior, después de haber caminado todo el día por las inestables  arenas, Cork encontraba ánimo para recitar en voz alta algo del gaucho Martín Fierro: “Todo es cielo y horizonte / ¡ Pobre de aquel que se pierde / o que su  rumbo estravea!/ si alguien cruzarlo desea / este consejo recuerde./ Marque su rumbo de día / con toda fidelidá; / siguiéndolo con fuerza, / y, si duerme, la cabeza / ponga para el lao que va “.

Cork le platicaba a Clemencia que la conducta animal, en el desierto, es la misma en ese lapso de tiempo de las primeras horas de la tarde, en el que las dunas dan la impresión que carecieran por completo de otra cosa que no fuera nada más que aire y cuarzo. Y sol. Pero en su afán de conocerla mejor prefería escucharla. Seria, hierática, como una muñequita de barro teotihuacana, tenía que ingeniárselas para provocar su charla. Pero ya para entonces había descubierto que una vez destrabada esa solemnidad, su plática fluía de manera incontenible:

 -¿Por qué, si podemos viajar a través del tiempo, nos quedamos aquí en este continente y casi en este mismo tiempo? Mejor vamos a meternos entre los ejércitos de Verxijentorius y Cesar. La mañana de los senadores...  ¿O su… hechicería del desierto no alcanza para tanto? No. Es muy guerrero. Mejor recordemos cuando estuvimos con aquel pensador que se considera el padre de la cultura occidental.

-¿Estuvimos?- Cork estuvo a punto de aceptar los poderes de los que Clemencia se decía poseedora. Y pensó para sí: “O de verdad es una bruja o bien es de Zirandaro, la población del estado de Michoacán en el que nada raro resulta que sus habitantes estén familiarizados con la historia. La historia de aquí y la de allá y de cuyos conocimientos ella se aprovechara para construir sus fantasías. Sabía que iba arrancar con Platón, y su maestro, echando los principios de una gran cultura que le es propia a los europeos y que su intención velada era terminar en la metempsicosis...  

- Los tiempos luminosos de la antigüedad clásica... La Edad Media estaba imbuida de sus enseñanzas y espíritu. La misma época moderna en la que vivimos exhibe esa cultura por todas partes. La calle, los estantes de las librerías y bibliotecas, y las escuelas, en el metro.Al  estar comiendo tacos en los puestos de fritangas. En los comerciales de la televisión,  en las canciones y no se diga en los poemas.

- Sin dejar fuera a Aristóteles. Continuador de los dos pensadores anteriores y a la vez innovador.

- Anaximandro, Jenofonte...

- Para los mexicanos... Fueron las ideas de estos personajes de las cosas que valieron la pena de la conquista… Sin pasar por alto el Quijote…Utopía, realismo, escolástica. La locura del monoteísmo surgiendo entre una nube de dioses y diosas hermosamente antropomorfas. Y después el éter y las regiones puramente espirituales.  San Francisco de Asís levantando a Roma y Lutero surgiendo con su espada flamígera y puritana. Rescatando el proyecto platónico y después esenio. Un cuerpo perecedero pero con la oportunidad de volverse a rehacer por otra única vez.  Vieja y gran cultura. ¿Qué haría la humanidad de esos paralelos sin ella? El Islam se hubiera adelantado  encontrando en la gran Babilonia una causa demasiado estrecha para vivir ahí de manera indefinida.

Pero ya la muchacha decía:

- Sí. Estuvimos con ese viejo testarudo... Se le considera el padre de la cultura occidental en cuanto a que puso orden en una serie de ideas que circulaban ya en su tiempo. Pero no se le debe hacer responsable de los prejuicios de todo tipo que después fueron anidándose en esta gran cultura. Una de sus ideas fue el concepto que tenía del alma. Al Nirvana también se llega solamente en espíritu. ¿Cómo podría llegar usted con todo y su cuerpo?

- Al Mictlán se va completo, no sólo el alma.

- Eso se integraría más tarde con la idea del juicio final del cristianismo. Se dice que durante dos mil quinientos años los pueblos europeos han venido viviendo al abrigo de esta idea de Platón

- ¿Y no es así?

- Del alma ya había en sus días varias ideas. Una de ellas que era algo así como un fantasma que aparecía y desaparecía de manera caprichosa. Otras que se trataba de un estado de ánimo. Ambas se esfumaban con la vida del individuo. No, el alma a la que el Maestro se refería estaba más acá del principio biológico y también más allá de la muerte del mismo. Eterna contradicción con el libre pensamiento del individuo.

- Una consecuencia fue la teoría suya de la reminiscencia. Las ideas son eternas. Sacarlas de ese gran acervo universal. Por eso cuando, siglos después, los cristianos empezaron a llegar a las islas griegas a decirles que había algo que no moría, que era desde siempre, y que se proyectaba para siempre, estaban diciendo cuestiones que ellos ya habían concluido...  ¿ Y nos la pasamos bien en Grecia ?- Cork quiso saber detalles    que se relacionaran con Clemencia. La mueca sensual y un ligero rubor en el rostro de la discípula de Syamasundara le informaban que había ahí una historia encantadora. Sin embargo escuchó decir:

- Puro placer ilusorio por la brevedad de su existencia- y se apresuró a regresar al tema:-  La casa de Sócrates  era un lugar de reunión en el que se discutían las ideas conocidas y otras que iban surgiendo. Se cree que la fundación de la Academia tuvo lugar unos cuarenta años con anterioridad a la edad de Platón. Muchos creen que esta casucha, donde faltaba en ocasiones hasta un mendrugo de pan, fue en realidad toda una institución, al grado de llegar a considerársela la primera universidad europea. Aristófanes, su contemporáneo, llamaba sarcásticamente a esta casa el “pensadero” o el “taller de pensamientos”.

- ¿ Y qué aprendimos en ese lugar?

- Entre otras cosas que ya había tendencias de sacar la creación, del ámbito de los dioses, hacia la cuestión que ahora se llama terreno epistemológico, porque el Maestro era un individuo de corte religioso. Pero también se pensaba mucho en ese ambiente ético, como una auténtica debilidad moral, el que se conozca el bien, estar hablando siempre del bien, que se debe hacer el bien y sin embargo al final hacer el mal. Lo resumía con la frase: “se habla como se quisiera vivir pero se vive como no se quisiera vivir”. Luego vino lo del juicio...

-  Usted, que tiene la facultad de poder ver en las intersecciones inéditas de la historia, podría hacer alguna luz respecto a esos acontecimientos - dijo Cork con un tono que a ella le pareció burlón. Pero no hizo caso y en su lugar respondió:

- La tradición lo ha conservado con bastante apego a la realidad. Lo que sucedió fue que por ese tiempo varios amigos del Maestro, y ex alumnos de él, se vieron envueltos en acontecimientos políticos y guerreros que causaron conmoción en Atenas. De esa manera se le señaló de ser una especie de autor intelectual de lo que estaba sucediendo.

- ¿ Y, no?

- Poco o nada tuvo que ver. Nada más allá de los inevitables comentarios de asuntos serios entre amigos que charlan en la intimidad, en tanto saborean un vaso de vino, como ahora lo hacemos tomando una taza de café

- Finalmente se le condenó a muerte.

- En realidad los personajes del gobierno no querían condenarlo a muerte. Ellos mismos esperaban que el maestro se acogiera al recurso del destierro, al que tenía derecho por ley, lo que bien pudo haber hecho.

-  ¿Y, por qué no lo hizo?

- ¿Por qué Jesús tuvo que ir ese domingo a Jerusalén? Con haber guardado silencio hubiera salvado la vida cuando Caifás le preguntó si él era el Cristo, lo que equivalía a decir Dios. El destierro del filósofo era negar alguna de sus ideas que había sostenido. Así pasó en Atenas. Así pasó en Jerusalén. Así pasa todos los días en todas partes del planeta. Con guardar silencio no sucede nada, excepto perpetuar el mundo tal y como está. Omisión es uno de los pecados señalados por la Iglesia. Lo que resulta que sigue pasando lo que siempre ha pasado hasta ese momento. Matho también pudo haber salvado la vida con tal de haberse largado cuanto antes de Cartago. Pero consideró que una mirada de Salambó valía arrostrar todo y volvió… ¿Por qué los indios no luchan contra el destino? - preguntó de pronto la muchacha.

- ¡Qué cosas tan interesantes va uno escuchando por la vida. Usted que ha vivido tantos siglos ya debería de haber aprendido... Aquí no hay inclinación al parricidio. Luchar contra el destino es no estar siempre de acuerdo respecto de cómo los dioses hacen las cosas. Es considerase al margen de la creación. No sucede así cuando los trabajadores son dueños de la cooperativa. La gente de aquí es coproductora de la naturaleza en su planteamiento original. Por eso hay tanta inclinación a que la naturaleza conserve el equilibrio. Atentar contra ella es una especie de parricidio. Ir contra la voluntad del padre es propio de niños. Aquellos quieren ser dioses, como un día finalmente lo serán en su parte que les corresponde de conservar en buenos términos este planeta.

-  Si habla de paternalismo primero dígame por qué cada día tenemos 240 puntos de ozono sobre el cielo de la ciudad y metiéndose en nuestros pulmones. Introduciéndose no solamente en los recintos de oración de los templos y los seminarios de los científicos sino también a través de los pasillos de los hospitales. Como implacable enemigo que no suelta a su víctima aun después de haber logrado tenerla postrada en el lecho bajo el quirófano.

- ¿En verdad Sócrates luchó contra el destino o solamente luchó contra su padre el Estado? Bueno, el parricidio es otro de los grandes mitos occidentales. Formidables y por cierto nada extraños, después de todo, a la naturaleza... ¿Es usted de Zirándaro?

- Zirándaro es Guerrero, no Michoacán - dijo ella.

 Fue cuando Cork reparó que él jamás había dicho que Zirándaro fuera de

Michoacán, sólo lo había pensado. ¿Cómo fue que Clemencia lo corrigió?

Llegaron a la orilla norte de la isla. Muchos barcos pequeños estaban anclados y amarrados con gruesos cables. Se movían a los impulsos de los movimientos del mar. Clemencia se paró junto a una lancha pesquera de dos pisos. Recargó sus  espaldas en las tablas de proa en tanto tomaba las manos de Cork. Lo atrajo hacia ella y, tomándolo por el cuello, lo besó apasionadamente. Fue un beso que se prolongó durante mucho tiempo. Tanto que pudo agarralo de la cintura y atraerlo a hacia su vestido vaporoso. Pegó sus senos en el tórax fuerte de él y, cerrando los ojos, se quedó así hasta experimentar un violento, doloroso y a la vez dulce desfallecimiento de su cuerpo. La mano derecha de Cork se introdujo por el vestido a la altura de su mano, ahí donde la modista había simulado una bolsa. Descendió por la espalda haciendo un lado la ropa interior y pudo quedar acariciando las interioridades de su cuerpo...

Era temprano. Así hubieran permanecido hasta el anochecer. Pero el sol de la isla es demasiado intenso y las escenas de amor deben terminar si no quieren faltar a las reglas de la intimidad que sólo pertenece a dos...

Emprendieron el regreso en silencio. Estaban conscientes que, cincuenta años más tarde, recordarían ese momento como  algo que hizo que valiera la pena haber vivido. Viviendo entre las dunas de Tlamatzinco o en algún planeta de la constelación Toro, lo recordarían. Ella estaba radiante.

Todavía no reparaba en que ahora se encontraba más lejos del Nirvana que al despertarse esa mañana... Simplemente reía juvenil y encantadora... El también reía. Para ocultar que su pantalón blanco estaba mojado, más abajo de su cintura, la tomó de la mano y echó a correr jalándola hacia el mar. Se zambulleron entre las olas, como dos chiquillos que ven por primera vez el azul verde fascinante del océano. 

Clemencia no pudo percibir, entre el movimiento violento de las olas que los llevaban de un lado hacia el otro, el momento en que la risa se esfumó del rostro de Cork...

Un  día  Kiva lo había acompañado a la pequeña parada ferroviaria desde donde debía partir hacia la ciudad para estudiar. Las dunas del desierto de arena que normalmente soportaban una temperatura cercana a los cincuenta grados hacia el cenit en esta temporada, ahora estaban cubiertas de nieve. Era la mañana del 19 de mayo. Un cielo azul profundo dejaba pasar el  Sol intenso y no obstante en el rostro se percibía cómo un viento helado recorría el solitario andén. La estación era de servicio de conservación de la vía, no propiamente de pasajeros. Para que el tren parara había que hacerle señales al maquinista. El tenía entonces  seis años de edad. Mientras estuvieron esperando, su madre le tocaba la cabellera corta, que apenas un día antes era larga. En su aparente impasibilidad de manifestar emoción ante las cosas de la vida, aquella era una muestra de infinita ternura de su madre que siempre tendría presente a lo largo de su estancia en la enorme ciudad y en el extranjero a donde después lo llevaría la vida.

Una mujer de su grupo barría el lado oeste de la plataforma. Vestía su gruesa falda negra de lana y su blusa blanca floreada que cubría con un rebozo color rojo para protegerse del intenso  frío. Su rostro era bello y su mirada parecía fijar su punto de enfoque más allá de las cosas inmediatas. Por un momento clavó sus ojos en los suyos y entendió con toda precisión que le decía: “No olvides regresar con los tuyos. Si no vuelves, una niña chichimeca - hopi, que mañana será una muchacha, no podrá hacer una familia por estar esperando y el grupo se reducirá. Los que se van a estudiar o a trabajar a las ciudades, pocos se quedan a vivir con las mujeres de por allá. Regresan. No te olvides…”

El había escuchado a los viejos rectores del grupo, cuando se reunían al caer la tarde, que a la ciudad se va por necesidad de estudiar o de trabajar o de salvar la vida pero, logrado esto, todo mundo quiere volver a su lugar de origen. A su nombre original. Algunos regresan aunque en ello les vaya la vida o la libertad. En la región del Bajío hay muchos casos de hombres que se fueron a trabajar a Estados Unidos y volvieron, ya ancianos, para no moverse más de su pueblo. La industria de los funerales  obtienen buenos dividendos de esto pues aun después de morir muchos son regresados al lugar donde nacieron, así sea China. Los asiáticos que vinieron a trabajar a Estados Unidos, en la industria del riel, no se cortaban el pelo largo porque era la garantía que, aunque murieran en tierras lejanas, de todos modos su espíritu regresaría a China. Los de raza pura o los que tienen veinte cruzas, todos quieren volver. En cuerpo entero o en cenizas o en efigie. Sabía que a los guerreros aztecas, muertos en tierras lejanas, los regresaban a Malinalco. Si no era posible, hacía una representación suya en barro y al volver los ejércitos mexicas, al Valle Central, lo depositarían en la montaña sagrada. A los cadáveres de los españoles, de la guerra del treinta y seis, asilados en México, los llevaban de México a España convertidos en cenizas y algunos de cuerpo entero. De los centenares de chilenos, argentinos y uruguayos exiliados  en México en los años setentas, todos procuraron volver a sus lugares. Los miles de guatemaltecos refugiados en Chiapas, con estar tan cerca de la frontera, apenas el Usumacinta de por medio, también regresaron. Los ingleses mineros de Real del Monte, Hidalgo, México, tiene sus cementerio con las tumbas orientadas hacia Inglaterra. Solamente los que tienen sellado el regreso a su patria hablan de pertenecer a donde viven el momento. Los ancestros de Salim, los más internacionalistas del planeta, soñaron durante dos mil años en volver al desierto de Alá. Los españoles de México que salieron de su amada España, al triunfo de la República de la Montseny y la Pasionaria, murieron en México con la última visión en sus ojos de la tierra al borde de las aguas del Mediterráneo. Los cuarenta millones de mexicanos que viven en Estados Unidos ¿realmente se marcharon hacia el norte sólo por carecer de oportunidades o porque también aquella tierra angloamericana tiene mucho de mexicana? ¡Y volvieron a ella! Como sea, se dijo Cork, en el lugar de origen se espera encontrar lo que no halló en el extranjero y es fraternidad, cosmovisión, libertad, comprensión, felicidad... Los minerales de la tierra que dan mazorcas de maíz allá, no son los mismos minerales de las mazorcas de Tlamatzinco. No estamos conformados sólo por genes sino por genes alimentados de ciertos minerales. Aunque lleguemos a tener nuestra parcelita en algún lugar de la constelación Toro, sus minerales seguirán siendo otros…

También hablaban que los mexicanos, de los tiempos antiguos, tenían varias cosas con las que iban aglutinando a otros grupos diferentes al de ellos. Uno era la plaza principal de México - Tenochtitlán con sus pirámides y casas grandes y su templo mayor. Era ni más ni menos que el centro del universo. El nombre “Tlalpan” no es raro en estos paralelos. Por eso los europeos del siglo dieciséis construyeron, apenas consumada la conquista, el mismo espacio - plaza  pero un poco más hacia el sur. De tal manera que el lugar donde había estado el Templo Mayor quedara desplazado en el extremo noreste, ya no en el centro. Igual orientaron la fachada de la catedral hacia el sur, no hacia el oeste. Se trataba evidentemente de otra manera de ver el cosmos. Que el otro elemento aglutinador era la Virgen de Guadalupe. Si bien su nombre tiene elementos de las lenguas árabes y latín, y ya se conocía hacía varios siglos en España, en el subconsciente de los pueblos siempre está recordando no tanto a la madre del Niño Jesús sino a Chicomecoatl-Coatlicue, Coyolxauqui-Tonantzin. El sabio, tan querido de los mexicanos cultos, que es Fray Bernardino de Sahagún, aconsejaba cautela frente al culto de la Virgen de Guadalupe. Puede ahora  sonar a herejía pero  el pensamiento lógico de los mexicanos deduce que si Dios nace de una mujer, esta también es Diosa. Es Chicomecoatl-Guadalupe. La obra arquitectónica prehispánica como Teotihuacan, Chichen Itzá, Tajín, es ahora otro elemento aglutinador mucho más que en el pasado, cuando todos esos grupos en realidad se hacían la guerra entre sí. De estos tres elementos, el de la Virgen de Guadalupe es el que sigue vivo y  lejos de gastarse cada día cobra más fuerza. Que por diversos factores internacionales, ahora tiende a extenderse más allá de las fronteras del país, no como un expansionismo de conquista sino como un signo de amor con los países de todo el continente, tanto de los paralelos en extremo norteños del continente como los que se encuentran en todo el sur, a partir del paralelo treinta y dos.

 Los viejos del grupo estaban convencidos que era un error decir norte o sur o centro a las distintas regiones del continente pues era separar a las gentes.  De la misma manera platicaban que el nombre que lleva este país es el de solamente una etnia, la de los mexicanos, pero que igual pudo llamarse de cincuenta y dos nombres diferentes como el de  Mayapan o  Otomí, Olmeca o Chiapa. Cork, como le diríamos más tarde en la Universidad, ponía mucha atención a sus pláticas que hablaban de la ciudad pues era el lugar a donde iría a estudiar.

A lo que  podía entonces entender, a sus ocho años, se trataba de un mundo que, como en su grupo, dirigían los viejos sabios. Allá en la ciudad se llamaban sacerdotes o académicos o científicos. Pero que, al contrario de lo que se vivía en Tlamatzinco, pocos  hacía caso. Y que esa era la causa de que en las ciudades las condiciones de vida fueran caóticas, y en ocasiones el efecto era que desaparecían los pueblos o su vida se degradaba hasta niveles irracionales.

A él le preocupaba mucho esa manera de vivir en la  ciudad grande, pero no le daba miedo. Un niño   que lleva ocho años viviendo en la llanura inmensa no puede tener especial miedo de nada. Al contrario, de alguna manera intuía que vivir entre la gente podría ser una de las grandes cosas que le pueden suceder a cualquiera. Algo que llamó su atención por entonces, más que otra cosa, era escucharles decir que en Estados Unidos temblaba la tierra con frecuencia. Que lo mismo sucedía en el Altiplano Central de México, al que ahora se dirigía, pero que aquí, en Tlamatzinco, no. Muchos años después entendió que ese comentario, dicho de pasada, fue lo que a la postre decidió su vocación académica...

Clemencia seguía riendo en tanto aparecía y desaparecía entre las olas azules del Golfo que llegaban a la isla.. También él reía...

 

 

 

       

 

       20    

 

  - Quién sabe. Puede ser que haya desarrollado mucho en ese sentido. Gauguin, que jamás conoció las islas de los mares del sur, siempre creyó que ya antes había vivido en Tahití. Hasta entonces no había salido de Europa. Cuando llegó a la isla le parecía todo demasiado familiar. Por lo demás Clemencia practica, aunque a su modo, la prevención y no La corrección, que es lo que  deberíamos hace todos.

-No entiendo.

-La gente está señalando todos los días las deficiencias de los servicios médicos, en México, del Seguro Social, el ISSSTE, el Seguro Popular, y en general los hospitales públicos del Sector Salud. Necesitan, exigen, que atiendan su enfermedad. Pero esa misma gente no hizo mucho por mantenerse sana por ella misma cuando era tiempo. La obesidad ya es una epidemia, la hipertensión. Es decir que la gente   exige que se le cuide cuando por sí misma no se cuidó.

Por la tarde acompañamos a Salim al aeropuerto. Al despedirse dijo que volvía a México presuroso a trabajar por la democracia:

-El político debe conocer bien todos sus horizontes imaginarios de deseos y  expectativas que nacen de una necesidad en el pueblo (y, créanme,  yo creo conocer esas necesidades). Eso lo llevará al primer lugar en las urnas. Pero debe conocer mejor la manera de capitalizar la angustia social. Cuando lo raquítico del presupuesto no cumpla las expectativas fomentadas en tiempos de campaña. Porque de lo contrario eso lo obligará salir por la puerta trasera cuando el pueblo enfurecido invada los pasillos de su palacete.

-Entonces no queda más que recoger los bártulos y desaparecer-observé.

      Al perder de vista el avión, entre las nubes rumbo al Altiplano, Cork dijo:

      -No se necesitarán muchos años para que Salim llegue  al Senado de la República.   

     Carmen volvía al tema de la vida en pareja, como si me estuviera preparando...

      - La sexualidad en la pareja es algo que en los primeros tiempos se deja sentir con fuerza. Pero que más tarde puede venir una mutua anulación de la libido. Si después de treinta años viviendo juntos fueran separados, por alguna causa, bastarían tan solo unos días para que ambos sintieran de nuevo una manifestación con vigor de su naturaleza.

-¿Por qué?

Se cree que neurosis, celos, hipocondrías, aflicciones reales, trabajan contra el sexo de manera inexorable. Si no descifran la situación acabarán creyéndose seres asexuales mucho antes de tiempo. Créame Guillermo, las relaciones fuera de la pareja no se dan por la atracción de un tercero. Esto puede ser excepcional. Más bien se debe a que la pareja no resolvió el acertijo. Queda la puerta del divorcio fácil y el siguiente matrimonio, como sucede en otras sociedades, pero como aquí eso causa un trauma, hay inclinación por las relaciones subrepticias.

     Le pregunté cómo sabía esas cosas si ella  no era casada. Ni siquiera tenía treinta años de edad. Respondió que conocía las causas por los efectos. Que lo mismo hacen los sacerdotes y los psicólogos.

- Usted no ha  visto las inmensas placas oceánicas pero acepta  que existen. Y que se desplazan a la velocidad que crecen las uñas de los dedos. Porque conoce los efectos sabe de las causas. En la ciudad de México todos los días del año hay temblores de variada intensidad. ¿Se necesita más prueba? Hay niños de la calle en el pequeño parque del metro Zapata. ¿Se duda que en alguna parte la sociedad esté podrida? No se puede ver la trayectoria solar. ¿Cómo explicar entonces que durante tres meses haya invierno en el Valle de México mientras que las calles de Buenos Aires revientan de calor?...¿Y su amigo, cómo se llama?

- Cork...

- ¿Cork? Ya lo he escuchado pero, ¿su nombre?

- Corkscrew

- Corkscrew... Corkscrew...¿En serio? ¿Cómo  puede llamarse alguien así?

Tampoco habría creído si le digo que su otro nombre pudo haber sido:  “Torrington”, la marca comercial de unos patines, de cuatro ruedas, de balines de acero...

- Insisto en que ese nombre no es posible en un humano.

- Si Gregory Peck se llama “Mr. Street”, en La Nieves del Kilimanjaro, cualquiera puede llamarse Cork.

-¿Está seguro?

-  Le he dicho que lo conozco desde los días de la Universidad. Por lo demás, debe convenir que hay individuos a los que  se les conoce en la escuela  de alguna manera y nadie sabe en realidad cómo se llaman. Cork puede llamarse Torrington,  Huematazin,  Pancho, Luis, Germán...Lo conocerá mejor. Sobre todo si sostiene la idea de acompañarme a las montañas. Precisamente he venido para que regresemos al Altiplano. Individuos como Cork no pueden  vivir en ambientes como la isla...Es demasiada belleza hedónica. Estoy consciente del empleo que he hecho de la palabra “demasiado”. Es más de lo necesario. Su belleza, su clima... Se destruyen. Están acostumbrados a las montañas, la llanura desértica sin fin. Aquí sucumbiría. Es de los que sucumben con demasiada rapidez ante el alcohol y las viruelas.

- ¿Es indio?

- De los que pueden caminar cinco días y sus noches sin parar.

- No parece indio. En París o en Dinamarca pasaría como del lugar...

     - Por el Estrecho de Bering cruzaron, en el remoto pasado al que se refieren los antropólogos, grupos asiáticos de todos colores y estaturas. Creo que él pertenece a los ainos...

      - Quetzalcóatl es uno de ellos...

      - En realidad se llama Malcom.

      - ¿Nada más?

      - Malcom Oliva...Pero tampoco es  su nombre original. Algún día le contaré...

 

 

Llena de erotismo, no obstante, Carmen iba siempre  en dirección que da el juego de las ideas. No era una mujer que hubiera nacido solamente para amar sino que también para eso había nacido. Seguramente con ella ningún hombre moriría de hipotermia. Pero se cuidaba de parecer una intelectual a costa de su esmerada apariencia. ¿Por qué una mujer de cultura tendría que ir desaliñada y sucia por el mundo? Decía que poetas e investigadores científicos se parecen al menos en un punto. Luego de adquirir la forma del holograma pasan a la abstracta y es entonces cuando dejan la sencilla religión de su infancia, por una suya propia. Los primeros el arte y los otros la ciencia. Se meten en el panorama de los paradigmas científicos, siempre prontos a ser derribados para en su lugar colocar uno nuevo.

Por lo pronto yo me había asignado la tarea de ponerme  en claro dos conceptos que, con cierta frecuencia, Carmen pronunciaba y eran devenir y dialéctica. Sólo tenía una vaga idea de esas cabronas cuestiones. Para perforar pozos en busca de los hidrocarburos maldita  la cosa que se necesiten esas pendejadas. Por lo pronto debajo de las sábanas hablamos el mismo lenguaje pero, ¿cuando llegue la edad? ¿De qué vamos  a hablar?

Carmen Intentó decirme que su estancia en El Pinar correspondía a la idea de conocer de cerca la vida de la mujer “que cambia sus besos por dinero”. Intuía que hay en ese ambiente un mundo en el que se pueden encontrar  manifestaciones de libertad personal como de asfixia social. Se resistía a aceptar que hubiera senos sin rostro. Lugar de batalla donde en pocos años se queman vidas para ser sustituidas de inmediato por otras. Como hacen en las minas de Hidalgo con  los mineros que tienen silicosis. Que esto se siga dando, desde el principio de la humanidad, no quiere decir que sea un fenómeno inmensurable. No por nada la prostitución estuvo presente en la persona de Magdalena en el preciso momento que nace el cristianismo. En un mundo tan absolutamente cerrado para la mujer, como era el Cercano Oriente de aquellos tiempos, fue la primera vez que se oyó el destrabar de los goznes de la puerta que la mantenía prisionera. Hay mucha humanidad en ese episodio…La mujer pasó a ser igual que el hombre. Si no lo  es en pleno siglo veintiuno no se debe a Jesús sino a las cámaras de legisladores  que son los que deciden de las condiciones de los contratos colectivos de trabajo. Era culpable por la manera de llevar su vida pero, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, Jesús fue el primero que lo dijo. Todos se vieron  rebajados, no nada más la mujer. Dios ha de haber dicho en ese momento “los tengo donde quería”. Es desde el derrumbamiento  total de  donde parte el Cristianismo. Como una ciudad que ha sido arrasada por el sismo o por el bombardeo o por el solipsismo o por el narcisismo alcohólico, si cuenta con vitaminas culturales y espirituales suficientes, desde ahí empezará la reconstrucción.  En los grupos de AA los  que se salva son los individuos cuya carga narcisista ha “mordido el polvo”.

- El dueño de El Pinar es hermano de mi padre, lo que me facilitó mi labor enormemente. ¿Dónde hacen sus prácticas los buscadores de rocas? ¡En la montaña! ¿Dónde cree que buscan las que estudian lo que yo estudio?”

-¿Y, puedo conocer algo de lo que escribió en sus notas?

 Carmen se sirvió de una metáfora:

-Cuando vemos los libros desde la acera de enfrente todos son iguales. Una cubierta, pliegos de papel. De cerca ya no son tan iguales. Unos tamaño bolsillo, otros medianos, otros grandes. Aquellos tienen pasta dura, estos no. Es en el contenido que dicen sus párrafos donde definitivamente son diferentes, por más parecidos que algunos resulten. ¿Puede imagina que hay libros sólo con la pasta?

-No  entiendo.

   -Con la pasta y mil hojas. Pero mil hojas en blanco…

Por esos días estaba yo demasiado ocupado pensando en el asunto de cómo llevar témpanos de hielo desde el Ártico hasta Sonora y no le prestaba mucha atención. El mismo Cork me había dicho en un principio que estaba loco, pero acabó proporcionándome alguna bibliografía al respecto. No captaba el estado de ánimo cuando Carmen quería traer su tema al centro de la plática. Había una pintura del rostro de  Heidegger. Y cuando recorríamos las salas de exposición de la Casa de la Cultura me preguntaba si conocía algo de Heidegger. Era tarde cuando ella comprendía que me volvía a escapar con un discurso farragoso:

 - Nacido en Messkirch-dije-, casi al finalizar el siglo diecinueve, había vivido en su patria antes de las dos guerras mundiales, durante ellas y después de ellas. Además en su niñez y adolescencia había escuchado mucho de la guerra prusiana.- Me encontraba en ese momento observando una serie de pinturas que ofrecían por lo menos veinte maneras distintas de mirar un amanecer en las playas de Acapulco. Se aproximó tanto que pude sentir cómo sus senos llegaban a mi brazo. Se retiró como rectificando aquel descuido. Pero luego volvió. Suave al principio y en seguida con más presión. No tuve necesidad de verlos para saber que nada tenían que envidiar a los de las muchachas que aparecen en las revistas “sólo para hombres” -  Después dejó de creer en casi todo. Ante el espectáculo de la abundancia de planes que surgían por todos lados en las ciudades alemanas, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano cómodo de lo intelectual, desde detrás de la ventana, para pasar a creer solamente en los movimientos que tuvieran lugar en el compromiso personal. El escogió uno de los cien liberalismos que hay y se hizo su propio concepto de la libertad.

      - ¿Cómo pudo vivir en  ese tan distinguido decaimiento?

      - Se defenderá en lo sucesivo contra la angustia y el sentimiento de culpa promoviendo la vida y la utilidad objetiva.

 Íbamos por la mitad del largo corredor lleno de sombras cálidas del edificio. Colgaba en la pared, pintada de blanco, un cuadro con una escena campirana que parecía guardar equilibrio en los colores fríos y cálidos, aunque daba la idea que predominaban los verdes. En el centro una casa. Los primeros planos mostraban varias mujeres lavando ropa en la orilla del río. El título de la litografía era “Lavanderas en Point-Aven”. En el ángulo inferior de la izquierda, sobre un trazo de terreno cubierto de pasto amarillo, junto al agua, el nombre del autor. Me acercaba a leer, cuando, desde su lugar me dijo con tono firme: ”Gauguin, 1886”. Pues sí, era como  había dicho. Entonces me dije que una mujer como ella, que conoce a Gauguin,  puede echarle el lazo a cualquier hombre que se le antoje y no se le escapará por nada del mundo. A reserva, claro está, que ese hombre haya dejado de ser un orangután.

Con el tiempo confirmaría que, efectivamente, era la mujer que poseía una amplia  cultura. Si mi rol de macho dominador me permitía la suficiente inteligencia y humildad para escucharla, tendría en ella un universo para descubrir. Desde luego ella misma ya había descubierto para qué servía ese físico que el cielo le había dado. La cuestión cultural no era para ella una puerta de escape para ocultar alguna clase de desadaptación, lesión o temor existencial. Su erotismo  no es tan obvio como ese que con el tiempo deja  indiferentes a los hombres, de tan obvio. Ella misma había observado, en El Pinar, que, cuando muchos amores se han vivido, pueden dejar frígida a la mujer e impotente al hombre. Es cuando la mujer se integra a algún circulo social en la lucha por esto o por aquello y él se la pasará los domingos frente al televisor  viendo partidos de futbol americano de cuyo deporte no había presenciado en su vida ni siquiera uno de los equipos escolares.

 Dos meses más tarde caminaríamos por una calle céntrica de la ciudad de México. En el cine Arcadia estaba anunciada una película y ella mostró interés por verla. Luego de cumplir con el ritual de comprar en la dulcería pasamos a la sala. Durante la función me hacía sentir que ella sabía que yo estaba ahí. De vez en cuando se acercaba y con la mayor dedicación me besaba el cuello. Pocas mujeres en el mundo han descubierto el tremendo secreto erótico de besar el cuello a los hombres. Después volvía a la trama del film. Era una película alemana.

Cuando salimos me explicó que Leibniz llevó esta idea del tema de la película  al terreno de la filosofía en el siglo diecisiete.

- Es su doctrina de las mónadas.  El mundo está lleno de ángeles. Andan entre nosotros. De vez en cuando se aproximan para alentar a los que desfallecen. No son dioses que hacen y deshacen. Sólo se limitan a cumplir el papel que les ha sido asignado. Desde luego hay gente con un grado de egoísmo o desesperación que no les hacen caso y saltan desde lo alto de los edificios. Ellos siguen con su labor. Nos ven de cerca. Tienen el aspecto, la mirada  de la eternidad. Todos los seres del reino animal tienen alma. Unos de substancia inferior. El humano es de los más elevados. La suprema sería la de Dios. Pero el asunto no es como lo creemos. Es decir, nos imaginamos que el cuerpo tiene un alma. Al contrario, Leibniz dice que el ángel imagina que tiene un cuerpo. Es decir que el filósofo subordina lo real a lo ideal. Es la vieja idea de la humanidad. La eternidad enamorándose de lo mediato. Júpiter  penetrando a Leda. Ya los etruscos, muchos siglos antes de Cristo, creían en la existencia de los ángeles. En la exposición sobre Siria, que estuvo montada de septiembre a diciembre del año anterior, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, se pudo observar en algunas piezas de su artesanía original, en cobre y bronce, varias figuras de ángeles. Cuerpos antropomorfos provistos de alas. El cine alemán llevó a la pantalla esta idea. Pareció tan original que a su vez los norteamericanos hicieron su versión, con Nicolás Cage, haciendo de El ángel enamorado.  Ambas tuvieron éxito de taquilla. El acierto estuvo al creer que los ángeles son susceptibles de tener pasiones. Como seres ideales superiores que son respecto del humano, poseen decisión. Es decir que tienen libre albedrío. Hasta pueden emprender una revuelta. Por ejemplo la revolución que le armaron a Yavé. En el film de la versión alemana hay un ángel que ya no quiere ser ideal. Sueña con ser como los humanos. Se enamora de una muchacha que trabaja en un circo de trapecista... Parece un poco artificial este final. Pero no tiene nada de absurdo. Se buscan porque se siente la necesidad del otro. Aun sin conocerse. Todas las  parejas se conocen porque consciente o inconsciente uno anda buscando al otro”sin saber que existías, te deseaba” dice una canción de los Hermanos Martínez Gil. Y así ha sido desde el principio. No sólo de la humanidad  sino desde el principio de la animalidad. Porque como escribe Leibniz, y asegura San Francisco, también los animales tienen alma. Y en estos filmes alemán y norteamericano los ángeles, las mónadas de Leibniz, también tienen corazón, libido y todo lo demás.

 Un país donde casi todo el año la nota roja, nacional e internacional, ocupa las primeras y últimas planas de los diarios, los informativos electrónicos destacan el caos y los billetes de lotería de beneficencia pública contiene retratos de personajes de la farándula. Los científicos y los hombres de la cultura y de la empresa no son noticia. Y los periódicos elaborando pensamientos para el mercado  de la oferta y la demanda.  Definitivamente Carmen era para mí como un oasis en medio del desierto.  Carmen había hecho algunos viajes al extranjero. Decía que  con el sólo acto de “encender” la televisión, no más allá de media hora, en los canales comerciales, era suficiente para enterarse del nivel  cultural de ese país.

- ¡Sorprendente observación!- dije-. Así  ya no hay que meterse a extensas lecturas para conocer ese lugar.

- Lo mismo si en ese país existe alguna enfermedad que se haya  generalizado.

- ¿Y, en este caso,  qué?

- Quiere decir que los cuadros dirigentes han incurrido en descuido hacia la población. No sólo si hay lentitud o indiferencia para poner remedio. Sobre todo por no haber atacado las causas de la epidemia en su origen. Mejor aún, prevenir. Esta idea es de René Dubos. Se dice que las consecuencias prácticas que está viviendo un pueblo es por lo que se mide el criterio verdadero de su historia. Se podrán decir y escribir  cosas bellas y formidables, sendos libros de historia,pero la realidad está a la vista. Y es tan simple: sólo hay que recordar que estamos en el mundo de las causas y los efectos.  ¿Por qué tendría que ser diferente tratándose de historia?

Cuántas cosas de las que ella me decía yo las había pensado pero, la verdad, sin haber logrado ponerlas  en orden.

Más tarde íbamos al borde de los amplios jardines del museo en los que abundaban los quetzales con sus bellísimas plumas. Carmen intentaba traerme al lugar que pisábamos. Le decía, evadiéndola a propósito, que el Popocatepetl ha tenido en los últimos meses lluvias de ceniza y un marcado deshielo en su ladera norte. Que ha esparcido ceniza por la ciudad de México y estados vecinos…En una pausa ella dijo:

- Si Dos Passos pregunta con quién puede casarse una mujer, después de decir que un hombre puede casarse con un barco, se puede casar, y de hecho siempre lo ha hecho, con Jesucristo, o con Govinda, como mi prima Clemencia, ¿no cree?

- Bueno, eso se dejó claro desde el Concilio en que se aceptó el voto de castidad. En los tiempos actuales puede casarse con el microscopio o con el ministerio público o con los reflectores del teatro, o con la Bolsa de Valores. O con algún grupo de auto-ayuda.

- Juro  que no lo dejaré aislarse ni con Heidegger ni con el Popocatepetl…Guillermo Steenberghen López. A usted le gusta buscar flores en el ventisquero, y parafraseo aquí a Hölderlin, ¿no es así?

- No solamente se comete adulterio  estando con un semejante si no que también se engaña sentado, o sentada, durante horas frente al microscopio. Más allá de lo necesario. Tanto como si se estuviera acostado con otra persona. Está en función del tiempo que se le resta al compañero o compañera de su vida. A los hijos.

- Debe usted saber que una mujer soltera no engaña a nadie. Para que haya adulterio debe existir una situación de pareja establecida. No hay absolutamente ninguna emoción en el hecho de no engañar a alguien. Puede amar a quien se le antoje y llegar a su casa a las tres de la mañana sin que alguien le riña. Con la gabardina al hombro,  sin pantaletas y con los tacones llenos de barro, como en la canción de Joaquín Sabina. Y sin embargo en su fuero interno esa mujer sufre porque está soltera y quiere casarse. Anhela que se le inflamen las encías por efecto de estar embarazada, pero casada.

- Supongo que a los hombres nos sucede lo mismo, excepto lo de la inflamación de las encías.

Llegábamos al final de la exposición de pintura. Era una sala amplia con paredes de vidrio. La luz indirecta inundaba la estancia con mucha intensidad, como sucede todo el año en esta isla.  Nos sentamos en unos cómodos taburetes de descanso. Frente a nosotros una viñeta de tres metros de alto de Toulouse- Lautrec. De pie frente a una mesa redonda, en actitud de preparar sus pinturas. Con un pañuelo en derredor de su cuello, sus pantalones abombados, sombrero de ala corta, el artista nos miraba volteado tres cuartos su rostro barbón hacia nosotros. Fue cuando encontró la manera, algo extraña, nada romántica, pero certera, de decirme que me quería para ella:

- Ojalá algún día, después de besarme... las encías.

Sabía que, cuando una mujer se empeña, no conoce obstáculos. Yo me hice el bromista:

- Tendrá que acudir al dentista - recuerdo que por todo reproche se acercó y me mordió una oreja. Después le había dicho: -. En breve esa mujer estaría añorando su libertad…Llegar con la gabardina al hombro…

- No si antes se pone de acuerdo la pareja  qué estilo de relación quisiera. Algún día le contaré las infinitas combinaciones que ha imaginado y realizado el humano en este sentido... 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Peligro, me dije. Hasta ahí yo no había podido poner en claro si lo que Carmen quería de nuestra amistad era un compañero fijo o un compañero entre tantos compañeros. Me puse en guardia. Pero también me gustó la idea de encontrar la ocasión de aclarar el panorama. En realidad pocos hombres estamos dispuestos a contraer compromisos bajo el reflector de las leyes para toda la vida en el matrimonio tradicional. Lo que nos gusta es una relación salvajemente promiscua. De principios del antropomorfismo. Las mujeres  no sospechan que los hombres traemos consigo un tinaco, es decir, dos, de semen siempre a punto de desbordarse. Necesitamos urgentemente, cada hora y media, una vagina donde arrojarlo. Si junto con el semen van los espermatozoides, y hay consecuencias, casi ni nos interesa. Cualquier vagina. Y si son dos o tres, mejor. Las teorías contra el hogar tradicional y la monogamia nos quedan a la perfección. A eso se debe que México sea un país lleno de madres solteras y calles llenas de niños sin padre y sin madre  y sin nada. Con un futuro sellado.No queremos responsabilidades. Todos queremos una vagina donde verter el semen. Nada más. Entre más vagina-libre sea esa mujer menos responsabilidad para nosotros. La misma liberación de la mujer ayuda a nuestros tinacos. Un filón de oro en este terreno es el adulterio. Muchas sonrisas casi gratis y sin tener que sufrir su vejez, sus achaques y su polifarmacia. Parece que donde verdaderamente va a repercutir la acción contra el matrimonio tradicional es en un marco meramente mercantil. Ahí chocarán las profesionales del amor y las que no cobran por hacerlo. Desde luego aquellas perderán la partida pues a los hombres tampoco nos gusta pagar. Algunos hombres se casan y forman círculos donde  intercambian a sus mujeres. A la postre es la misma idea de conocer más vaginas sin adquirir compromisos  posteriores y sin pagar.

- ¿Relaciones, cuántos estilos hay?

- El tradicional de los abuelos, o el moderno…El primero está lleno de reglas y el segundo se caracteriza, sobre todo en el marco de la civilización industrial, de una serie muy amplia de libertades. El primero ayuda a la formación de los hijos durante treinta años de su vida académica hasta que termine su carrera en la universidad. De otra manera, ¿qué caso tiene casarse? Conque vivamos juntos y si un día ya no hay entendimiento o aparece otro hombre con mayores atractivos, pues adiós y ahí acabó todo…A la mayoría de los hombres les gusta conocer a una mujer para penetrarla, no para cargar con su neurosis y  con responsabilidades que imponen las reglas, ¿no es así? Por lo demás, encontrar pareja es una tarea complicada y eso, entre otras cosas, contribuye a conservar en términos sanos lo que ya se tiene. Sin contar que se necesita tener vocación masoquista para estar dispuestas a volver a pasar por ese proceso de risas al principio y sufrimiento al final. Como en la obra de Zorrilla. Establecer la comunicación animal es compleja pero la separación, además  de igualmente compleja, es dolorosa.

- ¿Matrimonio, hijos, treinta años por cada hijo, neurosis, la Polifarmacia. Bueno, debo confesar que por estar pensando en descifrar lo de los témpanos de hielo de Alaska... O qué pasará con el sobre calentamiento de la atmósfera causada por la irresponsabilidad del humano con eso del ozono anormal. Falta agua en la ciudad de México. Y la próxima glaciación por efecto de una cierta alteración en la trayectoria del planeta en su órbita en derredor del Sol… No me había detenido en esas cuestiones más de dos minutos en lo que va del año. Conocerlas nada más para penetrarlas, gozarlas de jóvenes y no tener que acompañarlas de viejas a que les tape las mueles el dentista o tener que escuchar sus lamentos respecto la osteoporosis, el cáncer mamario, el estreñimiento, he ahí la disyuntiva de la vida…

- ¿El año pasado tampoco pensaba en ello? No se preocupe, en el principio de todos los tiempos ya las hormonas se encargaron de todos eso. Créame, la banda donde se mueve nuestra famosa libertad es muy angosta.

- Todavía no la conocía a usted. De modo que con la más absoluta entrega pensaba en los sedimentos asociados del supercretácico de las Tierras Altas del oeste de Escocia y en las del norte de Irlanda, nada más.

- ¡Interesante! ¿A eso se dedica usted?

- A eso me dedico yo.

- Cuénteme algo más de su profesión - al ver que hacía una especie de gesto, me imploró:-.¡ Por favor, hágalo!

-Bien  puede usted imaginarse una especie de magia o hechicería. Se ven, en el fondo de una esfera de cristal, montañas y desiertos velados por las aguas universales o del fantástico  diluvio universal. Cuando las aguas se fueron, toda esa maravilla de cordilleras quedaron al descubierto.¿ Qué le parece?  ¿No es fantástico?

- ¿Y a dónde se fueron esas aguas?

- Quién puede saberlo. La verdad es que era una de las verdades de ese tiempo de los inicios de esta ciencia. Pero eso hizo dar otro paso y otros dijeron que no, que no había sido de esa manera sino que las aguas del cielo, al precipitarse, habían empezado a cortar la superficie plana como era entonces la corteza del planeta. Que tampoco era plana por eso de los aparatos volcánicos. Como sea,  fue cuando se comenzó a usar con frecuencia la palabra erosión. Se usó tanto que llegó a ser chocante. Se erosionaba la familia, se erosionaba la sociedad, se erosionaba la amistad, se erosionaba la economía. Cuando ya nadie soportaba esa canción, por fin aparecieron otros dos curiosos términos que fueron  deposición y consolidación.

- ¿Pero los mares hubieran terminado llenándose de ese material de deposición y todo volvería a ser plano, no le parece? ¿ Cómo explicar entonces la presencia de las montañas’

- Creo que para contestar a eso, que a muchos preocupaba ya en esa época, y estamos hablando de apenas hace dos siglos, apareció la otra palabra que es “elevación”.

- ¿Es decir?

- Es decir, los volcanes. Sí, eso es,¡ los volcanes! Después pasó un largo tiempo para que se llegara a la idea de unas enormes acumulaciones de material detrítico,  material de arrastre, que inclinan grandes porciones de la tierra primero para un lado y luego para el otro. Si dejamos a un lado el origen volcánico de las cadenas montañosas del valle de México, a manera de ejemplo, y nos imaginamos  que la Sierra del Tlalocan enviaba para el oeste mucho material hasta que por el peso se hundía y luego el material iba de regreso de la sierra de las Cruces para el Tlalocan…

- ¡Fantástico!

- Sí, fantástico. Sobre todo que cuando aparece la idea de las grandes placas allá abajo, cerca del infierno, que no cesan de moverse y acumular energía que liberarán dramáticamente en tanto nosotros dormimos o defecamos o hacemos el amor o tomamos cerveza , es cuando la esfera de cristal se empaña y ya no es posible ver qué es lo que sigue.

Luego, para mayor información respecto de la naturaleza de mi trabajo, le hablé de nuevo del Popocatepetl:

- Y aunque no se han dejado sentir sus efectos tóxicos, por los gases de óxidos sulfurosos, de todos modos habría que estar al pendiente. La historia de este volcán, que ya aparece abundantemente documentada en los códices mesoamericanos, dice que ha producido una casi constante actividad y su composición sugiere paroxismos verdaderamente impresionantes que han destruido antiguos cráteres y formado otros. ¿Se da cuenta? La  ciudad de México vive literalmente sobre las laderas de los volcanes. Y aunque todos saben que hay ahí un peligro potencial, desde 1994, hasta ahora no ah pasado a mayores.. ¿Le parece interesante?

Tardó en contestarme. Parecía perdida observando un cuadro de casi un metro, pintado sobre madera policromada en 1890. Mostraba una escena erótica con una mujer desnuda, sentada de espaldas al observador. En sus lados dos rostros femeninos enigmáticos envueltos en líneas sinuosas, caprichosas, que sugerían las olas oceánicas. Su título, extraño, era: “Sed misteriosas”.

- Mucho - dijo finalmente. 

Fue cuando me dispuse a hacerle un relato de los piroclásticos pero ella se apresuró a ponerme una mano en la boca, sin importarle la presencia de la muchacha que cuidaba la otra sala a la que habíamos ingresado. Después la retiró para sustituirla por sus febriles labios. Cuando pude respirar, exclamó:

- ¡Cuidado con la inflamación de las encías, Guillermo.

Ella pegó su cuerpo al mío. Pensé: “Creo que aquí hay más temperatura que con los piroclásticos”.

- Me pareció desde el principio que usted era diferente a las muchachas de El Pinar. Y no entendía por qué permanecía en ese lugar.

- El trabajo de campo que desarrollé en ese sitio me enseñó, entre otras cosas, que tenía razón aquel pensador francés cuando dice que las cosas más prohibidas son las que la ley no prohíbe. La libertad tiene sus reglas, después de todo. Raskolnikof vivió  angustiado debido a que cada media hora estaba escuchando la campana de los valores éticos de la sociedad que le tocó vivir.

-Hay algo que no entiendo. ¿Por qué una mujer como usted… Me refiero a la cultura. Tendría que aceptar las reglas convencionales de una pareja constituida ante las leyes de la sociedad y quizá las de la Iglesia? Vamos, ¿por qué uno y no varios, o muchos? ¿Por qué aceptar la despiadada disciplina de la monogamia, vigilar la preparación de los alimentos tres veces al día, la ropa, la casa, luego los hijos, cambiarlos, pañales desechables por kilos, educarlos, bañarlos…Así hasta la vejez?

- El hombre puede aliviar sobre manera esa especie de esclavitud, compartiendo realmente algunas de las  tareas que ha mencionado. Y si en lugar de aliviar, comparte, tanto mejor. Por lo demás…Guillermo, permítame decirle que es usted un niño. Una nueva conquista significa una nueva muerte. Decir adiós al hombre que a uno le gusta y al que tal vez ha llegado  a querer, es morir cada vez. Yo, al menos, no soy sacerdotisa de Tanatos. Nací con inclinaciones para el amor. No quiero morir cada día, o cada tres años, sino vivir. En El Pinar se aprende, y de una manera despiadada, que lo más horrible es morir cada día entre los brazos de los hombres.¡ Ni aun cuando fuera cada diez años, nadie quiere eso! Es cierto que donde hay hongos hay orquídeas... El oficio más antiguo de la humanidad es una auténtica tragedia para las mujeres. Los hombres ni siquiera lo sospechan. Las muchachas de El Pinar están condenadas a ser mujeres agotadas a los cuarenta años. En una proporción  mayor que las que lo hacen sin cobrar. Estas se dan su tiempo y logran reponerse. Aquellas se entregan a tantos hombres que se secan psicológicamente. Y podríamos decir también que espiritualmente, antes que biológicamente. Sus partes íntimas aún no se humedecen cuando ya su mente empezó a desarrollar una fatal frigidez. En ese lugar, en El Pinar, el cuerpo es la metáfora del yo y se olvida que también es la casa del espíritu.

Veía al oriente, a través del gran ventanal que da hacia los enormes jardines llenos de faisanes en torno del estanque. En aquel momento  las nubes se cubrían de color rojo antes de que el planeta entrara en la oscuridad. Inquieta, Carmen García Swan inquirió:

- ¿Qué piensa?

- En mi trabajo.

- Me va a decir que tiene que ausentarse…Tal vez hablé con demasiada franqueza...

Carmen conocía al buscador de piedras pero no al alpinista. Un escalador gusta de la cerveza, de la sabrosa comida y de la compañía de una  mujer. Pero no puede hacer planes a largo plazo. Puede caminar en ellos pero sin pensar demasiado en que alcanzará la meta. Uno que escala montañas es un irresponsable por excelencia frente a  las reglas. El ha aceptado desde sus primeras correrías por las montañas la probabilidad que un día, cualquier día, quizá no regresará…¿Hijos? Habría sido deshonesto  seguir con aquella plática. Pensar en una mujer para siempre y en los hijos y en su casa... Le hubiera ablandado los nervios la próxima vez que recorriera una arista de roca que se hundiera en la algodonosa nube del cielo azul. “Todo escalador muere tarde o temprano víctima de su pasión”, recordaba haber leído a Mummery, un escalador inglés.  Con aquella mujer no podía hacer planes a largo plazo. Por el bien de ella. Saldría en algunas ocasiones pero, debía intentar controlar más ese gusto que empezaba a desarrollar cuando estaba junto a ella. Le hablaría por teléfono, la invitaría a pasear y le pediría que me contara una película o me hablara de alguno de sus autores favoritos en literatura… ¡Sin embargo, dije lo contrario de lo que estaba pensando!

- Pensaba que quizá podríamos combinar la amistad con el trabajo.

Quedó claro que una sola palabra, “podríamos”, volvió a animarla. Suponía que ese plural la incluía. Preguntó decidida:

- ¿De qué manera?

- Navegaríamos, lo más lento posible, a lo largo de dos mil cien kilómetros paralelos a la costa oriente de Australia. Así en tanto usted toma baños de sol en la cubierta del barquichuelo, y se zambulle de vez en cuando en el mar, yo le echo un vistazo a la línea coralina del Great Barrier Reef…Desde luego le tomaría a usted una foto cada cinco minutos. ¿Sabe?, el espacio y el tiempo son el origen de la experiencia geológica. También de la alpina. Siempre se habla de conocimiento cuando ya hay algo conocido, antes no. El alpinista puede ir resolviendo los problemas que le plantea la ascensión y tener seguridad en el resultado gracias al conocimiento que ha adquirido en el pasado. No solamente de su pasado inmediato como individuo, sino de todos esos arquetipos que fueron adquiridos por los de su grupo o los de su especie desde mucho antes que fuera recolector.  ¡Desde luego si alguien va a creer en Darwin, debido al dedo prensil, es un escalador, no faltaba más! En ausencia de alas propias, a los aviadores no les quedó otra cosa que buscar en su cerebro la manera de volar. O los buzos de cómo vivir por algún tiempo bajo el agua como los peces. Pero nadie hubiera subido una pared vertical  de diez metros de  elevación si hubiera carecido de ese dedo… ¿Se ha fijado que los lemúridos también tienen un dedo prensil? Bueno, por ese camino tan lento creo que todavía estaríamos  atrás en la evolución. Como alpinista y como individuo que ve las huellas del constante drama de la tierra como son los volcanes o los movimientos de las placas,  me parece que, al menos el escalador, tendría que creer antes en Spengler...

- ¿Conciliar a Darwin y a Spengler?

-  Uno de los maestros de la Facultad gustaba citar a Red, un  clásico de la geología. Decía que la Tierra es el producto de una sucesión de tormentas de corta duración y largos periodos de calma. Que la orogenia no parece ser, como opinan algunos, un proceso continuo.  ¿Conoce a Spengler?

- ¿El que adoraba a Goethe y no creía mucho en Nietzsche?

- ¡El mismo! Tiene una teoría interesante de los catastrofismos que recientemente ha servido mucho a los paleontólogos en el terreno de los dinosaurios. En el siglo pasado fue muy controvertido por sus ideas políticas y religiosas cristianas heterodoxas, y sobre todo guerreras.

No pude seguir. Aquella mujer casi me había ahogado ya con sus labios rojos y sensuales en tanto apretaba los míos. Yo tenía mis planes pero, por lo visto, ella tenía los suyos. No había podido ser tan directo, como era mi intención, decirle que la montaña es más celosa que una mujer enamorada. No  permite muchas distracciones al alpinista. Pero cada vez que intentaba desprenderme para terminar la frase, Carmen me sujetaba más fuerte. Tampoco ella permitía distracciones...

- ¿No tendrá inconveniente en que lleve a vivir en la embarcación a mi gatita?

- ¿Qué gatita?

- Debió haberla visto en mi casa.

Desde luego. Acudió a mi memoria la gatita que permanecía tirada plácidamente en un sillón cercano al que yo estaba  sentado. Fue cuando esperaba  que Carmen se “arreglara” para venir a la exposición de pintura.

- La recuerdo. Pero, ¿tiene algo especial ese  animalito?

- Sí lo tiene. Pero no para ella, sino para nosotros. Los gatos son un termómetro fiel del ambiente general que hay en ese lugar. Lo perciben. Si la neurosis y el conflicto privan, ellos están inquietos.

- ¿De manera que un gato va a ser el termómetro de nuestras relaciones?

- No exactamente, pero hay que estar atento a las señales. Recuerde que el golpe del viento precede a la caída del alud.

- Tiene razón. Aceptada su gatita. Pero recuerde que donde hay niños esos animales domesticas lo menos que pueden provocar es el asma-. Así, sin pensarlo conscientemente, estaba yo hablando ya de niños cuando apenas teníamos dos horas de tratarnos.

Yeats abandonaba a su musa en el valle para, de manera imaginaria, subir a las montañas. Cuando estaba de regreso, volvía a buscarla. Yo me llevaría a Carmen a la costa oriental de Australia. Era una portentosa mujer real, de carne y hueso (y  seguramente con algo de neurosis). Pero también era, sin lugar a dudas, mi Bricelinda o mi Dulcinea. Aquellos eran poetas y se las imaginaban. Yo la podría tocar y cerciorarme que no era una ninguna construcción lírica mía. 

Media hora después tomábamos un café negro  en la cafetería del lugar.

- Esta mañana que fue a buscarme a mi casa...

   -¿Sí?

- Es un factor de permanencia social... Procede de las épocas en que la actividad central del grupo era la caza y la guerra. Actividades de las que el hombre no siempre regresaba... ¿Recuerda que caminábamos por la calle llena de sol todavía rojo pero ya muy caliente? ¿La mañana que nos despedimos en la banqueta, después de haber dejado al marinero en el cuarto de su hotel...? Le había pedido que me invitara a tomar una nieve. Esto suponía un comienzo de intimidad, charla y risas. Como lo estamos haciendo en este momento. Sólo que  la sociedad a la que pertenecemos guarda  reminiscencias verdaderamente arcaicas. El hombre es el que tiene que tomar la iniciativa de conquistar o arrebatar a la mujer. No la mujer al hombre. Esto se traduce en que la presa esté capturando al cazador. A eso se debe que usted haya tomado la iniciativa de venir a buscarme  días más tarde a mi casa. Que dejara el asunto para después, donde  usted fuera el que actuara.

- ¿Todo eso hice?

- Así es

- No lo hubiera imaginado en cien años.

                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Entendí que en esta mujer se daba un equilibrio entre el desarrollo de la inteligencia con su producción de feromonas. La lectura de tal situación era que ni porque se tratara de un bruto puro instinto, o de un individuo epistémico, habría escapatoria. Como en rigor yo no me consideraba ni lo uno ni lo otro, empecé a sospechar que podía ser atrapado en serio.

Debo ser sincero y aceptar que una idea roedora me inquietaba. ¿Sentía coraje por la  cultura de Carmen? El día anterior me había hecho una descripción de la palabra demasiado, cuando estábamos en la nevería: “La palabra demasiado se usa demasiado. Los que escriben,  los oradores, los “coloquiales” y en general, no la soltamos ni un minuto. Sólo que el uso que se le da a esta palabra no siempre es el que se piensa es el adecuado. Se quiere decir “muchísimo”. Pero demasiado es más que muchísimo. Muchísimo todavía se ubica dentro de cierta medida de algo que tiene sus mínimos y sus máximos....Si alguien se va caminando  de México- Tenochtitlán a Pachuca, es decir, cien kilómetros, cuando va por el kilómetro noventa y cinco puede expresar: “habíamos caminado muchísimos kilómetros”. Esto es que ya eran muchos pero todavía no llegaban al final. Si dice: “Habíamos caminado demasiados kilómetros”, quiere decir que llevaban más de cien....Demasiado es como el “chingo” de los mexicanos: “Habíamos caminado un chingo de kilómetros”. Todo se descontrola, es confuso e incorrecto....El pensamiento náhuatl (es decir indio de manera genérica) tenía una figura simbólica de indicar lo “mucho” y lo “demasiado”. Era con el número “cuatro”. Pasando el cuatro ya era el exceso. Cuatro era la medida, el tope, antes de llegar al peligro inminente. No se refería propiamente al numeral cuatro sino al tope de algo. Era la raya que marcaba la normatividad laica, religiosa o filosófica. Pasando esa raya significaba la muerte en cualquiera de estos terrenos. De ahí viene: “¡Te pasaste de la raya!”. Después de la raya estaba lo “demasiado”....De igual manera, de allá viene nuestro dicho cuando tomamos cervezas.”¡No más de  cuatro!”

Para la otra calle ya me estaba contando de una fiesta empezada por los filósofos y a la que al final llegarán los dioses. Sócrates y varios de sus colegas, todos ellos griegos platicadores, se reunieron en la casa de Antólico, uno del grupo. Platón recogió mucho de lo que ahí se dijo y en el año 385, antes de Cristo, publicó un trabajo conocido como el “Banquete”. Cinco años más tarde Jenofonte dio a conocer un escrito suyo que describía la misma ocasión.

-En realidad Platón no estuvo en la fiesta-dijo Carmen- y escribió de lo que escuchó había sucedido en ella. Jenofonte sí fue testigo presencial del evento.

La diferencia de fondo entre los dos trabajos estriba en que Platón “vuela” y Jenofonte “camina”. Ahora se diría que la filosofía de Platón está cargada de teología. Jenofonte, por su parte, hace una interpretación filosófica llena de filosofía. Es decir, más laica, más antropomorfa.

-Quizá todo esto no sea también más que una imagen-observé pues yo también había leído El Banquete-, una metáfora de lo que es la vida. Teología y Filosofía simplemente se hacen de lado cuando se presenta el Instinto. Algunos de los filósofos que habían estado en el banquete vuelan, después de haber visto la manera en que Baco y Ariadna se besan, a buscar a sus esposas: “los que no estaban casados juraron hacerlo”.

-Pero, también, la filosofía parece estar más allá  de los arrebatados besos de estos dos dioses del Olimpo-dijo ella-. Hay tranquilidad en el proceder de Sócrates cuando dejan a los dioses que se van corriendo a la cama. Los filósofos  salen a la calle y caminan por ella como si nada: Sócrates, y algunos otros que con él se habían quedado, se salieron para juntarse y pasear con Licón, su hijo y Calías...Y tal fue el final que tuvo aquel Banquete, según Jenofonte.

  Todo esto me parecía maravilloso de Carmen.  He dicho que me atraían las formas físicas de esa mujer. Pero siempre tuve  claro que lo que apreciaba era lo que sustentaban sus formas. Su espiritualidad y su  cultura.

Luego supe que la biblioteca que vi de pasada, en la mañana, en una de las habitaciones de su casa, es la “biblioteca de vacaciones” y que en México tiene la de “la de base”. Libros ordenados en cuanto la capacidad de sus estantes lo permite. Después, pilas verticales por aquí y otras por allá. En la mesita de su cabecera de dormir otros y, ¡el colmo!, frente de su taza del baño una repisa llena de libros. Algunos, cuenta, no los ha leído. Los adquirió en librería o en la banqueta del mercado. Estos suelen tener los nombres de sus antiguos propietarios o dedicatorias y fechas. Los compra  después de  echarles una rápida hojeada.Algunos, dice, después deben seguir  su camino hacia el carro de la basura. La mayoría pasa a formar parte de su librero y de su alma. En una casi patológica costumbre, hay días que hojea  cuatro o cinco libros. Algunas son relecturas. El Gran Gatsby, Bajo el Volcán, Medea, Jean Wahl, Chesterton, Emerson.  Otros libros que no ha leído le salen al encuentro después de años de haberlos comprado. Le sucedió con Un niño, de Thomas Bernhard y con Salambó de Flaubert. Casi temblando de emoción al final de buscar la fecha en que estos libros  salieron de la imprenta, algunos todavía con hojas pegadas, tienen medio siglo. Entonces se siente casi una destinada del cielo para seguir siendo su salvaguarda con este pensamiento: “cincuenta u ochenta años de andar naufragando por el mundo y tuve la dicha de haberte encontrado”. ¿Carmen hablando con los libros? Era evidente que para ella el libro no era  un montón de hojas impresas como parte de un mundo fenoménico. Era dialogar con gente de otros siglos, otras latitudes y otros pensamientos.

-¿Le habla a los libros?-pregunté.

-¿Por qué no? Otros  platican con sus perros o con los pájaros o  con los retratos de sus seres ya fallecidos o con sus muertos en el cementerio-añadió algo que me dio más información de la mujer que tenía enfrente-. ¡Sus formas! Recuerdo que Oscar Wilde recomendaba el culto a la forma como vía de poder desentrañar los secretos del arte.

Más tarde, cuando caminábamos hacia su casa, bajo la noche caliente, la escuché decir algo de la historia de Europa: La Edad Media es como un recipiente en el que van a ser arrojadas, revueltas y fundidas, todas las glorias intelectuales, históricas, técnicas y guerreras de la antigüedad. Va  a estar presente también un abundante caudal de miserias y supersticiones propias de muchos pueblos, tanto de Europa como de los árabes. De este compuesto increíble saldrán, mil años más tarde, los personajes y los valores que inaugurarán lo que se conoce como “Renacimiento”. Se trata de un largo período de tiempo de una abismal importancia… Sé que hay reticencias con este segmento de historia... Sin embargo basta saber que dentro  de la Edad Media se escribieron  las Confesiones de San Agustín, El Corán, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, La Divina Comedia, la Confesión de Augsburgo, la traducción de la Biblia al alemán por Lutero y, al filo de la Edad Media, El Quijote de la Mancha...Nada menos que, junto con Platón y Jenofonte, discípulos de Sócrates, los grandes fundamentos de nuestra cultura occidental...¡Esto es realmente encantador Guillermo!, ¿no le parece?”

Fue cuando empecé a sentirme un tanto disminuido. Así pues, era hora de esfumarse.

- ¡Larguémonos de esta isla, Cork!- dije al día siguiente apenas había amanecido.

Desde su cama, cerca de la ventana, y casi enceguecido por la abundante luz que entraba ya a esa hora temprana de la mañana, me escuchó en silencio. Tenía un rato  de haber  despertado. Después se puso a leer algo del libro de Yeats que tenía a la mano. Miró hacia la calle. Volvió a mirarme:

- ¿Qué diablos te pasa?

- ¡Las vacaciones terminaron!

- Escucha - dijo. Agarró el libro y leyó:-. Querella de gorriones en todos los aleros, / la luna llena, el cielo tachonado de estrellas / y la fuerte canción de melodiosas hojas, / ahuyentaban vetusto sollozo de la tierra. / Pero llegaste tú con tristes labios rojos, / y contigo llegaron las lagrimas del mundo...”- y agregó:-  Eva hizo de las suyas otra vez, ¿no? Como en el Paraiso. Ese es el riesgo de la libertad, precisamente mí querido Guillermo. La cuestión es saber en dónde o de qué manera podemos perder la libertad. Es como el dinero.

-¿El dinero?

-Como en la Piel de Zapa, de Balzac. Trabajamos para obtenerlo. ¿Y, después?  Entre más se gaste, menos se va a tener. Cada vez menos. Y, cuando aparece una mujer…

- Yo digo que nos larguemos. Llegamos a la isla con planes de divertirnos. Pero las conocimos y hemos ido y  venido por donde ellas han querido...

 Luego de otro largo silencio, Cork comentó simplemente:

- ¡Bien, vámonos!

 Todavía le pregunté:

- ¿Y, Clemencia?

- No te preocupes por ella. Asegura que me encuentra siempre... Ahora debe encontrarse en el espacio ultra cósmico, más allá de nuestro espacio y de nuestro tiempo. Su individualidad temporal camina a través de los siglos, renaciendo siempre. Sola, lejos de la gente si vuelve zoomorfa. O lejos de los castores, si vuelve castora. O lejos del mundo de las gacelas. Volver a vivir con el solo destino de ser depredador y al final depredado.

- ¿Quieres decir que su individualidad milenaria sólo existe en su mente, porque en realidad siempre fue un eslabón de la cadena?

- Algo así.

Salim se había marchado el día anterior hacia el Altiplano Central. Ese medio día abordé el avión que me llevaría al centro del continente, donde a la sazón trabajaba. Algunas semanas más tarde nos reuniríamos para llevar a cabo algunas escaladas. Desde arriba pude observar la delgada franja de tierra que componía la isla. Al sur la gran laguna camaronera. Un gran helicóptero volaba hacia el norte, llevando a los trabajadores de las plataformas petroleras del Golfo, cien kilómetros mar adentro. El mundo quedaba como lo habíamos encontrado la semana anterior. La frivolidad, el amor y el erotismo, habían jugado sus cartas pero no habían tenido tiempo de calar más hondo. Era hora de reintegrarse a la rutina de la producción y a  sus horarios de la disciplina.

Cork subió esa misma tarde a un barco que lo llevaría al Puerto de Veracruz. Podía llegar a esta ciudad costera en pocas horas, viajando en autobús. Prefirió hacerlo en tres días, sobre las olas del mar y en las cervecerías de cada puerto que tocara aquella vieja  embarcación de carga. Más tarde iría a Orizaba. En La Costa de Sotavento, cervecería de mala muerte, propiedad de su amigo Enrique Láscares, se organizaban torneos de bebedores de cerveza. Tres días después subiría a la ciudad de México.

 

                                          

 

 

 

 

 

 

 

                                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

       23

 

Llovió quince días con sus noches.  La ubicación de Orizaba frente al Golfo, a solamente setenta kilómetros de la costa y a mil doscientos metros sobre el nivel del mar, hace a esta parte de la sierra, en la que está situada la población, el enclave natural donde van a estrellarse  las tormentas que se levantan en las aguas de la enorme sima del este. Las luces del alumbrado público permanecen encendidas todo el tiempo. En el interior de las casas, de manera similar a las calles, reina la oscuridad. Es la acción de activar la energía eléctrica o bien de apagarla cuando dice el reloj que es necesario ir a descansar. La gente permanece observando el diluvio a través de las ventanas de su casa abrigada lo mejor que puede.  La familia caldea el interior de la estancia manteniendo cerradas la puerta de los lugares de estar, como es la sala.  O  se agrupa en el espacio destinado a la cocina. Esta se convierte, llegado el caso de mal tiempo, que es muy frecuente, en cocina – comedor para aprovechar el calor de la estufa...

De mayo a octubre la gente debe salir a trabajar o ir de compras bajo la lluvia. Frecuenta los sitios en espacios cerrados como son los cines o teatros. Camina bajo las  cortinas de agua. Para llegar hasta esos lugares las casas están provistas de alerones que protegen, en buena medida, el tránsito de la gente que va y viene por todos lados como algo que fuera la cuestión más natural. Por tal disposición arquitectónica los habitantes de Orizaba no tienen la necesidad, ni  la costumbre, de usar impermeables o paraguas. Esa es la impresión que se tiene de esta bella ciudad cuando por primera vez se le visita. Sin embargo también goza de días esplendorosos llenos de sol y muy calientes. Es cuando luce su cielo azul, su vegetación muy verde y a lo lejos la cúpula nevada de la montaña más alta del país, el Pico de Orizaba

Alguien, que por primera vez viniera de Guanajuato o de algún lugar más al norte, encontraría el inusitado espectáculo de poder ver la meseta poblana, a unos cuarenta kilómetros, radiante de sol. Pero al aproximarse a Orizaba, a partir de El Mirador, que es donde empieza el descenso, una verdadera sima negra. Impera el cielo completamente encapotado, todo oscuro, cayendo agua sin cesar. El relámpago iluminando el aire huracanado que dobla los árboles y el estruendo del rayo descargando en alguna parte. Y nada raro tendría que su vehículo se viera detenido, entre una enorme fila de vehículos, durante horas. Siempre sucede que, en alguna parte, la montaña se vino abajo, por efecto del agua, y  obstruyó ese tramo de la carretera. Hasta que vayan las palas mecánicas o los hombres a despejar el lugar, podrá restablecerse el flujo del camino. Tendría apenas tres años que acababa de trazarse la carretera moderna, para seguir en dirección hacia el sur. Esto alivió  esa clase de problemas que se daban llegando al lugar al que me  estoy refiriendo.

La primavera es el tiempo en que los parroquianos se acuartelan, por todas las semanas que dure la tormenta, en los cafés, bares y cantinas de todas las clases sociales. Establecen un mundo de color, luces y alegría, mientras en el exterior ruge la tormenta e impera el frío. Entonces es cuando empiezan los concursos de bebedores de cerveza. Los obreros de las fábricas textiles, y aun los de la Cervecería, pasan temprano a tomarse un vaso de caña “para el camino”. Al salir de sus turnos de labores se reintegran con los báquicos donde permanecerán hasta ya muy entrada la noche. Al día siguiente será lo mismo. Así ha sucedido durante casi doscientos años. Desde que Lucas Alamán instalara las primeras fábricas de hilados y tejidos. Después habían llegado los alemanes con la gran industria cervecera.  Desde el norte y centro de América, y parte de Europa, compran la cerveza de Orizaba que previene contra cualquier peligro de deshidratación, ataque de melancolía, alimenta y cuesta menos que el agua embotellada. Y mucho menos que el “refresco” dulce que provoca obesidad, diabetes e hipertensión. Es decir, es una bebida de dioses que fue robada por algún Prometeo para traerla a Orizaba. 

Cork pudo comprobar que, para los orizabeños, ese  lugar imposible  es la tierra más hermosa del mundo. A tal punto que el millón de orizabeños que viven y trabajan, de manera permanente, en la ciudad de México, y no importando a qué actividad o a qué clase social pertenezca, vuelven a Orizaba. Aprovechan cualquier oportunidad o periodo vacacional para apresurarse y regresar por algún tiempo. Siquiera por un día es necesario  ir a Orizaba. Pudo ver que no es raro presenciar a individuos, o parejas ya ancianos que, llegando a El Mirador, se detienen consternados. Proceden de los meridianos del oeste. Miran, emocionados, con lágrimas en los ojos escurriéndoles por las mejillas, fuera del vehículo, bajo la acción de la tormenta o la niebla cerrada. Miran lo que cualquiera no puede ver entre la espesa lluvia  y es el mundo incomparable de Orizaba. Los ojos de los orizabeños están calibrados para ver, a través de la negra tempestad, su amada sima que otro no puede distinguir  ni jamás podrán lograrlo. Ver, por ejemplo, cómo entre escampada y  escampada el agua, durante algún tiempo, baja a raudales a lo largo de los árboles. Y esto es tan caro a sus ojos como lo es, para los chichimecas habitantes del norte, poder observar el sol rojo y enorme de los primeros minutos emerger  entre las arenas candentes del erg. Sobra decir que, al igual que hacen algunas especies del “reino” al que pertenecemos, muchos de ellos, cuando sienten que se aproxima el fin de su vida, regresan a morir a Orizaba. Otros disponen todo lo que haya menester, para que sean trasladados y sepultadas en algún cementerio de la ciudad.

- ¡Están locos! - decía Cork mientras reía con un vaso de cerveza en la boca, en medio del mundo báquico y lleno de risas de La Costa de Sotavento. El propietario, Enrique Láscares Bravo, se afanaba en conservar una atmósfera cálida y de camaradería en ese mundo, fuera del cual rugía el huracán. Las puertas y ventanas se azotaban y tenía que apresurarse a afianzarlas mediante una tranca que apuntalaba en el piso de tierra.

Decía el propietario, entre vasos de caña y bajo las interminables notas de la rockola, que tenía amigos  que semana tras semana, viajan hacia “arriba”.   Sucede cuando la temporada de música clásica llena la Sala de conciertos Nezahualcoyotl, de ciudad universitaria, allá en el suroeste de la ciudad de México. Agregaba que cuando la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México interpreta a Dimitri Shostakovich la Sala se llena de rusos. Si toca a Roberto Schumann está repleta  de alemanes. Si ejecutan música de William Byrd los ingleses ocupan todas las butacas. Si se trata de Palestrina los italianos son los que desbordarán todo espacio disponible. Si la solista en violín es Yuriko Kuronuma se llena de japoneses. Si tocan a Silvestre Revueltas los mexicanos no dejarán boleto alguno en las taquillas. Si interpretan a Mahler o a Darius Milhaud, los  judíos estarán puntuales.  Si tocan a Josquin des Pres lo mismo sucede con los franceses. Si tocan a Manuel de Falla ahí estarán los españoles.  Todos ellos saben disfrutar de la buena música. Hay algo en la música que habla a los pueblos de todos los paralelos. Los cristianos tienen sus hermosos cantos gregorianos. Los del Islam también oran cantando. Es una vieja tendencia de la humanidad. El islamismo, no obstante que nació ochocientos años más tarde que el cristianismo, siguió muchos pasos de este. ¿Qué te parece? Por supuesto, los japoneses ignoran que a la semana siguiente serán los mexicanos los que llenarán la Sala y a su vez estos no saben que para el otro fin de semana estarán los estadounidenses los que ocuparán de butaca en butaca los dos mil trescientos once  lugares de la Nezahualcoyotl... Si vuelves a llenar mi vaso te doy otro secreto. En  las librerías te encuentras el mismo espectáculo en torno de un autor de equis nacionalidad. Esta preferencia por la literatura la gente la ha manifestado de una manera por demás curiosa. No es que aborrezca la literatura de los otros, sólo que aprecia más la suya.  Antes la Iglesia universal quemaba la de los libres pensadores y tiempo después estos quemaban cuanta Biblia encontraban en su camino. Las que ganaban eran las bibliotecas de los jesuitas. Ellos guardaban todo de todos. Con los siglos tenían información de los modos de pensar como nadie se imaginó. 

- Así es amigo- en lugar de leer todo de todos procuraban dejar a salvo solamente su literatura. Sucede como cuando charlamos con alguien. No está poniendo atención a lo que le decimos. Hasta nos interrumpe porque, lo que le interesa, es decir lo que él o ella piensa. Quieren ser escuchados pero no están dispuestos a escuchar. Se repite con los poetas. Es difícil que un poeta lea a otro poeta pero sí quiere que todos lo lean a él. Eso dice Humberto Cisneros, mi amigo de México. También poeta.

 Su comunidad del desierto tenía miles de años construyendo arquetipos. Cuando les preguntó una pista para llegar a la verdad le dijeron que sólo necesitaba guardar el suficiente silencio para poder escuchar. Le advirtieron que no llegaría a la verdad universal pero sí a muchas verdades. Cada individuo o pueblo tenía su verdad. El mundo no era igual en todas partes. Hay una moral en cada país. En cada estrato social. Hay un estado de ánimo para cada rato del día según lo rentable de los intereses materiales. En algunas partes parece que ya no quedara nada de eso. La disolución social se anuncia cuando sus individuos hablan de una manera pero viven de otra. Entonces cada quien hace su versión y se construye una religión a su medida. Chesterton es de los pocos que sostiene que sí hay una verdad universal.

- ¿Eso te decían en tu pueblo?- preguntó Enrique Láscares. 

 Le contó que en esa ocasión el viejo estaba sentado en una roca, a la entrada de una casa de adobes, que era una especie de tienda de abarrotes. El viento había arrojado, durante años, los pequeños cuarzos del desierto sobre el lugar. Al lodo se le había mezclado paja como cohesionante, pero aun así las paredes se veían bruñidas y las esquinas redondeadas. El viejo daba pequeños tragos a una botella de refresco. El líquido era rojo con sabor de grosella. Al escuchar su pregunta de cómo llegar a la verdad, se le quedó mirando. Lo veía fijamente a la cara. Pero sólo fue por cinco segundos. Después cambió el rumbo de su mirada hacia un punto lejano en la llanura. En ese momento el sol pegaba con intensidad como es cuando se encuentra más cerca del planeta durante el día. Un termómetro hubiera marcado  entre cuarenta y cinco y cincuenta grados. Era como si las oscilaciones solares movieran el paisaje imprimiéndole un aspecto de borrosidad. Lo tomó de un brazo para invitarlo a que se sentara junto a él en la piedra. 

- La gente no suele preguntar por esas cosas. Sólo los niños. Y no todos. Andan metidos en sus juegos y lo toman como un juego. Y es probable que eso sea nada más...Que bueno que pronto irás a México a estudiar. Es un gran esfuerzo el que están haciendo tus padres. No te preocupes demasiado. En caso de contratiempos lo trataremos en “La Reunión” y veremos que sigas adelante. De lo que me preguntas...Observa atentamente hacia allá, hacia el frente. ¿Qué ves? No el desierto si no en una distancia más corta.

- Nada.

- Espera.

Cinco minutos después pasó frente a ellos un guajolote.

- Ahora, ¿qué viste?

- Que pasó un guajolote.

- Entre la nada que veías y el guajolote que pasó, está un tercer elemento... La acción de haber pasado.

El chico parafraseó algo del Popol Vuh:

- ¡Exacto! Hasta que aparecieron las montañas empezó la vida. Antes nada. Existía, pero no se manifestaba. Lo que necesitamos es que se manifieste para poder dar testimonio de ello. Pueden estar ahí pero no son verbo. Entre los cristianos la verdad también estaba ahí, pero hubo esperanza de conocerla hasta que empezó a manifestarse. Acuérdate de San Juan. Los amigos universitarios de la sabiduría le llaman a esto devenir.

-  La mentira también se manifiesta.

- Es el contraste de la verdad. De esa manera ya tendríamos dos pistas. ¿Cómo sabríamos que hay verdad sino hay mentira? Cuando caminamos entre la arena siempre nos acompaña la sombra…

En ocasiones le parecía que el mundo de La Costa de Sotavento era una sopa a la que le faltara condimento. Sólo una ocasión ganó un concurso de bebedores de cerveza. En cambio perdió cuatro. Eran trabajadores asalariados a los que no podía ganar.  El sólo ganaba a los que tenían exaltado  el ego. A los que arrojaban alimentos al mar para que su precio en el mercado no se devaluara. ¿Qué pecados puede tener un hombre que gana el sueldo mínimo? Le conmovía la vida sencilla de los trabajadores. Salía a la calle. Iba al cine o al teatro. Reía al encontrarse con que los medios de comunicación consignaban, en sus páginas, los discursos de los personajes de la política con propósitos de bienestar económica y seguridad en las calles. Y en las salas de los cines sólo había filmes de violencia. Otros hablaban de una opulencia inusitada, proporcionada por la explotación de los hidrocarburos. Y en las calles los pordioseros, y gente empobrecida, iban y venían con la mirada sin brillo.  El tema de la honradez pública campeaba en los discursos y a miles de jubilados y pensionados se había dejado en la calle. El mundo del trabajo se había llenado de outsourcing. Parecían no dirigirse a ninguna parte en especial. Y temblaban de frío. Se aseguraba que la gran ciudad del Altiplano no carecería este año de agua. Pero no se decía que los ríos de muchas comunidades rurales habían sido desviados hacia México. Se les dejaba sin agua para sus cosechas. Callaba el  hecho que sus habitantes, como sus ganados y sus hortalizas y sembradíos,  morían en esos mismos momentos de sed.  Las grietas en el suelo partían algunas calles de las poblaciones. Las autoridades les echaban cemento en lugar de procurar recargar los acuíferos.

Su casa de la ciudad, gustaba de contarlo en todas partes, tenía un baño que él mismo había diseñado. Con eso consumía la mitad de la cantidad de agua que gastaba. El lavabo estaba instalado medio metro arriba de la taza del excusado. El tanque  era alimentado con el agua sucia que llegaba del lavabo. En un principio hacia esa maniobra de manera manual. Debajo  captaba el agua mediante el recurso de poner una cubeta. De ahí la echaba a la taza. El sistema, ciertamente, no respetaba al “estatus” y decidió hacer una instalación formal. Después se dedicó a planear de qué manera podía captar y aprovechar el agua de la regadera que ya no tenía utilidad después del baño. Y como corría cada tercer día, generalmente por la tarde, después de la Universidad o de estar trabajando en algún proyecto, cada tercer día se bañaba dos veces. En la mañana y después de correr. Solamente alguien que pertenece a la llanura sabe lo que significa un solo litro de agua. Y como montañista había tenido la experiencia que, al cruzar caminando el desierto, la vida en ocasiones puede ser salvada con la cantidad de agua que alguien gastaría para afeitarse.

Sobre todo martillaba en su cerebro que, para que la gente de la ciudad tenga agua, hay que dejar en la miseria a las áreas rurales.

 

 

      

 

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Al regresar a La Costa de Sotavento encontraba más coherencia en su atmósfera llena de calidez. Aquella gente reía y salía a trabajar.  Un pantalón de mezclilla, usado y sucio por las labores, le inspiraba toda la confianza del mundo. Los obreros no eran como los que se refugian dentro de su ego y ahí permanecen ajenos a todos y a todo. A ellos si les ganaba el concurso de tomadores de cerveza. Los trabajadores de la Cervecería y de las fábricas adyacentes  no se dicen constructores de nada. Solo lo hacen. Ríen y cantan y beben.

-¿Otro concurso, Cork?

- ¡Me gusta la idea! ¿Cuántos somos los competidores?

- Quince.

- El que pierda pone quince pollos rostizados. ¿De acuerdo? Como Macario, nos comeremos un pollo cada quien. Y si llega la Muerte no le invitamos ni siquiera un ala...

- ¿Qué Macario?

Les relataba el cuento de Macario que  soñaba comer, él solo, una gallina. Terminó convidando a su Comadre la Muerte porque creyó, ingenuamente, que ella sí es democrática.  Igual se lleva a ricos que a pobres.

- ¿Y no?

- Se lleva primero a los desnutridos. A los proteinizados los deja para después.

  La universidad pública libra su gran batalla de seguir sosteniendo la formación de los investigadores científicos, a pesar de que ve, día con día,  que se le reducen los subsidios. Cork no se había dado prisa en regresar a la ciudad de México debido al asunto más tonto de la vida: las aduanas. Hay  países en los que  se pueden tener excelentes planes de investigación científica. Pero esto nada le dice a las aduanas. Las aduanas tienen su vida propia. En cierta ocasión, después de firmar y llenar formas, en la aduana, se fue caminando de Amecameca a Cholula, pasando entre los dos grandes volcanes nevados. No hacía más de diez kilómetros por día. Ya  de subida o de bajada. Plantaba su tienda y, después de su acostumbrada lectura de temas generales, se metía en  su bolsa de dormir. Al día siguiente lo mismo. Cuando regresó a México más firmas y más formas que llenar en la aduana y su equipo no salía. Estaba atorado en las bodegas.

 Entonces me habló para una travesía mayor. Recorrimos, a lomo de caballo, el vértice de los cuatrocientos kilómetros de sierra que hacen la Cuenca de México. Subimos a la montaña Tlaloc, de la sierra del sur del valle. Cruzamos por los cuatro mil de la Sierra Nevada, incluido el Tlaloc del este, hasta llegar a Pachuca. Alcanzamos el Zumate, cerca de Real del Monte y de ahí nos dirigimos al cerro Moctezuma, junto al pueblo de san Pedro Nextlalpan. Torcimos hacia el sur, volvimos a remontar hasta la montaña Los Loros, en los 3, 500, y finalmente hacia Contreras y el Ajusco, en lo alto de la Sierra de las Cruces.

Al regreso el equipo que esperaba había sido trasladado a otra bodega, cerca de la salida. Más firmas y más formas que llenar. Cuando estaba por largarse de nuevo a la montaña, le avisaron que se presentara a las seis de la mañana a recogerlo. Más firmas y más formas. Por fin, a las cinco de la tarde, tuvo entre las manos el equipo que le permitiría continuar con su investigación. Desde luego, la primera providencia que tomó, para recuperar ese tiempo perdido, fue rechazar el ofrecimiento que por entonces se le hizo de hacerse cargo de la jefatura de uno de los departamentos de investigación. Lo pensó dos minutos porque era la oportunidad que tenía para poner en práctica algunas ideas de trabajo en lo individual y para el equipo de investigadores. Acabó desistiendo. Todas las cosas que había oído sobre liderazgo no lo convencieron.

Las frecuentes e interminables reuniones de cada semana le exigirían un tiempo todavía mayor que lo que había tenido que esperar frente a los trámites en la aduana. El se había decidido por la investigación científica, no por la administración de oficinas. Si bien, es cierto, aquí podría haber un riesgo mayor que con las aduanas. Era que a  la dirección del Instituto llegara un científico con vocación burocrática. Peor aun: con problemas graves de personalidad y le diera por proyectarlas entre la comunidad del lugar, con lo que distraería la investigación. Sin embargo, había que correr el riesgo.

Ahora, en Orizaba, vivía de nuevo el ritmo que le marcaba la aduana. Esperaba un microscopio y “químicos”. Pensaba en el tiempo que tarda el equipo y las substancias en salir de la aduana, lo que se lleva la aprobación del presupuesto de investigación, el tiempo que se requiere para que el microscopio que se descompuso sea reparado. Y cuando esto empiece a funcionar finalmente, el equipo ya es obsoleto en comparación de lo que ofrece el mercado...No es raro vivir la experiencia que en ocasiones esto tarda tanto que el tema original ya no interesa al investigador, o al patrocinador, y quiera ir hacia otras áreas de la ciencia. El microscopio flamante puede ser que jamás llegue a utilizarse por nadie. De flamante pasó a ser obsoleto y después conocerá el camino de la bodega y de aquí al montón de chatarra... “Esperemos que esto no sucede ahora” se dijo.

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Una ocasión que vagaba por el mercado, en busca de algo que comer, leyó que se anunciaba, en el valle metafísico, una conferencia cuyo tema llamó su atención. Compró su boleto, fue a México y al anochecer ya estaba de nuevo en el mundo acuático de Orizaba. Ese día Enrique Láscares Bravo había preparado una deliciosa sopa para los parroquianos de La Costa de Sotavento. Calamares y todos los camarones que pudieran comerse, se veían en un tonel de por lo menos veinte litros.

- ¿Y la conferencia?

-Casi estaba seguro que me iba a encontrar con otro profesional en deformar la verdad objetiva.

- ¿Y?

 - Resultó un soñador. Dice que juntos podemos construir un mundo a imagen de nuestros más caros valores y de nuestros sueños más sublimes. ¿Qué crees? Un mundo en el que los niños puedan reforzar sus mentes en los salones de clases en vez de forzar sus músculos en minas y fábricas. Un mundo en el que todo hombre y mujer pueda trabajar con dignidad. Un vecindario mundial transformado en una hermandad mundial. Y decía que ya había llegado el momento de actuar.

- La última vez eso costó a la humanidad cincuenta millones de vidas. A de ser otro comunista - gritó alguien desde la otra mesa.

- Quién sabe pero citó las palabras de Juan Pablo II, cuando éste pregunta si es posible que las cuentas financieras queden en orden mientras que a la gente se le humilla y ofende en su dignidad...Bueno, en todo caso es un soñador este John J, Sweeney... Pero sabe de lo que está hablando. A la sazón es presidente de una de las centrales de trabajadores de Estados Unidos que agrupa a más de dieciocho millones de afiliados...

 Enrique Láscares volvía a llenar el vaso de Cork. Y cuando éste apuraba el contenido, preguntaba: ¿quieres otro secreto? Y de nuevo vertía el líquido en el recipiente de aquel individuo que parecía resistir más cerveza que un barril de madera.  Entonces volvía a decir: 

- En las montañas del mundo sucede lo mismo que con los depredadores. La competencia por el ego. Y le contaba la carrera que emprendieron los italianos y los polacos en el principio del siglo veinte para ver quién llegaba primero a la cumbre más alta del continente americano. Ya otros lo habían hecho, pero ésta fue una competencia que surgió entre los nacionalismos europeos. Entonces el mundo inhóspito empezaba donde terminaba la última calle de Mendoza. Llegar a Puente del Inca ya era una aventura. Como los italianos se adelantaron por la ladera del norte, los polacos se internaron a través de las interminables cañadas del este. Dando una enorme vuelta abordaron el glaciar del noreste, hasta entonces sin huella. Cuando semanas más tarde, cuatro montañistas polacos de nombres impronunciables, formados por la cordada D-O y la otra por N-O, alcanzan la cumbre, encontraron ahí la bandera de los italianos, que por solamente seis horas se les habían adelantado. Fue el desquite por la derrota que, a mediados del siglo anterior, el italiano Juan Antonio Carrel sufriera frente al inglés Whymper, en la conquista del Matterhorn suizo. No te creas cuando los nacionalistas te hablan linduras del internacionalismo. Es para distraerte. ¿Sabes que el Nanga Parbat, en los Himalayas, es la cumbre considerada como la montaña alemana? Ahí se matan escaladores alemanes, ahí triunfan de los insondables abismos mientras suben por sus verticales paredes de roca y hielo. Pueden marchar a otras cumbres de los mismos sistemas orográficos o de otros continentes, pero siempre vuelven al Nanga Parbat. La primera vez que alguien intentó subirla fue una expedición alemana que acabó sepultada por un gigantesco alud. Ni siquiera rastro quedó que haya existido ahí campamento alguno. De inmediato se montó en Alemania  otra expedición para ir en auxilio de la primera. En realidad lo que les interesaba era ser los primeros en subir esa cumbre...Historias como esta te encuentras en todos los sistemas montañosos del planeta. El Eigerwand en Suiza, y la primera escalada de su pared, es el ejemplo más acabado de lo que te estoy diciendo. Sucedió en 1938...Luego tenemos a los japoneses tratando de darle un sello propio a los Himalayas. Los chinos subiendo el Everest desde su país. Los estadounidenses la cara norte de esta montaña. Los franceses su Annapurna, los rusos, los mexicanos. Bueno, te contaré otro secreto, respecto de los mexicanos en los Himalayas. ¿Me llenas el vaso? ¡Eso!  Una vez nosotros subimos por el filo noreste del Aconcagua y, ¿qué crees? Sus morrenas y las nieves de su glaciar estaban llenas de botes viejos, basura por todos lados y orines de tantas expediciones que ya habían subido por ahí. Nadie puede empezar a establecer una mitología sobre algo que otros ya  orinaron, conocieron o hicieron antes. Y cuando de regreso a México les propuse que atacáramos la pared sur del monte Amehgino y que por fin hiciéramos “mexicana” una hermosa pared del extranjero, se rieron de mí y salieran a  relucir las teorías del suicidio: “¿No has logrado matarte en las escaladas nevadas del valle de México o en las rocosas de Hidalgo y ahora quieres intentarlo en el sur del continente? Y agregaron la pregunta: ¿Estas loco? Sí, sabes, Láscares. ¡Todo el mundo está loco! Los habitantes de La Costa de Sotavento, los alpinistas, Sweeney...

En ocasiones veía a la distancia una pareja feliz que, recién casados, salía del templo de los franciscanos, en medio de los alegres familiares y amistades que los abrazaban y les tomaban fotografías, entre el aguacero.  Dice que recordaba a Carmen que nos había dicho, cuando estábamos en aquella nevería de la isla, de la responsabilidad del matrimonio tradicional: “Un niño que tuviera en sus manos un tubo de nitroglicerina, y careciera de advertencias de peligro, y de pronto se echara a correr, tendría más probabilidades de éxito que una pareja de enamorados frente al sacerdote o el juez a punto de casarlos”.    

-¿Me estas hablado de Schopenhauer?

-No. De Carmen, una mujer que al parecer le quita el sueño a mi amigo Guillermo.

                                                                      

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